Me senté con un australiano en el avión y...
Mis primeras semanas en la Universidad de Dinamarca fueron geniales, pero el 13 de septiembre volví a Milán porque unos familiares estadounidenses venían de visita y tenía la oportunidad de pasar tres días con ellos. Acabé mi proyecto tan rápido como pude, hice la maleta para el fin de semana y al día siguiente, cogí el vuelo.
En casa lo pasé muy bien con mi familia de Estados Unidos; era la primera vez que los veía desde que estaba de intercambio, así que era muy agradable tenerlos en casa aunque algo raro. El tiempo pasó volando (como suele pasar cuando te diviertes) y tuve que volver a Dinamarca y ellos a Colorado.
Esta vez tuve suerte. Me había tocado en sexta fila y, de forma aleatoria, Ryanair me había asignado un asiento de ventanilla. No llevaba equipaje facturado, así que cuando saliera del avión me podía marchar del aeropuerto directamente.
(Las vistas durante el despegue en el aeropuerto de Bérgamo).
Volvamos un poco atrás, antes de que saliera el avión. Cuando me senté, un chico alto y rubio se sentó a mi lado. Llevaba una tabla de skate y pensé que era danés porque tenía aspecto de danés. Me preguntó qué marca de teléfono tenía, aunque me pareció bastante raro. Quiero decir... ¿Qué más le da? Le respondí que tenía un Samsung. Y así fue como empezó la conversación. Solo que la pregunta para romper el hielo fue un poco estúpida.
Empezó a contarme su vida y sus aventuras. Tenía veinte años, así que tenía un año más que yo, dos como mucho. Era australiano pero no vivía en su país desde que cumplió los dieciocho. Se fue a los Países Bajos sin tener nada planeado, y por suerte encontró un hostal donde dormir y trabajar. Así que se acabó quedando en Ámsterdam varios meses. Me dijo que estaba muy contento, que le gustaba mucho el diseño gráfico pero que era un profesión que nadie se tomaba en serio en Australia, y que además su padre había fallecido. Lo único que le ataba a su país era su madre, pero ella le dejó marchar.
Ese verano, decidió no quedarse en los Países Bajos; una amiga le convenció para irse de viaje con ella a España a acampar por ahí y dormir en la playa. Eso hizo, y allí conoció a gente que les ayudó a ir de un sitio a otro. Incluso llegaron hasta Portugal. También me contó cual fue su mejor noche allí. Me dijo que estaba en la playa, tumbado mirando a las estrellas, según él el cielo nocturno más bonito que había visto.
Cuando se acabó su viaje por España, decidió ir a Dinamarca porque su hermana vivía allí y la quería visitar. Había decidido que viajar sería su forma de vida. Era increíble estar charlando con alguien durante un vuelo. De normal, la gente que se sienta a mi lado nunca quiere charlar, es gente con la que no tengo mucho en común o me cae mal y ocupa mi sitio (pone su brazo en mi reposabrazos, toca su rodilla con la mía, etc. ).
Era un chico muy interesante, pero por desgracia había perdido el móvil en España con todas sus fotos e itinerarios. Me dijo que todavía no tenía un número permanente, así que le di mi número y me dijo que le podía llamar si alguna vez iba a Ámsterdam; el caso es que le di mi número pero yo no tenía el suyo. Ni siquiera me acuerdo de su nombre. Así que si estás leyendo esta entrada, espero que te vaya muy bien y que disfrutes mucho de tus viajes y de tus aventuras.
- Cristian
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