Tras llegar a Tallin una mañana lluviosa y descubrir que según salimos del aeropuerto hacia un frío que no esperábamos, yo y mis compañeros de erasmus+ decidimos ir a visitar la ciudad, a pesar de que eran las 7 de la mañana y practicamente no habiamos dormido, asi pues perdidos por Tallin cuando, no sabemos por qué, todo estaba cerrado en el centro de la ciudad, dimos vueltas y vueltas hasta que encontramos lo creiamos que era la plaza central de la ciudad, desde esta, mirando al oeste, se divisaba una bonita catedral ortodoxa, nosotros, que somos del sur de europa, no habiamos vista ninguna antes, así que impresionados por sus altos torreones, su color llamativo y su exótica decoración decidimos que ese era el sitio donde queriamos ir, la razón por la que habíamos parado a visitar la ciudad.
Acercándonos encontramos otra plaza, no tan grande y repleta de negocios como la otra pero mas característica, esta se disponía entre medias de la catedral de Alejandro Nevski y el parlamento, sobre los restos del castillo de toompea, nos sorprendió también pues el parlamento era más pequeño de lo que esperábamos y estaba pintado en un color rosado que le daba cierto toque peculiar, por lo visto, esta plaza fué convertida en una especie de barricada cuando la guerra se contagió a Estonia
Cuando miramos la catedral nos quedamos asombrados por su tamaño, complejidad y estética, desde luego que nos sorprendió, esta fué construida a finales del siglo XIX cuando estonia formaba parte del imperio ruso, por lo que nos dijeron nuestros amigos estonios, a ellos no les agrada mucho, pues les recuerda tiempos en los que el pais estaba dominado, nos contaron que incluso el gobierno se propuso derribarla una vez, pero ahora esta catedral es patrimonio de la Unesco, por lo que es prácticamente intocable, y seas o no religioso es probable que te sorprenda y admires su belleza.
La catedral me sorprendió particularmente porque a pesar de haber estudiado historia del arte todo era completamente nuevo para mí, las formas del arte ortodoxo me sorprendian y los contrastes entre los dorados y los colores claros alternados con un color salmón intenso me causaron gran impresión, posteriormente me enteré que el arquitecto fué el mismo que diseño las catderles de Florencia, Niza, Viena y Sofía. Fué una pena para nosotros que cuando llegamos uno de los laterales estaba casi completamente cubierto por un andamio, por lo que las fotos no salieron del todo como esperábamios, pero aun así lo disfrutamos, a pesar tambien de la lluvia que nos calaba, también nos quedamos con las ganas de entrar dentro, pero que la experiencia esté incompleta en una excusa para volver.
La verdad es que el simple echo de encontrar la catedral nos alegró, fué la prueba de que estábamos en un sitio diferente a casa, ese resquicio de cultura desconocida que te gusta encontrar allí donde viajas, por eso aconsejo a todos que si van a Tallin, aparte de ver la hermosa ciudad medieval, se paren un tiempo a apreciar esta obra arquitectonica, porque mrece la pena.
Lo bueno de la catedral es que esta dentro de la ciudad antigua de Tallin, por lo que un dia normal a una hora normal no tendrás problema para tomar algo o comer cerca de esta, también dicen que es preciosa por dentro, yo por desgracia no pude pasar a verla, pero os deseo que viajeís y lo veaís por vosotros mismos.
Uno de los lugares que sin duda merece la pena visitar de Tallin y de toda Estonia.