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Viaje a Roma por primera vez


La pesadilla antes de Roma

Mi mejor amiga, Erin, llegó a Venecia el 6 de junio y planeaba quedarse conmigo hasta el 10. Como siempre que viene gente a visitarme, les enseño Venecia o Verona, pensé que sería una buena idea cambiar de destino y ver algo diferente. Pensé que Milán sería un buen destino para empezar, pero, como ninguna de las dos había estado en Roma, preferimos visitar la capital.

La noche del lunes, nos alojamos en un bonito hotel de Venecia; al día siguiente, martes, fuimos a la playa Blue Moon (de la que os hablaré en otro post) y, después, fuimos a Padua para cenar. El miércoles fue el día que reservamos todo lo de Roma, así que hicimos rápidamente las maletas y planeamos nuestra visita a la gran ciudad antes de irnos a la cama.

A la mañana siguiente, nos despertamos y no os vais a creer lo que nos pasó. Nos despertamos a las 9:19 y nuestro autobús salía a las 7:30. Habíamos perdido nuestro FlixBus y entramos un poco en pánico. Después de hablar con FlixBus sin éxito, decidimos cancelar nuestro viaje, reservar un nuevo autobús con ese dinero y, después, coger un Megabus para volver a la 1 de la mañana del viernes.

Antes de montarnos en el autobús de las 4 que nos llevaba desde Padua a Roma, dimos una vuelta por la ciudad, echamos un vistazo a las tiendas y fuimos a comer y a tomar un café. Llegamos a Roma a medianoche y nos dirigimos a la casa de nuestra anfitriona. La casa era preciosa, estaba impoluta, teníamos un baño privado y podíamos desayunar y beber (tanto bebidas frías como calientes) todo lo que quisiéramos. Además, estábamos al lado de Tiburtina (una de las estaciones de metro más importantes). A las 12 de la mañana del día siguiente, como ya llovía menos, decidimos salir y visitar la ciudad.

Turismo por Roma

Nuestra primera parada fue el Coliseo, lugar que no os podéis perder. Erin consiguió entrar gratis porque aparenta tener menos de 18 (benditos genes) y yo conseguí un descuento de 7, 50 euros por pertenecer a la Unión Europea (una buena razón para no salir, así como sugerencia). Creo que hubiera sido más bonito de ver si hubiera hecho mejor tiempo, ya que al estar el cielo gris, todo parecía más soso, pero aun así, fue una pasada visitarlo. No me podía creer que tardaran entre 6 y 8 años en construirlo. Nos paseamos por él, subimos por las empinadas escaleras hasta las partes más altas e hicimos algunas fotos. Aunque hizo un día bastante malo, había un montón de turistas, así que os aconsejo que vayáis pronto. Supongo que le tendrán que hacer algunas restauraciones, ya que se está empezando a deteriorar un poco (por desgaste general), pero es, sin duda, una de las visitas obligatorias que tenéis que hacer en Roma.

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Después de visitar el Coliseo, fuimos al Arco de Constantino, que está, literalmente, en frente del Coliseo. Fue construido en el año 315 d. C. para conmemorar la victoria de Constantino I en la batalla del Puente Milvio (en 312 d. C. ). Es increíble que se conserve tan bien y que, además, sea uno de los últimos arcos de triunfo existentes en Roma, así que tenéis que ir a verlo (está a menos de un minuto del Coliseo).

Luego, anduvimos por la zona del Coliseo y volvimos a la estación de metro llamada Colosseo para ir a Barberini. Barberini es la parada donde os tendréis que bajar si queréis ver la Fontana di Trevi, otra visita obligatoria. Es famosa por la película "La Dolce Vita" de Fellini, en la que Anita Ekberg baila dentro de la fuente con un vestido negro y por la tradición de lanzar monedas, que procede de la película de 1954, "Three Coins in the Fountain"; de ahí que, todos los días, miles de personas tiren monedas a la fuente.

