Cinco días en la isla de San Miguel, Azores (Portugal)

¿Habéis oído hablar de las Azores? Quizá no, pero os contaré algunas cosas sobre ellas. Son nueve islas volcánicas en medio del océano Atlántico. La isla principal del archipiélago es San Miguel y el resto de islas, Santa María, Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Faila, Flores y Corvo, son más pequeñas.

Se considera que las Azores son unas de las islas más bonitas y el mejor lugar para relajarse. Estas islas son tan tranquilas y bonitas que os será difícil olvidar vuestro viaje aquí. Puedo aseguraros que aún sigo sin sacarme de la cabeza las increíbles vistas y los lugares que visité.

¿Cómo llegar?

La mejor manera de llegar a las Azores es en avión. Hay muchos vuelos directos desde el Reino Unido, Alemania, Portugal y los Países Bajos. Las aerolíneas que ofertan estos viajes son Ryanair, TAP Air Portugal, SATA Air y TUI Airlines.

¿Cuál es la mejor época para viajar a las Azores?

El tiempo en las Azores es impredecible y a veces viviréis las cuatro estaciones en un mismo día. A pesar de ello, yo diría que la mejor época para viajar es entre junio y mediados de octubre. Así seguro que podéis disfrutar de más días de sol.

El transporte en las Azores

Os recomiendo que no confiéis en el transporte público de las islas. Si viajáis en grupo, lo mejor es que alquiléis un coche. Yo conseguí hacerlo en una empresa de alquiler local cerca de Ponta Delgada, en un pueblo llamado Arrifes. Lo hice allí porque me ofrecieron un precio bastante bueno para esos días e incluso me hicieron descuento. Me pidieron unos 200 € de fianza y, en comparación con otras empresas más famosas, eso no es nada.

Al alquilar este coche, que además estaba sin estrenar, pudimos visitar muchas cosas en cinco días, algo impensable si hubiéramos utilizado el transporte público. Si tenéis carné de conducir, es mejor que optéis por el coche.

Comer y beber en las Azores

Seguro que la comida de las Azores os sorprenderá. Es muy variada y no habrá nada que no os guste. Incluso aquí encontraréis los famosos pasteles de nata, los conocidos dulces portugueses. Sin embargo, os recomiendo que probéis la mermelada de fruta de la pasión que venden en las tiendas, ¡están buenísimas! También podéis comprar bolos lêvedos, una especie de panes-tortitas típicos a los que podéis añadir mermelada dentro o coméroslos sin nada más. Están ricos de las dos formas.

Tampoco podéis perderos el queso. Azores produce buen queso y es normal, ya que las vacas se pasean por la isla libremente y comen la mejor hierba. Mi queso favorito de las Azores es el O Morro, un queso suave y que se funde con facilidad. Lo hay en casi todas las tiendas y si queréis ver cómo lo hacen, podéis ir a la isla de Faial, donde está la fábrica.

¡No podéis perderos las sopas de las Azores! En todos los restaurantes de las islas sirven platos de sopa. Tienen sabores muy diferentes, pero todas están deliciosas.

Para ser sincera, me encantó el pescado. No sé si utilizan una receta especial o hacen magia en la cocina, pero el pescado está para chuparse los dedos. Lo hacen a la plancha, frito o al horno y es el mejor que comeréis en vuestra vida. Probad también los chipirones y lapas. ¡Están riquísimos!

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La carne de las Azores también tiene un sabor muy particular. Podéis comer unos filetes de ternera increíbles en el restaurante da Associação Agrícola de San Miguel. Este restaurante pertenece a la asociación de granjeros de la isla y es famoso entre los locales por ser el único sitio en el que se puede comer carne de tanta calidad por 10 o 15 €.

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No os olvidéis de probar la fruta de la isla de San Miguel, en concreto sus famosas piñas, que son las más ricas que he comido nunca. Estaba tan emocionada por probarlas que incluso fui a Ananases A Arruda, la plantación donde las cultivan. Allí también enseñan el proceso único de "ahumado" que hace que todas las plantas empiecen a florecer a la vez. Este proceso se repite durante 20 meses hasta que la piña está lista. Por este motivo tienen un sabor y una calidad tan especiales.

Por último, pero no menos importante, he de decir que no hay tantas opciones en cuanto a las bebidas en Azores. Probé las dos cervezas que hay en todo Portugal (Sagres y Super Bock). Si sois amantes de la cerveza, sufriréis un poco porque en la mayoría de locales solo hay estas dos marcas. Sin embargo, si queréis probar algo típico, os sugiero Kima. Es una bebida con burbujas hecha con fruta de la pasión y, para los días más calurosos, es muy refrescante.

