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Desierto del Sahara


  - 2 opiniones

SAHARA, un lugar difícil de describir.

Publicado por flag-co Ricardo Ruiz Granados — hace 8 años

Quiero iniciar este nuevo post afirmando que toda mi vida he admirado la cultura ÁRABE, me parece que es una de esas culturas que lo tiene todo, desde su gente hasta sus paisajes, por esta razón siempre había deseado poder conocerla y disfrutarla. 

Mientras estuve en mi año como ERASMUS en Italia, planee viajes a diferentes países, y siempre tuve presente que MARRUECOS sería uno de esos destinos que no podía dejar de conocer. Con la actitud siempre puesta me anime a sacar la visa para este REINO, que se resume en tres viajes a Bologna (lugar donde estaba ubicada la embajada más cercana a Florencia (mi lugar de residencia por el año ERASMUS))por distintas razones (papeles, firmas, autorizaciones, entre otros); Pero fue en la ultima visita donde con mucha alegría logré recibir mi visado.

Así fue como emprendí mi viaje completamente solo pero con unas ganas inagotables de conocer, disfrutar, y sobre todo aprender de una cultura imponente.

Llegué a la ciudad de Marrakech a la 1 de la madrugada, completamente cansado, con hambre, sueño, y no lo niego, un poco perdido.

En el aeropuerto me recibió MOHA un personaje bastante amigable y servicial, Moha hace parte de un staff de personas que lideran una agencia de turismo en Marruecos, de la cual accedí a algunos servicios para poder conocer mejor los lugares que quedan fuera de las ciudades y que son un poco más complicados para llegar. Él me llevo hasta el hostal donde me hospede y al siguiente día me recogió en la mañana para emprender camino al desierto.

El recorrido que hay en automóvil entre Marrakech y el desierto del Sahara es bastante largo, por esta razón el viaje se dividió en dos días, el primero llegamos hasta la mitad del camino y nos hospedamos en las GARGANTAS DEL DADES, un lugar alucinante del cual les hablare en un próximo post.

Al siguiente día continuamos el camino e hicimos algunas paradas en lugares turísticos y restaurantes. 

Desde ese momento comenzó algo para mi que desafortunadamente no tenía planeado. Primero debo aclarar que en los dos días que llevaba en Marruecos, me había deleitado comiendo de todos los platos típicos de allí, los cuales son muy cargados de especias y algunos de picante, y para variar el almuerzo que pedí en el restaurante de camino era igual de condimentado a lo que venía comiendo anteriormente, por esta razón mi estomago se recargo y me empecé a sentir un poco mal, tenía dolor de estomago y nauseas, tomé un poco de agua con limón (algo que es bastante típico en Colombia para estos casos), y subí de nuevo a la camioneta donde viajábamos para continuar el recorrido.

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(TAJINE, plato típico árabe)

Pasaron quince minutos, y yo me sentía cada vez peor, la siguiente parada fue en una tienda de turbantes, donde nos recomendaron comprar uno para proteger la cabeza del intenso sol; Pero fue allí donde las nauseas incrementaron hasta el punto de no aguantar ni un segundo más y tener que pedir el baño del local. Para mi fue terrible, porque sentía que la experiencia que tanto había deseado se me estaba arruinando. Continuamos el viaje hasta llegar a otra tienda donde compramos botellas con agua congelada para el camino por el Sahara. (RECOMENDADO Y NECESARIO)

Finalmente llegamos a un hotel que queda a pasos del desierto, en donde descargamos lo que no llevaríamos dentro de él. Tomé una ducha para relajarme un poco, pero los síntomas seguían,  yo ya no sabía que hacer, solo pensaba en el camino que nos hacía falta por recorrer, la temperatura tan alta y lo mal que me estaba sintiendo. 

Aún así decidí empacar lo necesario y me monte en el camello que me asignaron. Yo sabía que esta sería una experiencia única en mi vida y que ya había llegado demasiado lejos como para abandonarlo todo.

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Comenzó el recorrido en camellos dentro del desierto, todos iban completamente felices, cantando, gritando, y yo por otro lado con mareo y las nauseas de siempre. Pasó un tiempo y el movimiento del animal y el calor tan impresionante me tenían a punto de colapsar, yo sentía que estaba pasando por una gran prueba, el camino se me hacía eterno y no veía la hora de llegar a las JAIMAS donde pasaríamos la noche. Tal fue lo que sentí que tuve que pedir que me bajaran del camello, ya no podía resistir más el movimiento, eso hacía que mi estomago empeorara.

