Erasmus en Venecia: ¿He cogido el coronavirus por mi cumpleaños?

(Erasmus en Venecia - Diario - Una semana en mi piel)

Querida Venecia,

Hace ya una semana en que no escribo nada... Muchos eventos se han encadenado, muchas anulaciones, muchos cambios... En fin, me he sentido bastante desbordada.

Pero si escribiendo y compartiendo algunas informaciones, cosas que puedan interesar a otras personas, entonces, ¿por qué no?

Así pues, aquí los principales acontecimientos que me han ocurrido en este intervalo en que he estado ausente.

PD: atención, tengo que especificar que con este artículo no quiero contribuir en absoluto al "pánico" generado con el coronavirus. Os cuento los miedos, las sensaciones y los sentimientos que he tenido esta semana, pero no se trata de nada grave. Tenéis que entender este artículo como un diario íntimo de mis vivencias, y no como un descriptivo de una persona que se queja de estar enferma. Soy muy afortunada por estar en Venecia y de poder compartir lo que he vivido.

Gracias y ¡buena lectura!

Erasmus en Venecia: ¿He cogido el coronavirus por mi cumpleaños?

22 de febrero: anuncio del cierre de las universidades.

Comenzamos por el principio. Todo comienza el 22 de febrero.

Último sábado. Todos los estudiantes de Venecia se enteran de que las universidades cierran durante una semana por culpa del coronavirus. En ese momento, no había tantas personas infectadas como ahora. Por ello, estaba un poco sorprendida, pero hubo muchos que se sintieron afortunados (serían unas "semi-vacaciones" o la oportunidad para reencontrarnos con nuestra familia).

Este mismo día, una amiga coreana, que había conocido brevemente en una noche que organizaba la ESN (Erasmus Student Network) Venecia , me había comentado sus planes para la semana siguiente: ¡se iba a hacer un pequeño viaje de tres días a Budapest! Después de todo, ¡no nos pasa a menudo esto de tener unas semanas libres! Y la oportunidad de vivir en Italia, significa también la oportunidad de poder conocer otros países fronterizos, ya que estamos más cerca de países que nunca hemos visitados. Así que me animé también a aprovechar la oportunidad ¡de irme con ella a Budapest!

23 de febrero: planificación de un viaje en el último minuto.

Estaba entusiasmada con la idea de irme de viaje, aunque fuese un acto impulsivo, una decisión de último minuto, y con una chica que acababa de conocer. Me dediqué casi todo el día a hacer reservas para el viaje y a preparar mis maletas.

Mi amiga, que ya había reservado el avión hacia Rumanía, me hizo reflexionar y dudé durante mucho tiempo sobre cuál sería el mejor modo de viajar hasta allí.

Como he explicado en esta guía, tener en cuenta mi impacto medioambiental es fundamental para mí.

Me había prometido a mí misma, no coger más el avión. Pero al mismo tiempo, todas las otras opciones disponibles (trenes, autobuses... ) requerían al menos 24 horas de trayecto.

Y fue aquí donde empecé a encontrarme totalmente bloqueada con mi dilema: ¿El viaje o mis valores? Tenía un nudo en el estómago enorme, tenía de verdad la necesidad de aconsejarme, y de que alguien me ayudase a tomar la decisión.

Entonces, rebusqué en internet, y descubrí un concepto sueco, el "Flyskam", que quiere decir, literalmente, "la vergüenza de coger el avión". Leyendo en Wikipedia sobre este concepto, me sentí totalmente identificada con su descripción.

Después, continuando, di con un foro en el que una persona contaba que se había encontrado exactamente en la misma situación que yo, y pedía también ayuda para decidirse. Las respuestas eran totalmente mixtas y variadas, pero, hubo una que me llamó especialmente la atención y que se me quedó grabada. Decía: "si te sientes culpable por dejar una huella de carbono viajando en un vehículo con motor, tienes que actuar en consecuencia. En este tipo de dilemas, no valen nada la opinión de otros simpatizantes, no son tu conciencia. Es labor de cada uno gestionar y actuar según sus convicciones".

