Lo desconocido se vuelve familiar, Bruselas
Encontrarme en una ciudad desconocida y sin caras familiares es, sin duda, lo que me hacía falta. Es la incertidumbre, la excitación de lo inexplorado, lo que me ha dado ganas de sumergirme hacia lo desconocido. Para mí, intentar superar mis límites y vivir nuevas experiencias es la definición de vivir. Es lo que mejor te permite conocerte y pensar en el cambio como algo beneficioso. Para estar cómodo frente al cambio hay que tener la mente abierta y tener confianza en uno mismo.
La observación es el primer contacto con la cultura. Hay que prestar atención a los detalles, ya que cada uno de ellos nos revela cosas únicas. Es recorriendo la ciudad como podemos llegar al corazón y encontrar su identidad. La cultura es el núcleo central, ese hilo conductor que se gesta con los años de historia por las relaciones personales, sus creencias, sus valores y su individualidad. La fuerza individual no es nada si la comparamos con la cultura de la ciudad, pero es indispensable para entender su formación y su resultado final.
Bruselas es una ciudad calurosa. Aunque sea especialmente turística, podemos notar, sentir la huella que deja la gente local. Lo que se hace más evidente es la diversidad de estilos arquitectónicos. Hay un gran contraste entre ellos y, extrañamente, es eso mismo lo que le da una cierta uniformidad. Siempre es sorprendente ver hasta qué punto, un mero edificio puede tener tanto que contarnos, o los grabados de las esculturas, los adornos bañados en oro… es ahí donde encontramos la historia de una ciudad.
Además, los espacios verdes de Bruselas son en su mayor parte parques. Lugares de encuentro, lugares ideales para la celebración de fiestas u otras actividades que dan cita a los habitantes de la ciudad. Sin embargo, también permiten encontrar un momento íntimo, para relajarse o leer plácidamente. Lo que es indudable, es que, en cualquier caso, y sea cual sea la pretensión de cada uno, son apreciados por todos.
Por supuesto, Bruselas en una ciudad animada, y no podría escribir este artículo sin mencionar la Plaza Mayor. Sin embargo, tengo que decir que esta plaza es más icónica por se el sitio de reunión que por su condición (arquitectónica, histórica…) Allí es donde se organizan varios eventos, donde los habitantes o turistas pueden encontrarse para tomar algo, comer o ponerse al día.
En lo que concierne a la comida y a la bebida típica en Bruselas, son obligatorios la cerveza, lo gofres, el chocolate o las patatas fritas.
Pero como siempre ocurre, si queremos encontrar verdaderamente la esencia de Bruselas, hay que buscar más allá de los sitios emblemáticos. Es a través de las calles vecinas donde se esconden los sitios más excepcionales.
Pasando delante de los comercios tan variados como de telas y encajes, hasta tiendas de cómics. ¡Bruselas tiene de todo! Incluso el Manneken-Pis, el emblema por excelencia de la ciudad, que representa la libertad y el sentido del humor. Efectivamente, hay que saber reírse de uno mismo. Hay que conocerse, apreciar cada instante, saborearlo y apreciarlo. ¡Eso es la libertad!
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- Français: L'inconnu familier. Bruxelles
- Italiano: Bruxelles: da sconosciuta a familiare.
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