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El Jadida


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Ciudad turistica aunque no tanto

Publicado por flag-es J. B.S. — hace 4 años

El Jadida es una ciudad al Suroeste de Marruecos, a pocos kilómetros de Casablanca.

Es una ciudad playera de la que todos los marroquíes de Casablanca están super orgullosos y dicen que es una de las perlas playeras del sur, sobre todo la playa de Sidi Bouzid.

A esta ciudad llevo yendo todos los veranos desde que nací y, desgraciadamente, cada año me gusta menos.

A pesar de lo sucia que haya estado la ciudad, también he de admitir que la ciudad estos últimos años ha ido a mejor, sobre todo después de que la UNESCO nombrara Al Jadida patrimonio de la humanidad.

En mi opinión, creo que esta ciudad no tiene nada de atractivo, salvo dos únicas cosas: la muralla y las cisternas portuguesas.

El Jadida fue una colonia portuguesa durante el siglo XVI, durante 250 años.

Esta ciudad es uno de los destinos veraniegos más frecuentados por la gente de Marrakech, debido sobre todo a su proximidad.

Según varias agencias de viajes que he mirado para saber lo que se dice de esta ciudad, consideran El Jadida como uno de los puntos claves turísticos del país, y me he llevado la sorpresa de mi vida.

Según estas agencias, El Jadida es una de las ciudades con más encanto de la costa marroquí.

Perdona ¿el qué? ¿Encanto, dónde? ¿En el blanco de las nubes?

Si sueno tan sarcástica es porque, como dije antes, esta ciudad es de todo menos encantadora.

A lo largo del camino que lleva al centro de la ciudad se puede sentir un olor nauseabundo que a cada paso se hace cada vez más penetrante e insoportable.

Las calles están llenas de basura, especialmente en las esquinas y entre las raíces de los árboles.

No sé por qué, pero si tuviera que describir Marruecos en pocas palabras diría: ciudades nauseabundas.

Que a ver, Marruecos es un país muy bonito, sobre todo las zonas donde no hay mucha población, pero quien haya ido a Marruecos y me diga que durante su estancia, la mayor parte del tiempo, no olía a basura entonces es que tenía la nariz entaponada o algo, porque el mal olor es fortísimo.

En fin, como os dije antes, en El Jadida hay básicamente dos cosas que visitar:

La muralla

Toda la parte inferior de la muralla está, la gran mayoría, llena de pintadas y de meadas sobre las paredes.

Por suerte eso era antes. Gracias a la UNESCO, por convertir la ciudad en patrimonio de la humanidad, han limpiado las meadas y pintadas de las murallas.

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Después de los muros, una vez llegado al puerto, el olor que emana el mar arde en los ojos y una bocanada de ese aire contaminada puede llegar a matar.

Este panorama que os cuento, por suerte para los que queráis ir en un futuro, va cambiado cada vez a mejor (aunque a un paso muy lento).

Desde que la ciudad fue nombrada patrimonio de la humanidad, el rey de Marruecos Muhammed XI ha puesto en marcha un plan de limpieza y reconstrucción del muro y del casco antiguo.

Hoy desde que llegué a Marruecos hace una semana, ha sido la primera vez en la que he tenido un día libre para decidir qué hacer y hacerlo yo sola sin tener que llevar conmigo a mis cien tíos y primos.

Como os comenté en una antigua entrada cuando os hablaba de Casablanca, la casa de mis abuelos está en la zona de Sidi Bouzid, por lo que para bajar al centro de la ciudad sólo hace falta coger un taxi o el bus.

Lo más recomendable para llegar a Al Jadida es ir en taxi, que os dejará justo en el centro, al lado del faro. Desde ahí sólo habrá que andar en línea recta hasta llegar a la muralla.

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La carrera del taxi cuesta unos 5 dirhams, y en 15 minutos se llega al centro.

El sol hoy apretaba mucho, así que me he preparado bien para combatirlo con unas enormes gafas de sol, un sombrero y un largo vestido que me proteja del sol pero sin pasar demasiado calor.

Un consejo para las nenas que vayáis a Marruecos. No vayáis en pantalones cortos ni camiseta de tirantes por mucho calor que haga.

A ver, si lo hacéis nadie os va a cortar la cabeza ni a tirar pierdas, pero todo el mundo (sobre todo hombres) os estarán mirando y no os quitarán el ojo de encima en ningún momento y sentiréis cómo os miran como si fueseis un cacho de carne andante.

