Los acantilados de Shirahama Sandanbeki
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De visita en los alucinantes acantilados de Shirahama Sandanbeki
Aquí llega la historia y las fotos de la visita a uno de los paisajes más turísticos y bonitos en Japón, Shirahama y sus acantilados. Prometí traeros un artículo especial sobre nuestro viaje a este alucinante e imponente lugar. Fuimos allí el día 15 por la tarde, después de un paseo en bicicleta.
Debo decir, antes de nada, que hay más lugares con el mismo nombre en Japón y para escribir este artículo me sentía confuso, a veces, porque una semana más tarde visitamos Shirahama con el Campamento Juvenil Lions, pero esa vez se trataba de Shirahama White Beach, cerca de allí. El día 15 yo no tenía ni idea de todo eso.
Por cierto, toda esta zona y el nombre Shirahama son de los lugares más famosos en Japón así como unos de los más hermosos.
De camino a Shirahama en coche
Teníamos planeado ir allí después de comer, por la tarde, y una amiga de la familia de acogida que hablaba inglés nos acompañó. Le pidieron que nos acompañara porque mi padre de acogida hablaba muy poco inglés y así el viaje sería más interesante. Resultó ser una gran ayuda, como veréis en seguida (o podéis leer el artículo del Día 15). Ella me enseñó también un pequeño álbum de fotos con imágenes de las pinturas de uno de los lugares japoneses (estoy bastante seguro de que era uno de los que había visitado o que estaba por la región) esbozados e ilustrados por los viajeros europeos hace cien años.
Me senté en el coche, en el asiento de la izquierda, papá Tetsuya-san conducía a la derecha y nuestra amiga estaba detrás. El viaje no fue tan largo, creo que duró menos de una hora por la autopista y al principio no sabía si nos dirigíamos al norte o al sur. Este sitio, al parecer, está al sur de Gobo. Durante el viaje hablamos del diseño y la arquitectura japoneses comparados con Europa y, en general, de las diferencias entre las dos culturas.
Las vistas eran prácticamente las mismas que en el resto de viajes. La autopista iba rodeando las colinas por los valles y pasaba por muchos túneles. Una vez más, se puede observar cómo crean y construyen los asentamientos en los valles rodeados de montañas; y todo eso sin los techos anaranjados típicos de la zona occidental.
Cuando nos acercábamos a nuestro destino pasamos por otra gran ciudad en la zona de Tanabe. Recuerdo haberla visto cuando rodeábamos la bahía. Sí, la ciudad está situada en la bahía Tanabe, donde la línea de costa está abarrotada con pequeñas islas a su alrededor. Recuerdo también que me pareció mucho más grande a lo lejos.
Nos acercábamos a Shirahama (según nuestro GPS) y noté que empezamos a ascender un poco por las colinas y la única vista a nuestro alrededor era vegetación. Un montón de bosque a nuestro alrededor y una ciudad más en el valle que tuvimos que atravesar. La carretera empezó a inclinarse hacia arriba y yo empezaba a sentir mucha curiosidad por todo eso. En algunos puntos desde las colinas y las montañas se podía ver el océano a unos cien o doscientos metros de distancia por debajo. Eso fue algo fantástico.
Bienvenidos al Parque Shirahama
El paisaje a mi alrededor me recordaba mucho al de Jurassic Park. El bosque y los árboles tenían un aspecto tropical y en algunas zonas podía ver enormes vallas o muros. Buscamos el aparcamiento a lo largo de la carretera y encontramos uno no muy lejos de la entrada.
Estaba muy emocionado por ver qué había planeado papá Tetsuya-san y le seguí. Llegamos a la entrada y entramos en una calle de unos 500 metros de largo que llevaba a los acantilados. Estaba llena de pequeñas tiendas que vendían montones de recuerdos y también comida. Había un montón de helados distintos, perritos calientes y hamburguesas que pedían a gritos que las compraran. Nos compramos unos helados de camino de vuelta al coche más tarde porque hacía mucho calor y tenían una pinta irresistible.
Al final de la calle nos encontramos en una pequeña plaza circular desde la que teníamos varias opciones para avanzar. Sin embargo, lo que queríamos en ese momento era llegar hasta el acantilado y observar las vistas del océano. Como podéis observar en la fotografía de arriba, había una valla de madera que llega hasta el mismísimo borde del acantilado, hasta resultar incluso peligroso. Por suerte, dijeron que no había peligro de que los acantilados colapsaran y cayeran al océano. Yo no podía evitar pensar en ello, y en que no sería nada agradable si ocurriera. He aquí el por qué.
