Valencia: Festival Arenal Sound

Publicado por flag-es Elisa A.C — hace 5 años

Blog: De viaje
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Valencia, Valencia, España

Hola a todos, hoy voy a contaros el viaje que hice a Valencia hace dos veranos.

Todo comenzó cuando mi prima se enteró de que existía el festival de música “Arenal Sound” y de que se celebraba en un pueblo cercano a Castellón, llamado Burriana. No teníamos ni idea de quienes eran ninguno de los grupos que participaban en el festival, pero aun así nos acabó convenciendo para ir. De nuestros amigos de Huelva iban dos amigas mías y de Sevilla iba una amiga de la facultad de mi prima con su novio y seis o siete amigos del novio. Total que al final nos acabamos juntando bastante gente, así que estábamos todas muy animadas más por el ambiente del festival en sí que por la música, porque como os decía, no conocíamos a nadie.

Como mi prima fue la que nos convenció a todos porque tenía muchas ganas de ir, fue ella quien se encargó de buscar dónde comprar las entradas y fue la que nos contó cómo era aquello y que podíamos hacer durante el día, aparte de escuchar música, claro. Todo tenía muy buena pinta, por lo visto había varias zonas de acampada donde podíamos montar nuestras tiendas, varias zonas de música según la hora del día, una zona con los baños y las duchas, una zona con varios bares, varias piscinas... y todo esto a pie de playa, que es lo que hacía más atractivo. La entrada no nos costó muy cara, aunque iba subiendo de precio conforme se acercaba la fecha del festival, creo recordar que pagamos unos treinta euros. Nosotros la compramos con bastante antelación porque recuerdo que el festival era la primera semana de agosto y todavía era invierno cuando empezamos a planear el viaje.

Bueno, ya sabiendo todo lo que nos esperaba allí sólo nos quedaba organizar bien el viaje y averiguar cómo llegábamos hasta allí. Teníamos varias opciones, en tren, en avión o como último recurso el autobús. Lo bueno de ir en tren es que podíamos llevar todos los bultos que quisiéramos, pero en el avión íbamos a tener que facturar varias cosas. Porque teníamos que llevarnos las tiendas de campaña y los sacos de dormir, que todo ocupaba bastante espacio y no había forma de meterlo todo como un solo bulto, además de un maletita con la ropa para cinco seis días.

Miramos los precios del tren y salía mucho más caro que el avión, aun contando que tuviésemos que facturar varios bultos. Decidimos ponernos por pareja para repartirnos el precio de los bultos que teníamos que facturar, así que la idea era que mi prima y yo dormíamos juntas en mi tienda y mis dos amigas de Huelva dormían juntas en la suya. Los chavales que venían de Sevilla se repartieron a su manera en varias tiendas.

Mi prima y yo decidimos llevarnos un solo saco de dormir porque no había manera de llevarnos los dos sin facturar más de un bulto. Así que el reparto lo hicimos así, llevábamos una maleta con la ropa de las dos que no facturamos, otra maleta de acampada con el saco de dormir dentro y las cosas de baño en tamaño pequeño para no tener problema en llevarlas dentro del avión. Y por último teníamos la tienda de campaña para facturara como un solo bulto porque tenía pinchos y cosas que no había forma de llevar dentro del avión. Nuestras amigas hicieron lo mismo, pero mientras que mi tienda cerrada tenía forma de rosco, la de ellas era de estas de montaje en tres segundos que tiene forma redonda. Así que intentamos unirlas para ver si podíamos formar un solo bulto y pagarlo entre las cuatro para que nos saliera mucho más barato. Mi tienda tiene unos cierre para dejarla más apretada y que ocupe menos sitio, así que con esos cierres agarramos la otra tienda y quedaba unida, pero no sabíamos si nos dejarían facturarlo como un solo bulto. Los otros chavales de Sevilla habían hecho lo mismo, pero lo habían liado en papel de cocina en su casa ( porque en el aeropuerto de Sevilla quitaron el papel ese para envolver las maletas). Después de ponerle carita de pena a la chica de Ryanair nos dejaron facturarlo como un solo bulto y nos ahorramos un dinerito.