Y no sólo eso, sino que algún joven con la mano larga se atreverá a tocaros si así lo desea, porque algunos tienen de todo menos vergüenza y respeto.

Eso es algo que jamás entenderé, cómo es posible que en un país musulman donde se supone que los hombres deben respetar a las mujeres las maltratan y abusan de ellas de esa forma.

La mayoría de los hombres son unos sin vergüenza y repulsivos, y a veces no se cortan ni un pelo.

Y lo peor de todo es que aun que os vistáis lo más recatadas posible, siempre habrá un subnormal que quiera aceros algo.

Y, desgraciadamente, os lo digo por experiencia.

Me ocurrió en Marrakech, la ciudad más turística del mundo según las últimas encuestas de turismo.

En Marrakech está lleno de extranjeras que van con sus pantaloncitos cortitos y su camisetitas ajustadas, porque con 43 grados de temperatura a quién le apetece cubrirse las pieles, además que uno se pone a sudar como un pollo en un horno en cero coma.

Con este ambiente se supone que los marroquíes deberían estar acostumbrados a verle las piernas o el escote a las mujeres, pero todo lo contrario, cada vez que ven un cacho de carne se vuelven como animales y se quedan mirando con cara de desear morderlas.

Una vez me ocurrió que fui con un vestido más o menos corto, hasta un poco por encima de las rodillas, y las mangas me llegaban hasta los codos, que en cualquier otro lugar no musulmán habría sido considerado como vestido de otoño por el largo de la falda y de las mangas.

Pero en Marrakech les habrá parecido un trapito diminuto porque mientras andaba podía sentir cómo los descarados se agachaban a mis espaldas para intentar verme debajo de la falda o se acercaban a mi de manera intimidatoria para decir alguna guarrada (entiendo el árabe, desgraciadamente).

Pero la cosa no se quedó ahí. Hubo otra vez que fui con un vestido bastante largo y ancho, con el que era casi imposible vislumbrar mi silueta de lo amplio que era y debido al estampado de flores.

Sin embargo, a pesar de mi vestimenta bastante sencilla y nada llamativa, un tío tuvo la osadía de tocarme el trasero mientras andaba.

En un principio pensé que era una de mis amigas haciendo la gracia, pero cuando me giré y vi al tío mandándome un beso me enfurecí tanto que me puse a perseguirle para darle un sopapo como mínimo. Pero una de mis amigas me sujeto mientras que la otra le tiraba un botella de agua.

Mi amiga, que es de Marrakech, me dijo que lo mejor era no ir a por él, porque tenía miedo de que tuviese alguna navaja escondida o algo afilado con lo que arañarme la cara y dejarme una cicatriz de por vida.

Yo me quedé flipando, fuera de mis casillas, llena de rabia y sin llegar a creerme lo que me estaba diciendo.

¿Entonces qué? ¿Me tenía que limitar a tragarme mi orgullo y seguir caminando dejando que los hombres hicieran conmigo lo que quisieran a sus anchas?

Ella me dijo que no nos quedaba otra, que ella había visto como a unas chicas que les pasó lo mismo que a mi quisieron enfrentar a los agresores y les salió la jugada muy cara. Por eso me aconsejó que no me acercara a ellos.

La verdad es que tenían una pinta muy sucia, el tipo de personas que serían muy capaces de hacer cualquier cosa si se encuentran con alguna persona indefensa o con una mujer directamente.

Después de que mi amiga consiguiera convencerme para no ir a golpearles, me derrumbé y rompí a llorar totalmente desconsolada.

En mi vida jamás alguien había hecho una cosa así sobre mi, y llegue a sentirme violada e incluso llegué a odiarme por salir vestida así.

Desde ese instante puse una cruz sobre Marruecos y de no ser porque mis abuelos viven ahí jamás habría vuelto.

Yo ya sabía desde siempre como de cerdos son la mayoría de hombres en Marruecos, pero como siempre salía con mis padres y mis tíos, supongo que nadie tuvo las agallas suficientes como para acercarse.

Pero esa vez en Marrakech iba solamente con mis amigas, todas chicas, y a penas éramos cuatro.

Lo que más rabia me da es que a pesar de ir bastante bien tapada y sin insinuar nada, haya sido víctima de ese acto tan desagradable.

A ninguna mujer en ninguna parte del mundo deberían atreverse jamás tocarla sin su consentimiento, da igual como vaya vestida.

