Viaje a Irlanda - primera parte
El verano de 2015 fue realmente especial gracias al viaje en caravana en un lugar màgico: ¡la verde Irlanda! ¿què se puede descubrir en esa lejana y pequeña isla celta? Vamos a descubrirlo a lo largo del itinerario que muestro en la siguiente imagen y que es el que seguimos. ¡Buena lectura!
Una noche en ferry
En primer lugar, durante el largo viaje de ida, tuvimos que atravesar toda Francia para llegar hasta Normandia.
Si pasáis por aquí, no os perdáis el romántico Monte Saint Michel, el pueblecito fortificado sobre la playa que cada día queda rodeada rápidamente por el agua de la marea. Era ya la tercera vez que he visitado este sitio y aún así me conquista con su belleza. Han construido recientemente un moderno puente que permite llegar más cómodamente al pueblo.
Llegados a la ciudad portuaria de Cherbourg, montamos nuestra caravana en el ferry y pasamos una noche de crucero durmiendo en una cabina. Al día siguiente estábamos en Rosslare y estábamos listos para explorar Irlanda.
Dublín
En este viaje comenzamos en seguida a visitar la capital. Desde Rosslare, de hecho, seguimos algunas horas el camino de la costa a través de pueblecitos pintorescos hasta Dublín; pasado el río Liffey que separa en dos la ciudad, llegamos a la tranquila localidad de Howth localizada en un acantilado sobre el mar, pasando la noche al lado del puerto lleno de focas. Al día siguiente, cogimos el tren para llegar allí a visitar el centro de la ciudad.
Marrion Square y alrededores
Bajamos a Pearse Station comenzando nuestra visita a Merrion Square, diseñada en el siglo XIX y famosa por sus casas en estilo georgiano con las típicas puertas de colores situadas a lo largo de todo el perímetro rectangular.
En centro de la plaza está ocupada por un exhuberante parque en el cual se encuentra la estatua de Oscar Wilde, el escéntrico escritor irlandés.
A continuación, pasamos por delante de algunos monumentales museos en estilo neoclásico como la National Gallery, el National Museum of Ireland y el Department of Taoiseach con su original entrada con columnas. Y para terminar, estuvimos en el mirador verde de St. Sthephen's Green desde el cual empieza la avenida al centro histórico Grafton Street.
El centro histórico
Siguiendo toda la Grafton Street, llegamos a la gran, antigua y prestigiosa Universidd de Trinity College Dublin, esta también de estilo neoclásico que data del siglo XVI tardío, delante de la cual estaba tocando una banda de gaiteros.
Después de eso, llegamos al barrio de los pubs por la Fleet Street y Temple Bar, la cual toma el nombre del famoso local revestido de madera pintada de rojo. Los carteles y las flores en las ventanas hacen además esta calle muy evocadora.
Después, pasamos rápidamente delante de la iglesia de St. Andrews y el City Hall para alcanzar el magnífico castillo de Dublín. Este tiene una parte que peretenece al 1200 (por ejemplo, la enorme Record Tower) pero ha sido casi completamente reconstruido en el siglo XVIII, incluída la refinada capilla real. En el patio interior encontramos una bonita exposición de escultura de arena.
El mejor punto desde el cual admirar el castillo en mi opinión es el Dubh Linn Garden, un tranquilo oasis de paz con fuentes y jardineras llenas de flores.
A la caza de la Guinness
Saliendo del centro histórico fuimos luego a la Guinness Brewery, haciendo una parada en la espléndida iglesia gótica de la Christ Church Cathedral, que lamentablemente estaba en reconstrucción. Llegados en frente de la fábrica de la cerveza Guinness, vimos que los billetes son muy caros y no podíamos permitirnos entrar los cinco, por lo que, dado que entre otras cosas estaba empezando a diluviar, fuimos corriendo a un pub cercano en el que degustar la famosa cerveza con sabor a café. Mientras hacíamos un brindis con las jarras de Guinness pasó justo pitando un coche de Redbull.
La calle de las tiendas
Por suerte, el tiempo estuvo cambiante y después de una hora, había salido ya el sol, por lo que salimos del pub y nos movimos hacia la otra parte del río para recorrer la Mary Street y Henry Street, una avenida peatonal larga y recta llena de tiendas y artistas callejeros que termina en la altísima aguja The Spire.
En conclusión, la ciudad me ha gustado bastante pero no demasiado, quizá por el tiempo inestable que tuvimos. De todas formas, en general, no he encontrado ninguna capital tan representativa de la identidad del país. Y llegó el momento de irse para el auténtico interior de Irlanda.
Descúbrelo en este próximo artículo lo que visitamos después.
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