Roma es Amor al revés
Hace un año que tuve la maravillosa oportunidad de irme todo un año de Erasmus a Roma. El sueño de mi vida estaba a punto de cumplirse.
Cuando estás a punto de partir te asaltan enormes dudas por la mente…¿Será como yo me espero? ¿Sabré comunicarme? ¿Qué hago cuando llegue? ¿Me timarán? ¿Haré amigos?Y etcétera etcétera. Pero a la última pregunta yo ya tenía una respuesta: se llamaba Nico y me había agregado a facebook unos meses antes mientras yo intentaba buscar casa. A él le hizo gracia mi forma de hablar (gracias google traductor) y cuando vio algunas de mis fotos decidió probar a conocerme. Ninguno de los dos éramos conscientes de lo que estábamos comenzando, puede que de ser así lo hubiéramos pensado dos veces.
Llegó el día, llegué a Roma con lágrimas en los ojos, sin saber si eran de emoción, tristeza, nervios… a saber. Llegué a mi nueva casa, el taxista ya me timó el primer día, voy cargada de maletas y ninguna alma caritativa me tiende una mano. No importa, es sólo la primera de tantas veces que durante estos meses pensaré “lo conseguiré”. Una vez hechas presentaciones con mis compañeras de casa, no entiendo ni papa de lo que me dicen por lo que me dedico a asentir hasta que voy a mi habitación. Al fin sola pienso… ¿y ahora qué? Así que voy directa a mi portátil, y busco su nombre, abro mensaje y“Hola! Ya estoy aquí!”.Decidimos quedar en Piazza Venezia, que para mí es uno de los sitios más impresionantes que existen, pero creedme: para quedar con una persona que no has visto nunca es, tal vez, demasiado grande. Sin teléfono, con una agenda donde tenía escrito cómo ir y cómo volver a casa, junto con su teléfono, llego allí, maravillada por estar donde estaba, pero… ¿dónde está él? El pobre se dedicó a dar vueltas y más vueltas buscándome, y yo que odio estar de pie, me había sentado en un barecito donde quise amortizar los cinco euros que me había costado un vaso de zumo quedándome casi cinco horas allí sentada. La verdad es que fue una pena no conocernos.
Después de unos días decidimos quedar de nuevo, esta vez en la Estación Termini, en el punto exacto donde paran los taxis. Cuando lo acepté en facebook debido a su exuberante estilo italiano pensé que seguramente fuera gay. Bastó verle andar, su olor y su forma de hablar para darme cuenta que no sólo no era gay, sino que no había conocido chico más atractivo en mi vida.
Ese día paseamos por todo el centro de Roma, él me hacía de guía por la Fontana di Trevi, el Panteón, y otras callejuelas del centro hasta que se hicieron las tantas y me dejó en mi parada de bus. De esta forma comenzamos a vernos, vimos el Campo degli aranci, una puerta cercana que desde su cerradura se veía la cúpula de San Pietro, más paseos por Circo Massimo, el Museo de cera, el Museo del Vaticano, Piazza Navona, y más y más callejuelas de la ciudad. Era muy divertido hablar entre nosotros, buscando una comunicación mientras intentaba aprender la lengua, él reía de mí pero al menos me enseñaba bien.
Pasé por momentos muy difíciles, hay que decir que Roma es preciosa pero es una ciudad enorme y muy ardua, así que decidí cambiar de casa, volver a España unos días y empezar de cero.
Fue lo mejor que pude hacer: ahora vivía en una casa con cinco personas más, dos francesas, una inglesa y dos españoles, y además siempre estaba Nico, que de vez en cuando venía y compartía con nosotros experiencias culinarias y alguna que otra fiesta. Conocí más gente, salí bastante de fiesta, aprendía de culturas como la finlandesa, griega, francesa, inglesa y sobretodo italiana, pero lo único estático era él. Nos dábamos toda la libertad del mundo, él era muy consciente de lo que es una Erasmus, pero a la vez siempre estábamos presentes el uno para el otro, las ganas de vernos siempre eran mutuas… era extraño que de todas las personas que he podido conocer en España justo he ido a conocer a alguien que me hace feliz en Italia. Definitivamente esta clase de cosas ni se eligen ni se pueden controlar.
Pero un día llegó la desgracia: no me llegaba la beca y mis ahorros estaban acabándose. Si algo es Roma es cara de narices. Así que tuve que tomar la dura decisión de cortar mi Erasmus y volverme en Febrero. En la vida he llorado tanto. Cuando por fin haces una familia, cuando estás acostumbrada a que llueva constantemente, cuando tienes amigos, conoces los horarios, dominas la lengua…te tienes que ir.
Así, nuestro último mes juntos estuvo bastante cargado de emociones. La sensación de tener un reloj interno, que cuenta cada hora, cada cosa que haces, que te está diciendo en cada momento “se te acaba”… es realmente horrible. Él era cada vez más bueno, más atento, pasaba casi todos los días en mi casa, ya se había convertido en el séptimo coinquilino. Mi sorpresa fue cuando me dijo que él se iba a su pueblo (porque es del sur de Italia) dos días antes de volver yo a España. ¿Pero por qué? No lo quiso decir, pero el caso es que llegó la última noche y nuestra última pizza juntos fue la más amarga que he comido en la vida. Le acompañé a la boca del metro, ninguno quería dejar guardado ningún beso, y en lo que llegan dos segundos se fue. No es fácil describir el dolor que se siente cuando no tienes ninguna certeza de que volverás a ver a esa persona, cuando no te explicas porqué ha tenido que acabar tan pronto, porqué tiene que ser por tu culpa…
El caso es que al día siguiente hablamos y yo no era capaz de dejar de llorar, estaba borracha y mi última noche no iba a ser a su lado. Me dijo que no habría sido capaz de quedarse en Roma y verme marchar, que era mucho más fácil irse él que despedirme en el autobús, y después de otras cosas:ti voglio, anche io.
Esta no es una experiencia sencilla, y ni mucho menos acabada, porque después de mucho pensar y algunas visitas, después de un año seguimos juntos y el amor traspasa fronteras. Esta es una historia de cómo dos personas se encuentran, comparten y sienten, a contrarreloj y entre culturas. No se sabe hacia dónde va, pero de dónde viene ninguno de los dos lo podremos olvidar.
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Comentarios (3 comentarios)
Daniel Olivera hace 10 años
Qué historia tan bonita, de verdad. Y qué injusticia el tener que ver frustrados tus sueños por motivo económico. De verdad me ha consternado tu relato.
Ainhoa Perez Obon hace 10 años
Gracias me alegro que te haya gustado, la verdad es que sí es una pena...
Jorge Sanclemente Vilda hace 2 años
Tu historia me ha hecho llorar :(