Día 24. Dojo-ji & Inunakiyama Onsen
¡Hola a todos! Aquí llega otro día en Japón; esta vez voy a hablar sobre la experiencia única que fue practicar el ascetismo en las cascadas de las montañas cerca del hotel Inunakiyama Onsen (aguas termales), y la visita que hicimos un poco antes, ese mismo día, al templo Dojo-ji en mi antiguo vecindario, la ciudad de Gobo.
Ese fue un día bastante largo, lleno de caminatas, sorpresas y diversión. Creo que la mayoría de mis compañeros campistas estarían de acuerdo conmigo en que este fue uno de los mejores días en Japón. Yo, personalmente, no sabría qué decir porque, para mí, cada día fue único y, para todos nosotros, fue algo nuevo y diferente, mucho más de lo que estamos acostumbrados en casa, en nuestros países y nuestras culturas.
Para los que no habéis leído todos los artículos que he publicado sobre mi viaje en Japón aquí tenéis un artículo detallado del templo Dojo-ji. Como probablemente ya habréis notado, no estoy escribiendo por orden cronológico porque en ese momento no tenía todo el material, así que espero que no os resulte demasiado confuso.
También me gustaría añadir mis agradecimientos a mi amigo Jesse Tucek, que hizo un montón de fotografías y me dio permiso para compartirlas con vosotros cuando mi cámara me traicionó; así como a Miori Inoue, con quién pasé por lo mismo.
¿Estáis listos?
El día anterior a la Playa Blanca Shirahama
El 23 de julio, nuestra travesía nos llevó a la ciudad de Shirahama. Si os suena Shirahama es porque, de hecho, fui allí con mi familia de acogida. Aunque solo fuimos a ver las formaciones rocosas y los acantilados (Sandanbeki), que están unos cuantos kilómetros por detrás del muelle que podéis ver en esta foto. Podéis encontrar más información sobre los Acantilados Shirahama y el centro Pirata aquí.
Llegamos por la mañana, después de pasar una noche muy intensa, rodeados de arañas gigantes en nuestras habitaciones en un hotel tradicional. Después de dejar nuestras cosas en el Hotel Shirahama Seaside decidimos ir a nadar a la playa. Estuvimos allí durante 2 o 3 horas y lo pasamos genial, disfrutando de la arena en la Playa Blanca Shirahama; es una de las playas más famosas y más hermosas de Japón (eso dicen). ¡La arena es importada de Australia! Además de disfrutar con las olas grandes y de quemarnos bajo el sol (sí, yo me olvidé de la crema solar... ), nos divertimos practicando algunos deportes y comiendo sandías.
Después de comer en un hotel mucho más grande y con un estilo más occidental, nos dejaron una hora o dos libres antes de la cena. Después de cenar volvimos a la playa, ya de noche, y disfrutamos de los fuegos artificiales que el Club Lions había preparado. Esta fue una noche muy especial para mí, aunque en ese momento yo no lo tenía muy claro debido a la barrera del idioma. Después fuimos directamente al hotel, a una gran habitación o sala en la que habían organizado un karaoke con aperitivos y bebidas. ¡Menudas dos horas pasamos allí!
Pero ya hablaré más sobre este día y lo que se puede ver y aprender en un post aparte.
Salimos en dirección a Gobo (viaje sorpresa)
(Esta es la ruta del día completo, incluyendo Shirahama-Gobo hasta el descanso en Izumisano y llegando, por último a Inunakiyama).
Nos levantamos sobre las 7 a. m. después de dormir en una habitación tradicional con su correspondiente colchón tradicional. Resultó ser bastante cómodo y todos nos acostumbramos unos días antes así que no fue para tanto. Incluso teníamos una TV que giraba (nunca había visto algo así antes) y una pequeña mesa en la que, supuestamente, debías sentarte con las piernas cruzadas.
Después de tomar un desayuno japonés y un montón de helado y bebidas (todo formaba parte del buffet), fuimos a hacer las maletas y lo dejamos todo en el vestíbulo del hotel. Si no recuerdo mal, podías encontrar una especie de mercado improvisado o un par de tiendas que vendían, sobre todo, ropa dentro del hotel.