Es por eso que os recomiendo que intentéis no llamar mucho la atención, tanto por cómo os vistáis o cómo os maquilléis, para evitar lo máximo posible que ese tipo de gentuza se acerque a vosotras.

En fin, volviendo a Jadida, esta vez he decidido vestirme también un poco sencilla, y fui con mi padre porque no me atrevía a ir por mi cuenta.

Una vez que llegamos al faro, nos pusimos a andar en línea recta, pasando entre los pequeños bares y tiendas de baratijas y otras tiendas donde vendían todo tipo de cosas hechas con piel entre medias.

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En mitad del camino decidimos tomarnos un helado de bolas bastante malo y caro.

En España, cuando hacíamos el viaje en coche para venir a Marruecos, paramos para descansar en Algeciras y nos tomamos un helado de dos bolas enormes por 3, 40 euros, y encima estaba buenísimo.

El que nos tomamos en Jadida era de tres bolas de tamaño normal, con trozos de hielo dentro porque se había descongelado y vuelto a congelar, por 25 dirhams, unos 2, 5 euros y estaba malísimo. Sin duda alguna un desperdicio de dinero.

Después seguimos andando hasta por fin llegar a las murallas portuguesas.

Una vez pasado las murallas, entramos a la ciudad portuguesa.

Ya desde la entrada se puede hacer uno la idea de que cómo era antes ese lugar, porque a pesar de que con anterioridad el casco urbano antiguo estaba hecho una porquería, estos últimos años han hecho mejoras enormes y ya no había montones de basura por doquier, y eso ayuda a que la imaginación cree el aspecto que antes tenía la ciudad, siglos atrás.

Basta con seguir las callejuelas hasta llegar al otro lado de la muralla, en el puerto.

En verdad el casco antiguo es increíblemente pequeño, y en menos de 15 minutos os lo podéis recorrer de cabo a rabo sin ningún esfuerzo.

Sabréis que habéis llegado al final cuando os topéis con las rejillas que dan al mar.

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Años anteriores ese lugar era de los más sucios de toda la ciudad porque la gente era tan irrespetuosa que tenían la cara dura de tirar su basura al mar e incluso mear.

Lo peor de todo es que uno de mis familiares vive justo delante de ese muelle y odiaba con todas mis fuerzas ir a visitarlo porque el mal olor entraba incluso hasta el fondo de las habitaciones de la casa. Una cosa seria.

Pero, como os dije antes, todo ya ha cambiado y al menos ya no hay bolsas de basura en el agua.

Incluso durante el verano veréis a niños y no tan niños bañándose en el agua y tirándose desde lo alto de las murallas.

Que por muy felices que se les vea a esos chavales yo creo que debería estar prohibido bañarse en esas aguas de lo contaminada que está.

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A pesar de la limpieza que han hecho aun quedan restos y todavía suelta un olor a huevo podrido leve. Además, el agua está muy verdosa y marrón. A más de uno fijo que ha acabado con una infección.

Pero nada, ahí no hay vigilancia alguna y los padres incluso llevan a los niños para que se bañen en esas aguas tan sucias.

Y lo de tirarse desde las murallas para mi eso es totalmente inaceptable, sobre todo si no hay ningún tipo de vigilancia o seguridad en caso de que alguien se acabe abriendo la cabeza... Pero en fin, cada uno sabrá lo que hace con su vida.

Desde esos barrotes que veis en la foto, a la derecha, encontraréis una pequeña subida que os llevará a lo alto de las murallas desde donde podréis vislumbrar los tejados de la ciudad y el océano a un lado.

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Desgraciadamente, la muralla no es muy alta comparada con la altura de la mayoría de edificios de la ciudad así que realmente no se puede tener una buena vista de la ciudad; pero algo es mejor que nada.

Después de dar una vueltecita por las murallas y hacerse una fotos sobre los cañones, toca volver a bajar al centro del casco urbano, casi al principio de la entrada de las murallas para encontrarse con lo que, desde mi punto de vista, es lo más interesante y que vale la pena ver de la ciudad: las cisternas portuguesas.

Cisternas portuguesa

Cuando los portuguesas ocupaban El Jadida, este lugar, en un principio, iba a ser una sala de armas, pero debido a que canalizaba muy bien las lluvias y podría aprovisionar a la ciudad con agua potable en caso de ser atacados y quedarse sin suministros, decidieron convertirlo en cisternas.