Finalmente llegamos al lugar, donde nos recibieron los BEREBERES con la amabilidad que los caracteriza, nos tenían una bienvenida con música y comida típica, sin duda alguna nos hicieron sentir como en casa. Por mi parte no pude disfrutar mucho de esto ya que mi estado no era el mejor, decidí irme a acostar, y desde allí disfrutar del talento de estas grandes personas.

A mitad de la noche salí de la Jaima y pude disfrutar del mayor regalo que el universo me ha podido dar, un cielo completamente estrellado que iluminaba como nunca antes lo había visto, estrellas fugaces pasaban de un lado a otro y un montón de elementos que en mi vida había tenido la posibilidad de ver no dejaban de sorprenderme y hacerme sentir el ser más pequeño pero también el más afortunado. Comprendí que los mejores regalos vienen sin empaque y no se pueden comprar.

Al día siguiente nos despertaron a las 4 de la mañana para poder ver la salida del sol, mis síntomas habían casi que desaparecido, lo cual me hizo sentir muy bien. Nos montamos de nuevo en los camellos y empezamos a devolvernos, esta vez el recorrido fue totalmente diferente para mi, lo disfrute al máximo, el silencio y la paz que evoca el desierto es realmente algo único, mágico, jamás me había sentido tan pleno, la brisa fría de la mañana y el paisaje de arena sin fin llenaron mi espíritu, de verdad pienso que las palabras por más bonitas que se digan no alcanzan a describir lo que se siente en este lugar.

Nos detuvimos en una duna alta y desde allí pudimos ver como salía el sol, una sensación indescriptible pasaba por todo mi cuerpo, sentía que estaba obteniendo los mejores obsequios de toda mi vida, el hecho de que sea un paisaje totalmente vacío hace que esta experiencia de ver el ascenso del sol sea completamente distinta a la que tenemos normalmente en nuestras ciudades, es algo verdaderamente extraordinario. Acá tuvimos tiempo para tomarnos fotos, descansar sobre la arena, hacer sandboard, etc. 

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sahara-lugar-dificil-describir-d83e22b90(Por acá completamente dichoso)

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(Él también sabe disfrutarse la vida)

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(Con uno de los bereberes que guió la carroza de camellos, y que por cierto se enamoró de la chica de la foto, una COLOMBIANA).

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(Listos para arrancar de nuevo)

Teniendo ya el sol encima de nuestra cabezas continuamos el recorrido hacia el hotel, en donde nos recibieron con bebidas refrescantes y nos dieron el tiempo necesario para alistarnos y volver a Marrakech.

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Ya de vuelta pensé que a pesar de todas las experiencias que pasé hayan sido buenas o malas, estas fueron las que construyeron mi viaje, hay que ser fuertes y disfrutar todo lo que se pueda, finalmente esa es la vida, hay que saberla llevar y más aún cuando se esta viajando.

Para terminar debo decir que este ha sido el mejor viaje que he tenido hasta el momento, el Sahara tiene algo que las palabras lamentablemente no alcanzan a describir, quisiera poder expresar muchas cosas sobre este lugar, pero al final solo me queda por decir que vayan y vivan su propia experiencia, es un lugar totalmente distinto a lo que se acostumbra, pero así como es de diferente así mismo es de impresionante.

Dicen que la vida se mide por experiencias y puedo asegurar que el DESIERTO DEL SAHARA deja millones de esas.

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Una noche en el desierto

Publicado por flag-mx Paulina Palestina Ruezga — hace 6 años

Una noche en el desierto del Sahara

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Creo que es de los viajes más exóticos de mi vida, lleno de aventura y paisajes nunca antes vistos, un verdadero tesoro a la memoria de la vida.

Visité Marruecos en Noviembre del 2013, el clima era algo frío en España, pero Marruecos pintaba para ser un poco más cálido.

Vane, Oscar y yo decidimos tomar el tour de una semana de "Viajes a Marruecos", la verdad era porque (principalmente por falta de información) creímos que sería lo más fácil y seguro.

Desde que llegamos al aeropuerto de Marrakesh, Moha, nuestro amabilísimo guía, nos atendió en cualquier duda que tuviesemos. Uno de los mágicos lugares incluídos fué el gran desierto del Sahara.

África, un nuevo continente lleno de color y cultura diferente, desde su religión y política, que van de la mano, hasta la arquitectura y modas generales, todo fué increíblemente sorprendente, todo llenó nuestros días de vida, de sabor y de historias que contar a nuestros nietos.

Llegamos al sur de Marruecos después de realizar un viaje de unos días, quedándonos en distintos lugares a dormir, conociendo, hablando y comiendo con un grupo de Argentinos que nos acompañaban.

