Situado en la frontera franco-suiza, rodeado por los Alpes y algunos de los paisajes europeos más pintorescos, a las afueras de Ginebra, CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, existe desde 1952. También es, más recientemente, el hogar de algunos de los experimentos más famosos de la física moderna, los cuales están relacionados con el Gran Colisionador de Hadrones, un colisionador de partículas circular de unos 27 km de circunferencia que se sitúa bajo el suelo de una serie de tranquilos pueblos suizos.
Cuatro experimentos se están llevando a cabo, de los cuales he visitado, gracias al más afortunado giro de los acontecimientos, el llamado CMS (Solenoide compacto de muones), ya que estaba abierto al público el día de mi visita. Nos llevaron 100 metros bajo tierra entre los equipos de científicos e investigadores trabajando procesando datos del acelerador, a la sala donde está la máquina en sí. Una gran colección de cables y metal de varios metros de altura increíblemente descrita por nuestro guía portugués, Eduardo, de tal manera que incluso yo, la típica estudiante de ciencias sociales, podría entender.
No obstante, esto solo fue una parte de mi visita, que consistió en otros tours guiados a varias exhibiciones permanentes que ofrecen, empezando en la recepción, donde incluso puedes comprar recuerdos del Bosón de Higgs, hasta el Globo de la Ciencia y la Innovación. El Globo es un edificio esférico dentro del cual hay un despliegue de tecnología que permite a uno ver historias holográficas del universo temprano, escuchar presentaciones en diferentes lenguas desde unas cómodas sillas esféricas con altavoces, o aprender sobre numerosos temas activando con la mano las explicaciones de una serie de estaciones esféricas interactivas.
Sin mencionar la oportunidad de conocer gente de todo el mundo; beber un café muy caro temprano por la mañana en la gasolinera al otro lado de la carretera; ver muy de cerca la actividad de las oficinas de aduanas a ambos lados del edificio de recepción; el suelo tan increíble que hay al entrar, o las fotos tan guays de las que puedes presumir: con un casco, un fondo 3D que simula los túneles subterráneos de los aceleradores o cerca de una pieza de ingeniería gigantesca que cambiará para siempre la imagen de la ciencia que conocemos hoy en día.
Además, dado que hay transporte directo al centro de la ciudad, puedes disfrutar al menos una tarde de una de las ciudades más bonitas de Europa, hogar de numerosas organizaciones internacionales, parques, museos, catedrales y lo que ha sido en mi experiencia la selección más grande de fabricantes de relojes, navajas, peluches y chocolate. Así que si toda esa ciencia ha sido demasiado abrumadora, tienes la oportunidad perfecta de desconectar un poco antes de disfrutar de tu vuelta a casa en tren (sumamente agradable en cuanto a paisajes).
En conclusión, aunque pueda parecer un lugar un poco pretencioso durante un Erasmus, recomiendo CERN por todo lo que tiene que ofrecer, ya sea simplemente el placer de presenciar la ciencia en desarrollo, o el auténtico placer de empezar a entender la creación del universo y, posteriormente, a ti mismo.
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