Fue con este comentario que me puse llorar, ya que me hizo ser realmente consciente de una vocecilla que me decía dentro de mí: no, así no se hace.

Esto puede parecer un detalle sin importancia para algunos, pero para mí, son mis valores, los que tengo que respetar.

Ahora sí, estaba contenta de haberme dado cuenta de que nunca es demasiado tarde y que nada es imposible: estaba realmente comprometida con mis valores, y decidida a llevarlos a cabo. Después de todo, aún no había reservado mi billete de avión, por lo que ¡aún estaba a tiempo de ser consecuente!

Fue aquí cuando pensé en Greta Thunberg y sus 300 horas de barco de vela para ir a los Estados Unidos.

Decidí entonces, tomarme el tiempo necesario para decidir cómo hacer el viaje, y pensar en medios de transporte que aún no había contemplado. Este periodo de reflexión, culminó en: ¿por qué no ir hoy en un bus nocturno, pasar un día en otra ciudad, y después coger un tren nocturno hasta Rumanía donde estaría mi amiga?

Y, así pues, todos los nudos de mi estómago desaparecieron; encontré trenes nocturnos que hiciesen conexión entre Viena y Bucarest, y ya no me quedaba más que encontrar un bus para el mismo día, ir a Viena.

Ya con todas las decisiones tomadas y dudas resueltas, reservé mis billetes de autobús y trenes nocturnos, e incluso me planifiqué el día en Viena, con actividades interesantes, para celebrar mi cumpleaños.

Era la primera vez que planificaba algo tan impulsivamente, reservando en el último minuto, incluso para el mismo día. Era realmente excitante, incluso aunque los preparativos me llevasen todo el día.

La noticia que lo cambió todo.

En el momento de coger mi autobús nocturno (que estaba previsto para la 1 de la madrugada), recibo un mensaje de mi amiga, donde veo que me adjunta un artículo que dice "Rumanía decide poner en cuarentena a todos sus ciudadanos que vuelven de Italia"; "Austria cerrará sus fronteras con Italia"...

Entonces, en ese mismo momento, me bloqueé, aunque ya estaba literalmente en la puerta de mi apartamento, las llaves de mi habitación entregadas al propietario, con mi mochila viajera a cuestas y ya en marcha hacia la estación.

  • "¿Qué quiere decir esto?"
  • "Lo siento, pero debemos anular el viaje... mis padres me han dicho también que no querían que fuese, es muy arriesgado con el virus. "

En ese momento, confieso que, en un primer momento, me sentí desamparada, pero enseguida de tranquilicé.

La preparación y la planificación intensiva, me había realmente fatigado ya que tuve que emplear mucha energía, y con el cansancio, me costaba encontrar la fuerza necesaria para ir hasta la estación.

Así que entré en el apartamento y directamente me puse a dormir, sin dedicar tiempo a ir a buscar la gran maleta que había apartado para recoger a la vuelta de mi viaje.

Erasmus en Venecia: ¿He cogido el coronavirus por mi cumpleaños?

24 de febrero: ¿cogí el coronavirus el día de mi cumpleaños?

Después de una noche de sueño reparador, aún me costó creer que estaba pasando de verdad. Estaba ahí, en Venecia, en mi cama, vestida, en una habitación completamente vacía y como nueva (sabiendo que no estaba previsto que yo volviese); nada que ver con el desastre del día anterior.

Levantándome de cama, no he podido resistirme a ver las noticias. Y ahí sí... ¡qué gran error!

La cifra de personas contaminadas por el coronavirus había aumentado de manera exponencial, y los artículos disponibles en internet, convertían el fenómeno en una situación aún más estresante.

Como había terminado toda mi comida antes de irme de viaje (el viaje que pensaba hacer), salí temprano por la mañana para comprar cualquier cosa para hacerme un desayuno. Entonces, ya estaba pagando, ¡cuando tuve un gran dolor de cabeza y de garganta! Oh oh, eso no era una buena señal...

Volví y descansé directamente sin comer. Volví a dormir, pero aun así al despertarme no me sentía en muy buena forma...