El vuelo fue horrible, el peor de mi vida, lleno de turbulencias, el avión además bajò de repente un montón e incluso la gente gritaba. De verdad que no os lo exagero, pasé bastante miedo y eso que a mi volar hasta entonces no me daba miedo ninguno. Pero vamos que fue aterrizar y tener ganas de besar el suelo por estar por fin en tierra.

Al llegar teníamos que coger un metro para llegar hasta el centro de la ciudad y allí cogeríamos un tren que nos dejaría en Burriana, el pueblo del festival. Para que nos aclaremos, el pueblo pertenece a Castellón, pero está más cerca de la ciudad de Valencia que de Castellón en sí mismo.

Así que eso hicimos, recogimos nuestras tiendas de campaña, que volvimos a separar en dos para repartirnos los bultos que teníamos que cargar y nos dirigimos hacia el metro, que lo cogimos allí mismo en el aeropuerto. Sacamos un billete múltiple que nos salía más barato entre todos y podíamos picar uno por uno. Ya teníamos buscada la parada en la que teníamos que bajarnos, así que no tenía pérdida y no tuvimos ningún problema. Sabíamos por lo que habíamos leido que el tren de Valencia a Burriana pasaba cada poco tiempo, así que no íbamos con prisa porque no íbamos a tener que esperar mucho, llegásemos a la hora que llegásemos.

La parada de metro resultó estar en la misma puerta de la estación de tren, así que todo nos estaba saliendo bien. Fuimos a mirar los horarios y resulta que, como era la hora del almuerzo, había un par de horas sin tren destino Burriana, así que teníamos que hacer tiempo. Con tanto transporte de avión y metro todos teníamos hambre de todas formas, así que aprovechamos ese tiempo para buscar un sitio para comer.

Mis dos amigas, mi prima y yo nos fuimos a lo fácil, el McDonald's, que estaba justo enfrente de la estación de tren, así no gastábamos mucho dinero ni teníamos que andar mucho, que todo lo que llevábamos pesaba bastante. La amiga de mi prima decía que ya que estaban en Valencia quería ir de tapitas para probar algo típico, así que tardaron bastante en decidir qué hacían, pero al final decidimos que lo mejor era separarnos en dos grupos y ay está. Nosotras cruzamos la calle y entramos en el McDonald's, que resultó no ser tan buena idea porque estaba llenísimo de gente y no teníamos ni donde sentarnos ni donde dejar tantos bultos. Pedimos la comida y nos atendieron rápido como en todos los McDonald's, pero tuvimos que esperar un poco hasta que se quedase una mesa libre donde pudiésemos dejar todas las cosas. Comimos un poco rápido e incómodas porque teníamos la mitad de los bultos encima para no ocupar mucho espacio, ya que había gente sentada hasta en el suelo, muchos de ellos también con mochilas de acampada que tenían toda la pinta de que iban al mismo sitio que nosotras.

Después de comer nos fuimos a esperar en la estación de tren y sacamos el billete de las máquinas estas de cercanías. Teníamos que esperar más de una hora todavía, así que nos planteamos la posibilidad de dejar las maletas en unas taquillas que había en la estación e irnos a dar una vuelta. Miramos los precios de las taquillas y no estaban mal, lo que pasa es que no quedaba ninguna libre de las de tamaño grande, así que íbamos a tener que coger varias taquillas de tamaño medio y eso sí que nos salía caro. Así que nada, no nos quedaba más remedio que esperar en la estación, donde al menos estábamos fresquitas. No os he mencionado que yo iba bastante resfriada, ya llevaba unos días con un resfriado horrible y fiebre, pero no quería dejar a mi prima tirada con las ganas que tenía ella de ir al festival. Así que como ya estaba también todo pagado, pues me fui y pensé que ya me pondría mejor en un par de días. Pero lo cierto es que desde que llegamos a Valencia, al humedad que hay en el ambiente me empezó a sentar muy mal y me costaba mucho respirara. Pero bueno, como ya me encontraba mal de antes tampoco le di mucha más importancia.