La camioneta al estilo Marruecos - México

Tuvimos la suerte de ser 3 chicas mexicanas, Oscar, Vane y yo solos en una camioneta, junto con nuestro feliz chofer que nos hizo feliz el viaje al ponernos música árabe, hablándonos de el, su familia y costumbres. Además, la camioneta tenía una bandera pequeña de México que nos representaba y acompañaba a lo largo del recorrido.

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Ibamos cada vez más hacia el oriente y hacia el sur, llegamos a un pueblo a comprar provisiones y ropas adecuadas para nuestra futura aventura en el Sahara, y es que, poco a poco nos dábamos cuenta que tanto las vestimentas, la gente y los paisajes cambiaban.

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A la tienda a la que llegamos le dimos una buena asaltada, y con asaltada me refiero a que compramos mucho a poco precio, y todo era super hermoso. Yo aunque difícilmente podía decidirme, finalmente tomé un turbante de 3 metros de largo en tonos cálidos con negro, lo que a mi, me evocaba el desierto. Moha me dijo que lo recomendable sería un turbante de 6 metros de longitud, ya que logra hacer una sombra mayor.

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Nos explicaron que estos turbantes son sumamente necesarios en el desierto, ya que por el tipo de tela y la longitud del mismo, forma una capa protectora ante los inclementes rayos solares del árido Sahara, además de proteger la vista del sol, permitiendo mayor visibilidad, sin que el viento pueda tener tanta influencia en nuestra percepción del entorno.

¡Llegamos!

Llegamos a la provincia de Ouarzazate donde bajamos en un centro comercial a comprar alcohol, por si no sabían los musulmanes tienen prohibido el consumo del alcohol, y como la religión y la política se mimetizan, pues no les está permitido beber, de hecho sólo porque éramos turistas nos dejaron comprar provisiones alcoholicas, pero considerando el obvio precio elevado respecto a otros países.

Se nos hacía tarde, y no podíamos dejar pasar tanto tiempo ya que la idea era llegar a nuestro campamento en el interior del desierto antes del anocheser, pero el sol iba cada vez más abajo y nosotros aunque tratanto de ir de prisa, pues ya íbamos atrasados.

Total, llegamos a nuestro hotel, tenía dos camellitos de bienvenida, "Kasbah Tomboctou" era su nombre, y nos avisaba de la aventura que estaba por venir. El hotel realmente sirvió sólo para dejar algunas cosas ahí, nuestra maleta o cosas mas grandes, ya que al desierto debíamos ir lo menos cargados posible, sólo con algo para cubrirnos del frío de la noche, las provisiones y mucha pero mucha alegría y entusiasmo, que obvio, todos teníamos.

Dejamos nuestras cosas en una habitación, y de ahí y después de vaciar nustras vejigas, corrimos todo el grupo para alzancar la luz solar, y conocer a nuestros nuevos compañeros de viaje, unos camellos muy coquetos dispuestos a llevarnos entre sus jorobas peludas.

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¡Mucho gusto Shakira!

Conocer a los camellos fué la primer gran emoción de la tarde, son unos seres super mega hermosos, con su cara de que tienen flojera de todo, su peluchoso pelo, y sus piernitas flacas. Cada camello tenía un nombre, el del mío era Shakira, ¡Y vaya que movía sus caderas! y eso no fué nada gracioso...

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Bueno, después de conocer a nuestros camellitos lindos, tocaba el turno de la subida al camello, que en vez de lindo ¡se convirtió en temible camello! Yo era la penúltima en la fila, veía a los otros sufrir al subirse al camello, pero esa no era la peor parte, cuando el altísimo camello comenza a levantarse provoca una sacudida que revuelve las tripas de cualquiera. ¡Miedo de caer! Eso era lo que sentían, así que sólo veía como todos se aferraban fuertemente con brazos y sobre todo con piernas al cuerpo del peludo amigo.

Cuando fué mi turno no pude hacer más que respirar profundo y sujetarme con la fuerza que dios me daba (jaja), ¡Dios! El camello eleva primero sus patas traseras, esto provoca que quedes casi de bruces al suelo, o a la arena mejor dicho, y luego la sacudidota número dos, elevar el resto del cuerpo para quedar en una posición mas o menos normal, y dejando mi rollizo cuerpesillo a unos dos metros del suelo... bueno, en realidad creo que exagero, pero a un metro 60 sí estaba.