Aquí llega la parte que me hizo, probablemente, la persona más feliz del autobús. El plan era ir a Inunakiyama y, de camino allí, comer en algún sitio cercano (en un sitio llamado Izumisano). De todas formas, después de un rato empecé a ver un paisaje que me resultaba familiar; no estaba seguro de si estaba alucinando o no cuando vi una señal del templo Dojo-ji a unos cuantos kilómetros de distancia, pero esa sensación desapareció en cuanto vi el cartel que decía Gobo y Hidaka. Yo estaba más emocionado que nadie porque no todos los jefes de campamento ni los asistentes sabían a dónde nos dirigíamos; pero yo sí. Había oído hablar de este plan antes de ir al campamento pero no estaba escrito en el programa del campamento.
Entramos al valle de una pequeña ciudad rodeada por montañas y situada junto al río Hidaka, y pronto pasamos por una carretera que me era familiar. Yo esperaba que el autobús parara en frente del restaurante Anchin, en el aparcamiento para turistas, y así poder saludar rápidamente a mis amigos. Sin embargo, subimos la colina y aparcamos allí. Vi a Ishikura-san y le saludé con un "yo" y con un apretón de hermanos (mientras que los demás mantuvieron el estilo formal). Después nos dirigimos hacia el patio principal del templo para ver al señor Ono.
El gran tour alrededor de Dojo-ji
Como podréis imaginar, yo me sentía como si ya hubiese estado allí mil veces. Fuimos al primer edificio y vimos al señor Ono en la entrada. Nos saludamos, de nuevo con un estilo informal, yo ya sabía qué esperar.
No voy a escribir mucho sobre esto porque podéis encontrar más información en mis otros artículos. Dejamos los zapatos en las bolsas de plástico y caminamos por el lugar en calcetines.
La sala con el Tesoro Nacional Japonés y la Historia de Anchin y Kiyohime en un pergamino de imágenes
El señor Ono nos llevó primero a la sala grande con las estatuas; algunas de ellas pertenecen al Tesoro Nacional de Japón. Una de ellas es una escultura muy antigua del Kaanon de Mil Brazos. Nos dejaron que hiciéramos fotos y aproveché la oportunidad para documentar lo que me había perdido antes (aunque tenía planeado volver después).
Entonces, nos explicaron la historia de Kaanon y la Princesa de Largos Cabellos. El señor Ono se puso en una especie de púlpito e hizo su trabajo a la perfección, una vez más, añadiendo muchos toques de humor. Como ya he dicho, él puede hablar inglés muy bien y de forma muy fluida así que todo el mundo disfrutó escuchándole. No por nada fue elegido el mejor monje que conocimos en Japón y el mejor narrador. Además, todo el mundo le escuchaba atentamente, algo normalmente complicado cuando se trata de un grupo de adolescentes.
Después de terminar en el salón de las estatuas nos dirigimos a escuchar la historia de Anchin y Kiyohime. Nos volvimos a sentar en el suelo y disfrutamos de la historia en el pergamino de imágenes. Después de eso nos dejaron algo de tiempo para que echáramos un vistazo a los objetos de la sala.
En el patio y dentro del santuario
Poco después de terminar la historia, cogimos nuestros zapatos y salimos al patio. Nos dirigimos al edificio central, que era, en realidad, un santuario. No sé si lo recordaréis pero fue aquí donde aprendí cómo debo comportarme en este tipo de templos.
Me dirigí hacia las puertas rojas y la entrada sobre las escaleras, me incliné dos veces como me enseñó mamá Mieko Ishikura y fui a lavarme las manos antes de entrar al santuario. Después de eso pasamos por un pequeño puente siguiendo el camino de baldosas y las cuatro columnas. Estas columnas de piedra o estatuas son muy parecidas o casi iguales a las de todos los caminos y templos budistas que he encontrado en Japón. Esperad a ver las fotos a lo largo del texto de cuando llegamos a Inunakiyama.
El señor Ono nos indicó el camino por las escaleras frente al santuario (arriba) y nos contó algunas historias más sobre ese lugar. Llegamos a la parte en la que dijo que íbamos a entrar al edificio por detrás. Esto resultó algo nuevo para mí. Volvimos a dejar los zapatos en los escalones del templo y fuimos a la parte de atrás. Aquí nos habló de una ceremonia que se celebra allí cada año o cada varios años y nos dijo que teníamos que volver en 2016 para la próxima. Al parecer, todo el patio de Dojo-ji se llena de gente.
