El respeto medioambiental en Alemania

Fue casualidad acabar en Múnich, una de las ciudades que más y mejor reciclan en todo el mundo, pero sin duda, fue este estilo de vida el que terminó de convencerme de la importancia que tiene cambiar nuestros hábitos en una tendencia hacia el respeto por el medio ambiente.

He querido escribir este post, puesto que creo que viajar es un aprendizaje, y aplicar aquellas cosas positivas que hemos aprendido recorriendo el mundo, así como difundirlas, es la mejor manera de crear un mundo mejor, aprovechando los puntos fuertes de cada cultura y sociedad.

Hoy hablaré de como Alemania, y más en concreto Múnich, puesto que es lo que mejor conozco, hacen por cuidar el medio ambiente, que es, sin duda, uno de sus puntos fuertes que más aprecio.

1. En bici a todos lados.

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Aparcamiento de bicis, Tollwood Sommerfestival, Olympiapark. Múnich. Fuente: www.pixabay.com

Una de las primeras cosas que a todas mis visitas les llama la atención sobre Múnich es la cantidad de bicis que hay aparcadas en todos lados. Ya llueva, nieve, o truene, los muniqueses no parecen verse afectados por el clima, y cogen su bici cada día. Esto de pedalear bajo la lluvia es algo a lo que yo también me he acostumbrado (y que nunca creería que haría) y ahora, que incluso disfruto.

Y esto de montar en bici no es sólo común en Múnich, ni tan sólo es exclusivo en Alemania, sino que la gran mayoría de los países en el centro y norte de Europa (Dinamarca, Bélgica, Holanda, Suecia, etc.) lo llevan a cabo, aportando su granito de arena a preservar un aire limpio.

Montar en bici es bueno no tan sólo para nosotros mismos, al estar en movimiento, sino que también para la calidad del aire que respiramos. Cuantas más bicis se utilizan, menos coches se desplazan, lo que nos lleva a menos emisiones de dióxido de carbono y de otros gases invernadero.

Además, a contrario de la gasolina, pedalear en la bici es gratis, por lo que estamos obteniendo 3 beneficios en uno: un cuerpo, un planeta y un bolsillo más sanos.

2. No necesito bolsa, gracias.

Hay algo que me impactó mucho cuando comencé a hacer la compra en este país. Los consumidores, a diferencia de en España, donde cogemos una bolsa aunque sea para pesar un simple tomate, prescinden de todos los envases en la medida de lo posible.

Es así como comencé a ver cestas de la compra con los tomates dispersos entre los kiwis, un cogollo de lechuga, y un par de zanahorias.

¿Para qué necesitamos las bolsas realmente? Son simplemente plásticos que consumimos y que nos son útiles para media hora a lo sumo, y que después desechamos, inconscientes de lo perjudicial que es eso para el medio ambiente.

En esta cultura del consumo basada en "usar y tirar" en la que vivimos, ha llegado a provocar la creación de las llamadas "islas de plástico" en los océanos, ya que sus componentes están fabricados con sustancias derivadas del petróleo que pueden tardar en degradarse más de medio siglo, afectando tanto a los ecosistemas naturales como a las propias ciudades en las que vivimos.

Es por ello, que en Alemania, en lugar de utilizar estas bolsas que, al final del día, son inservibles, una vez llegan a la caja, ordenan sus verduras, y el cajero las pesa todas juntas, sin necesidad de una bolsa que las agrupe. Fácil y sencillo.

A raíz de esta inciativa de reducir los envases, han surgido tiendas por toda Alemania, a las que hemos de llevar nuestros propios recipientes no perecederos, y donde nos venden el producto a granel.

Así, un ejemplo de esto es la tienda "Ohne" ("sin" en alemán) en Múnich, donde podemos comprar pasta, arroz, legumbres, verduras, especias, jabones, bebidas, etc., como lo solíamos hacer en las tiendas de chuches de pequeños, eligiendo exactamente la cantidad que nos queremos llevar a casa, sólo que esta vez, en vez de echarlos sobre una bolsa de plástico, lo echaremos sobre un tarrito de cristal.

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Tienda Ohne, en Schellingstrasse, Múnich. Julio de 2018.

Esta iniciativa me parece fabulosa, y creo que sería ideal que se difundiera, ya que de esta forma  estos comercios dejarían de considerarse tan exclusivos, y los precios de sus productos se abaratarían, siendo más accesibles para el consumidor medio, y generando así un ciclo en el que el medio ambiente saldría altamente favorecido.

