La catedral de Troyes es sin duda un monumento que merece la pena visitar, y es uno de los sitios que más me sorprendió durante mi estancia en la ciudad.
Su nombre en español sería Catedral de San Pedro y San Pablo. Es de estilo gótico, tiene una torre y su construcción se prolongó durante cinco siglos.
No sólo el exterior de la catedral es impresionante. De hecho, lo que más llamó mi atención es el interior. Las vidrieras tienen una belleza sorprendente, con colores muy vivos, y crean unas figuras preciosas.
El órgano que se encuentra en la catedral también destaca por ser uno de los mejores de la época en Francia, y en Navidad pudimos disfrutar de un concierto donde se tocó este instrumento.
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