Día 1: jueves 30 de agosto. Adiós Inglaterra; ya llego Lyon

Día 1: jueves 30 de agosto. Adiós Inglaterra; ya llego Lyon

Día 1: adiós Inglaterra; ya llego Lyon

Jueves 30 de agosto de 2012

Jueves 30 de agosto es el día en que comienza mi año Erasmus. A las 4. 20 suena el despertador. Un sonido que no es bienvenido a esas horas de la mañana. Todavía estaba cansada, pero diez minutos más tarde, me levanté porque mi madre vino a ver si ya me había despertado. Anoche, me dejé preparada encima del piano la ropa que me iba a poner, así que podía dormir un poco más. La mañana es larga, me da tiempo a relajarme un poco antes de que llegue el taxi. Sin embargo, mi madre estaba muy estresada porque aun tenía que terminar su maleta. No sabía muy bien qué tiempo haría en Lyon, así que no sabía si le haría falta llevar ropa de abrigo. Aun no entiendo por qué se complica así, con lo fácil que es buscar el tiempo que va a hacer en Internet.

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Un rato más tarde, a las 5. 15 llega el taxi para llevarnos a mi madre y a mí al aeropuerto de Luton, que no está lejos de casa, así que no hay por qué estresarse con los preparativos ni con el viaje. Habrá quien piense que es más fácil ir al aeropuerto de Londres-Gatwick porque de allí salen vuelos directos a Lyon. Sin embargo, por motivos que desconozco, tal vez por ahorrar algo de dinero, decidí que sería una buena idea ir desde Luton hasta Montpellier por treinta libras esterlinas y luego coger un tren desde Montpellier hasta Lyon. En mi caso, Luton era la opción más barata y más fácil.

Las calles de Luton, ciudad que no me gusta mucho, estaban oscuras. Con la misma lentitud con la que nos acercábamos al aeropuerto, empezaba a salir el sol. Al final, llegamos al aeropuerto, que estaba bastante vacío, y facturamos las dos maletas y mi guitarra. No confío mucho en que la guitarra llegue sana y salva. Esperamos junto a las tiendas, pero vimos todo lo que había y no compré nada, aunque me gustó el precio de un iPad 2.

Me dan un poco de miedo los aviones por todos los programas de National Geographic sobre catástrofes con aviones que he visto, así que intento mantenerme ocupada mientras leo mi libro, "El omnibus perdido" de John Steinbeck. Es uno de mis autores favoritos junto con Tolkien. Pero al igual que el último libro de Steinbeck que leí, "Al este del Eden", este era muy difícil y yo estaba demasiado cansada como para empezarlo.

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No hubo ningún problema durante el vuelo y llegamos a Montpellier en una hora y media. La ciudad parecía agradable y tranquila. Me gustaba eso de estar cerca del mar. Por un momento, me arrepentí de haber elegido Lyon. Pero tras otro viaje en taxi y una vez resuelto el problema con los billetes del tren, ya estábamos en el tren rumbo a Lyon.

Dos horas más tarde, en un tren abarrotado de gente que iba con retraso, llegamos a Lyon. Llovía y estaba nublado. Mi madre se había dormido en el tren, pero a mí me costaba dormirme porque mi sitio estaba en el pasillo. Así que, seguía estando cansada cuando llegamos. Por tercera vez en el mismo día, cogimos un taxi hasta el albergue. Antes de llegar a Lyon, nunca antes había visto la ciudad, así que me sorprendió mucho ver tantas colinas. Estoy acostumbrada a que todo sean llanuras en Londres.

El albergue se llama Cool & Bed. Como su propio nombre indica, el albergue era muy "cool". Cada habitación tenía una temática diferente ambientada en los grandes monumentos del mundo. Nuestra habitación era la dedicada al Coliseo de Roma. En las paredes, habían pintado los monumentos italianos. La temática italiana me recordó a mis amigas con las que trabajé en los Juegos Olímpicos y a los clientes italianos, tan difíciles de controlar en las gradas de las Olimpiadas.

En el albergue, había otros estudiantes que no habían encontrado alojamiento aun y que se pasaban los días buscando un apartamento o un pisco compartido en la ciudad. He de reconocer que a mí ya me habían concedido una habitación en la residencia universitaria André Allix. Pero, me sorprendió un poco cuando vi el edificio por primera vez al día siguiente.

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Comimos en una pequeña pizzería. El sitio estaba sucio y las pizzas, asquerosas, pero eso era mejor que nada. No teníamos las fuerzas necesarias para ponernos a buscar restaurantes por toda la ciudad.

Pasamos la primera noche en Lyon en el albergue porque el día había sido muy largo y estábamos agotadas. Además, tenía planes para el día siguiente.


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