Lago de Garda

El tiempo pasó volando durante nuestro viaje. Ya estábamos en el cuarto día. Estábamos en Arco y aún no habíamos tenido tiempo de ir de excursión o de pasar el día en la playa. Queríamos hacer muchas cosas. Nos habíamos traído los patines de la República Checa y queríamos usarlos. Después, queríamos ir a la playa y disfrutar del lago. Por último, queríamos subir a la montaña más alta de la zona. Otra excursión interesante era ir al pequeño lago (no al lago de Garda). Este día nos levantamos bastante tarde por la excursión al castillo de la noche anterior. Acordamos ir a la montaña y luego ir a nadar. Cogimos todo lo que necesitábamos.

Como Lucy ya había estado en Arco muchas veces, nos dijo cuál era la mejor pizzería. Y allá que fuimos a comer. Estaba muy cerca de nuestro alojamiento y tenía muy buena pinta. Podíamos pedir una pizza enorme (45 centímetros) para todos y encima, de cuatro sabores distintos. Lucy hasta se acordaba del hombre que hacía las pizzas. Escogimos los ingredientes y ¡la hicieron en 10 minutos! Era un sitio parecido al que hay en Hradec. También tienen ese tamaño de pizza allí. Estaba muy buena y con tan solo un cuarto de pizza ya estaba llena.

Ese día, estaba totalmente en contra del agua fría. Solo de pensar que podía estar tan fría como el día anterior, no quería ni tan siquiera ir. Aunque hiciera calor, no podíamos bañarnos si el agua estaba a esa temperatura. Sin embargo, Lucy dijo de ir a bañarnos al lago pequeño porque había ido allí muchas veces cuando estuvo en Italia. Al final, tuvimos que posponer la excursión a la montaña porque hacía demasiado sol a las 13:00.

Cuando llegamos me quedé con la boca abierta. El agua era totalmente cristalina.

Era precioso. Estábamos rodeados de montañas y naturaleza. Había mucha gente tumbada en el suelo y bañándose. Por tanto, nos quedamos allí y pagamos para entrar al aparcamiento. Por desgracia, enseguida comprobamos que no había mucha diferencia entre la temperatura del agua del lago de Garda y esta. Dimos un paseo, nos tomamos un café y luego vimos que podíamos alquilar un patín, cosa que me encanta.

La última vez que lo alquilé fue con mi amiga mexicana en Praga, y también en Roma con mis amigos. Era una idea genial. En ese momento no sabíamos que justo después de alquilarlo, el sol se escondería. Si lo llegamos a saber, habríamos ido a otro sitio. Empezamos a flotar mientras esperábamos que saliera el sol, pero no lo hizo. Me gustaba estar en el patín, pero hacía mucho viento. Conseguimos llevar parte de nuestras cosas en el patín. Cuando vi que los chicos se tiraban al agua, supe de inmediato que la siguiente iba a ser yo.

Y así fue. Lucy estaba tomando pastillas y no tenía que preocuparse, pero yo no tenía excusa, debía tirarme al agua. O me tiraba yo o me tiraban ellos. Fue agradable hasta que salí del agua. ¡Qué frío! Estuvimos unas dos horas en el lago, hasta que al fin nos pusimos los patines en línea y fuimos a explorar la zona cerca de Arco.

Por desgracia, Marek no había traído sus patines y decidió alquilar una bici. Queríamos ir por el carril bici a eso de las 17:00 y la tienda cerraba a las 19:00, por lo que no nos daba tiempo a alquilar la bici. Llamé a nuestro anfitrión y nos aconsejó que alquiláramos la bici todo el día, noche incluida, pero no funcionó. Marek fue al sitio, pero no le dejaron hacer eso. No queríamos ir sin él, así que lo convencimos para que fuera corriendo con nosotros. Suena gracioso, pero al final salió bien porque éramos lentísimos. Pensaba que tenía más experiencia patinando, pero no era así. Cuando me los puse y me puse de pie casi me mato.