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Una vez todos arriba, nos dividimos en dos filas de camellos, cada uno contaba con un guía que pretendía llevarnos a pie a través del desierto, es decir, nosotros no tenemos que guiar al camello, la verdad no sabía si era como con los caballos, cuaquiera que fuese el caso tampoco es que sea una experta en montar cualquier ser.

Al guiarnos, bueno, el movimiento seguía, una caderita por allá y otra por acá, un ritmo que nos meneaba a todos, al principio fué lo más fuerte, sostenernos y mantenernos en pie, mi mente de fatalista me llevaba a imaginarme rodando por las dunas y siendo pisada por el resto de camellitos que iban atrás de mi. Pero afortunadamente nada de eso sucedió, ni conmigo ni con nadie, aunque eso si, nos desacomodamos mucho debido a las sacudidas del camino.

Dejando un poco de lado el tema del camello, vale más mencionar que los paisajes eran hermosos, la verdad es que no puedo describir el sentimiento ya que no es mi mayor habilidad, pero lo intentaré... La extensión del desierto del Sahara es incomparable, nunca imaginé la inmensidad que sentiría alrededor mío, éramos sólo un grupo de turistas latinos en camellos en medio de la nada...

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Nada de vida perceptible, sólo arena, dunas infinitas, ondulante geografía de polvo... infinito horizonte, a donde quiera que volteáramos había sólo arena y cielo azul rojizo. Los tonos eran intensos y el anochecer enfatizaba las sombras en las dunas. Fué maravilloso... anocheció, nos tomó la noche en medio de kilómetros y kilómetros de arena, iba tan sostenida al camello que no me animaba a sacar las manos para tomar la cámara y fotografiar las infinitas estrellas que nos cubrían.

¡Llegamos al campamento!

Llegamos por fin a nuestro campamento, apenas había agarrado el ritmo de las caderas de Shaki y ya era hora de bajar de su joroba y dejarla descansar... El paisaje no podía ser más perfecto: La luz de las estrellas y las atorchas eran todo lo que había, una serie de campamentos se disponían en círculo hacia una tienda central, en la cual compartimos la cena.

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Nuestra deliciosa cena consistió en enormes platos de Cuscus y Tajine, acompañado de mucho mucho té, y de postre unas suculentas mandarinas. Además de comida, los compañeros de viaje pudimos disfrutar de una amena conversación, intercambio de ideas, costumbres, anécdotas, y de más, fué una noche increíble.

Una vez terminada la cena, salimos a disfrutar del exterior, del desierto, de la arena infinita en nuestras manos y pies. El grupo del tour nos ayudó a hacer una fogata un poco alejada del campamento, a un lado en realidad, para evitar accidentes ya que el aire de la noche era fuerte.

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Alrededor de la fogata nos sentamos a beber el alcohol comprado, los mexicanos abastecimos de Tequila, los argentinos compraron Ron y los brasileños Whisky. Teníamos una bomba de alcoholes y todos los compartimos con todos.

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Poco a poco la felicidad alcoholica comenzaba a recorrer nuestros latinos cuerpecillos, de punta a punta, la gente comenzaba a reir a carcajadas y a bailar al ritmo de unos instrumentos de tambores que llevaban los del equipo turístico, que mas que eso, eran nuestros compañeros de fiesta!

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Todos nos volvimos un poco locos y nos dejamos llevar hasta que el fuego fue consumiendose poco a poco, lentamente con el pasar del tiempo, finalmente yo me dejé caer en la arena, a mirar el cielo estrellado, cada una de las estrellas era visible, brillaban como nunca, no quisiera olvidarlo jamás.

Cuando el fuego se consumió y los alcoholes se bajaron, poco a poco nos fuimos a dormir en las casitas de dos en dos, muchos tomaron su pareja, yo dormí con mi amiga Vanhe y realmente pasamos una buena noche, no nos mordió ningún animal venenoso, ni nada por el estilo. Todo estuvo bien, y los únicos sonidos eran los de los compañeros con su sonsonete argentino che boludo.

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Al día siguiente nos despertaron para ver el amanecer en el horizonte, para ello debíamos escalar una duna, tarea que parecía fácil, pero ha sido lo más difícil de la vida, la verdad es que lo intenté, y tampoco es que tenga mala condición, pero es que después de la bomba de alcoholes de la noche anterior y la desvelada, mi cuerpo estaba luchando consigo mismo... subía tres metros y bajaba mil.

Finalmente morí a mitad del camino, mi cabeza dió vueltas y fuí a vaciar mi malestar... No ví el amanecer.

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En fin, regresamos en camello al hotel, nos duchamos, arreglamos nuestras cosas y emprendimos el viaje de regreso... la noche en el desierto había terminado.

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