El extraordinario paisaje de Sandanbeki y su historia
Una vez que llegamos a la valla de madera todo lo que mis ojos veían eran las enormes olas golpeando el acantilado y casi llegando hasta nosotros. Los enormes acantilados tenían una altura que oscilaba entre los 25 y hasta 50 metros. Podéis ver la casa al otro lado y comparar (un poco más abajo podéis encontrar las fotografías del momento en que las olas golpean las rocas).
El nombre del lugar en el que estábamos es Sandanbeki, que significa "acantilados de tres partes". Creo que la costa está a 1. 5-2 km de distancia y hay muchas cuevas por el camino. En realidad, en una de las fotografías se puede notar una entrada a las cuevas que íbamos a visitar en unos 10-15 minutos. Intenté documentar todo lo que me rodeaba porque nunca había estado en un lugar así, con unas olas tan grandes. Hablando de los acantilados y de la altura, solo he estado en un lugar donde los acantilados fueran más altos que estos y fue en Croacia, donde la altura máxima de los acantilados sobre el nivel del mar estaba alrededor de los 160 metros. Aunque el mar estaba bastante en calma.
El tiempo se puso nublado y entonces se vio el poder del océano. Yo estaba observando las olas y el horizonte a lo lejos, comparándolo con los barcos que navegaban. El océano se movía tan rápido que las olas que creaba podrían probablemente destrozar a alguien y hundirlo rápidamente. Me puse a pensar en mis probabilidades de sobrevivir en el caso de que cayera (aunque esperaba no ser tan estúpido). En conclusión, aún estando a 200 metros de distancia de los acantilados, las corrientes marinas me arrastrarían rápidamente más allá de la costa o hacia mar abierto (y entonces, probablemente, me pasaría por encima un barco japonés o chino) o, más probablemente, la marea y las olas me arrastrarían a los acantilados en medio minuto y, aunque no muriera al ser lanzado contra el acantilado a gran velocidad, probablemente acabaría ahogándome en cuanto las olas volvieran y se tragaran todo lo que hubiera en la superficie.
Papá Tetsuya-san se puso a pensar en la vida.
Me dijeron que íbamos a ir al otro lado. Como había olvidado mencionar, por debajo de nuestra plataforma o mirador solo había vegetación, algunos arbustos y árboles que habían crecido entre las rocas y alrededor de ellas. Los acantilados más altos estaban a nuestra izquierda y también tenían vegetación. A nuestra derecha había una bahía estrecha, aunque resultaría mortal si cayeras por allí. Desde allí también se podían observar las olas yendo y viniendo. Me divertí intentando seguir algunas olas e intentando adivinar cómo de grandes serían. Creo que todo el mundo a mi alrededor se alegraba también cuando veíamos "la grande" que hacía comenzar los fuegos artificiales acuáticos. En conjunto, todo esto era como una película de Jurassic Park o una de esas de naufragios y piratas. ¿Piratas? ¡Sí!
Podéis fijaros en la gente que hay en la esquina para compararla con la naturaleza.
Hay también historias y leyendas sobre piratas que se escondían en estas cuevas hace cientos de años. Los dos grupos que había eran los piratas Tagamaru y Kumanosuigun, que escondían sus navíos en las bahías de los acantilados y construían asentamientos y hogares entre los sistemas de cuevas. Esto no son solo cuentos del folclore tradicional, como veréis a continuación. Y no olvidéis que puede verse una cueva en la foto. Si no la encontráis es normal porque los piratas las aprovechaban para esconderse de las miradas indeseadas.
Bajamos a visitar las cuevas piratas... y a los piratas
¡Llegó el momento de visitar las cuevas bajo nuestros pies y sus secretos! Y también a los viejos piratas. ¿A quién no le gustan los piratas y sus historias? Lo único mejor es ir, visitarlo y pasear por los lugares que habitaron en el pasado.
Dimos la vuelta y entramos por el gran edificio que se ve en las fotografías. Después de encontrar la entrada fuimos a comprar los tickets para las cuevas y la exhibición que hacían allí. En el vestíbulo vi muchos modelos de barcos y algo que me resultó incluso más atractivo, unas armaduras antiguas de los samuráis de la marina japonesa. Hablaré más de ellos (y podréis ver fotos) cuando estemos de nuevo en la superficie.
