Hoy conocí las Piscinas públicas Fontes do Sar, que se encuentran en Santiago de Compostela, algo lejos del centro, pero cerca de lugares como el centro comercial Área Central. El costo por adulto es de tres euros con ochenta y nueve centavos, pero es menos para niños, adolescentes y mayores de sesenta años.
Este lugar tiene muy buena calificación en Google Maps, y la verdad es que no está nada mal, solo quisiera marcar dos cosas que no me gustaron.
La primera es que había muchísima pero muchísima gente. Debe de ser porque son vacaciones y es verano. El día estaba bastante caluroso, llegamos hasta los treintaidós grados y era una buena ocasión para ir a darse un chapuzón, entonces es lógico que hubiera tanta gente y sobre todo tantas familias con niños. Como hay tres albercas, lo que se puede hacer para evitar a los niños es irse a la más profunda. Ahí seguía habiendo algunos niños, pero de todas maneras no eran tantos, entonces no hubo tanto problema de que alguien me pateara o salpicara mientras nadaba.
Recomendación: para evitar las multitudes me dijeron que lo mejor era ir a la hora de la comida (alrededor de las tres de la tarde) que no hay todavía tanta gente. A las seis que fue cuando nosotras fuimos estaba a reventar.
El otro problema fue que el agua estaba demasiado fría. Yo imaginaba que por haber hecho calor en todo el día el agua iba a estar algo calientita por el sol, pero llegamos a las seis de la tarde y el agua estaba helada. Tuvimos que meternos poco a poco para no sentir tan feo, y de todas maneras no pudimos disfrutar mucho porque de pronto si nos daba mucho frío y teníamos que estarnos moviendo todo el tiempo para no congelarnos. No sé si eso sea normal en Europa y nosotras solo estemos acostumbradas a albercas con agua más tibia, porque todos los demás se veían bastante a gusto. De cualquier manera, aunque afuera hiciera tanto calor y deseáramos refrescarnos, la temperatura de la alberca era más fría de lo que la necesitábamos y lamentablemente terminamos por sufrir el frío más que disfrutar nuestro rato ahí.
Fuera de eso, todo lo demás estuvo bien. Las instalaciones son bastante grandes, pues además de las albercas hay una cafetería y un área verde muy grande, donde había gente tomando el sol y nosotras nos sentamos después de nuestro nado fallido para hacer un picnic. Cuenta con vestidores, baños y regaderas.
Advertencia: para quienes no estén acostumbrados o acostumbradas, las regaderas aquí no son individuales, sino comunitarias, hay un gran cuarto donde se encuentra una regadera al lado de otra y así sucesivamente, sin ningún tipo de barrera (ni pared ni cortina) entre una y otra, por lo que puede resultar algo incómodo para las personas más pudorosas o que no están acostumbradas a ver tanta gente desnuda y al mismo tiempo que tanta gente las vea desnudas.
Otra advertencia: No sea si sea lo mismo en todas las piscinas de Europa, pero al menos en esta es obligatorio utilizar gorra para nadar. Nosotras no lo sabíamos y nos tocó comprar nuestra gorra ahí por dos euros cada una.
Algo muy útil es que el lugar cuenta con casilleros para guardar las cosas. Solo necesitas poner una moneda (no sé de cuánto porque no los use) para que suelte la llave, y una vez que devuelvas a su lugar la llave se explusará la moneda y te la devolverá.
En general el lugar es bueno, solo tiene los pormenores de los que les hablé, pero en general sigue siendo un lugar recomendable para pasar un rato agradable en medio del calor del verano. Vi que hay un área reservada que decía "Piscina de invierno", a la que no pude acceder, pero que por lo que vi parecía techada, y, esperemos, quizá cuente con una alberca de agua más templada.