¡Hola valientes y aventureros/as!
Continuando con mis aventuras en la Isla de Lanzarote, os voy a enseñar otro de los lugares de interés turístico que tienen que estar en vuestra lista de visitas imprescindibles.
Éste también se encuentra al sur de la Isla, a 30 km del aeropuerto y a 20 km de Playa Blanca, donde os hablé de Montaña Roja, pero su acceso es más sencillo ya que está mejor indicado al ser un lugar más reconocido y frecuentado por todos aquellos que visitan la isla y que viven en ella.
Es más, este fue el primer lugar que visité nada más poner un pie en Lanzarote, en octubre de 2016. Fui a visitarlo sola y además andando.
Mi ruta comenzó en la rotonda de la Hoya, a la que se llega con el autobús número 60 (Arrecife- Playa blanca y viceversa) aunque yo salí desde Playa blanca.
Al llegar a la rotonda, tenéis que seguir la carretera LZ- 703 durante 4 kilómetros. Este recorrido os va a resultar muy entretenido ya que en dirección hacia los hervideros vais a encontraros con dos puntos que os reclamarán una parada:
1. Las Salinas del Janubio.
2. La playa del Janubio.
Pero estos lugares os los explicaré en otro post, ya que se merecen una entrada personal más detallada, y si hablo de los tres lugares en el mismo post, va a resultar demasiado caótico y prefiero que cada lugar tenga un espacio como se merece.
Comencemos el recorrido...
Botella de agua, crema solar, gorra y un bañador. Los principales elementos que me acompañaron en mi primera ruta por lanzarote. La llamo ruta porque fui andando y porque el destino pide que se le llame ruta, pero como os he mencionado, son solo 4 km desde la parada de autobús hasta el punto de interés, asique para algunos será un paseito.
Y menudo paseito... El caminar por un arcén minúsculo en una carretera que se encuentra entre el mar y los restos volcánicos del Timanfaya (el volcán de lanzarote) es una experiencia que no tiene desperdicio. (Recordad caminar en el sentido opuesto de los coches)
Por el camino encontré una casita abandonada que me dio la opción de descansar a la sombra, pues aunque fuera Octubre hacía un sol radiante.
Yo que nunca había estado en una isla como ésta, me resultó muy curioso lo árido que parecía todo, y las gamas de color que pintaban los paisajes. Rojos, negros, verdes y azules, todo en una misma escena.
Primero llegué a lo que creía que eran los Hervideros, pero no, hay unos acantilados de roca negra de menor altura a mitad del camino, y como mi curiosidad nunca duerme, tuve que ir a investigar. Lo que encontré fueron restos de cangrejos que habían sido devorados por gaviotas, fue interesante.
LOS HERVIDEROS.
Mi llegada a los Hervideros fue sorprendente por dos motivos:
1. No imaginaba que hubiera estacionamiento para coches y autobuses en ese lugar.
2. Tampoco imaginaba que fuesen tan espectaculares.
Buscando por Wikipedia he encontrado un pequeño texto que me ha gustado mucho como describe el lugar y que además cuenta parte de su historia, ya que allí hay poca información.
«El día 1 de septiembre de 1730 entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya… y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra», según el testimonio del párroco Lorenzo Curbelo. Durante seis años la lava se extendió por la zona sur cubriendo un cuarto de la isla y llenando las vegas cercanas de cenizas volcánicas.
Y es que mi idea de Los Hervideros, por su nombre, eran fosas de agua caliente, tipo termas, donde la gente iba para darse un baño, pero resultó ser todo lo contrario.
Acantilados inmensos de roca volcánica negra donde se siente la fuerza del mar en días de marea brava cuando las olas chocan contra la superficie.
Esta fue una de las sensaciones que más me gustaron, pues nunca había estado sentada o en un mirador de un acantilado sintiendo como se tambalea por la fuerza del mar.
Los hervideros cuentan con una vista panorámica del espacio en el punto donde se encuentra el párking y tienen un sendero en la entrada de un tipo de roca diferente que hace el recorrido por el interior del lugar.
Porque no solo puedes admirar las vistas desde lo alto, sino que también tienes la opción de bajar unas escaleras y situarte muy cerca de las paredes y ver como las olas rompen en las cavidades de este lugar, cavidades formadas por la erosión que ha causado el mar.
Este lugar, pertenece al espacio natural protegido de las Montañas del fuego, que fue nombrado en 1974 Parque Nacional, único por su origen geológico.
Como podéis ver en las imágenes la fuerza del mar es brutal, aunque puede que durante vuestra visita encontréis la marea en calma y no veáis este fenómeno, pero no os desaniméis, si vais a estar varios días en la isla podéis volver en un día diferente y así poder ver el aspecto que toma este lugar según las condiciones atmosféricas.
Tras esta maravillosa primera experiencia en los Hervideros, mi ruta continuó, ya que quería seguir viendo que había alrededor de este lugar...
Siguiendo la carretera que os comentaba antes, dejaréis a la derecha una montaña de arena rojiza y a la izquierda encontraréis un pequeño lago, el cual desconozco su procedencia y la llegada del agua, pues no se conecta con el mar en ningún punto. Misterios de la isla.
Después de recorrer 6 km, decidí dar la vuelta, pasar los hervideros de nuevo y volver a mi punto de partida para coger el autobús... Pero mi cuerpo decidió no querer andar mucho más este día, asique la opción que me quedó fue hacer autostop para llegar a la parada del autobús.
Yo, que jamás en mi vida había hecho esto, estaba un poco verde la verdad, pero como dicen, preguntando se llega a todas partes, asíque vi que un chaval muy majo estaba parado en un mirador en la carretera y le pregunté amablemente si podría acercarme hasta allí, y lo hizo. Total, eran 6 minutos en coche y a mi me ahorraba un golpe de calor a las 4 de la tarde en Lanzarote.
Una vez llegué a la rotonda, muy orgullosa de mi hazaña, me senté en la parada a esperar el autobús, pero creo recordar que había pasado justo 10 minutos antes de que yo llegase, y yo que era novata en los horarios de autobuses en la isla, pues no estaba segura de si esperar merecía la pena. Asíque nada, me planté en el arcén de la rotonda, así cual estatua y esperé que un alma caritativa que fuese en dirección a playa blanca decidiera contar con mi compañía en el viaje.
Parecía algo imposible, pues la gente pasaba y me miraba con cierto halo de incertidumbre, pues lo que normalmente se hace es poner el pulgar hacia arriba o llevar un cartel que diga hacia donde vas, pero yo nada de eso.
Apesar de mi falta de experiencia en los mecanismos de autostop, un coche paró. Era una familia francesa, madre, padre y dos niñas lindísimas que estaban pasando sus vacaciones en Playa Blanca, y sin nisiquiera preguntarme a donde iba, ellos dijeron: ¿Necesitas que te llevemos?, dinos donde vas.
Y juntos que nos fuimos. Y la verdad es que eran majísimos y les estaré agradecida eternamente.
En definitiva, a mí la experiencia me resultó agradable y diferente, si es cierto que si lo hubiera tenido que hacer de noche, pues quizá me lo hubiera pensado dos veces, pero a plena luz del día, en una isla tan pequeña, me sentí confiada y no salió mal... Luego le cuento estas cosas a mi abuela y claro, me echa la bronca, pero, otra anécdota más que contar.
Espero que os haya gustado este fantástico lugar y que lo visitéis, ya sea andando, en bicicleta, en moto o en coche.
¡Un saludo y a extender las alas!