Como dato curioso, Orson Welles rodó parte de la película Otelo en las cisternas portuguesas de Jadida.

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Fuente

La entrada a la cisterna no es muy llamativa. Apenas está señalizado con una bandera marroquí (creo que deberían poner una portuguesa, pero en fin) y un pequeño cartel donde está escrito los horarios y los precios.

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Precio:

  • 10 dirhams para todo el mundo todos los días de la semana.
  • Los viernes y el primer día festivo de cada mes es gratis para los marroquíes.

Horarios:

  • Mañana 9:00 - 14:00
  • Tarde 15:00 - 21:00

Creo que el precio es más que asequible, y no sólo eso, sino que llega a ser nada comparado con la experiencia de poder ver las cisternas, porque de verdad que son una maravilla, así que merece la pena bajar ahí abajo.

Después de ver las cisternas toca buscar un sitio para comer, tarea bastante difícil.

En Marruecos, sobre todo en Jadida, la gente se vuelve loca por el pescado, sobre todo por las sardinas, así que os hartaréis de ver lugares donde ofrecen únicamente pescado.

Tampoco encontraréis restaurantes hechos y derechos, de estos en los que os sentáis en un sitio limpio, con servilletas y manteles de verdad y no de papel, y cubiertos limpios, donde el camarero viene a tomar nota y no le grita el pedido al cocinero que está en la otra punta del establecimiento.

Y si encontráis un restaurante "de verdad", entonces os costará un ojo de la cara, y a lo mejor la comida no vale ese precio.

Los típicos sitios para comer en Marruecos son los típicos "restaurantes" de carretera que hay en España pero un poco peor, a mi parecer.

Personalmente, no recomiendo nada, mejor comprar un par de kilos de carne o pescado y luego prepararlo vosotros mismos, pero para los que no tengáis cocina, intentad buscar un sitio limpio y poco más que aconsejaros, porque la comida será la misma en todos los lugares de la zona.

Y bueno, después de las murallas y de las cisternas, también está la playa. Que tampoco es gran cosa.

Playa de Jadida:

Está demasiado cerca del puerto en mi opinión y eso no me parece higiénico, así que cuando mis padres me llevaron ahí ni me metí en el agua. Sin embargo, durante el verano siempre está petado de gente (sobre todo de gente de Marrakech).

Al no haber playa en Marrakech, la gente suele veranear en alguna ciudad cercana que tenga playa para poder refrescarse del calor abrasador de la ciudad.

Además de Jadida playa, también hay otra playa un poco alejada del centro, a unos 20 minutos en coche, llamada Sidi Bouzid, donde viven mis abuelos.

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Este sitio sí que es casi al 100% turístico. Está lleno de casas de alquiler, de hosteles y grandes hoteles, sobre todo cuanto más se acerca a la playa.

El precio de renta en verano es carísimo comparado con el precio durante otras épocas del año o comparado con el precio de la renta de alquiler de las casas en la ciudad.

De todas formas para los extranjeros nos parecerá poco.

Por ejemplo, alojarse durante tres noches y tres días en un apartamento con dos salones, una cocina y un baño, durante el mes de Agosto, cuesta 350 dirhams, o sea unos 35 euros ¿nada mal, eh?

Lo que más renta sin duda alguna es alquilar un apartamento porque los hoteles sí que son caros, incluso para los extranjeros.

Una noche en un hotel de clase media, y en temporada alta de verano, puede llegar a costar más de 1000 dirahms, unos 100 euros.

Y además, si vais a Marruecos lo suyo será salir por ahí y visitar la ciudad más que quedaros encerrados en el hotel; a menos que sea un super hotel tipo Riad.

Sin embargo, el precio de 350 dirhams del apartamento es sólo en Jadida, en Sidi Bouzid la cosa ya cambia un poco.

El precio por 3 noches puede llegar a más de 500 dirhams, unos 50 euros, que dentro de lo que cabe está bien para los extranjeros, pero no tanto para los marroquíes.

De todas formas, mi consejo es que si queréis visitar la capital financiera de Marruecos, o sea Casablanca, y además ir a la playa y disfrutar de una ciudad turística y que no huela a basura everywhere, lo que debéis hacer es alquilar un sitio en Jadida, y luego un día bien temprano, cojeis un taxi o un bus y os vais a pasar el día en Casablanca hasta bien entrada la noche, y luego volvéis a Jadida para cenar alguna fritura de pescado, que por esa zona siempre hay pescado fresco del mismo día.

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