3. Me traigo la cesta de casa.

Esto que en España en ocasiones vemos de traer la cestra de la compra de casa para ahorrarnos los centimillos de las bolsas de plástico en el súper, es la norma en Alemania.

Todo el mundo se lleva su compra en la mochila, el bolso, o incluso en cajas de cartón, pero no verás a nadie comprando bolsas en el súper.

Si aun así, quieres comprar la bolsa, la gama ofrecida no es muy amplia: o bien una débil bolsa de papel que con el peso de dos cartones de leche ya está rota, o una cara bolsa de tela que ya más nos vale utilizar en las próximas diez compras si la queremos amortizar.

Aquí no hay opción, o traemos la bolsa de casa, o acabaremos acarreando los productos con nuestras propias manos.

4. Pfand: si reciclas, recuperas tu dinero.

Aunque a los alemanes no les hacen falta muchas razones para reciclar, ya que separan su basura exhaustivamente (latas, bricks, vidrio blanco, vidrio oscuro, etc.), tienen un sistema un tanto curioso que incentiva el reciclaje, en caso de duda.

Este sistema está basado en el "Pfand". Al comprar bebidas en los supermercados, compramos el contenido, y, por separado, nos cobran el continente por 0,08€, o 0,25€, dependiendo del material. De esta forma, una vez que hemos bebido la botella de agua, la lata de cerveza, o la botella de Spetzi (una de las más famosas bebidas en Alemania, cola con fanta), la separamos en nuestra basura, y cuando vamos al súper, las devolvemos todas, recibiendo el Pfand, es decir, el dinero que habíamos pagado por el recipiente de vuelta.

De esta manera, si queremos abaratar el precio de la bebida, nos conviene reciclar.

Un ejemplo de cómo el precio se reduce es, que mientras una cerveza de Paulaner, por ejemplo, puede costar 0,79€, la botella de vidrio nos cuesta 0,08€, y en caso de tratarse de una lata son 0,25€, es decir, un euro por cada cuatro cervezas que consumamos. Una cifra relevante para unos expertos consumidores de cerveza como son los alemanes.

Además, este sistema de Pfand no es sólo bueno para incentivar el reciclaje, sino que también, para mantener la ciudad limpia.

En los parques, y las calles, donde es legal beber en Alemania, la gente deja las botellas ordenadamente agrupadas en los lugares donde ha estado bebiendo, y más tarde, pasan a recogerlas personas que quieren ganar un dinero extra. De esta forma, las acumulan en sus carritos, y luego las llevan al supermercado, donde reciben un dinero por limpiar la ciudad de botellas.

Uno de los lugares donde más se ve esta práctica en Múnich es en el Englischer Garten, donde los jóvenes suelen reunirse al sol con un par de cervezas.

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Acumulación de botellas esperando a ser recogidas. En la fotografía, la cerveza Kölsch, típica de Colonia. Fuente: www.pixabay.com

5. Prolongar la vida útil de las cosas.

Por último, reciclar no consiste únicamente en reutilizar los materiales de algo que ya no sirve, dar una segunda vida a un objeto que sigue siendo utilizable también ayuda al medioambiente.

Y así lo hacen en Alemania, donde es común encontrar en las calles, o en los propios pasillos de las residencias, cajas con objetos a regalar; donde he encontrado desde batidoras y ollas, hasta libros, cojines, o incluso un bolso.

Esta es una buena forma de, en lugar de favorecer la producción de nuevos objetos, lo que contribuye a la contaminación y utilización de recursos naturales, dar una segunda vida a aquellos que todavía pueden cumplir una función en manos de otra persona.

Y hasta aquí el post de hoy. Espero que tras leer este post algo haya cambiado en vuestra forma de ver la importancia de cuidar del medio ambiente y lo fácil que es.

Creo que es nuestra labor cuidar de la Tierra, ya que es nuestro hogar, y el de millones de todo tipo de especies maravillosas, así como un lugar que nos acoge, y que nos brinda millones de posibilidades para disfrutar; bañarnos en sus aguas, trepar por sus montañas, apreciar sus puestas de sol...

Cuidar y querer este hogar es la única forma de preservarlo, y de mantener aquellas maravillas que nos hacen sentir felices, sin pedir nada a cambio; mas que el respeto que le merece ser brindado.


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