Días 28 y 29. El último día en Japón y el vuelo de vuelta a casa (Parte 2)

No he podido terminar el texto entero y las fotografías en la entrada anterior, así que aquí tenéis la última parte con fotografías.

Llegada a Doha, Catar

No os aburriré con detalles del vuelo. Estaba muy cansado y cada vez que miraba la hora en el teléfono, me sentía perdido por completo. Ayudé un poco a la pareja japonesa al salir, porque vi que buscaban a alguien que hablara otros idiomas. Esta vez les entendí e intenté explicarles todo en japonés.

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Me puse la música que tenía en el móvil con la esperanza de dormirme rápido y no tener que preocuparme por nada. Funcionó un rato. Intenté dormirme de nuevo y me desperté cuando la tripulación estaba repartiendo la comida y el postre. Me sentía confuso, porque serían las 3 de la mañana y habíamos estado en el avión menos de 3 horas, pero había pasado ya la mitad del vuelo.

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Después de comer, volví a dormir; las persianas de las ventanas seguían bajadas.

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Durante las últimas dos horas hasta Doha, puse el Hobbit y otras películas, porque no podía dormir más y quería distraerme para que el tiempo pasara más rápido. Funcionó porque no me dio tiempo a acabarlas.

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Cuando pudimos abrir las persianas, se veía el amanecer en el aire. El cielo pasaba de ser de color púrpura y rosa claro al típico azul claro y los cálidos colores del amanecer. Eché de menos el Himalaya otra vez. Llegamos al golfo pérsico y todo parecía ir mucho más rápido.

Empezamos a descender a Doha, pero había muchas nubes en el cielo por lo que fue imposible ver nada. Cuando estábamos a unos cientos metros del suelo, vi la arena y después aterrizamos. Me alegró volver a estar allí. Tuve que cambiar la hora del teléfono para poder seguir bien el horario.

En realidad, llegamos un poco tarde y lo que me molestaba era tener solo 20 minutos antes de que comenzara el embarque en el avión con destino a Zagreb. Entramos a la primera sala (la cual me sonaba) en la que tuvimos que pasar por el check-in y pasar nuestras cosas por el escáner. Me puse un poco nervioso, no por tener que hacer esto y luego correr hasta la otra punta del aeropuesto, sino porque también necesitaba ir al baño, como las otras 200 personas más de nuestro avión. Dentro del baño descubrí para qué servían las pequeñas bolsas de plástico que nunca había abierto. Tenían un cepillo de dientes y pasta de dientes, recordé que una vez vi a un hombre de negocios cepillándose los dientes muy rápido y tenía la bolsa de plástico de Qatar Airways a su lado.

Corrí hacia las puertas. No tenía tiempo de ver tiendas. Perdí las fotos que hice. Tardé unos 10 minutos en llegar a la puerta. Tuve que ir hasta casi la última, pasando por los bares, restaurantes y bajar por las escaleras mecánicas. Estaba en la misma puerta que estuve cuando embarqué para Osaka hacía un mes. La entrada estaba llena de pasajeros. No tenía mucha sed, ya que el agua del baño estaba bien. No quería comprar una botella de agua, ya que costaba unos 2 €. Vi muchos pasaportes croatas a mi alrededor, lo que me hizo sentir mejor.

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El embarque comenzó algo antes de las 6 de la mañana y nos subimos al autobús. ¡Recuerdo que miré en Internet y ponía que hacía más de 40 ℃ fuera a las 5 de la mañana! Y mientras subiamos al avión, cerca de 50 ℃. ¡De locos!

Me acuerdo de que hacía mucha calor al subir las escaleras del avión y a muchos kilómetros detrás de nosotros se veían los rascacielos.

6 horas hasta Zagreb

Al entrar en el avión escuché esa musiquilla pegadiza que luego es imposible de olvidar. Una especie de música árabe, el tema oficial de embarque y de despegue de Qatar Airways. Parte de las azafatas eran de Croacia. Mi asiento estaba cerca de la ventanilla y tenía compañía. Había dos mujeres de Japón y de Australia que iban a Croacia para un par de días o semanas. Tuve suerte porque eran extrovertidas, por lo que la mitad del camino estuvimos hablando, la japonesa tuvo que escuchar mis historias quisiera o no. Grabé unos minutos del despegue que podéis disfrutar antes de que el reflejo del sol en el mar me diera en los ojos.

El vuelo duró 6 horas y media. Llegaríamos a Zagreb sobre las 12:30 (hora local). No estaba seguro de quién iría a recogerme, pero al final fue mi abuelo.

Una vez que cruzamos Estambul y Bulgaria, mis amigas se despertaron, les expliqué algo de Croacia y después estábamos ya cerca de casa. Me sentí emocionado y como si viniera de otro planeta hasta Zagreb.

Vuelta a casa

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Estábamos a punto de aterrizar en unos minutos. Eran las 12:15, pero en mi cabeza aún eran las 19:15 de Japón. El paisaje familiar se podía ver desde las ventanas. Sin embargo, me hizo gracia ver, al aterrizar y llegar al aeropuerto de Zagreb-Pleso, que era mucho más pequeño comparado con otros aeropuertos internacionales como los de Osaka, Zurich, Doha, etc. Estaba tan nervioso contándole a mis nuevas amigas que ya habíamos llegado que, antes de poder siquiera terminar la frase, ya habíamos recorrido toda la pista. Pasó algo gracioso, o más bien bochornoso; el piloto nos pidió paciencia porque «todas las puertas de embarque estaban ocupadas». Me quedé en plan: «Si hay dos aviones más en la pista, ¿el aeropuerto no tiene espacio? »

Tras escuchar la música de Qatar Airways y su «pasen un buen día», salimos. A diferencia de Japón o Doha, no hay una lanzadera que conecte el avión con la terminal de salida; hay un autobús pero cuyo trayecto es de más de un minuto. Al subir al autobús, nos quedamos juntos los tres.

El aeropuerto estaba bastante lleno porque habían aterrizado dos aviones a la vez, así que había cientos de pasajeros esperando en la cola para los ciudadanos europeos y otra para los que no tienen documentos europeos. Ayudé a mis amigas con su fila y las esperé en la recogida de equipaje, tras enseñar mi pasaporte.

El equipaje tardó unos 5 o 6 minutos; siempre es lento, o al menos mi maleta tardó mucho. Mientras esperas el equipaje, puedes ver por el cristal transparente a la gente esperando. Así, tus amigos, familiares o personas que te recojan pueden verte pronto. Mi abuelo me estaba esperando, pero aún estaba fuera y tardé unos 10 minutos.

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Fuente

Al recoger el equipaje, salimos por un pasillo pequeño y llegamos a la gran entrada de la parte oeste del aeropuerto. Aunque el aeropuerto Zagreb-Pleso es pequeño, es moderno por dentro. Pequeño pero cómodo.

Nos despedimos, firmaron en mi diario y me puse en marcha. Enseguida vi a mi abuelo gritando «Konnichiwa», puse las maletas en el coche y fuimos a nuestro piso. Mi abuela me había preparado el almuerzo y unas tortitas. Poco después del almuerzo, me llevé todas las cosas que traje a la mesa y a la cama para que mis abuelos las pudieran ver y mandar una foto a mi familia en Dalmacia. Me encanta Qatar Airways y su límite de 30 kg, de lo contrario, no habría podido traerme tantas cosas. La reacción tendréis que imaginárosla.

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¡Gracias por leer y espero que os guste mi diario sobre Japón!


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