Descubriendo Lituania: Comidas típicas (2/4)

De las tres capitales bálticas, Vilnius es la que ofrece la carta más elaborada de platos típicos que deberías probar, ya que el resto de capitales han adquirido tradiciones gastronómicas típicas de otros países olvidándose un poco más de las suyas propias. Allí si no te gusta la patata estás completamente perdido, y si no comes carne te resultará bastante complicado escoger entre sus platos típicos más importantes, ya que son sus ingredientes principales en la mayor parte de su comida. Aun así, en mi viaje encontré algunos platos que se salen bastante de lo común y conocido y que merece la pena probar si decidís visitar este lugar.

Lo primero que quería enseñaros es un plato que realmente dudo bastante que sea típico de ningún lugar, pero que me llamó bastante la atención, y es el desayuno que nos ofrecieron a las siete de la mañana en el vuelo Madrid-Kaunas de Lufthansa. Igual leéis esto y os parece una tontería, y supongo que me sorprendió esta comida porque hacía mucho tiempo que no viajaba en una compañía que incluyese comida en sus vuelos, pero aun así quería añadirla aquí porque formó parte de este viaje.

Se trató de una tortilla con una loncha de queso por encima (nunca había visto a nadie añadiendo el queso de una tortilla por encima en vez de en trozos por dentro) acompañada de patatas (sin saberlo, aquí empezaba esa obsesión por las patatas) y una salsa de tomate que para mi gusto sobraba completamente. No sé si me resultó más curioso el plato en sí o tener ganas de comérmelo a las siete de la mañana, pero eso ya es otro tema.

Ahora sí, a lo que íbamos. En Vilnius yo estuve en un restaurante que se llama Forto Dvaras. Está en la calle principal del casco histórico, la calle Pilies, en una zona muy transitada y visible para los turistas, por lo que antes de entrar siempre puedes echarle un vistazo a lo que ha pedido la gente que está comiendo en la terraza para hacerte una idea de si realmente puede o no gustarte tanto el lugar, como su apariencia y la de su comida.

Pensaréis que un sitio como ese, de comida típica y además por dentro ambientado como si fuese un lugar de época, con camareros disfrazados incluidos, en pleno casco histórico, tiene que ser carísimo, pero la verdad es que yo decidí entrar porque las opiniones que había leído en internet eran muy buenas en cuestión calidad-precio. Y así fue. Los precios son muy variados, pero en general rondan entre los 4€ y los 8€ el plato en función de lo que vayas a comer (por lo general, lo más caro es la carne roja, el resto es muy asequible, y os lo dice alguien que siempre mira los precios de los sitios a los que va antes de ir). De todas maneras, cuando hable de alguno de los platos que probé allí os dejaré el precio para que os hagáis una idea mejor.

La verdad es que no es muy difícil acabar en este sitio si no tienes dónde comer o cenar, ya sea por su situación en pleno centro de la ciudad, porque aparece en todas las guías turísticas y mapas o, como fue mi caso, porque todo el mundo en internet lo recomienda con opiniones muy buenas para ser un lugar turístico.

Como he dicho, yo lo encontré buscando restaurantes para cenar en internet. Cuando viajo, siempre me gusta leer opiniones de sitios a los que ir y no ir, y la verdad es que una vez más confirmo que no hay nada mejor que las opiniones generales de los viajeros.

Uno de los platos más típicos es la Saltibarsciai, una sopa fría de remolacha y nata agría o kéfir, mezclada con trocitos de verduras como eneldo y perejil y otras especias por encima. Personalmente este plato me sorprendió gratamente. No esperaba gran cosa, solo lo pedí por probar ese plato del que todos hablaban en Vilnius sin ningún tipo de expectativa, ya que eso de tomar una sopa fría no me convencía, pero la verdad es que de sabor está muy rica y merece la pena. Su precio fue de 2, 75€ y su tamaño, como veis en la fotografía, bastante grande.

Otro de los platos más conocidos en Lituania son los Cepelinai o Didzkukuliai, una especie de "empanadillas" enormes en forma de zeppelines hechos de masa de patata o batata, según el lugar (en mi opinión, los de batata están más buenos). Los hay de mil formas, la mayoría rellenos de carne, queso o setas y acompañados por esa nata agría que tanto les gusta. Aun así en la carta de este restaurante podéis encontrar una página completa dedicada a este plato realizado de distintas formas. Están muy ricos, pero resultan bastantes pesados y teniendo en cuenta que por cada plato vienen dos unidades, acabas bastante lleno. El plato con dos unidades costó 4, 55€.

También se pueden comer Koldünai, que son una especie de raviolis rellenos de distintos tipos de carne o setas. La verdad es que este plato no lo probé, así que no os puedo decir mucho sobre él, tan solo que en cada sitio los hacen con formas y rellenos diferentes. Tampoco puedo contaros mucho sobre la Lietuviskus aunque la probase, porque es una simple ensaladilla rusa, no tiene mucho misterio. Sabe practicamente igual, con distintas especias o verduras, pero tampoco es nada del otro mundo y podéis prescindir de ella.

Algo que tampoco me llamó mucho la atención al probarlo fue el Kaimiska kepta menke, o bacalao al horno rústico. Este plato fue justo el que recomendó el camarero, y la verdad es que el acompañamiento era muy, muy bueno, pero el bacalao estaba rebozado, y, quizás es una opinión muy personal, pero creo que el pescado se reseca mucho más y pierde sabor, aunque claro, como iba acompañado (como no) con su crema agría, tampoco se notaba tanto. Además, el plato iba acompañado con una gran cantidad de lentejas y ensalada con lechuga, tomate y remolacha. Ese plato costó 6, 35€.

Otra de las noches se me antojó una hamburguesa de salmón con gnocchis de batata de acompañamiento (he de reconocer que eso de que usen tanto la batata me encanta), algo que realmente no puedo decir que sea un plato típico lituano como tal (que yo sepa) pero que estaba muy, muy rico y también se ve a menudo por allí. No os puedo decir el nombre exacto del lugar porque el contenido del ticket se borró un día que llovía (qué oportuno), pero era una hamburguesería-pizzeria normal y corriente en una de las calles principales, un sitio comodín para la primera noche de viaje sin ganas de ponerte a buscar sitios, después de levantarse a las tres de la mañana para coger un avión.

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