En fin, cuando llegó nuestro tren nos montamos con muchas ganas, estábamos todos muy emocionados queriendo ver lo que nos esperaba al llegar al festival.

El tren tardaba entre treinta y cuarenta minutos en llegar, pero nos dejaba en la estación de trenes, claro. Y ahí teníamos que buscar la manera de llegar hasta el festival. Sabíamos que el festival ponía un autobús gratuito con la entrada y efectivamente allí estaba, justo al salir de la estación. Había una cola impresionante de gente, pero por suerte fuimos de los últimos en entrar. Aunque algunos íbamos sentados separados llegamos muy rápido, en unos diez minutos. Al llegar me impresionó bastante, no me imaginaba que ya habría tanta gente allí. Después nos enteramos de que había diferentes tipos de entrada, y había una que incluía unos días antes de llegar nosotros, así que ya había muchísima gente acampada. Cogimos nuestras maletas y buscamos la entrada, donde tuvimos que esperar una cola de cerca de una hora. Cuando por fin llegó nuestro turno nos cogieron las entradas y leyeron el código de barras, pero resultó que al estar impresas en blanco y negro daba algún error, así que nos dejaron otro rato más esperando apartados en un lado. Al rato llegó otra persona con otro tipo de maquinita que si leyó bien el código de nuestra entrada y nos permitieron la entrada. Para poder entrar y salir libremente del recinto durante todo el festival nos pusieron una pulserita verde y naranja apretada por un cacharrito metálico, que era imposible de quitar.

Al entrar había unas chicas que iban recibiendo a todo el mundo para enseñarle dónde podían acampar. Pedimos una zona de sombra y nos dijeron que las que tenían sombra todo el día estaban ya todas ocupadas, así que nos dieron una zona en la que daba sombra por la mañana. Nos dijeron cuanto espacio podíamos ocupar más o menos con cada tienda y nos pusimos a montarla. Mis amigas la montaron bastante rápido porque sólo tenían que sacarla de la funda y se abría sola, pero con la mía se tardaba un poco más, aunque tampoco mucho. Lo complicado fue clavar las piquetas porque la tierra del suelo tenía muchas piedras enterradas y no había manera de clavarlas. Por suerte en estos sitios todo el mundo se ayuda mucho y un chaval muy simpático nos vio y nos prestó un martillo. Me pareció raro que alguien viajase a un festival con un martillo, sobre todo porque el chico ni siquiera era español, pero bueno, nos vino muy bien.

Ya con todo montado nos pusimos en marcha para buscar comida y bebida para pasar la noche y para el desayuno del día siguiente. Además teníamos intención de buscar algo parecido a una colchoneta para no dormir sobre el suelo, que lejos de ser arena de playa, era una tierra dura y con pinchos nada cómoda para dormir sobre ella.

También pensamos que nos vendría bien una esterilla para hacernos una especie de porchecito donde poder sentarnos y jugar a las cartas todas juntas y no tener que estar todo el tiempo dentro de la tienda. La idea se la copiamos a otras tiendas, vamos, tampoco lo llevábamos pensado.

Bueno lo dejamos todo en la tienda menos las cosas de valor que las llevábamos siempre encima en un pequeño bolsito que habíamos cogido de casa intencionadamente para eso, y nos fuimos a buscar algún supermercado. La misión de comprar algo de comer y beber se convirtió en conseguir comprar cualquier cosa que pillásemos. La gente formaba colas de cinco metros fuera del supermercado para entrar y se mataban por una botella de agua y un pedazo de pan. Aquello parecía la época de la guerra civil y me empecé a agobiar un poco con tanta desesperación.

