Objetivo ahorro (parte 1): mi experiencia con el presupuesto
Todo el mundo sabe lo que pasa cuando uno está de Erasmus: las posibilidades económicas no son infinitas y mientras que por un lado queremos gastar todo nuestro dinero en viajar o en salir a disfrutar de la vida, por otro sentimos una gran responsabilidad. Por este motivo, toca ahorrar para poder pagar el alquiler, hacer la compra y, sobre todo, para no tener que pedirles dinero a nuestros padres poco más de un mes después de haber llegado. Les prometemos que se lo devolveremos a nuestro ritmo en cuanto volvamos a casa. Seamos sinceros: no va a ocurrir.
El problema fundamental del Erasmus es que las ayudas que recibimos de las instituciones sirven, en teoría, para cubrir solamente los gastos de alquiler, pero no son suficientes para cubrir el resto de gastos que un estudiante debe afrontar: el viaje, las facturas y las compras de comida. Llegar a un acuerdo con la familia podría ser una solución: os comprometéis a pagar las compras de comida, las facturas mensuales, el abono de transporte, etc., y ellos a cambio os pagan el alquiler. En la mayoría de casos es lo que ocurre, pero cuando uno ya tiene más de veinte años, el sentido de la responsabilidad crece cada vez más y se puede llegar incluso a no querer recibir ayuda económica de los padres para sacarse uno mismo las castañas del fuego.
En este momento, entrará en juego vuestra habilidad para planificar milimétricamente vuestros gastos.
Debéis buscar estrategias para ahorrar y ajustaros al presupuesto mensual. Es fácil decirlo, pero ¿y hacerlo?
En primer lugar, los gastos a los que deberéis hacer frente dependerán sustancialmente de vuestro destino: podréis intentar ahorrar, pero si vais a una gran capital europea (ciudades como París, Berlín, Lisboa, Barcelona... ), tened en cuenta que el coste de vida es bastante alto. Obviamente, debéis saber que la ayuda económica que se os dará se calcula en base al nivel de vida del país de destino.
Debo decir que, según mi experiencia, tuve bastante suerte. Me dieron Coímbra, una ciudad de Portugal, con un coste de vida realmente bajo, lo que me facilitó mucho las cosas. Como tenía que hacer frente a muchos gastos, en un principio me invadió la desesperación: estaba casi segura de que comería pan, sopa y ensalada durante gran parte de mi estancia. Por suerte, utilizando pequeños recursos conseguí sobrevivir y logré encontrar el equilibrio perfecto entre deber y diversión.
Si vuestra universidad de origen está en Italia, debéis saber que es difícil que os vayáis de Erasmus con el dinero de la ayuda en vuestro poder. A menudo, la ayuda mensual os la darán un mes después, máximo dos. Por este motivo, deberéis echar mano de vuestros ahorros o pedir ayuda a vuestros familiares.
Lo primero que hice fue comprarme una agenda de bolsillo donde apuntaba mis gastos mensuales y diarios.
La planificación os resultará especialmente complicada el primer mes: veréis que tenéis que afrontar muchos gastos muy diversos. Por ejemplo, si os apasiona la limpieza, tendréis que comprar productos para limpiar vuestra habitación y, si no hay, también tendréis que comprar cazuelas, vajilla, ropa de cama, mantas... Depende mucho de lo que os encontréis al llegar a vuestra nueva casa. Os aconsejo que preguntéis siempre al casero para prevenir.
Tras llegar a mi destino, me informé inmediatamente sobre cuáles podían ser mis gastos fijos mensuales además de piso y facturas, como por ejemplo, el bono de transporte o la inscripción al gimnasio. Una vez cuantificados este tipo de gastos, me fue más fácil comprender cuánto dinero me sobraba al mes para los gastos variables. En la agenda dividí los gastos variables en dos columnas: ocio y compras de comida. Anotaba día a día en ella lo que había gastado para tener todo a la vista.
En cuanto a las compras de comida, los primeros meses es complicado establecer un límite máximo de gasto: tendréis que aprender qué supermercados os convienen más y tardaréis un tiempo en comprender qué y cuánto comprar. Bajo mi punto de vista, tras dos meses conseguiréis establecer perfectamente un límite máximo de gasto en comida.
El fin último de esta planificación que hice, más bien "casera" y nada meticulosa, era ahorrar el máximo posible para ocio: viajes, tardes de fiesta o compras. Seguro que el gasto en estas cosas será considerable, como es obvio. No podéis planificar un límite para esto, ¡es absurdo! Organizaréis viajes improvisados con vuestros amigos, compraréis souvenirs, iréis a conciertos o una tarde os apetecerá invitar a vuestros amigos a una ronda. El objetivo del Erasmus también es divertirse y vivir experiencias nuevas. Está claro que no puede ponerse un límite a todo.
Respecto a estos gastos, serán vuestro juicio y sentido de la responsabilidad (si es que los tenéis) los que os guíen.
Seguro que tenéis una tarjeta de crédito. Pagar con ella es más cómodo, pero también tiene sus desventajas. Si pagáis con tarjeta y no tocáis el dinero con las manos, tendréis la sensación de tener mucho ahorrado y sentiréis que no estáis gastando lo suficiente. Paguéis lo que paguéis, nunca tendréis la sensación de estar haciendo un gasto real.
Notaréis la diferencia que hay entre pagar 30 € en efectivo o con tarjeta. En mi opinión, siempre es mejor controlar periódicamente vuestro crédito, ya sea con la app del banco instalada en el móvil o con el ordenador.
Hay compras que no podréis hacer con la tarjeta de crédito, como por ejemplo un café en un bar o lo que compréis en un mercadillo. Si decidís sacar dinero, seguramente os cobrarán una comisión. En un principio, mi error fue sacar entre 10 y 30 € cada vez que iba al banco porque me cobraban 2,50 € por cada transacción. Lo mejor es, en este sentido, sacar una cantidad elevada para evitar perder dinero pagando constantemente esta tasa.
Y estos, chicas y chicos, han sido mis consejos prácticos (y espero que útiles) sobre cómo organizar vuestros gastos y gestionar vuestro dinero mientras estáis de Erasmus.
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