Después de acabar el gran tour por Dojo-ji aún nos quedaban 5 minutos antes de marcharnos a coger el autobús. Estaba un poco nervioso porque había pensado visitar a mis amigos del restaurante. Hablé con el señor Ishikura esperando que me entendiera; y salí de un salto por las puertas de color naranja (arriba) y empecé a correr por el camino hasta que llegué, al cabo de un minuto, al restaurante.
Fue toda una sorpresa para mis amigos y compañeros, y pude esperar allí al autobús, que me recogió en frente del restaurante y nos dieron algunas galletas Manju Bell recién horneadas. Saludé a mi familia de acogida y a mis amigos y volví corriendo al autobús completamente satisfecho con el inicio del día.
Comida en Izumisano
Tardamos algo menos de una hora en llegar a la zona de la prefectura de Osaka llamada Izumisano. Es una ciudad, o ciudades, relativamente grande, no lo recuerdo muy bien. Al final, paramos allí porque el Club Lions había organizado la comida en Izumisano Chuo.
Estuvimos alrededor de una hora en el restaurante. Era una especie de restaurante en el que podías elegir sentarte con las piernas cruzadas, sentarte en sillas (ese fue nuestro caso) o sentarte dentro de un agujero en el suelo que es como una silla integrada en el suelo. Nos quitamos los zapatos justo al entrar. ¡La comida estaba deliciosa! Comimos con las cajas de madera con muchos recipientes pequeños llenos de ensalada, salsa, distintos tipos de carne, arroz y algunas otras cosas.
Más tarde nos hicimos una foto frente al restaurante y volvimos al autobús poniendo ritmo a nuestro último destino del día.
Bienvenidos a Inunakiyama Onsen: un hotel con fuentes termales en las montañas
Tardamos unos 30 minutos en llegar al hotel. Pasamos por las colinas y las montañas y nos introdujimos en la vegetación. Algo que nos sorprendió en el camino de ida, y también en el de vuelta, fue que no está demasiado lejos de la ciudad y "la civilización" y, aún así, parece algo completamente opuesto.
El vestíbulo
Nos detuvimos frente a un hotel y bajamos del autobús junto a la entrada; también había un aparcamiento cerca. No puede ver el edificio al completo pero parecía realmente enorme. Lo que había aprendido de experiencias anteriores es que siempre hay algún camino o escalera escondida hacia el sótano donde puedes descubrir otra parte del hotel. Lo más probable es encontrar ahí las enormes salas de duchas.
En cuanto entramos al vestíbulo me fijé primero en los animales disecados y exhibidos en unas vitrinas. Un poco más adelante entramos a la parte más grande del vestíbulo, que es bastante espaciosa y tiene sillas y sofás en el centro. En una esquina había una zona infantil relativamente grande donde el juguete más popular era un caballo robot en el que puedes controlar la velocidad y la rotación. Ya podréis imaginaros que, después, pasamos un montón de tiempo divirtiéndonos allí.
Aquí se encuentra la recepción y un pequeño bar donde puedes tomar algo para beber y comer (sobre todo helado). A la derecha están los pasillos que se dirigen a las duchas tanto para hombres como para mujeres (separados, claro). En frente, detrás de las mesas y los sofás, se puede observar la naturaleza a través del cristal de la ventana. Hay un río que pasa justo por detrás y, muchas veces, la gente va a bañarse allí, y los baños termales están muy cerca. A la izquierda están las habitaciones.
Las habitaciones
Las habitaciones eran bastante grandes, pero porque estaban preparadas para albergar a más personas, al menos en nuestro caso. Había una mesa pequeña y 5-6 colchones para dormir en el suelo. Estas habitaciones, con poco más equipamiento, eran del estilo de los hoteles tradicionales. En cada esquina de la habitación había una cesta con kimonos y toallas para las duchas. Nosotros pensamos en usarlos por la tarde. Algo que me pareció genial fue que las habitaciones también tenían esas grandes ventanas de cristal casi transparente con las que se podía disfrutar de la vista de la vegetación y, por la tarde, del paisaje nocturno.
Después de ponernos cómodos fuimos a echar un vistazo al resto de habitaciones. Así fue como descubrí que la habitación de al lado tenía un karaoke, ¡todo un equipo!
Poco después nos reunimos en el vestíbulo y esperamos hasta que nos tocó movernos. Los jefes de campamento nos advirtieron de que para llegar al santuario y a la zona en la que se realizaba el ritual tendríamos que escalar la montaña y que haría bastante frío, por lo que nos aconsejaron que lleváramos pantalones largos. Todos escuchamos y lo tuvimos en cuenta. Al final al andar me sentía como si llevara un traje de buceo a +20 ºC.