Había otros que robaban los carritos del supermercado para no tener que cargar con las cosas... Intentamos buscar un supermercado que estuviese más alejado, pero más tranquilo, pero no hubo manera, todo lo que encontramos ya lo habían arrasado. Encontramos una tienda donde al menos había colchonetas inchables que nos venían bien para dormir. La más barata era rosita y de princesas Disney jajaja, pero al menos era blandita y nos servía, así que el dibujo nos daba igual.

Encontramos garrafas de las grandes de agua en el misma tienda, así que ya aprovechamos y compramos una con unos vasitos, para tener algo que beber por lo menos. Y seguimos buscando algo para comer, nos conformábamos con unas barritas de pan para meterle fiambre o cualquier cosa y comernos unos bocadillos, pero era difícil encontrar pan. Después de varias vueltas en busca de un supermercado donde la cola no saliera de la puerta, encontramos una pequeña panadería un poco desierta, pero donde quedaban varias barritas de pan.

Entramos corriendo y justo detrás entraron otras dos chicas desesperadas también por un poco de pan y preguntaron el precio de las barritas intentando colarse. Pero nosotras éramos cuatro y justo quedaban cuatro barras, así que nos las llevamos todas y las otras dos pobres chavalas se quedaron sin nada y nos miraban con cara de cabreo. El pan resultó estar bastante duro y correoso, como si llevase todo el día ahí o fuese del día anterior, pero al menos teníamos algo para comer.

Fuimos a un pequeño supermercado donde no quedaba casi de nada, pero pudimos comprar unos sobres de fiambre variado para repartirnóslo entre todas. Además cogimos unas piezas de fruta para tener algo más que comer. Para desayunar al día siguiente elegimos unas galletitas, porque tampoco había mucho más que elegir, compramos unas servilletas y poco más. Esperamos un poco de cola para pagar, pero no fue muy exagerada.

Con todas nuestras compras y nuestras colchonetas hinchables nos fuimos a una heladería que había allí cerca y nos comimos una granizada, que hacía bastante calor. Volvimos a otro chino y compramos varias esterillas y con todo eso volvimos al interior del recinto del festival a montar nuestro porchecito y nuestra cena.

Cuando lo tuvimos todo establecido volvimos a cerrar la tienda y nos fuimos a las duchas, que estábamos bastante sudadas después de estar todo el día para arriba y para abajo. La idea era no ducharnos muy tarde porque podíamos pasar frío, ya que sólo había agua fría en las duchas. La zona de aseo estaba separada por sexos, eso sí, con lo cual la de las chicas estaba un poco más limpia, pero tampoco mucho más.

Había que esperar un poco de cola para las duchas porque no había muchas, pero iba rápido porque con lo fría que estaba el agua nadie tardaba mucho. Nosotras nos duchamos dos y después las otras dos, para no dejar solo el bolsito con las cosas de valor, que no nos fiábamos de soltarlo en ningún sitio.

La verdad es que pasamos bastante frío y encima con mi resfriado me sentó muy mal y empecé a encontrarme mal desde entonces.

Lógicamente nos duchamos en biquini, y de allí nos fuimos con nuestras toallas a la tienda para poder vestirnos allí. La idea era ducharnos cuando todavía hubiese sol para no pasar tanto frío y eso hicimos, así que una vez que nos secamos un poco el cuerpo pudimos quitarnos las toallas para poder secarnos el pelo. Una vez en la tienda nos vestimos con un poco de dificultad al tener que vestirnos sentadas. Aunque peor fue para mis amigas, que una de ellas es altísima y su tienda era más bajita que la nuestra que era de pico.