3 datos curiosos:

  1. Tenéis que lanzar la moneda con la mano derecha y sobre vuestro hombro izquierdo de espaldas a la fuente.
  2. Al día, de media, se tiran 3000 euros a la fuente.
  3. Está prohibido coger dinero de la fuente. Pero no os preocupéis, ese dinero va destinado a una buena causa; Cáritas es la encargada de recogerlo y lo invierten en ayudas sociales o en recaudar alimentos para las familias necesitadas y oprimidas de 200 países del mundo.

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Después del agobio que nos dio por la cantidad de turistas que había, decidimos visitar otro sitio. Fuimos al Templo de Adriano, que está dentro de la plaza Piazza di Pietra. Los turistas no lo suelen visitar, ya que prefieren ver los lugares que aparecen en las películas estadounidenses, como la Fontana di Trevi y las escaleras de la Plaza de España (que aparecen en la película "Vacaciones en Roma" con Gregory Peck y Audrey Hepburn). Aun así, deberíais visitarlo.

También visitamos las escaleras de la Plaza de España, pero cuando fuimos las estaban arreglando y solo vimos andamios (nos llevamos una gran decepción). Cerca de Spagna (la parada de metro), hay varias tiendas por si estáis más interesados en ver ropa, zapatos y accesorios que en ver las escaleras que inspiraron al poeta Keats. En la Plaza de España (Piazza di Spagna), hay marcas como Chanel, Missoni o Valentino, entre otras, para los turistas más pudientes.

Más turismo y un poco de comida

Hicimos un descanso en la fuente de la Barcaza (Fontana della Barcaccia), una pequeña y pintoresca fuente con forma de barco que está al final de las escaleras de la Plaza de España. Después, fuimos a comer. A pesar de la imagen que se tiene de Roma con tantos turistas, hay muchos restaurantes con comida y bebida de muy buena calidad. Echad un vistazo en Trip Advisor y encontraréis desde comida vegana y sin gluten hasta los restaurantes típicos italianos y mucho más.

Comimos en Pietro al Pantheon, un antiguo restaurante italiano de gran reputación. Yo me pedí una tortilla con alcachofas y mi amiga se pidió un riquísimo plato de pasta con flores de calabacín. Después de comer, fuimos al Panteón.

Como la visita al Panteón es gratis, había tantísima gente que decidimos verlo por fuera y hacerle fotos desde allí (desde el exterior también se puede ver el interior, tranquilos). Pero entrar es como ir a un concierto del festival de Glastonbury: os aplastarán, empujarán y es posible que os roben.

Como ya habíamos visto los lugares más importantes, fuimos a Largo di Torre, una antigua plaza que está medio en ruinas donde habitan la mayoría de gatos de la ciudad, tanto que se parece casi a un santuario de gatos. El tiempo dio un vuelco en ese momento (el tiempo de Europa es impredecible) y empezó a hacer mucho calor, tanto que los gatos se refugiaron en la sombra, pero nos dio tiempo a ver a bastantes.

Camino al Vaticano (pero antes, unos crepes)

Una de las cosas buenas de Roma es que hay muchos lugares para visitar, así que andaréis mucho sin daros cuenta. Mi amiga Erin y yo nos dimos cuenta de que podíamos haber andado ya 10 km y para darnos un capricho, fuimos a comer crepes. El principal problema que hay con eso en Roma, que no en el resto de Italia, los crepes siempre son para llevar. Tuvimos que coger el metro hasta la calle Cavour para encontrar una crepería donde pudiéramos sentarnos. Aunque mereció la pena porque son los mejores crepes que he probado en mi vida; os aconsejo que probéis los de chocolate blanco o caramelo salado. Después, vimos un pub inglés y nos pedimos unos refrescos, hicimos algunas fotos por Cavour y ya nos fuimos a la Ciudad del Vaticano.

Aunque esté en el centro de Roma, la Ciudad del Vaticano es un país propio. Es el país más pequeño del mundo, tiene una población de 1000 personas y todavía usan la lira en lugar del euro. Pudimos hacer algunas fotos a la Basílica de San Pedro, sin embargo, ya era muy tarde para visitar la Capilla Sixtina y los Museos Vaticanos, así que nos queda pendiente ir de nuevo.