Escalamos la montaña
Tardamos unos 40-50 minutos en llegar a nuestro destino y debo decir que todo el camino y la escalada fue muy parecido a lo que se ve en las películas, era todo "bastante japonés" cuando te fijabas en la arquitectura o en los objetos que había por el camino, además del paisaje.
Hice una foto del mapa de la zona que incluye la ruta desde el hotel hasta la cascada al final. El mapa lo encontramos a mitad de camino.
Primero hay que seguir una carretera que va desde detrás del aparcamiento por un puente que pasa por el río y empieza a ascender. Está a unos 3 o 4 minutos del hotel. Otra cosa en la que me fijé es que muchos grupos y familias iban allí y acampaban bajo el puente donde hay una especie de playa improvisada. Al principio parecía un poco raro y yo quería saber si tirarían la basura en medio de la naturaleza.
Este camino hacia las montañas empezaba justo detrás del puente y seguía sendero del río (o más bien arroyo, a estas alturas). A lo largo de todo el camino hacia la cima había unos objetos a los lados. Se podía apreciar que todo eso parecía, obviamente, hecho por el hombre, con las columnas características hechas de piedra, así como la "valla", o más bien los muros, con símbolos grabados.
Algunas partes del camino están algo borrosas en mi memoria ya que era todo muy diverso y habíamos estado en lugares parecidos. Intentaré centrarme en los detalles que podéis ver también en las fotografías.
Lo que caracterizaba al camino era que iba sobre el arroyo, a la izquierda y a la derecha, la mayor parte del tiempo. Los puentes estaban pintados en tonos rojizos, por supuesto. Algunos eran planos y simplemente horizontales, pero por esta zona era seguro pasar por alguno con forma de arco que, a lo lejos y cuando no había nadie cruzándolo, parecían sacados de algún comic artístico.
Más adelante llegamos a unas zonas donde había más de esas columnas y otros objetos religiosos que no entendí.
A veces nos cruzábamos también con pequeños santuarios (que parecían pequeñas cabañas en el bosque) que hicieron el viaje algo más ameno.
Ese tipo de santuarios pueden encontrarse también en otros lugares, pero no nos paramos a verlos.
El primer gran santuario
Después de unos 15-20 minutos ascendiendo, llegamos a un montón de puertas y caminos más angostos rodeados de muros y banderas rojas. Ahí decidimos tomar un descanso de 10 minutos y echar un vistazo a la zona.
La entrada a esta zona (lo que veis arriba) está rodeada por dos hileras de columnas de piedra por varios lados y hay que pasar por ellas como si fuera un laberinto. A cada lado de la entrada hay una pequeña torre de madera con un techo a dos aguas, algo típico en muchos templos de la zona.
Una vez que accedes al patio se puede ver a la derecha una zona cercada (solo un techado) donde puedes sentarte a descansar (y eso hicimos). Si te pones en la mitad del camino estarás justo en frente de la gran estatua de Buda. A la izquierda había algo que no captó mucho nuestra atención, puede que una tienda con artículos religiosos.
Mientras estábamos sentados bajo ese techado, se acercó una avispa enorme y nos dio el susto del siglo.
Llegó el momento de continuar. Nos quedaban 10-15 minutos para llegar al último edificio y al final de la ruta.
Llegamos al lugar del ritual
Empezamos a salir del laberinto de paredes hasta que encontramos el camino correcto que nos llevaba hacia adelante. Aquí se puede disfrutar, una vez más, del paisaje formado por cientos de baldosas de piedra que formaban los muros a cada lado del camino.
En algún lugar alrededor de esta zona estaba también el mapa del camino y de los templos. Por cierto, el nombre del templo y del torii que podéis ver aquí arriba es Templo Shippōryū-ji.
No muy lejos del torii rojo (arriba) había otra puerta grande, después de eso estábamos seguros de estar cerca de nuestra última parada.
Había unas cuantas casas de madera o santuarios alrededor de ese enorme portal y lo que seguía era un espacio mucho más dinámico con más escaleras de piedra, talladas a mano. Era fácil adivinar que algo importante estaba cerca.