Después de haber leído atentamente los artículos sobre el coronavirus, era difícil saber si era una simple fatiga, ¡o era simplemente yo que me imaginaba estar enferma! Afortunadamente, pregunté al propietario si podía tomarme la temperatura para ver si tenía fiebre y adivinad que... ¡Nada!

Confieso que me sentí muy aliviada y que estaba contenta de saber que todo estaba en mi cabeza (seguramente el efecto placebo después de haber leído tantos artículos sobre los síntomas del coronavirus).

Después de esta pequeña desventura, me dije que era el momento de tomar la iniciativa.

Al fin y al cabo, celebraba mis 20 años, lo que no carece de importancia. Incluso si no me sentía al cien por cien, quería al menos pasar un rato con otras personas.

Me gusta mucho hacer cosas específicas por mi cumpleaños. En particular, hacer actividades para los demás, ya que yo me considero completa y afortunada, y no necesito nada más, sin embargo, otras personas si...

Por ejemplo, un año recogí los desechos de la calle en París, y en su lugar di regalos y palabras de aliento en la calle... El año pasado, hice también un recorrido con una asociación para las personas sin hogar que viven en la calle.

Pero desafortunadamente, aquí, no he conseguido encontrar una acción o algo que fuese interesante... me pregunté “si era realmente necesario hacer algo extraordinario para los 20 años”.

Como acababa de llegar a Venecia hacía apenas unas semanas, no tenía aún muchos amigos ni contactos, y muchos de ellos se han vuelto a sus casas, a sus pueblos o a sus países de origen a causa del coronavirus en Venecia.

Entonces, simplemente le pregunté a mi amiga coreana (con la que estaba previsto que hiciese el viaje a Rumanía y a Budapest) si podía ir a visitar su campus y pasar el rato con ella, que es lo que hice al final.

Pasamos la cena juntas, hablamos y nos reímos mucho... hemos podido conocernos mejor, y pude descubrir por primera vez la isla de Giudecca, ¡la isla donde voy a vivir en unos días! (ya que, sí, cuento con mudarme al campus de estudiantes Junghans).

Al final, esta noche fue realmente simple, nada extraordinario comparado con mis últimos cumpleaños, pero me ha gustado mucho este momento, pues me sentí realmente afortunada. No debéis subestimar nunca el poder de la sencillez y de los pequeños placeres de cada momento.

Del 25 al 27 de febrero: la tensión del virus en aumento.

Y continúo con mi tan mal hábito de ver todas las mañanas el número de personas infectadas en Italia. 152, 275, 380, 538... la rapidez de la propagación no hacía más que provocar un aumento de la tensión, y un ambiente cada vez más agobiante.

Se me hizo raro enterarme de que el Carnaval había sido interrumpido. Y yo me encuentro sin poder ver el famoso "Mardi Gras": el día más festivo y el más apreciado del carnaval.

Las calles están completamente vacías, incluso aunque quede algún turista que no parece muy inquieto.

También está esta historia de las máscaras (y no las del carnaval, sino si las que te permiten protegerte del virus): ¡hace una semana que todo el mundo está en ruptura de stock! Una amiga quiso pedirlas por internet, pero la más barata que encontró era ¡a 50 euros!, ¡de broma!

Otra cosa que ha contribuido a esta atmósfera tan desagradable, era ver el internado (en el cual vivo actualmente) vaciarse poco a poco, a pesar de que somos, en principio, unos 90 estudiantes viviendo allí, pero en unos días ¡ya no éramos más que 20 de todos nosotros! En general, las personas que quedaban eran las que vivían demasiado lejos y pensaban que viajar era demasiado arriesgado.

Muy rápido, nos han repetido las medidas de seguridad: evitar todos los agrupamientos, lavarse las manos lo máximo posible, evitar tocarse la cara...

Toda esta agitación me quitó las ganas de salir, de visitar la ciudad (que de todas formas estaba vacía porque los museos, bibliotecas y escuelas habían cerrado... )

He disfrutado de algunos días para redactar artículos para rédiger des articles pour Erasmusu: uno que habla de viajeros y exploradores que inspiran y que han marcado historia, y una guía de conversación para cuando os encontráis con nuevas personas ¡(en un Erasmus, por ejemplo)! (Sí, puede parecer raro como tema, pero me apasiona y lo encuentro muy útil que quería compartirlo con todos lo yo que sabía sobre este tema).