Había un ascensor que bajaba hasta dos niveles por debajo de nosotros, lo que se traduce en unos 30 metros. Bajamos y se abrieron las puertas del ascensor.
¡Todo esto parecía muy interesante! Nos encontramos en una cueva más grande que solía usarse como salón. Había un bote con varias figuras en él. Como podéis ver en las fotos, esos tipos llevaban una armadura relativamente ligera con un vestido por debajo, y palos largos para cazar, también había algunos sables y una espada samurái. Tenían en sus manos esos sombreros triangulares que, desde una perspectiva occidental, son de un estilo muy asiático. Delante del bote había algunas otras figuras con armaduras pesadas, probablemente piratas y samuráis, y podías poner tu cabeza sobre sus cuellos para hacerte unas fotos. Yo quería hacerlo pero ya había un grupo más grande o una familia o amigos antes de nosotros, unos americanos, y les habría llevado mucho tiempo.
Por supuesto, hicimos un tour alrededor de toda la zona y vimos todo lo que tenían. Ciertamente hay dos cosas más que se me quedaron grabadas en la memoria como algo realmente increíble y que era como vivir una escena de las películas de aventuras.
En primer lugar, nos dirigimos a un pasillo de cuevas a nuestra izquierda. El suelo estaba bastante húmedo en algunos puntos y tuve que prestar atención para no caerme si la cosa se ponía resbaladiza. El caso es que una parte del suelo eran rocas antiguas y placas de madera, pero como casi todo el tiempo está húmedo había que andarse con cuidado. De camino a nuestro destino tan esperado vimos un par de figuras, artefactos y partes de botes de piratas y de algunos capitanes, esto fue realmente genial pero no se podía tocar nada y ningún vídeo o foto le hace justicia.
Perdón por la mala calidad y porque algunas fotos están un poco desenfocadas, allí era difícil hacer fotos porque estábamos prácticamente a oscuras, y mi cámara no es la mejor.
Tengo que admitir que cuando vi la armadura en la primera fotografía de arriba pensé inmediatamente en el Señor de los Anillos y en una mezcla entre la armadura dorada élfica para el pecho y los cascos de Isengard. En vez de la mano blanca de Saruman, estaban teñidos de un color rojizo.
También podéis ver las armas detrás de la armadura. Todo esto resulta muy interesante si eres el tipo de persona a la que le gustan estas cosas. Podría mencionar otra historia de Croacia que recordé cuando escuchaba las historias de las cuevas. En Croacia, en la zona la ciudad de Omiš en Dalmacia también había un lugar muy conocido por los piratas de Omiš. Tenían allí una bahía y algunas cuevas y causaron muchos problemas a los vecinos de Venecia, hace ya mucho tiempo.
Y ahora llega una de esas experiencias únicas que ninguna cámara o vídeo en la TV puede describir ni hacerte sentirlo de verdad, experimentarlo como es realmente.
Experimentamos una simulación de las olas del océano golpeando el barco
Después de llegar al final del pasillo, el "techo" se fue acercando cada vez más a nuestras cabezas y tuve que llevar cuidado para no golpearme con algo. Creo que me habría dolido más a mí que a la cueva.
Había otros dos pasillos cortos que iban en círculo (como me enteré más tarde), pero uno en medio de ellos dirigía a la gran entrada de la enorme cueva, o, más bien, a la abertura a los acantilados. En cuanto dejamos a los piratas y nos fuimos acercando a esta zona abierta, se podía oír cada vez más el sonido del océano y oler el aroma de la sal en el aire.
Entonces llegamos a algo que se podría describir como "un balcón de piedra de barco". Estábamos situados mirando al otro lado del enorme pasadizo de la cueva, que debía tener unos 6-7 metros de alto. Frente a nosotros había una apertura a la pequeña cueva por la que habíamos llegado y a cada lado, la roca ascendía hasta los 2-3 metros y se fundía con el techo de la gran cueva.
Justo debajo de nosotros el agua del océano entraba y salía de la cueva. No llegábamos a ver el final de la cueva puesto que se adentraba otros 10-20 metros en el acantilado, pero recuerdo que el agua estaba a unos 3-4 metros por debajo de nosotros. Lo único que evitaba que cayéramos era la valla improvisada, esculpida en la roca con la forma del balcón de la habitación del capitán de un barco.