Nos dimos una vuelta por el recinto del festival para inspeccionar las zonas y parecía todo muy chulo, con las piscinas y la playa al lado. Al caer la tarde jugamos un rato a las cartas en la esterilla que habíamos puesto en la puerta de la tienda y más tarde nos dispusimos a preparar nuestros bocadillos. Tuvimos que partir el pan con las manos, claro, y nos costó masticar ese pan tan correoso, pero bueno cenamos bien. Para entonces ya habían empezado los conciertos, así que nos fuimos a la zona de las carpas de la música. Esa zona también era muy chula, con diferentes carpas y unos puestecillos donde se podían comprar camisetas y cositas así un poco hippies. También había puestos que vendían bebidas, pero no se podían comprar con dinero, primero había que cambiar el dinero por unas monedas que sólo servían allí dentro.

Nos pedimos unas copas para entrar en ambiente y disfrutar del concierto, que resultó ser de un chaval que cantaba y tocaba muy bien. No recuerdo su nombre porque no lo conocía ni su madre, pero me gustó mucho, para lo que esperaba encontrar allí. Había bastante gente, pero todo el mundo estaba disperso, no había todavía mucho follón de gente en masa.

La música se escuchaba desde nuestras tiendas de campaña, así que después de un par de horas dando vueltas por allí decidimos irnos a descansar a las tiendas, que estábamos reventados de todo el día de viaje y de un lado a otro. Seguimos jugando a las cartas un rato allí afuera en nuestras esterillas y disfrutando de la música, que se escuchaba perfectamente. Sobre las dos de la mañana decidimos irnos a dormir, pero entonces empezó la música electrónica y se escuchaba horriblemente fuerte desde nuestras tiendas, así que fue difícil dormir.

El clima durante la noche era mucho más húmedo que durante el día y me costaba mucho respirar con el resfriado que tenía. Además notaba que tenía fiebre y casi no podía hablar de lo que me dolía la garganta. Así que, entre eso y la música electrónica que no soporto, fue imposible pegar ojo en toda la noche. Cada vez que miraba a mi prima tenía los ojos abierto como plato, que parecía un búho. Escuchamos hablar a mis amigas en la tienda de al lado y nos dimos cuenta que nadie estaba consiguiendo dormir, así que a las seis de la mañana ya estábamos todas fuera de la tienda hablando.

Mi prima pensó que lo mejor sería llevarme al punto médico que había allí dentro del recinto para que me mandasen algo o me viese un médico. Me pusieron el termómetro y me dijeron que tenía fiebre y me dieron dos ibuprofenos para todo el día, pero eso tampoco me sirvió de mucho. De camino que íbamos al punto médico el panorama era horrible la verdad. Estaba todo lleno de gente borracha vomitando por todas partes, gente loca de lo drogados que estaban, incluso había gente cagando en la puerta de sus tiendas. El olor era insoportable, entre el alcohol y los restos de basura que muchos acumulaban en las puertas de sus tiendas. Empecé a pasarlo muy mal y no me encontraba nada bien con la fiebre. Volvimos a la tienda y me tumbé un rato mientras mis amigas hablaban fuera un rato. Ninguna estábamos muy a gusto, pero en fin nos quedaban seis días que aguantar allí.

En fin, cuando empezó a calentar el sol pensamos en ir a la playa o la piscina. Pero resultó que la piscina estaba llena de vómito y el agua estaba verde, era realmente asqueroso. Así que nos fuimos a la playa, que en un rato se llenó de gente amontonados unos encima de otros, lo que también era un agobio. El agua estaba increíblemente calentita, para mi era estupendo, sobre todo acostumbrada al agua de Albufeira que está congelada. La parte mala es que había un montón de tíos guarros que no paraban de mirarnos y de decir tonterías para que fuésemos a su toalla. Al no tener sombrilla también llegó un momento en que pasábamos demasiado calor, así que estuvimos casi todo el tiempo en el agua. Yo seguía sin encontrarme muy bien, pero al menos durante el día había menos húmedas en el ambiente y conseguía respirara mejor.