Lo que caracterizaba a este camino eran las múltiples columnas rojas con una "pequeña casa" encima. Al principio me recordaron a las casas de madera para pájaros que muchos construimos de pequeños pero creo que aquí tenían otro propósito.
Al comienzo de las escaleras había un torii gris que parecía tener miles de años de antigüedad, prácticamente fundido con el paisaje. Otro lugar en el que podrías esperar que apareciera Samurai Jack.
Esto es lo que se ve desde detrás de las escaleras. No sé muy bien por qué pero empecé a sentirme un poco presionado, como si, de repente, las cosas se acercaran demasiado y te hacen sentir como si fueras por una calle en una zona urbana.
Después de 3-5 minutos más subiendo las escaleras, llegamos a la gran casa en la ladera de la montaña al final del camino.
A prepararse para el espectáculo
En realidad, hay varias casas en esta enorme plataforma. Esperamos al resto del grupo en la primera casa que servía también como una especie de tienda de souvenires.
Una vez juntos, seguimos al chico del traje gris (podéis verlo en la foto) que solo hablaba japonés pero teníamos a nuestros intérpretes. Nos hizo una pequeña introducción al ascetismo, que es lo que íbamos a practicar. También nos preguntaron si habría algún problema respecto a nuestra fe o religión para participar. Yo creo que no hubo problema; en mi caso, no había problema y bromeé diciendo que Dios me había dado una visa de un mes para hacer lo que quisiera. De ninguna manera iba a perderme eso, mientras estuviera en Japón quería probar tantas cosas como me fuera posible.
Nuestro guía nos reunió a todos frente a él y su esposa y ambos empezaron a tocar unos instrumentos. Yo estaba justo delante de ellos cuando alguien a mi lado tuvo que aguantarse la risa. De hecho, el sonido de los instrumentos era algo... nuevo, y sonaba un poco gracioso. Después de sobrevivir a eso y escuchar la traducción, nos enteramos de que iban a darnos unas prendas de ropa blanca. Algo como un vestido blanco con un cinturón blanco (pañuelo), por lo que íbamos a tener que cambiarnos para el ritual.
En cuanto todos nos pusimos el vestido blanco y la toalla, salimos del edificio caminando por las esquinas de la plataforma, intentando mirar por encima de la valla y del arroyo hacia esa localización misteriosa, pero aún no podíamos ver nada.
El camino hasta la cascada
Después de dejar el primer edificio pasamos por otro pequeño portal y poco después nos encontramos junto a muchas estatuas pequeñas de Buda. El camino empezó a descender la colina y poco a poco nos acercábamos al arroyo.
Unos minutos después llegamos a nuestro destino, justo detrás de un borde. Hay una vista increíble del paisaje. Lo que habíamos visto era la casa roja (no llegamos a entrar) y detrás de ella un pequeño "patio" natural y un puente delante de una cascada y un pequeño estanque que dividía la zona en la parte delantera de la casa y la zona en la que se supone que íbamos a hacer el ritual.
El ascetismo en la cascada
Tuvimos que pasar por la plataforma que rodeaba la casa. Todo a mi alrededor era verde, rojo y negro. Después de dejar nuestras cosas delante del edificio nos indicaron que nos cambiáramos a nuestra ropa. Las chicas tenían que ir al otro lado y en la primera planta mientras que los chicos teníamos que ir a la parte de abajo de la plataforma, en las rocas que había junto al arroyo.
Esto suponía, por supuesto, desnudarse de nuevo frente a los demás, pero cuando ya lo has hecho un par de veces, simplemente, dejas de preocuparte por los demás. Me cambié rápidamente y me vestí todo de blanco. Teníamos unas mesas en la colina así que dejamos allí nuestros pantalones, camisetas y ropa interior. Yo no podía ir a la cascada con mis gafas así que las dejé allí también.
Junto a mi amigo turco que estaba también medio ciego sin las gafas, esperamos a los demás antes de cruzar el puente. Esto es lo que se ve estando delante del edificio.
Justo antes del puente hay un pequeño tributo o santuario a Buda. En aquel momento no me di cuenta. Al otro lado hay, también, una pequeña "casa" de madera, pero no llegamos a usarla durante el ritual.