Íbamos por la carretera y no podía ni cruzar desde nuestro coche al otro lado. Cuando Marek llegó, estábamos intentando llegar al carril bici. Una vez allí, fue más fácil porque no había baches. El camino era liso, lo que me vino muy bien. Tras unos minutos, me acostumbré a llevar los patines y empecé a disfrutar del paseo.

Marek iba corriendo a nuestro lado y cuando había alguna cuesta, nos ayudaba. Fue una experiencia genial. Durante todo el camino se veían flores o montañas. El carril bici era genial. Me podía imaginar por allí corriendo o en bici. Íbamos hablando y de repente llegamos al puente a cinco kilómetros del alojamiento. Casi llegamos a Riva (cerca del lago). La excursión en total fue de más de 10 kilómetros. Me sentía muy bien tras hacer algo de deporte.

Cuando llegamos a casa, Lucy y yo tuvimos que hacer risotto de nuevo. Los chicos se pusieron a ver el partido de fútbol Francia-Alemania. Mientras, cuando los chicos se ducharon, ¡fuimos a por otro helado!

No lo dudé y me pedí el de cacahuete. Estaba riquísimo. Mientras cocinábamos, me llegó una oferta de alojamiento de mi universidad en Ámsterdam. ¡Qué inoportuno! Por una parte, no quería estar toda la noche con los trámites, pero, por otra parte, no podía dejar de pensar en eso. Cuando decidimos pedir ayuda a la universidad, nos dijeron que nos diéramos prisa con la confirmación y el pago. Por tanto, tenía que solucionarlo esa misma noche. Mi amiga Romca, con la que iba a compartir habitación, estaba ya dormida. Cuando terminamos el risotto, le pedí ayuda a Marek.

Me esperaba una gran selección de habitaciones, pero solo me ofrecieron dos acordes con mi presupuesto. Ya había decidido que quería pagar poco para poder viajar, en lugar de pagar mucho solo por el alojamiento. Me conozco y sé que tampoco estaré mucho en la habitación. Me alegró descubrir que las habitaciones compartidas tenían dos plantas, por lo que aunque compartas habitación, tenías algo de privacidad. Las habitaciones en distintos edificios eran casi todas iguales. La única diferencia era compartir el baño y la cocina con dos o cuatro personas, el color de los muebles o la ubicación. Fue una sorpresa que las dos ubicaciones fueran tan buenas. Decidí no aceptar una de ellas porque ponía algo de reformas por las mañanas a partir de agosto y recordaba haber odiado las reformas por las mañanas en Praga. Mi residencia se llama Prins Hendrikkade. Está a tan solo 15 minutos de la universidad a pie y a 5 minutos en bici. También tiene un parque cerca.

Mientras elegía habitación, Matej se enfadó porque estaba tardando mucho. Cuando ya sabía cuál quería tuve que posponer el pago porque necesitaba saber la decisión de Romca. Pero como no me desperté a tiempo a la mañana siguiente, no sé si al final compartiremos habitación. Sea como sea, estaremos en el mismo edificio que Tyna y otras amigas de clase.

Qué día más largo. Convencí a Matej de que saliera de la cama y jugamos a un juego de beber. Lucy quería apostar con Matej que nos acabaríamos todas las botellas esa misma noche. Al final no pudimos, pero aun así bebimos un montón. Luego jugamos a la Copa del Rey, que solía ser mi juego favorito. Hay una copa con cartas a su alrededor. Cada jugador coge una y tiene que hacer una tarea. Por supuesto, cada tarea requiere que alguien beba un trago. Nos lo pasamos muy bien. Nos reímos mucho y luego fuimos a dar un paseo a la fuente. Por desgracia, Arco es una ciudad muy tranquila y no había nada abierto, así que nos fuimos a dormir a las tres de la mañana. Al día siguiente era nuestro último día allí.

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