Parque Nacional de Timanfaya

¡Hola de nuevo valientes y aventureros/as, amantes de la geología y de los fenómenos naturales extraordinarios!

En pocas ocasiones habremos podido contemplar la erupción de un volcán, pero en este lugar del que os voy a hablar podréis tener una idea de lo que queda tras el efecto del mismo y que además sigue manteniéndose en activo, aprovechándo esta actividad para impulsar la elaboración de platos magníficos y ser un atractivo turístico de gran proyección.

El Parque Nacional de Timanfaya.

Esta maravilla de la naturaleza, declarada Parque Nacional en el año 1974, es una de las visitas obligatorias durante vuestra estancia en Lanzarote, y es que el paisaje que lo conforma parece sacado de una pintura, por sus contrastes y el color de la tierra que pasa de tonos amarillentos a rojizos en un abrir y cerrar de ojos.

En el enlace que os indico podréis consultar horarios y precios para vuestra visita, pero yo os cuento de primera mano cómo fue la experiencia de visitar este magnífico lugar de día y sus alrededores de noche.

Comenzando la visita

Para acceder al parque debéis seguir la carretera LZ-2, que pasa por Yaiza y continuar por la LZ-67, donde encontraréis la estatua del diablo de Timanfaya, parada imprescindible para aquellos que quieran un recuerdo que mostrar en sus redes sociales.

Continuando por esta carretera os encontráreis con unos hermosos camellos que se dedican a dar paseos a aquellos que quieren hacer una ruta por la entrada del parque. Nosotros no optamos por esta opción, pues no estamos muy de acuerdo con este uso del reino animal, lo que sí hicimos fue darles muchos mimos.

En vuestro siguiente desvío a la izquierda encontraréis la entrada al parque, donde seguramente os topéis también con una larga cola de coches esperando para pasar la barrera automática, es aquí donde tendréis que pagar vuestra entrada y unos metros más adelante estacionar el vehículo, pues la visita por este parque nacional la haréis montados en una guagua, como debe ser.

Durante el recorrido en la guagua os irán explicando toda la historia del parque y  su formación geológica, aunque a decir verdad, yo no estuve muy atenta de la explicación del guía, ya que estaba maravillada por las vistas que nos regalaba la ruta.

Uno de los aspectos que eché en falta fue poder bajarme del autobús y poder contemplar esas vistas sin tener un cristal como barrera, pero al ser un espacio protegido, es comprensible que no dejen a la gente campar a sus anchas por la zona.

El recorrido dura unos 30-40 minutos, y al finalizar el mismo podréis ver una demostración de actividad geotérmica de la mano de un hombre que va depositando agua con un cubo en diferentes agujeros en la tierra, esto es, géisers. Una vez el agua penetra en el tubo subterráneo sale propulsada hacia arriba por la fuerza de la presión en la Tierra en forma de vapor de agua que a veces asusta, pues pasan largos segundos hasta que ocurre la reacción.

Es una experiencia divertida e interesante, pero lo que más me gustó de esta visita fue ver como cocinan sobre una enorme caldera que desprende calor del subsuelo.

Esto lo podréis ver en el Restaurante El diablo, que se encuentra justo detrás de la exhibición de los geisers, y sin duda es lo que más me impresionó, creo que han sabido aprovechar este recurso de una forma magnífica, asique os invito a saborear cualquiera de sus platos hechos al calor volcánico, sin duda es una denominación de origen en Lanzarote.

Y en las traseras del restaurante hay otra cavidad más pequeña donde podréis meter la mano y sentir la intensidad del calor de la tierra. Yo coloqué la espalda ahí y fue todo un alivio…

Terminando este post os hago una recomendación si tenéis la posibilidad de visitar los alrededores de este lugar por la noche. En el lugar donde se encuentra la estatua del diablo podréis aparcar el coche, que fue lo que nosotros hicimos una noche cuando el cielo estaba despejado, y será sin duda una de las estampas con las que me quedo de la isla. Contemplar el cielo estrellado desde ese punto fue impresionante, pues es una zona alejada de contaminación lumínica.

Fue tan maravillosa la sensación de estar cubiertos por un manto de estrellas infinitos, situados en medio de la nada, pero rodeados de pequeños cráteres volcánicos...

Os recomiendo, sin lugar a dudas, probar esta experiencia de noche, pues estoy segura de que os impactará.

¡Un saludo y a empaparse de vapor de agua y disfrutar del calor del Parque Nacional del Timanfaya!