A estas alturas, había un par de cosas que me preocupaban: el agua parecía estar congelada y no quería tener problemas de "ir corriendo al baño", esperaba no caerme mientras escalamos la cascada puesto que no llevaba mis gafas y no habría sido nada agradable que mi vestido "abriera sus puertas"; además, las partes de nuestro cuerpo cubiertas no estarían muy visibles al mojarse. Por suerte, nada de esto llegó a pasar y los vestidos eran de un buen material.
La práctica consistía en separarnos en varios grupos de unas 6 personas que subirían al mismo tiempo. Primero observamos a unos chicos japoneses subir y hacer el ritual. Se suponía que debías estar 2-3 minutos bajo el agua fría de la cascada; yo simplemente me preguntaba si habría alguna forma de sobrevivir a eso.
Yo era parte del segundo grupo. Cuando llegamos al otro lado del puente pude ver con mis propios ojos casi lo mismo de la foto. Empecé probando con mi pie a ver cómo de fría estaba el agua, y estaba, básicamente, congelada. Ya empezaba a sentir la necesidad de ir a hacer pis. Entonces el primer grupo empezó a escalar. Todo el mundo hizo lo posible por seguir los pasos y no caerse.
Arriba había un monje sujetando una cadena. En realidad, había unas 5-6 cadenas bastante largas atadas a algún lugar por encima de la cascada. El otro chico estaba con nosotros en la parte de abajo y sujetaba el otro extremo de las cadenas. Cuando empezamos a escalar ellos estiraban las cadenas para que nos resultara más fácil. Había que escalar usando una mano para las rocas y la otra para agarrarse a la cadena. No había mucha altura, unos 2 metros y medio pero resultaba delicado porque el agua de la cascada empujaba hacia atrás y resultaba muy fácil resbalar. Yo estaba un poco preocupado de no ver algo y caer en las rocas de atrás. Caería en el estanque, no sería algo fatal pero acabaría con algún rasguño.
Lukas sufrió un pequeño accidente al intentar subir, resbaló y se cayó de espaldas pero no pasó nada (es un tío duro).
Entonces llegó nuestro turno. Después de escalar con éxito el monje nos puso en una línea a todos y nos pidió que pensáramos en un deseo. Después teníamos que poner las manos en una posición específica (creo) y empezó a gritar algo. No sé qué decía pero sonaba enfadado. Después de la introducción llega el agua fría, literalmente. Todos teníamos que coger una cadena y meternos debajo de la cascada. Recuerdo la sensación de sentir en la espalda "puñetazos helados golpeándote" todo el tiempo. Después de 2-3 minutos paso a sentirse normal, en cuanto nos acostumbramos a la temperatura. El monje seguía gritando algo, y entonces nos soltó.
Aunque apenas duró unos 5 minutos, fue una de las mejores sensaciones. Todos superamos la práctica del ascetismo. Bajé con cuidado y sin problemas (ah, y todo el tiempo íbamos descalzos). Después de que pasara el último grupo de chicos llegó el turno de las chicas y las seguimos desde el otro lado.
Después de que todos lo hiciéramos volvimos a nuestros lugares para cambiarnos de ropa y pusimos los vestidos y las toallas en bolsas de plástico. Había llegado el momento de volver al hotel.
De vuelta al hotel
Tardamos unos 40 minutos en volver al hotel. Me pasé la mayor parte del tiempo hablando con los demás sobre la emoción de estar bajo la cascada y luego pasamos a otros "temas importantes".
Intenté tomar alguna foto más y prestar más atención a mi alrededor, pero no tuve demasiado éxito. Era mucho más fácil descender por el camino y observar los objetos que ya conocía.
Una cosa que me gustó bastante fue encontrar las pequeñas esculturas, que estaban "escondidas" o eran casi imperceptibles, de Buda o de otras figuras religiosas que a veces estaban cubiertas con un pequeño parche o tela roja. Descubrí que las estatuas con telas rojas estaban casi siempre relacionadas con la muerte de niños; son mucho más comunes en los cementerios.
Tiempo libre y los cuartos de duchas
Todavía estaba de día, el sol aún era visible, cuando llegamos, así que nos dejaron algo de tiempo libre antes de cenar y hacer las presentaciones de los países. La mayor parte del tiempo la pasamos en el vestíbulo, jugando y, especialmente, pasándolo bien caballo robot.
La parte más interesante fue pasar por los cuartos de duchas. Ya sabéis que en Japón es algo diferente que en la zona occidental. No estoy seguro de si fuimos a las duchas por la tarde porque por la mañana teníamos que salir temprano, pero dejadme que os cuente cómo es y cómo hay que comportarse.