A la hora de comer nos turnamos para que dos de nosotras fuesen a comprar bocadillos, mientras que otras dos se quedaban en la playa para no perder el sitio. Yo me quedé en la playa tumbadita porque era la que estaba malita, así que fueron mi prima y una de nuestras amigas a comprar. Al rato volvieron con cuatro bocadillos ya preparados y unas coca-colas y almorzamos tranquilamente en la playita. Estuvimos allí hasta bien entrada la tarde, cuando empezó a irse el sol, momento en que teníamos que irnos sí o sí, si queríamos ducharnos sin pasar demasiado frío. Yo iba ya temiéndole a la ducha fría porque no quería ponerme peor de lo que estaba, pero me había duchado en la playa y todo, así que no tenía como pasa sin lavarme el pelo, que se me iba a quedar horrible con la sal del mar.

Antes de ir a ducharnos varias de nosotras teníamos que ir al baño, pero estaban todos asquerosos, así que ninguna fuimos capaz ni de llegar a cerrar la puerta. Miramos varios, pero estaban todos igual de sucios y atascadísimos. Así que pensamos que podíamos ducharnos e ir a cenar a algún barcito de por allí cerca, así de camino podríamos usar el baño del bar, que por muy sucio que estuviera, era imposible que fuese tan exagerado como los del recinto del festival.

Así que eso hicimos, volvimos a ducharnos por turnos para que no nos robaran nada y nos fuimos a vestirnos a la tienda. Yo esta vez intenté ducharme más rápido todavía que el día anterior para intentar no coger frío, pero vamos que el agua estaba helada. Estuvimos un rato jugando a las cartas hasta que llegó la hora de la cena. Nos fuimos a pasear un poco en busca de algún bar sin mucha gente, que ya habíamos visto alguno cuando estuvimos buscando los supermercados para comprar algo de comida el día anterior. Así que nos quedamos en uno que no tenía muy buena pinta, pero los precios eran baratitos y había baño, que era lo que íbamos buscando también.

Cuando acabamos de comer volvimos a la tienda y después de un ratito nos fuimos a ver alguno de los conciertos y tomarnos una copa. A esa hora el ambiente todavía era bueno, el problema empezaba cuando a todo el mundo le había dado tiempo a drogarse y emborracharse, lo cual volvió a pasar a la mañana siguiente. Esa noche no dormimos absolutamente nada y yo me encontraba cada vez peor. Volvimos al punto médico y los médicos se extrañaban de ver llegar a alguien con fiebre, en lugar de con un coma etílico, como llegaba la mayoría. Me pusieron el termómetro y tenía 38 de fiebre, pero sólo me volvieron a dar ibuprofeno porque tenía la garganta muy irritada.

Volvimos a la tienda y decidimos que no aguantábamos más en el festival y que nos queríamos ir de allí. Adelantar el vuelo era imposible, así que la única opción que nos quedaba era volver a Valencia y buscar un hotel. Yo era la que más ganas tenía de irse porque la humedad me agobiaba mucho durante la noche cuando no me entraba nada de aire. Pero mis amigas insistían en que también estaban hartas y querían irse a un hotel. Nuestros otros amigos decidieron quedarse en el festival, aunque la amiga de mi prima de la facultad estaba también un poco harta de estar en el festival, pero se quedó por su novio.

Bueno, la decisión ya estaba tomada, nos íbamos.



Comentarios (1 comentarios)

  • flag- bea martinez hace 9 años

    Hola, yo estuve en Castellón el año pasado y tengo que reconocer que es una ciudad muy bonita. Fui al festival del arenal sound y tengo que decir que me quedé alucinando, me lo pasé muy bien. Creo que este año también iré. Me han dicho que uno de los patrocinadores va a ser ron negrita y que van a hacer varias actividades para que la gente se divierta más.

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