Viaje al corazón de Europa - primera parte

El verano de 2016 se presentaba muy interesante: durante tres semanas mi familia y yo viajaríamos por tres países de Europa central (Austria, República Checa y el sur de Alemania), aunque siguiendo un itinerario relativamente corto y por tanto no demasiado agotador. ¡Cuántos destinos bonitos nos esperaban!

Saliendo desde Milán, después de algunas horas estábamos entrando ya en Austria por el paso de Tarvisio y recuerdo el precioso paisaje del lago Wörthersee mientras que lo bordeábamos a lo largo de la autovía A2.

La encantadora Graz

La primera parada fue Graz, capital de la bonita región vinícola de Estiria en el sureste del país, a la cual volvería al año siguiente para hacer un inolvidable workshop en la universidad TU Graz.

Visitando la ciudad me di cuenta enseguida de que Graz, como su propio nombre indica, tiene mucho encanto. El centro histórico es casi todo de estilo barroco, perfectamente cuidado y con edificios magníficos, especialmente los que se encuentran en la Hauptplatz y las callejuelas de alrededor de la Franziskanerkirche.

Es muy curiosa la doble escalera helicoidal (Doppelwendeltreppe), escondida cerca de la catedral, en la cual hicimos un montón de fotos y nos divertimos cruzando ambas y corriendo arriba y abajo por los escalones.

A las cinco de la tarde, aseguraos de estar en Glockenspiel para asistir al espectáculo del carillón con las figuritas bailando por las ventanas doradas del tejado.

A lo largo del río Mur que surge impetuoso en los Alpes, se encuentran algunos edificios modernos interesantes como la Kunsthaus y la isla artificial Murinsel.

Pero sin duda el lugar que más me gustó de la ciudad fue el Shlossberg, la verde colina en medio de la ciudad. Para subir se puede coger las empinadas escaleras, un túnel escavado en la roca, un ascensor, una calle con curvas o el histórico funicular... ¡ya depende de vosotros! Una vez arriba, os quedaréis encantados con la vista del paisaje impresionante sobre los tejados de la ciudad y de la magnífica torre del reloj (Uhrturm) con sus grandes cuadrantes y las agujas doradas. El punto más alto de la colina conserva a día de hoy un parque con muchos elementos interesantes como el viejo campanario, un pozo de piedra y un pabellón de estilo chino.

En la base de la colina al este, en cambio, se encuentra el parque de la ciudad (Stadtpark), igualmente bonito e ideal para un poco de relax.

Finalmente, aunque está un poco fuera de la ciudad pero bien comunicado en transporte público, aconsejo ver el precioso Shloss Eggenberger con su parque lleno de pavos reales.

Nosotros estábamos ubicados con la autocaravana justo en la zona del parque acuático Straßganger Bad, así que una tarde de sol la dedicamos al relax dándonos un baño en aquella piscina.

Mödling y alrededores

La siguiente ciudad sería Viena, pero para no tener problemas a la hora de aparcar la autocaravana en el caótico centro de Viena, nos instalamos en el pequeño pueblo de Mödling. Este es considerado uno de los pueblos más bonitos de Austria y efectivamente que quedé asombrado con la plaza del Rathaus y con la iglesia situada en una colina.

A partir de este pueblo además comienza el parque natural del Föhrenberge, conocido también como el bosque vienés por su cercanía con la ciudad. aquí hay un montón de senderos bonitos entre verde y nos gustó también la parada en el monasterio de Heiligenkreuz.

Lo mejor de Viena

¡Y aquí llegamos al fin a la capital austriaca! Para llegar al centro cogimos cómodamente el metro desde la periferia.

Schönbrunn

La primera parada en Viena fue el castillo real de Schönbrunn. Está situado en la base de una verde pendiente dotada, como sugiere el nombre de una "bonita fuente". Allí me acordé de quedar con Lisa, una chica de Passau que había conocido durante las vacaciones de estudio en Bournemouth hacia un par de años. ¡Qué bonito encontrarse de nuevo con amigos internacionales!

Lo primero que hicimos fue visitar los espléndidos interiores del palacio como la magnífica sala de los espejos y los aposentos de la princesa Sissi, luego salimos al jardín y paseamos un poco entre las jardineras de flores, laberintos y senderos en el bosque; en la cima de la colina hay un monumental patio desde el cual se puede divisar toda la ciudad de Viena.

El centro histórico

Aunque la ciudad esté llena de bonitos palacios y edificios monumentales, el tejido urbano de Viena en mi opinión está demasiado dañado por los bombardeos de la segunda guerra mundial hasta tal punto que el contraste entre los edificios antiguos y los nuevos ha hecho que se pierda el encanto histórico del centro.

A pesar de esto, me gustó mucho la catedral gótica de San Esteban con su típico tejado de colores, el curioso reloj Art Nouveau Ankeruhr y la plaza Graben con una columna barroca de la peste en el centro, la cual fue construida a finales del siglo XVII para evitar esta terrible epidemia.

Me llamaron la atención también el palacio de Hofburg y la monumental ampliación del Neue Burg; en concreto entramos a ver la iglesia agustina escondida detrás de la fachada del palacio y la enorme y espectacular biblioteca nacional austriaca.

¿Y por qué no probar la auténtica tarta Sacher en el Café Sacher? Pensad que este delicioso dulce de chocolate y crema de albaricoque fue inventado por una emergencia del aprendiz Franz Sacher cuando su chef se puso enfermo poco antes de la importante comida del príncipe Klemens von Metternich. ¡Parece que su improvisación culinaria fue muy apreciada y lo confirmo también yo por mi parte!

A lo largo de la Ringstrasse

Llegados al espléndido Volksgarten, descansamos un momento en los bancos entre los jardines rebosantes de flores y varias fuentes; el tiempo era fresco y soleado y se estaba ideal.

Después de esta agradable pausa, pasamos por delante de los grandes edificios eclécticos de la Ringstrasse, construidos en el siglo XIX con motivo de la demolición de los muros y de la expansión urbana de la ciudad. Cada edificio presenta el lenguaje arquitectónico más oportuno en base a la función que alberga. In particular, vimos el Burgtheater que se parecía a un teatro romano, el opulento ayuntamiento en estilo gótico-flamenco y el parlamento con forma de templo griego como símbolo de la democracia de la nación.

La zona de Belvedere

Un lugar muy bonito justo saliendo del perímetro de la Ringstrasse es el jardín del palacio barroco Belvedere perfecto para otra pausa relajante. ¡Aquí también hay una bonita fuente para no perderse!

No podéis perderos tampoco justo al lado la monumental plaza soviética (Hochstrahlbrunnen) a los héroes de armada roja, la iglesia de San Carlos con sus gruesas columnas romanas en su fachada y el edificio de la secesión vienés en estilo Art Nouveau.

Diversión en Prater

Por la tarde para concluir ese magnífica día de visita, fuimos todos juntos al Prater, un gran parque histórico de atracciones que da al río Danubio.

El elemento más significativo de este lugar es el Wiener Riesenrad, uno de las norias panorámicos más antiguas del mundo, con más de sesenta metros de altura y construida a finales del siglo XIX.

Nosotros preferimos probar una vuelta en una atracción más moderna aventurándonos sobre la Praterturm, la más alta del parque de atracciones. Desde allí arriba, mientras daba vueltas en el aire fresco de la noche, nos despedimos de los tejados iluminados de Viena.

¡Había llegado el momento de cambiar de país! Descubre aquí los lugares especiales que vimos en República Checa.

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