¡Y aquí llega el gran final!
Mientras observaba todo lo que tenía frente a mis ojos y olía la sal en el aire, de repente toda la habitación se oscureció, como si se hubiese cerrado la entrada de la cueva. Por un segundo me sentí confuso.
Y un segundo después retrocedí corriendo. Lo que había cerrado la abertura de la cueva era una enorme ola acercándose. Si me hubiese quedado en el balcón seguramente habría acabado empapado. Intentamos cubrirnos 2-3 metros atrás pero el agua nos alcanzó igualmente después de que la ola estallara contra las rocas. ¡Fue algo asombroso! No podía salir de la cueva sin antes grabar eso así que esperamos 2 minutos más hasta la siguiente "sombra" seguida por "el fin del mundo". Esa vez me alejé más atrás pero mi cámara acabó mojándose un poco. También podréis ver el vídeo, solo tenéis que ser pacientes.
Un santuario bajo tierra
Volvimos por el mismo camino, pasamos por el salón con el ascensor (los americanos seguían allí haciéndose fotos disfrazados de samuráis y piratas). Entramos a otra "sala" después de caminar por un pasillo corto, este era algo distinto y no tan mojado como antes, cuando tuvimos que huir de la ola.
Era una especie de santuario por dentro y el aire estaba lleno de humo de las velas encendidas en las esquinas. Todo parecía muy místico y me recordaba a Piratas del Caribe: en el Fin del Mundo, cuando van a Singapur y todo está lleno de humo y niebla, en la habitación podíamos encontrar artefactos similares, banderas, polvo, velas y símbolos kanji. Pasamos allí unos minutos y me dediqué a comprobar cada esquina por si podía encontrar algún artefacto o algo misterioso.
De vuelta a la cima y las armaduras samurái
Acabamos nuestro fantástico tour por abajo y fuimos de nuevo al ascensor (los americanos aún estaban allí así que tuve que aceptar que no tendría una foto vestido como un samurái o como un pirata japonés) y subimos. Después de pasar algo más de 20 minutos a 30 metros dentro de las cuevas, en las sombras, al subir las cosas se volvieron muy claras.
Nos dirigimos a la siguiente salida y caminamos por un pasillo largo. Por el camino encontramos samuráis exhibidos junto a otros armaduras y armas de la marina. He mencionado arriba que iba a hablar sobre esto así que, ¡allá vamos!
Creo que todos de pequeños hemos soñado ser o, al menos, ver un samurái. Yo tuve la oportunidad de verlos en dos ocasiones, uno muerto (bueno, su armadura) y otro vivo, disfrazado y me hice una foto con él (esperad a verla en los siguientes posts).
Todo parece muy guay pero hay una cosa que me sorprendió un poco y me hizo reír al pensar en la historia. Todas esas armaduras para guerreros samurái adultos parecían hechas para niños. Al parecer, la gente solía ser mucho más baja en el pasado (sin mencionar que muchos europeos son también bajos en algunas regiones y países) y ese tipo que fue un samurái era dos, si no tres cabezas más bajo que yo. Intenté imaginar cómo sería ese samurái, ese "guerrero silencioso", escabulléndose por ahí, apuñalando gente, lanzando shurikens y demás. Seguro que podían esconderse mucho mejor de lo que yo lo haría si alguien me transportara al pasado a través de un portal en el tiempo. Aunque aquellos tipos serían enanos desde una perspectiva moderna, la armadura parecía bastante pesada.
Sin embargo, el conjunto parecía genial y me probé un sombrero samurái cuando nadie miraba. ¡Hora de seguir!
El jardín y el manantial Onsen para tus pies
Salimos del edificio para llegar al otro lado de los acantilados (Senjojiki), donde uno tenía mucha más libertad para caminar por allí. Lo primero que vi al entrar es un jardín verde tradicional con algunas esculturas. Era muy bonito y estaba muy bien decorado, había incluso una fuente. Todo parecía muy... japonés. Lo que me gustó de este sitio era el camino de baldosas de piedra y madera. Así como la pequeña valla de madera que podéis ver.
Sin embargo, antes de continuar nuestro viaje por ese jardín al otro lado de los acantilados de Shirahama, paramos en la esquina del edificio, en los manantiales u Onsen.
