Existe un rincón mágico en los antiguos bordes de la ciudad de Marrakech que es necesario visitar si se está en esta ciudad. ¿Por qué digo que es necesario? Pues porque es una obra de arte viva y latente llevada a la obra arquitectónica y paisajística.
Este jardín fue concebido por un francés establecido en Marruecos, que enamorado de la explosión de colores, sabores, olores y música que se presentaba en el zoco, decide construir su propio chalet rodeado de toda una variedad de plantas, convirtiéndose en un jardín botánico riquísimo.
Yo llegué tras una interesante caminata desde el centro de la ciudad, esquivando a los conductores que sin regla alguna transitan por las caóticas calles de Marrakech. Tuvimos la oportunidad debido a esto de conocer la arquitectura moderna de la ciudad. Al llegar, te das cuenta de que el exterior, aunque bello, no refleja realmente el tesoro que enmarca dentro. Pagamos una cantidad nada exagerada para entrar e instantáneamente ingresando sentí que estaba dentro de alguna pintura en 3D.
El color azul intenso es característico y le da al ambiente un contraste increíble con el verde intenso de las diversas plantas que se apoderan del lugar haciéndolo su hogar. Los caminos son sinuosos y puedes perderte entre el sonido del agua y la refrescante sombra, existen algunos lugares para tomar té desde los cuales puedes observar mejor el lugar.
Es posible visitar una parte del interior del chalet y ver las pinturas del artista, lo cual nos da una idea mucho más clara de a qué tipo de mentalidad artística nos estamos enfrentando al visitar el lugar.
Galería de fotos