Se encuentra frente a la estatua de Molly Mallone. La fachada ya llama la atención, clásica pero elegante, da la sensación de ser un lugar acogedor. Cuando entras descubres que el lugar es enorme, y la ambietación es preciosa, tienen todo tipo de cervezas y preparan comida fresca al momento, en mi caso fui con mi compañera de Erasmus y mi profesora, esperamos 20 minutos pero disfrutamos de un Fish&Chips recién hecho, la ración enorme, con cada uno de nuestros platos podían comer perfectamente dos personas.
Disfrutamos del sitio, decoración vistosa, llena de curiosidades, comida riquísima y personal muy amable, volveré sin duda.
Visita olbigatoria!
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