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Tras ver el Vaticano, fuimos al Castillo de Sant'Angelo y disfrutamos de las vistas desde el Puente Sant'Angelo antes de volver al metro (la parada Ottaviano era la más cercana) para dirigirnos al barrio Ostiense, donde había una cafetería con enchufes para recargar los móviles y las baterías y acceso a Internet.

Últimas horas en Roma

Caffè Letterario es uno de los lugares más guays y raros de Roma; es una cafetería, bar, restaurante (más o menos), biblioteca, librería, lugar artístico y donde se imparten seminarios y conferencias. Nos pedimos unos cafés con leche, esperamos que nuestros móviles se cargaran hasta el 40 % de batería y nos fuimos a las 11 y pico (el metro pasa a las 11:30 los fines de semana). En el camino de vuelta, vimos la Pirámide Cestia cerca de la parada de metro Piramide y, después, nos montamos en el metro para ir a Policlinico. Allí, anduvimos 1 km para llegar a la joya del día: Said.

Said dal 1923 es la fábrica de chocolate más antigua de Roma y ahora, funciona como un restaurante, cafetería y chocolatería. Llegamos allí a medianoche y nos atiborramos a chocolate fundeu con fruta y a un riquísimo chocolate caliente (que es chocolate caliente tal cual sin leche).

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Puede que sea el mejor sitio en el que he comido chocolate (bueno, bebido). Después, llamamos a un taxi para volver a la casa de nuestra anfitriona, en la que tuvimos tiempo para recargar nuestros móviles durante 10 minutos, hacer las maletas, salir e ir corriendo a Megabus para regresar a Padua.

En resumen, es uno de los mejores lugares en los que he estado. Si visitáis Roma, quedaos más de un día.

15 consejos para visitar Roma:

  1. Llevaos el DNI o el pasaporte porque os lo pedirán en la mayoría de sitios que visitéis.
  2. Visitad las tiendas de objetos de madera para ver a Pinocho y a los otros juguetes de madera que hacen.
  3. Id al mercado de Testaccio (está abierto las 24 horas).
  4. Llevaos deportivos porque iréis a la mayoría de sitios andando.
  5. Comprad un bono de metro de 24 horas (cuestan menos de 10 euros y los utilizaréis continuamente).
  6. No comáis en los sitios donde os digan que entréis, id a lugares más escondidos o a los que recomienden en Internet.
  7. No os vayáis sin probar los helados de allí. Os recomiendo las heladerías Don Nino y Venchi.
  8. Aprended y practicad un poco de italiano. Con las expresiones de cortesía: "grazie", "per favore" y "prego" vais a todas partes, además, recordad que no todos los italianos hablan inglés.
  9. Los trenes son muy caros, así que intentad viajar en Megabus o FlixBus o si vais en avión, hacedlo con Easyjet o Ryanair.
  10. Visitad Booking para reservar hoteles y otros alojamientos; podéis encontrar sitios por menos de 25 euros por noche y por persona.
  11. Comprad, al menos, un recuerdo o una postal; suelen costar 1 euro.
  12. Visitad todos los sitios que podáis, independientemente del tiempo que haga. Hay muchos lugares al aire libre y en interior y, además, con el metro, no tendréis que estar siempre por la calle.
  13. Intentad visitar las iglesias. Nosotros nos quedamos con las ganas de verlas; son impresionantes y muy bonitas y un lugar muy tranquilo para ir. Si entráis a alguna, tendréis que cubriros bien tanto por los hombros como por las piernas, ya que al ser un lugar sagrado, no podréis enseñar demasiadas partes del cuerpo.
  14. Si hace sol, podéis visitar Villa Medici. Esta villa tiene increíbles jardines y podréis disfrutar de una vista panorámica de Roma (fue construida en 1540 y aún se conserva de maravilla).
  15. Visitad los museos y galerías: intentad visitar lugares históricos y culturales de Roma, no solo las típicas cosas que veis en la televisión o en las películas; no todo es como sale en la película de Lizzie McGuire.

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