¿Cómo son los baños típicos y las duchas de los hoteles tradicionales?
No esperéis ver fotos porque no tenía ninguna intención de sacar mi cámara allí dentro. Si queréis podéis buscar en Google los baños termales japoneses para encontrar más información.
Aquel día tuve mi segunda experiencia (al igual que casi todos los demás) con los baños y con tener que ducharme, desnudo con el resto de chicos (y las chicas con el resto de chicas). Como la primera vez había sido hacía dos días en otro hotel tradicional, donde ya rompimos el hielo, esta vez fue más fácil. Además, ese mismo día había tenido que entrar en otro baño, por la mañana, en el hotel Shirahama Seaside porque un par de amigas me pidieron que comprobara si se habían dejado unas mochilas en los baños de hombres. La tarde anterior, ese mismo baño lo habían ocupado las mujeres, y por la mañana, los hombres. No encontré sus mochilas, pero tuve la "suerte" de ver a un tipo desnudo dando vueltas por allí cuando estaba a punto de irme. Por desgracia, en ese momento sí llevaba mis gafas puestas.
¡Aquí tenéis la historia! Muchos campistas decidieron pasar por los cuartos de duchas antes de la cena. Vimos a varios de ellos caminar vestidos con los kimonos en dirección a los baños. Como era una cuestión de tiempo, cuando llegó el momento decidí ir yo también, así como mi amigo mexicano. Fui a coger el kimono azul y las toallas de la cesta de la habitación, me cambié allí cuando no había nadie más y esperé a Juan.
En cuanto estuvimos listos comenzamos a caminar por el vestíbulo hacia los baños, que estaban en la otra punta del hotel. Yo llevaba mis zapatillas del hotel y me sentía genial. Llegamos a las puertas de los baños y entramos.
La primera parte de los baños es una habitación grande, del tamaño de un salón de casa normal; en la pared de enfrente tenía unos 6-8 lavabos y espejos. Después del baño se pueden usar los secadores que están disponibles en unas cajas; esas cajas, tanto de plástico como de madera, están a la derecha de la puerta de entrada. Hay unas 20-25 cestas en las que los huéspedes pueden dejar sus kimonos y toallas antes de entrar al cuarto de duchas. El cuarto de duchas y los baños están separados por unas puertas de cristal semi-transparente a la izquierda y a la derecha de la pared.
Yo intentaba aguantar la risa porque mi amigo mexicano aún no se había acostumbrado a la idea de ducharse con otras 20 personas. Además, estaba a punto de quitarme las gafas así que no iba a tener que preocuparme por los detalles, mientras que su vista era perfecta. A veces, ¡estar medio ciego puede ser una ventaja! Bueno, llegó el momento de que mi amigo entrara. Dejé mis cosas en la cesta y nos desplazamos a la siguiente zona. El momento en el que, finalmente, te quitas la toalla y caminas como Adán, libremente, es cuando tienes que decirte a ti mismo "No me importa en absoluto"; así es todo más fácil. La sensación de incomodidad desapareció después de unos segundos mientras yo pensaba en lo divertida que me resultaba esa situación, que, estaba realmente agradecido por mi mala visión y que, simplemente, había ido a darme una ducha, y nada más.
El cuarto de duchas era bastante grande y tenía al menos una piscina termal en el centro. A nuestra izquierda estaba la pared con unos 10 sitios para sentarte y darte una ducha. Encontramos un par de sitios libres. No recuerdo si tuve que llevar mi propio champú o si había algo allí. Después de 3-5 minutos dejamos esa parte, salía agua caliente de un tubo y tenías unos 15-20 segundos hasta que se acababa y tenías que pulsar de nuevo el botón.
Me sentó genial y salí a la "lavandería", cogí mi toalla, me la puse alrededor y empecé a buscar el secador de pelo. Poco después llegó mi amigo y nos quedamos allí unos 10 minutos. Me sentía perfectamente bien y no me preocupaba nada. Tenéis que probarlo, en cuanto se rompe el hielo todo se vuelve muy sencillo e indiferente. Creo que todos los que lo habéis experimentado estaréis de acuerdo conmigo.
Cuando estábamos a punto de marcharnos mi amigo se dio cuenta de que había olvidado algo y tuvo que volver a la zona llena de hombres desnudos mientras yo me reía.