En mi internado (que se llama Domus Civica), algunas personas cayeron enfermas y han tenido que comer aparte, mantener las distancia en todo momento... La verdad es que la situación daba un poco de escalofríos, ya que, de repente, cuando se escucha un estornudo, ni siquiera osamos acercarnos ¡independientemente de quien haya sido!

Pero la final, este ambiente poco habitual ¡puede también tener un lado positivo! Por ejemplo, como nosotros no somos muchos en el internado, he conocido a nuevas personas con quienes antes no tenía la costumbre de habla. También hice una amiga rusa, con quien hablo en casi todas las comidas ¡y que me ha enseñado cómo cocinar tortitas rusas (oladjis)!

Descubrí así que, en Rusia, esta semana era una semana de "transición" entre el invierno y la primavera, y que la tradición dice que hay que comer al menos una crepe por día. ¡Si lo hubiera sabido antes, habría comenzado desde el lunes!

Coronavirus y miedos por los demás: volver o no volver a París, esa es la cuestión.

En el momento en el que me encuentro escribiendo estas líneas, hay ya actualmente 1350 personas infectadas en Italia frente a las 130 personas en Francia.

Si entendemos bien los síntomas, no son más desagradables que cuando tenemos una gripe, y sabiendo que muchas de las personas enfermas son asintomáticas (están contaminadas, pero no tienen síntomas), he terminado por hacerme a la idea de que no tengo ninguna razón para entrar en pánico.

Para ser honesta, tengo un estilo de vida muy sano y tengo mucha confianza en mí cuerpo para la gestión del virus. Mi verdadera preocupación en cuanto a este virus, son más bien las personas frágiles o de edad avanzada.

A pesar del hecho de que mis padres me han pedido que volviese a Francia el tiempo que la universidad esté cerrada, he preferido quedarme en Venecia.

Aunque cierto es que más tiempo me quedo en Italia, mayor es el riesgo de coger el virus.

Pero si decido volver a casa (y que en el camino cojo el virus, o que ya lo tengo actualmente y no lo es), lo horrible sería que fuese yo la que llevase el virus hasta mi casa.

La incubación de 14 días no me molesta (aunque es verdad que es largo... ) pero en ningún caso no querría correr el riesgo de estar en contacto con mis padres o mis animales (ya que no estoy segura de que ellos resistan).

¡Y voila! todo esto para decir que he pasado mi semana dándole vueltas a esta decisión, pensando por momentos en volver a casa. Después me dije que no, y aún después cambié otra vez de opinión... en fin, era realmente el tema central de mis preocupaciones.

28 de febrero: mudanza y pasar página.

El 28 de febrero era mi último día en el internado Domus Civica (del que no dejo de hablar desde mis primeros artículos en este blog), ya que mañana me mucho al campus universitario de Junghans en Giudcca.

No sé si he explicado ya el porqué, pero, de todos modos, voy a hacerlo ahora:

Para encontrar un alojamiento en Venecia, me han recomendado pasar por el organismo ESU Venecia, que se encarga de hacer la distribución y la gestión de los alojamientos para estudiantes. Contacté con ellos en noviembre y pude reservar una habitación simple en Giudecca. Sin embargo, cuando hice mi inscripción, vi que estaba marcada como habitación disponible a partir del primero de marzo. Esto me fastidió bastante, ya que los cursos comenzaban en febrero.

Sabiendo esto, decidí recurrir al Facebook de mi madre (ya que es cómica de profesión y tiene una red de contactos bastante impresionante) y dejé un anuncio (del tipo ¿consejos para un alojamiento barato para un estudiante en Venecia?) y varias personas me respondieron "mira en conventos".

Así pues, me puse en marcha, busqué, envié muchos emails, y la única respuesta positiva que tuve fue de Domus Civica, el internado donde me alojo ahora mismo.

Es un antiguo convento (es por lo que pensé que la palabra internado es más apropiada), reservada solo para los estudiantes.

