Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009, la Torre de Hércules es sin duda uno de los monumentos más importantes de A Coruña y también de toda Galicia.
La torre, de origen romano y utilizada como faro, se encuentra sobre una colina alejada del centro a la que es fácil acceder en coche, que se puede dejar en un parking a cinco minutos a pie de la torre. Una estatua del rey Carlos III, que aprobó la restauración de la torre en el siglo XVIII, da la bienvenida a la entrada del monumento.
Al llegar, tuvimos que ponernos a la cola, ya que las visitas se hacen cada 15 minutos y admiten un máximo de personas. Por suerte, ese día no había mucha gente, por lo que solo tuvimos que esperar media hora.
Mientras estábamos en la cola, nos informaron de que la entrada era gratuita porque era un día festivo. El resto de días, la entrada general se puede comprar tanto por adelantado como en el propio sitio y cuesta 3€, pero hay descuentos para jóvenes, mayores y grupos. Aunque no sea muy cara, es recomendable informarse para ir un día en el que no haya que pagar.
Al entregar la entrada (que no tuvimos que pagar), nos dieron una tarjeta de visitante y nos dejaron entrar. Nada más entrar, pasamos por un pasillo desde el que se podían ver las excavaciones llevadas a cabo en la torre para investigar su estructura romana.
Después de pasar el primer piso, empezamos a subir los 234 escalones que llevan a la parte superior de la torre. Por el camino, y en cada descanso, se pueden ir contemplando las vistas a través de las ventanas.
Al llegar a la parte superior, donde se encuentra el mirador, estábamos bastante cansadas, pero las vistas que teníamos merecían la pena. Eso sí, era pleno verano y hacía bastante frío por culpa del viento.
Desde el mirador se puede ver una panorámica de la ciudad de A Coruña y del océano Atlántico que baña la costa. Además, se puede ver el mosaico de a rosa dos ventos (rosa de los vientos) situado al lado de la torre y que representa el pueblo celta.
Después de estar un rato allí arriba admirando las vistas, entramos otra vez en la torre y nos dispusimos a bajar las escaleras. Esta vez, se nos hizo más corto el recorrido. Cuando llegamos abajo, entregamos la tarjeta de visitante y aquí se acabó nuestra visita.
Muy recomendable visitarla por las preciosas vistas que se tienen desde el mirador y por ser uno de los símbolos de A Coruña y de Galicia.