Empezando una nueva aventura

A 900 kilómetros de mi nueva aventura

El 22 de enero era el día; mi primera aventura Erasmus estaba a punto de comenzar. Meses de preparación, despedidas y papeleo habían llegado a su fin, solo tenía que meterme en el coche y empezar a conducir hacia lo desconocido. Si, decidí ir en coche porque me gustó poder llevarme (casi) todas las cosas que quería, y no quería estar limitada a 23 kg.

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Primera parada - Explorando Luxemburgo

Así que después de despedirme de mi novio comencé mi viaje, lleno de expectativas, miedos y nervios. La primera parada era Luxemburgo por una noche, porque no quería conducir los 900 kilómetros en un solo día. Llegué a mi hotel 7 horas después y aún estando cansada, quise salir un rato para ver la ciudad un poco. Así que paseé por Luxemburgo, me bebí un café, y no estaba segura de si debía hablar en inglés, alemán o francés, así que estaba segura de que la gente con la que intenté hablar estaba algo confusa. Como hacía frío y ya estaba oscuro, volví a mi hotel a descansar unas horas, ya que tenía que madrugar mucho la mañana siguiente.

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Conociendo a mi tutor

De repente tenía en mi móvil una notificación de Facebook de un mensaje que provenía de alguien desconocido. Estaba en francés. Esa persona me dijo que era mi tutor durante mi estancia en Amiens, y que me ayudaría con todos los problemas y preguntas que pudiera tener. Me acordé de que rellené un formulario en Internet hace tiempo, ¡pero nunca pensé que alguien llegaría a responder! Así que ya estaba bastante contenta, porque me invitó a patinar sobre hielo con él y otra gente inglesa la próxima noche; eso significaba que no estaría sola en mi primera noche en la nueva ciudad. Uno de mis mayores miedos, no hacer amigos, parece que desapareció incluso antes de llegar. ¡Que buen comienzo!

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Llegando a mi nueva casa - 9 m²

Al día siguiente continué mi viaje a las 5 a. m. para así poder llegar a tiempo a la residencia de estudiantes. Medio muerta, porque estaba cansadísima, finalmente encontré la recepción, y después de algo de papeleo entré a mi nueva habitación. Nueve metros cuadrados, sin cocina, pero al menos con medio metro cuadrado de baño con ducha. Era muy muy pequeño, pero me gustaba porque al mismo tiempo era cómodo y limpio. Así que tuve que bajar al coche 5 o 6 veces para recuperar todas mis cosas y subirlas a la habitación (desventajas de viajar en coche), pero finalmente sentí que había llegado. Y aunque estuviese muy muy muy cansada, el día acababa de empezar...


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