He tenido mucha suerte de haber encontrado un lugar, ya que llegué a Venecia exactamente en el periodo de san Valentín y del carnaval, por lo que ya os podéis imaginar la escasez de lugares disponibles en los albergues y los precios exorbitantes de los apartamentos disponibles en AirBnB.

Normalmente no aceptan personas para el año en curso, o por un semestre (y hay todo un proceso de entrevistas, papeles administrativos, respeto de sus normas... ) pero han sido muy amables conmigo, y me han aceptado durante 16 días, ¡saltándose todos los pasos previos!

Tenía que contaros todo esto: aquí el personal es realmente muy amable y acogedor, los estudiantes también, ¡y nunca me sentí excluida! Además, la comida está incluida, lo que es súper práctico, ya que te hace ganar mucho tiempo.

Entonces, si estáis buscando un sitio asequible para alojaros en Venecia durante vuestros estudios, ¡podéis veniros aquí, con los ojos cerrados!

En resumen, este es mi pequeño homenaje para ellos antes de irme.

He dedicado el día de hoy a hacer mi maleta y a todas las preparaciones (una vez más), para mi transición hacia el campus universitario, que espero ¡estará lleno de nuevos encuentros y a tope de cosas buenas!

De nuevo, he pasado la tarde con mi nueva amiga rusa que me ha enseñado muchas cosas: me ha mostrado varios documentales sobre Rusia que están genial, ¡y me ha regalado incluso una pequeña postal y un libro! En fin, por este tipo de pequeños gestos que te marcan, estoy tan agradecida... ¡Gracias una vez más Lika si estás leyendo esto!

Erasmus en Venecia: ¿He cogido el coronavirus por mi cumpleaños?

29 febrero: ¿Llevo el virus al Campus Universitario?

¡Y aquí estoy lista, justo después de despertarme y con mi gran maleta! De camino hacia el campus, he perdido una de las ruedas de mi maleta... Pequeño consejo del día: no os precipiteis cuando escojáis una maleta para el Erasmus, sería muy molesto que os deje tirados en medio del trayecto.

Pero, aun así, estoy llegando a buen puerto. Y, además de eso, he llegado al mismo tiempo que una italiana que me ha enseñado el camino y me ha explicado el funcionamiento del campus. El azar nos juntó y resulta que ella era una antigua alumna del campus (¡e incluso la antigua propietaria de mi habitación!) Por ello, no podía encontrarme con una mejor persona para explicarme con detalle todo lo que había que saber y para responder a mis preguntas.

Además, pequeño adelanto: pienso hacer muy pronto un artículo con detalle del campus Giudecca, ¡nunca se sabe si hay leyendo esto futuros alumnos que busquen alojamiento!

Incluso si de verdad me encanta mi habitación, no todo es bueno. La cocina me ha desanimado un poco (o más bien, no la cocina en sí, sino el hecho de comprar mi propia vitrocerámica, horno, menaje de cocina... Puede parecer evidente, pero como venía del internado completamente equipado, me ha cogido desprevenida).

Así que, a mayores, otro consejo: si como yo, no os apetece tener que comprar todo el equipamiento de una cocina para unos 4 o 5 meses, anticipaos al máximo y buscad los estudiantes Erasmus del semestre anterior que están listos para irse. Muchos buscarán deshacerse de su material y estarán dispuestos a dároslo o a venderlos a bajo precio.

Después de estar ya instalada, he ido a buscar a una amiga de una amiga que vive en el campus para tomar un café con ella y conocernos. Vosotros también, no olvidéis de preguntar a vuestros amigos ¡y que os presenten a sus amigos! os garantizo encuentros geniales.

Después, volví al internado para recuperar mi comida y otras cosillas que no me cogían en la maleta. Dicho así, puede parecer un casi nada, pero haciendo el trayecto de ida y vuelta comencé a sentirme bastante mal.

Ya durante la comida con mi compañera rusa, había perdido el apetito y no conseguía a concentrarme en las conversaciones, y después tuve mucho dolor de cabeza y un bajón físico.

