Diario de Portugal. Parte uno: Braga
Diario de Portugal. Parte uno
Braga
¡Hola a todas y todos! Esta vez quiero hablarles de un país que tuve oportunidad de visitar hace unas cuantas semanas y que me encantó: Portugal. Por cuestiones de tiempo solo pude visitar dos ciudades del Norte, pues yo me encontraba trabajando en Santiago de Compostela (Galicia) y era lo que más cerca me quedaba.
Algo muy particular de este viaje y que lo diferencia de los otros que he hecho es que en este caso objetivos eran dos: visitar Portugal y visitar a un amigo portugués que conocí durante mi “Erasmus” en Bologna. Esto lo hizo un viaje muy diferente a los que había tenido antes, pues viajar a otro país con un amigo local es una experiencia muy particular y que disfruté mucho.
A continuación les hablaré un poco sobre la ciudad de Braga y los primeros sitios que conocí, pero si quieren saber más sobre la continuación de este viaje, estén al pendiente de las próximas entradas...
Primeras impresiones de Braga
Llegué a Braga a mediodía, después de poco más de tres horas de autobús desde Santiago de Compostela. El autobús me dejó en un estacionamiento bastante cerca del centro, por lo que de ahí me pude ir caminando a mi Airbnb sin ningún problema. Atravesé algunas calles del centro y me pareció una ciudad bastante agradable y tranquila, con muchos comercios, parquecitos lindos y calles coloridas con muchas flores donde se podía pasear muy bien.
Habíamos quedado con mi amigo Gui de vernos en el Airbnb, y fue aquí donde nos reencontramos después de casi seis meses de habernos despedido en Bologna.
Una vez que nos instalamos, decidimos ir a comer. Lo bueno de ir con alguien que ya más o menos conocía la ciudad, y que conocía también muchas recomendaciones, era que ya sabía cuál era el lugar de Braga más popular para ir a comer.
La taberna belga
Nos dirigimos entonces al restaurante que mi amigo conocía nada más de oídas y que tenía muchas ganas de conocer por lo célebre que era entre la gastronomía de Braga. El nombre del restaurante es “La taberna belga”. Hubo cierta confusión para encontrarlo, pues parece que hay dos restaurantes con ese nombre, ubicados uno muy cerca del otro, y el que primero nos marcó Google Maps era el local donde se encontraba antes, pero que ya estaba cerrado. Así que cuando vayan a Braga y busquen este lugar en Google Maps, asegúrense de que sea “La taberna belga” que aparezca con el número dos.
El platillo típico más popular del norte de Portugal, me explicó mi amigo, es la Francezinha. Es un sándwich relleno de distintos tipos de carne, entre ellos filete y chorizo, y que por fuera está envuelto en queso y con un huevo estrellado encima. Lo especial de este platillo no es esto, que de por sí ya es algo muy rico, sino la salsa con que está acompañada. No sabemos exactamente qué contenga la salsa, pues cada restaurante tiene su propia receta y sus secretos, pero lo cierto es que es una salsa bastante particular y simplemente deliciosa. Para describir su sabor diría que es una mezcla de queso, huevo, mariscos y muchas otras cosas, pero realmente es un sabor muy particular que no se puede describir, simplemente se debe probar.
Por si esto fuera poco, este plato se acompaña con papas a la francesa, que se colocan alrededor del sándwich de manera que naden en la salsa y la absorban. Si se acaba la salsa, se puede pedir más al mesero y la proporcionan sin ningún costo extra.
Debo decir que me encantó este plato y me encantaría que existiera fuera de Portugal para poder comerlo más seguido, pues es ¡simplemente delicioso!
Yo acompañé mi Francezinha con una deliciosa sidra de zarzamora de la marca Somersby (la cual se quedará en mi corazón por siempre como una de las bebidas más ricas que probé en Europa), pero para quienes sean amantes de la cerveza deberían aprovechar que lo que tiene la Taberna Belga es una gran variedad de eso... de cervezas belgas, tanto artesanales como de las marcas más famosas.
Bom Jesus do Monte
Después de comer nos dirigimos a la atracción principal de la ciudad: la iglesia de Bom Jesus do Monte (como podrán adivinar, esto se traduciría al español como “Buen Jesús del Monte”). Se encuentra algo alejada del centro, pero no sabría decirles qué transporte los lleve, pues nosotros llegamos en automóvil. Llegar caminando desde el centro también es posible, pero seguro lleva mucho tiempo y tienen que tomar en cuenta que para llegar a la cima del monte donde se encuentra la iglesia hay que subir muchas escaleras.
De cualquier manera, lo importante no es cómo lleguen, sino que lleguen, pues este lugar no solo es imprescindible de Braga, sino, yo diría, de todo Portugal. Justo cuando fui lo acababan de declarar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Existen dos posibilidades de subir: hay un punto medio, desde donde tomé la imagen y desde donde solo se suben las escaleras que ahí se ven; el otro es un punto más bajo, al cual no le tomé foto, pero que inicia desde el estacionamiento e implica subir primero algunas pendientes y escalones para llegar al punto de inicio de la fotografía.
Desde aquí, hay una serie de escaleras y varios niveles que llevan hasta la cima del monte donde se encuentra la iglesia. Aquí es donde se puede apreciar mejor el conjunto de las escaleras con la iglesia, y de donde se pueden tomar las mejores fotografías.
Les recomiendo subir con toda la calma del mundo y sin prisas, para que disfruten de todos los detalles mirando tanto hacia arriba (hacia la iglesia) como hacia abajo (la ciudad). Es un camino bastante bonito, pero pesado, así que más vale disfrutar todo lo que ofrece que sufrir lo duro del trayecto.
Una vez arriba, hay muchas cosas que ver. Está, desde luego, la iglesia, dedicada al Buen Jesús del Monte, como su nombre lo dice. La visita de la iglesia es gratis y no requiere mucho tiempo, pues es una iglesia pequeña, aunque con muchos detalles muy bonitos en el altar y en las capillas.
También se puede ver la gruta que se encuentra al lado izquierdo de la iglesia si se la ve de frente. Es un espacio artificial tan bien construido que yo al principio quedé muy impresionada porque pensé que era real. Se puede entrar a la gruta y también se puede subir, pues encima de ella hay un quiosco desde el que se tiene una vista muy bonita de la ciudad hacia abajo.
Si se sube al quiosco, se podrá apreciar desde ahí un jardincito que se encuentra justo a espaldas de la iglesia. Es muy pequeño, pero muy bonito. Tiene flores de muchos tipos y muchos colores, una fuente muy linda en el centro y un ambiente muy pacífico y que invita a quedarse un rato a disfrutar de esta calma.
A un lado de la iglesia, frente a la gruta, hay una cafetería en una terraza que tiene vista hacia la ciudad. Es el lugar ideal para tomer algo fresco para quienes estén cansados o cansadas de la subida hasta la iglesia.
Todo este paseo, desde el estacionamiento hasta el inicio de las escaleras, hasta la iglesia, fue uno de los puntos que más disfruté de Braga y es por esto que lo recomiendo como el primer lugar que se debe conocer de esta bella ciudad. Su visita no toma más de dos horas, incluso no más de una si se es veloz al subir, pero, como les dije antes, les recomiendo tomárselo con calma y disfrutar de todas las magníficas vistas que este patrimonio de la humanidad tiene que ofrecer.
Si quieren consultar las siguientes entradas para conocer la historia completa de estos diarios de Portugal, les dejo a continuación los links donde podrán encontrarlas:
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