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Qué hacer en San Miguel

Ponta Delgada

Ponta Delgada es la capital económica de las islas Azores y el distrito más grande de todos. Pasé casi todo el día allí porque alquilé un apartamento cerca del aeropuerto, así que tuve tiempo de explorar mucho y de descansar tras días de senderismo, aunque también es ideal para dar simplemente un paseo y buscar pasteles de nata recién hechos.

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Algunos de los puntos de interés de la ciudad son las Portas da Cidade, es decir, las puertas de la ciudad, que se construyeron en el s. XVIII y fueron las puertas de Ponta Delgada. Es divertido porque muchos locales las llaman las puertas a las Azores y no podría estar más de acuerdo con ellos.

Hay dos iglesias muy bonitas que podéis ver por fuera solo para admirar su increíble estilo arquitectónico, que es típico de las Azores. Son las iglesias de São Sebastião y de São José. Las dos están en el centro de la ciudad, así que no es difícil llegar hasta ellas.

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También visité la fortaleza de São Brás en Ponta Delgada, que se utilizó para proteger a la ciudad de los piratas a partir del s. XV. Hoy en día es el museo de historia militar. Se puede visitar todos los días y la entrada cuesta 3 €. Tiene una colección de armas muy interesante y también se puede acceder a las murallas y a los puestos defensivos para observar la belleza del océano desde allí.

Por último, pero no menos importante, disfruté mucho de mis paseos por la avenida Infante Dom Henrique, tanto al atardecer como por las mañanas. ¡Es un lugar genial para relajarse y comerse un perrito caliente azoriano!

Visita al pueblo de Sete Cidades

Sete Cidades está en la zona oeste de la isla y, al principio, el principal motivo por el que quería visitar este pueblo era porque quería ver los famosos lagos de las Azores. Empecé a andar, rodeé los lagos y comí en un restaurante en Lagoa Azul donde servían comida típica, que estaba más que deliciosa. Era muy barato, me costó unos 6 €.

Después de comer fui al mirador de la Boca do Inferno, ¡hizo que se me desencajara la mandíbula de lo precioso que era! Frente a mí tenía los lagos y, al fondo, el océano. Unas vistas hipnóticas.

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Un rato después seguí caminando y fui a la lagoa de Santiago, un lago verdoso que está de camino a los lagos de Sete Cidades. Es un buen lugar donde hacer una parada para descansar si estáis haciendo senderismo. Después decidí explorar los alrededores y fui hasta la lagoa do Canário, también conocido como el lago de "Snapchat" porque parece el logo de esta aplicación si se mira desde arriba o en un mapa. Es un lugar increíble en el que pude descansar un rato con mi hamaca.

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Por último, al final del día, fui al mirador da Vista do Rei, desde donde disfruté de una increíble puesta de sol.

Lagoa do Fogo

Al día siguiente fui al lago de fuego en São Miguel. Era muy pronto y apenas había gente, por lo que decidí escalar hasta el pico da Barrosa, desde donde tuve unas vistas sobrecogedoras de todo el lago y otros lugares de la isla.

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Después fui al mirador sobre la lagoa do Fogo y desde allí empecé mi descenso hasta la playa del lago, donde disfruté de algunos rayos de sol tumbada en la arena. He de decir que allí abajo se estaba muy tranquilo y solo se oía a los pájaros piar. Esto hizo de mi experiencia algo inolvidable.

Lo siguiente en mi lista era la lagoa do Congro, que está considerado uno de los lugares más verdes del mundo. El lago está oculto por un frondoso bosque verde y hay que andar unos 20 minutos para llegar hasta él. Os recomiendo que llevéis calzado cómodo porque el suelo está un poco resbaladizo.

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Para acabar el día fui a lo alto de la iglesia de Villa Franca do Campo. Desde allí pude ver el vasto océano y la pequeña isla de Villa Franca do Campo, donde muchos turistas van a bucear y a hacer submarinismo. Fue increíble acabar el día así.

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La ciudad de Furnas

El mismo día, tras visitar el lago de fuego, fui a la ciudad de Furnas. Mi primera parada allí fue en el mirador do Pico do Ferro desde donde disfruté de unas vistas muy bonitas del lago de Furnas.