Papá Tetsuya-san y nuestra amiga me dijeron que era muy sano para el cuerpo relajarse allí. Así que me dijeron que me quitara mis sandalias, me sentara y pusiera los pies dentro del agua caliente. Al principio tuve que hacerlo despacio para acostumbrarme a la sensación, pero después resultó ser una sensación muy agradable. Me quedé allí sentado durante 5-10 minutos, observando el océano y hablando con ellos, era difícil sacar los pies de allí. Recuerdo que hace un año, cuando estaba en Suiza, hicimos lo mismo, algo que era bueno para tu salud, en un parque en las montañas. Pero, en vez de agua caliente, allí estaba el agua congelada, donde primero tenías que meter tus brazos con ambas manos hasta los codos debajo del agua y sobrevivir; y luego caminar con los pies descalzos por el lago helado, en ese punto apenas sentías ya alguna parte del cuerpo. Esta experiencia fue algo más agradable. ¡Hay que probarlo todo!
Después de dejar esa maravillosa agua cogí un pañuelo para secarme los pies antes de ponerme otra vez las sandalias y continuamos nuestro trayecto por las rocas de Senjokiki.
Dando brincos por las rocas de Senjokiki
Tardamos unos 5-8 minutos en llegar al otro lado desde la plataforma (¿veis el edificio arriba? Ahí estábamos cuando llegamos a los acantilados). Para llegar allí fuimos por el jardín que nos llevó durante unos 50 metros por un pequeño "bosque" de árboles y arbustos siguiendo las escaleras de piedra y madera. A nuestra izquierda estaba el borde con una valla y 2-4 metros detrás empezaba la caída. Nadie intentó ir allí, claro. Una vez más caminamos por ahí, escuchando las olas, rodeados de la flora y, de vez en cuando, acercándonos a cotillear entre los arbustos. Me sentía como si estuviera con Frodo, Sam y Smeagol en Ithilien. Entonces el camino empezó a descender.
Una vez allí hay mucha más libertad para moverse. Después de dejar atrás los árboles, la carretera se transformó en un montón de rocas. Había rocas grises con tonos marrones alrededor y otras personas iban detrás de nosotros o volvían por el camino de rocas. Me di cuenta de que podía aprovechar la oportunidad para correr un poco y saltar de una roca a otra al mismo tiempo, solo para divertirme. Ese era mi hobby en Dalmacia cuando era pequeño (ahora hay mucha gente alrededor y me habría sentido estúpido) pero aquí no había problema y no pude resistirme.
También había una valla delineando la zona y una marca que no debíamos cruzar. Estuve prestándole atención casi todo el tiempo, pero cuando quería hacer fotos hice una excepción y la crucé. Como sé que mis padres estarán leyendo esto, es probable que reciba alguna llamada furiosa de parte de mi madre así que para aclararlo, no había por qué preocuparse, aún estaba a varios metros del borde y no estuve en peligro en ningún momento. Por desgracia, mis capturas analógicas fueron mi mayor fracaso en Japón, pero aprendí la lección de medir la luz mejor. El problema era el cielo gris, el agua casi blanca por las olas y lo único decente eran los acantilados por lo que tanto mi cámara como yo nos estábamos volviendo locos.
Les dije a los demás que iba a seguir saltando un rato más para comprobar qué otras cosas podía fotografiar. Todo este lugar era realmente espectacular y si vas al sur de Japón tienes que hacerle una visita. Si continuaba por ese camino de rocas habría llegado a las que están más cerca del nivel del mar porque iban descendiendo cada vez más. Además, si se sigue por esa dirección (hacia el norte) se llega a la ciudad de Shirahama y a la hermosa Shirahama White Beach. Yo no sabía nada de eso en aquel momento pero una semana después visité la playa de Shirahama con el campamento. Así mismo, cuando estuve en la playa y en la ciudad me confundió el hecho de escuchar el mismo nombre para varios sitios distintos y pensé que, probablemente, no estaríamos cerca del lugar que había visitado con mi familia de acogida. Ahora ya sabéis que hay más Shirahamas por ahí.