Al final, no hay nada de lo que avergonzarse puesto que es una cosa muy natural. Si estás en Japón no dudes en probar esto, al menos una vez. Todo se verá muy sencillo después.
Cena, presentaciones de los países y una noche con las hormigas
Cenamos en el gran salón, donde prepararon nuestras mesas y sillas en dos largas filas mirándose entre sí. Había unos 3 metros de distancia entre mi sitio y los chicos de enfrente.
Lo que más me gustó aquí fueron las grandes ventanas, que nos permitían estar junto a la naturaleza. La primera fila estaba casi al completo así que fui a la otra fila, a pasar el rato con los de ese lado.
Aquí te dan un cojín para sentarte y una pequeña mesa en la que el personal del hotel nos serviría individualmente. Ya teníamos algo preparado en las mesas, unas cajas cubiertas. Esperamos a que llegara todo el mundo para empezar a comer. Teníamos una ensalada, sopa (nuestros anfitriones nos enseñaron uno por uno cómo encender las velas de debajo de la sopa), varios tipos de carne y salsa.
También nos dieron té y Coca-Cola gratis cada vez que quisiéramos.
Como podéis ver lo pasé muy bien con mis amigos y no puede desaprovechar la oportunidad de convertirme en Lobezno de marvel durante unos segundos.
Uno de los momentos más divertidos fue cuando escuchamos gritar a una de las campistas. Nuestra amiga de Estonia tuvo una experiencia algo dolorosa cuando el wasabi se le quedó atascado entre los dientes. Fue muy gracioso para todos excepto para ella. Cuando estuvo a punto de conseguirlo volvió a meterse entre sus dientes. Espero que no os pase nunca, el wasabi es bastante fuerte; y como siempre dice el señor Ishikura (y yo lo repito para extender sus conocimientos) "Coge solo un poco de wasabi y mézclalo primero con la salsa y luego coge el maguro (atún) o cualquier otro y empápalo ligeramente en la salsa. ¡No cojas un montón o tu garganta y estómago acabarán ardiendo!
Después de pasarlo bien durante la cena y de quedarnos muy satisfechos, preparamos el salón para la presentación
Presentaciones de países
La mitad del gran salón se había cerrado con las pantallas móviles en el centro, trajimos el proyector, un portátil y todo el mundo se sentó en el suelo para ver la presentación. Me gustó mucho el ambiente y fue una noche bastante divertida, nunca me he reído más durante una presentación. Escuchamos la presentación de Juan sobre México, la de Nisa sobre Indonesia (y tuvimos la oportunidad de escuchar el instrumento nacional) y una presentación muy detallada de Mongolia.
Después de las presentaciones nos pusimos a debatir si tendríamos tiempo para un karaoke o no... al final no dio tiempo. Volvimos a nuestras habitaciones y pasamos un rato en el vestíbulo. Allí aprendí y luego olvidé (aunque grabé un video) a bailar el baile indonesio infantil, sentado en el suelo.
Lo pasamos "genial" con las hormigas
¡Hora de dormir! Les di unos cuantos corazones de Licitar a mis amigos y me metí en mi saco de dormir. En ese momento me di cuenta de que la almohada y todo lo que estaba en el suelo estaba lleno de pequeñas hormigas. No solo mis cosas, sino todo. Aquí se nos presentó un dilema moral, mandarlas a la otra dimensión mediante golpes y spray o, simplemente, dejarlas a su bola.
Después de limpiar la zona casi del todo (probablemente encontraron un agujero y se metieron desde el patio al otro lado de las ventanas, e invadieron nuestras mochilas con comida y también mi ropa interior) pusimos la alarma para la mañana siguiente y nos fuimos a dormir.
¡Y eso es todo amigos! Espero que hayáis disfrutado de la historia y de las fotografías. Unos días después fuimos al gran Festival Tenjin Matsuri en Osaka , donde pasamos la última noche juntos como parte del Intercambio Lions.
En cuanto a Inunakiyama Onsen, es un lugar mágico y, a pesar de algunos problemas como las hormigas (pero, ¿a quién le importa? ), este fue otro increíble día lleno de experiencias nuevas y diversión. Los precios de este lugar pueden llegar a los 40-50 dólares por noche así que tuvimos suerte de ir en grupo y como parte de un viaje organizado, sino, habría sido difícil (al menos para mí) ir allí.
¡Gracias por leer!
Galería de fotos
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