Después fui a la ciudad, donde había muchos géiseres echando agua por todos lados, piscinas y aguas termales. Di un paseo por la ciudad y disfruté de sus floridos jardines, pero he de decir que huele a sulfuro en todos lados y que el olor es excesivo en algunos momentos.

Fui a uno de los restaurantes más conocidos para probar el típico cocido. Está hecho con carne y verduras que se introducen de una olla, que posteriormente se coloca cerca de los géiseres para que se cocine. Esto hace que el plato también tenga un ligero olor a sulfuro y quizá sea algo que no os guste.

Por último, terminé mi vista comiendo mazorcas pequeñas de maíz dulce hervidas en un géiser que le compré a una mujer mayor en el centro de la ciudad por 1 €. Siendo sinceros, ¡fue el mejor maíz hervido que he comido nunca!

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Las cascadas del sur

En mi tercer día disfruté de un viaje a las cascadas del sur de la isla. En primer lugar visité las cascadas de agua caliente de Ribeira Quente, que están entre dos túneles que hay de camino a la ciudad. Fue toda una aventura llegar hasta ella porque hay que tener mucho cuidado a la hora de cruzar la carretera y llegar hasta el camino marcado. Sin embargo, merece la pena porque la cascada en sí y el camino que hay que recorrer son increíbles.

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Después caminé hasta la cascada Salto do Prego. El camino hasta ella fue muy duro. Había mucho barro y no llevaba el calzado adecuado, pero finalmente llegué. No era tan grande e increíble como la de agua caliente, pero la frondosa vegetación que la rodeaba hacían de ella un lugar especial.

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Los miradores del norte

Al día siguiente decidí que quería disfrutar de las vistas de la parte norte de la isla. Empecé por los miradores de Nordeste, una ciudad al norte de San Miguel. Mi primera parada fue el mirador da Ponta do Sossego, que tiene un jardín precioso con sitios para sentarse y disfrutar de las vistas. Después fui al mirador da Vista dos Barcos, desde donde vi el faro más antiguo de las Azores.

Por último, decidí ampliar mi ruta e ir a la empresa de té de las islas porque me enteré de que las vistas desde allí eran sobrecogedoras. Cuando fui a la empresa de té Gorreana, entré sin pagar y probé los deliciosos tés verdes y negros que ofrecían. Tengo que decir que eran ligeramente diferentes y más agradables de beber que los tés normales de estas variedades. Después fui a la plantación. Al principio había mucha niebla y parecía que iba a llover, pero un par de minutos después el cielo se despejó y hacía mucho sol, así que disfruté de las increíbles vistas de las plantaciones de té y del océano azul.

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Piscinas termales en la jungla

En mi último día tuve una experiencia muy agradable porque visité las piscinas termales menos conocidas de la isla, en Caldeira Velha. Fue increíble. ¡Os lo prometo! Tengo que admitir que me sentía como si estuviera muy lejos de casa, en las profundidades de una selva tropical. ¡Vi más helechos y palmeras que nunca!

Las piscinas termales eran geniales tanto para nadar como para relajarse. Entrar costaba 8 €, dos horas. Hay un tiempo limitado para estar dentro para que no se llene de gente.

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Después fui a un pequeño estanque escondido en la isla donde pude estar un rato en el agua que, aunque estaba fría, se agradecía. Los locales lo conocen como Poço Azul o el bien azul y es un poco difícil encontrarlo porque está alejado de camino y no mucha gente lo visita. Si os soy sincera, la bajada al estanque fue un poco complicada, pero es aún más difícil subir de nuevo, pero la experiencia merece la pena.

De vuelta al apartamento, paré en el Parque Natural dos Caldeirões, una reserva protegida en San Miguel. Di un paseo por el parque, vi sus increíbles cascadas y uno de los helechos más grandes, así como otras especies tropicales. Todo se puso aún más bonito cuando comenzó a llover y se creó un ambiente de selva que acompañaba el canto de los pájaros.

Qué ropa traer a las Azores

Las Azores no son un destino idílico de playa, así que desde mi punto de vista os sugiero que traigáis ropa cómoda y una chaqueta. Además, traed deportivas o botas de senderismo si tenéis porque será mejor para vuestros pies si el tiempo cambia y empieza a llover. No os olvidéis del bañador y de la crema porque el sol puede llegar a ser abrasador.

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¡En general, mi experiencia fue inolvidable! He de decir que la isla de San Miguel es sobrecogedora, tiene mucho que ofrecer. Seguro que vuelvo algún día, ¡necesito volver a tener estas sensaciones de nuevo!


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