Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

Publicado por flag-mx María Alanís — hace 4 años

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Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

¡Hola a todas y todos! ¿Cómo les va? Es tiempo de continuar narrándoles mi increíble viaje al norte de Portugal. En entradas anteriores les hablé de mi día en Braga y mi primer día en Porto, y ahora les hablaré de mi segundo y último día en Porto y todos los lugares hermosos que encontré.

Iglesia de los Clérigos

El primer lugar al que me dirigí en la mañana después de desayunar en mi hostal, fue la Torre de los Clérigos, ubicada en pleno centro de la ciudad en una zona muy bonita para pasear y ver tiendas. La “Torre de los clérigos” es en realidad la torre de una iglesia que lleva el mismo nombre, así que para acceder a la torre primero se debe entrar a la iglesia. No hay ningún costo para entrar a la iglesia, pero sí para subir a la torre, sí; entonces yo recomendaría para quienes no cuenten con mucho dinero o no estén tan interesados en escalar la torre, que al menos le den un vistazo a la iglesia, pues es bastante bonita y diferente a las tradicionales. La iglesia tiene una forma circular, lo que ya de entrada es un poco extraño o fuera de lo común. La decoración es muy linda y no hay montones de turistas como en otros puntos, así que para mí fue muy agradable estar un poco en esta iglesia.

A continuación les dejo una fotografía que tomé del altar de esta bella iglesia:

Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

Torre de los Clérigos

Para llegar a las taquillas donde se compran los boletos para subir la torre se debe pasar por la iglesia; no es necesario entrar a la iglesia, se la puede simplemente rodear por los pasillos que están alrededor de la nave, pero, como ya les dije, sí vale la pena echarle un vistazo. Una vez que se rodea, se llega a la taquilla y se compran los boletos, todavía hay mucho de la construcción de la iglesia que se debe pasar para llegar a la torre.

La entrada (un tanto cara, a mi parecer, porque no se cuenta con descuento de estudiante) incluye no solo la subida a la torre, sino también el acceso al museo. Debo advertirles que el museo cuenta con distintas secciones, y ninguna es realmente muy interesante. La primera es sobre la historia de la iglesia, quién la construyó, en qué año, con qué propósito, y más datos al respecto. También hay un área dedicada a cuadros de los clérigos que participaron en su construcción. No son cuadros muy bonitos, ni tienen nada de particular. Si no cuentan con tanto tiempo, como yo, bien pueden saltarse esta parte y no se pierden de mucho.

Para seguir el recorrido hacia la torre se debe rodear de nuevo la iglesia, aunque esta vez desde la segunda planta, por lo que una se puede asomar por una especie del balcón a la nave principal de la iglesia y se puede tener una perspectiva de esta desde más alto. La siguiente exposición del museo me pareció algo más interesante: era una exposición de diferentes Cristos crucificados, en varios tamaños y materiales. Me pareció interesante por la gran variedad que había, de distintas épocas y con distintos diseños, y realmente todos eran muy expresivos y estaban muy bien hechos.

Después de esto, por fin se puede acceder a la torre, para lo que piden de nuevo el boleto de entrada (¡no lo vayan a tirar!). Ahora sí comienza la parte cansada, pues hay que subir y subir y subir muchas escaleras, y lo malo es que son tan angostas y tan estrechas que solo puede caber una persona, entonces siempre es un gran problema que alguien que sube se encuentre con alguien que baja, o viceversa. Los únicos lugares donde se puede tener espacio para dos personas son las esquinas, así que ténganlo en cuenta para que esperen ahí si viene alguien en dirección contraria, para que no tengan que chocar y luego regresar.

Después de muchos escalones se llega a una parte intermedia desde la que se tiene una vista bastante buena, pero si se quiere llegar hasta arriba todavía se debe de subir más y más y más. Es un poco cansado, pero vale la pena porque la vista de la ciudad desde aquí es preciosa. Me gustó mucho escalar esta torre y me recordó mucho a la Torre degli Asinelli que algunos meses antes escalé en Bologna. Sin embargo, algo que no me gustó tanto de esta es que es más estrecha y tiene más visitantes, entonces es difícil pasar y también es difícil tomar fotografías buenas en las que no se atraviese nadie. Algo que es necesario para subir esta torre, además de buena condición física y rodillas saludables, es un poco de paciencia. Con estos elementos, y si se quiere también con una buena cámara para capturar la vista del Río Douro y la bella ciudad de Porto extendida hacia los cuatro lados de la torre, se puede tener una buena visita a la Torre dos Clérigos.

Esta que verán en la siguiente foto fue la vista que tuve desde lo alto de la torre. Estaba un poco nublado el día que fui, pero se veían bastante bien los edificios cercanos e incluso los lejanos. Se podían apreciar hasta las fábricas de vino de Porto que están al otro lado del Río Douro.

Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

Catedral

Después de subir la torre, mi intención era visitar una librería que se encuentra justo en frente de la torre, de la cual les hablaré en la próxima entrada, pero por falta de tiempo y angustia de no poder conocer los otros lugares que tenía en mente, me salté la librería y me dirigí directamente a la catedral. Tuve que caminar unos diez minutos, o quizá más, desde la torre hasta la catedral, que se encuentra en una especie de colina justo junto al río Douro y junto al bellísimo Puente de Luis I del que les hablé en una entrada anterior. La catedral no es tan grande e imponente como otras catedrales que he conocido, pero de todas maneras es bastante bonita por fuera y su atrio es muy lindo.

No entré a la catedral porque se debe pagar la entrada y además había una fila enorme para comprar los boletos, pero me quedé unos minutos admirando su fachada y sus alrededores.

Como pueden ver en la siguiente imagen, la catedral es muy bonita. No es extremadamente llamativa, pero sí es muy linda. Si no quieren gastar dinero y  al igual que yo no tienen deseos de entrar y  conocerla por el interior, pueden simplemente quedarse afuera y tener esta vista.

Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

Muralla fernandinha

Como toda ciudad en la antigüedad, la ciudad de Porto contaba con murallas que la protegían de los ataques enemigos en la Edad Media. De esta muralla queda un tramo que se puede ver justo en frente de la catedral si se va caminando en dirección al Puente Luis I. Desde el puente se puede ver una parte de lo que queda de la muralla, la cual se ubica justo a un lado del Funicular dos Guindais, el funicular que conduce desde la parte baja o primer nivel del puente hasta lo alto de la colina donde se encuentran la catedral y el segundo nivel del puente. Desafortunadamente, algunas de las construcciones a los lados y alrededor de la muralla no permiten ver mucho de esta, pero es interesante al menos ver un poco de una muralla tan pero tan antigua (aunque restaurada el siglo pasado, no se vayan a creer que simplemente se ha conservado tanto hasta como queda hoy).

Por lo que leí en internet, se puede subir a la muralla, pero habría que revisar los horarios, pues cuando yo fui, que era domingo, no había ninguna manera de subir. Además de la muralla, está la puerta de la muralla, pero esta se encuentra en la parte de abajo (habría que bajar por el funicular o por las escaleras) y yo no tuve tiempo de ir para allá.

Aquí les dejo una foto de una vista que me gustó mucho en la que se juntan la vieja muralla medieval con el moderno puente que atraviesa el Río Douro.

Diario de Portugal. Parte cinco: Porto

Dejaré hasta aquí la entrada de hoy, y quedarán pendientes los últimos lugares y atracciones que pude conocer en Porto, y en Portugal, antes de regresar a Santiago de Compostela. ¡Gracias por su atención y hasta la próxima!


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