Esto es lo que se ve al mirar al horizonte. Prácticamente nada excepto el lugar en el que el mar azul oscuro y el cielo se encuentran. También vi dos barcos grandes en el horizonte y me preguntaba cómo de lejos estarían. Una vez más, algunos barcos de pesca o bote más pequeños a varios cientos de metros o a unos km de la costa. El océano se movía con rapidez. Volví a mirar hacia la bahía y al lugar por el que habíamos venido y observé las olas chocar con los acantilados. Una de ellas nos habría alcanzado si hubiésemos estado en la plataforma. (¡Podéis verlo en las fotos de abajo! )
Increíble, ¿verdad?
Antes de terminar con el tour de Shirahama y volver al coche quería hacer una foto de papá Tetsuya-san. Estaba sentado en unas rocas un poco mas allá y llevaba su camisa roja. Era una escena perfecta para una fotografía. Sin embargo, en cuanto saqué mi cámara se levantó y, al verme allí empezó a saludar. Al final conseguí otra captura histórica.
Tardamos 15 minutos en llegar al aparcamiento porque paramos en la calle de los helados y Tetsuya-san nos compró algunos.
Poco después llegamos al coche, esperamos un poco hasta que todos terminamos los helados y salimos de Shirahama Jurassic World.
En el restaurante en la cima de la colina
Después de meternos en el coche, mis dos anfitriones japoneses empezaron a discutir algunas posibilidades, hacer turismo o ir a los lugares que podíamos visitar de esa zona.
Recuerdo que en la discusión se mencionaron pandas pero yo estaba confuso (tranquilos, no vimos pandas). En vez de dirigirnos a los valles, decidimos ascender por la colina y había momentos en que la carretera hacía zig-zag. En ese momento, yo estaba totalmente desorientado y no tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos. Después de 10-15 minutos en coche llegamos a nuestro destino. Parecía un enorme edificio, algún tipo de hotel; encontramos el garaje y aparcamos allí.
En cuanto subimos y entramos a este lugar pude fijarme en algunos símbolos de pandas en los souvenires y en la tienda que tenían en el primer vestíbulo.
Encontramos un salón más grande que estaba muy bien decorado y tenía un piano en el centro del restaurante. Nosotros buscábamos las mesas de fuera para sentarnos en la terraza cuando encontramos algo. Allí, pegado a la valla, se podía ver muy a lo lejos.
Lo primero que vi fue más o menos lo que veis en la fotografía de arriba. Naturaleza por todas partes. Me recordó otra vez a Jurassic Park, parecía la isla de Sorna. El bosque nos separaba de las rocas y los acantilados de Shirahama que acabábamos de visitar, y, a lo lejos, a unos 5-6 km, se podía ver la costa y el río Kumano. Supongo que nada especial.
Delante de nosotros había una zona en construcción, todo el terreno estaba lleno de escavadoras. Como se puede ver mejor desde Google Earth, este lugar iba a convertirse en un campo de golf.
Nos tomamos un café y, finalmente, nos sentamos a charlar. Nuestra amiga intérprete me dijo que papá Tetsuya-san había encontrado por fin tiempo para hablar conmigo puesto que antes había estado ocupado (él también tenía que trabajar en casa y en la oficina, además de ir a otras ciudades y lugares fuera de Gobo a visitar zonas de construcción). Estuvimos hablando allí durante al menos una hora; hablamos de la vida en Japón, de las diferencias entre Croacia y Europa, con Japón, el estilo de vida, las actividades de ocio, la historia... Yo tenía curiosidad sobre la historia local de la región de Kansai. De alguna manera acabamos hablando de las Yakuzas, las infames mafias japonesas con sus cuarteles generales en Osaka. Sin embargo, papá Tetsuya dijo que no son como las demás y que en Japón casi nunca hacen daño a la gente normal y a los "ciudadanos", más bien son caballeros que suelen incluso participar en eventos públicos y festivales sin problemas. Solo suelen haber peleas entre ellos o con otros grupos.
Hice unas últimas fotos de la zona y volvimos al coche. Llegamos a casa relativamente pronto y nos fuimos todos juntos a cenar a un restaurante. Antes de eso toqué un poco el piano hasta que Sumire llegó del colegio.
En conclusión
Espero que las imágenes valgan más que las miles de palabras que he escrito. Si alguna vez tenéis la oportunidad de visitar este lugar, desde luego vale la pena y es una experiencia única. Me siento muy agradecido a mi familia de acogida y a nuestra amiga por este increíble viaje.
¡Gracias por leer!
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