Así pues, me fui a descansar y hasta la cena, ya que había previsto cenar con mi amiga coreana. Y allí otra vez, sin apetito, dificultad de escuchar y de concentrarme, dolor de cabeza y ligeras náuseas...

He preferido guardar esto para mí para no hacer entrar en pánico o lo que sea...

1º de marzo: ¿Cumplo con todos los síntomas?

He decidió en este primer día de marzo, no estar con nadie y salir lo menos posible de mi habitación.

Dormí durante 10 horas (lo que no me había ocurrido desde hace meses, ya que intento respetar todos los días mis horarios de sueño de 7 horas y media), y a pesar de esta excepción de 10 horas, no estaba en aún en plena forma. ¡No he conseguido comer otra cosa que no fuesen líquidos sin tener dolor de tripa después!

No voy a extenderme mucho con los detalles ya que no estoy segura de que todavía haya personas que lean lo que estoy escribiendo, pero con todo esto quiero decir que los síntomas aparecieron poco a poco a lo largo del día (cambios bruscos de temperatura, frío calor, quemazón en la lengua y en la boca, dolor de cabeza, goteras en la nariz, fatiga general, falta de concentración... )

Para ser honesta, es muy desagradable ya que me resta toda la productividad y la energía para hacer cualquier cosa, pero en sí, no es anda que no pueda superar. Es por esto que he preferido esperar al día siguiente para comprobar si milagrosamente me despertaba como nueva y sin ningún síntoma.

Erasmus en Venecia: ¿He cogido el coronavirus por mi cumpleaños?

2 de marzo: ¿hola, doctor?

Bueno, evidentemente como cabría esperar, no me encontraba muy allá cuando me desperté... es por ello que he decidido finalmente llamar al famoso número ver italiano: 1500.

Entonces ya, primer comentario: ¿alguien puede explicarme porque han elegido una música clásica triste y sombría para el tiempo de espera? En realidad, era bastante gracioso, ya que parecía realmente la música de un entierro.

En fin, después de 10 minutos de espera, una amable mujer se ha puesto al teléfono y me ha dirigido hacia el número que gestiona las llamadas de los enfermos en Venecia.

Esta vez, la música de espera era algo tipo Jazz que daba realmente ganas de bailar. Después de 20 minutos, alguien ha terminado por responderme y me ha dado el número de un médico. Bien, de acuerdo, llamo encantes a este famoso médico y me encuentro con un contestador que tiene un mensaje italiano que desafortunadamente no logré entender...

Por ello, he decidido ir a preguntar directamente a la recepción del campus y me dicen que puedo contactar por mail con ESU Venecia, o a la organización del campus.

Como pensaba que el mail no era el método más adecuado, ya que no es ni el más rápido ni el más eficaz, preferí contactar con los tutores del campus, que me han dejado un termómetro para calcular si tenía fiebre y se pusieron en contacto con un doctor.

La respuesta del médico ha sido de recalcular 3 veces al día la temperatura y volver a llamar a las 20h.

Bueno, esta historia continuará...

(Ah sí, porque en el momento en que yo escribo y cuelgo este artículo, estamos a 2 de marzo a las 16h, entonces todavía no he visto el doctor y ¡no sé si finalmente tengo el virus o no!)

En realidad, no estoy muy intranquila ya que los síntomas van seguramente a desaparecer en la semana, pero solo espero que, si es el caso, el campus no vaya a encontrarse en cuarentena... pero quien sabe, ¿puede ser que yo esté enferma y que nada tenga que ver con el Covid-19? ¡tantas preguntas sin respuesta!

Y aun una vez más, como dije en la introducción, no busco hacer un mundo de preocupaciones en torno al coronavirus. Invito a todo el mundo a relativizar y a no caer rendido al miedo. Personalmente confío mucho en que me repondré en los días que vienen.

En fin, esta entrada de diario se queda aquí por hoy... ¡pero os digo hasta pronto!

Así pues, gracias Venecia:

  • Por tus experiencias y virus que, no te preocupes, no olvidaré.
  • Por tus campus universitarios tan agradables.
  • Por la buen acogida de tus habitantes y de tus estudiantes.

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