Crónicas de Escandinavia (día 3): un museo, un castillo y un montón de tomates

¡Hola a todos! No me puedo creer que ya casi haya terminado mi tercer día completo en Suecia, parece que fue ayer cuando llegamos. Hoy ha sido un día más en la carretera, hemos comenzado el viaje en un museo cerca de Helsingborg y hemos acabado visitando un huerto de tomates en Viken. Ahora mismo estoy agotada, los viajes en coche me resultan soporíferos, intentaré no quedarme dormida antes de terminar de dar el último repaso a este artículo. Mientras tanto, como he hecho en los últimos dos días, permíteme que vuelva a mi antiguo yo.

13:10

¡Buenos días, desde algún punto entre Helsingborg y Mölle! Acabo de pasar las últimas horas en Fredriksdal Museer och Trädgårdar, un museo al aire libre en las afueras de la primera ciudad. Si has leído el artículo del primer día en este viaje, ya sabrás que he estado en un lugar similar en Lund. Si tengo que compararlos, diría que el primero es algo mejor, puede que sea porque allí había más edificios para explorar, pero con ello no quiero decir que este no merezca mucho la pena visitarlo.

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Comenzamos nuestra expedición en la zona comercial del museo, que, entre otras cosas, consta de una tienda de dulces (¡de milagro, pude resistir la tentación de comprar algo!), una imprenta (que tenía un gran número de máquinas de escribir en sus estanterías) y una galería de arte. Cuando entramos en el tercero de estos sitios que visitamos, vimos que estaba diseñado con elementos que podrían pertenecer a museos de hace cien años. Vimos de todo: animales disecados, vajillas de porcelana e incluso, abrigos de piel que parecían de auténticos esquimales.

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De aquí, nos fuimos a ver otros edificios que parecían haber sido transportados por toda Suecia y dispuestos aquí directamente en el suelo. Entre ellos, pudimos ver un taller de ladrillos, un molino hidráulico y una antigua casa de labranza. Cada estructura contenía aún las posesiones de sus dueños o por lo menos, réplicas, incluso en varios había alguna actividad para que los pequeños visitantes se divirtieran.

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De todas las construcciones que vimos, puede que mi favorita fuese la casa señorial, ubicada justo en mitad del museo. Me encantó el elegante mobiliario que decoraba cada habitación, en especial las estufas pintadas de terracota (que también me impresionaron en Kulturen cuando visitamos Lund). Los pequeños detalles, como la ropa colgada en la parte de arriba de los biombos, nos dieron una idea del aspecto que tenía cuando aún estaba habitado.

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Otro gran punto del aspecto de este museo era la enorme cantidad de vegetación que rodeaba los edificios. Encontrarás desperdigados varios jardines (el huerto de árboles frutales de la casa señorial era particularmente idílico) y también, había una pequeña granja con cerdos, pollos y cabras pastando. Si aún no has hecho otros planes, este sería el sitio perfecto para disfrutar de una comida tipo pícnic.

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Esto nos lleva al presente: es tarde, pero estamos a punto de llegar a Mölle para comer. Aquí hay muchos restaurantes diferentes que se recomiendan en las guías turísticas, pero más tarde descubrirás cuál nos sedujo más. ¡Hasta dentro de un rato!

17:30

¡Hola desde una playa de arena fantástica! En un momento explicaré cómo hemos acabado aquí, pero primero voy a volver donde lo dejé antes. Llegamos a Mölle sobre las 13:45 y dimos un paseo por el puerto lleno de barcos para ver qué restaurantes de marisco encontrábamos. Todos eran bastante tentadores y hubiese sido agradable disfrutar de una comida con vistas al mar, pero decidimos que eran demasiado caros para nuestro gusto.

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Dimos un paseo más corto y sin darnos cuenta nos habíamos dirigido más hacia el interior, en Mölle Krukmakeri & Café, una pizzería con cierto encanto y mucho más barata. Resulta que solo servían pizzas a partir de las 5 p. m. , así que pedimos una ensalada con halloumi, que llevaba lechuga, cebolla roja, brócoli y coliflor asados y auténtico hummus sirio. Nos sentamos dentro en un invernadero con plantas decorado con faroles y luces mágicas de colores. Sería un sitio para capturar en Instagram, si alguna vez he visto uno.

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Nuestra comida estaba absolutamente deliciosa, mi madre también pidió la ensalada, ya que nos la había recomendado una camarera. No esperábamos menos y por ello, dejamos los platos relucientes en un abrir y cerrar de ojos. Nos quedamos tan a gusto que no nos dio la tentación de pedir postre, pero echamos un vistazo rápido a la tienda del sitio.

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A continuación, nos montamos en el coche y recorrimos unos cuantos kilómetros hasta llegar al impresionante castillo de Krapperup. Cuando me imagino una fortaleza, siempre pienso que tiene que ser gris, como la mayoría que hay en el Reino Unido. En cambio, esta estaba construida a partir de ladrillos rojos y tenían estrellas blancas en alguno de sus muros.

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Dimos un paseo muy agradable por los alrededores: el lago estaba particularmente tranquilo, aunque interrumpí la calma por un momento por mis gritos a una babosa. Después, pasamos un segundo por una cafetería para el té de la tarde. Si alguna vez vas allí, te recomiendo la tarta de merengue de vainilla y avellana.

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En nuestro plan, después de esto, habíamos establecido ir directamente a casa. Sin embargo, tan solo llevábamos quince minutos en nuestra ruta por la costa, cuando vimos una misteriosa estatua dentro del mar y no pudimos evitar bajar del coche para verla más cerca. No puedo decir que ahora ya conozcamos su significado artístico, pero nuestra pequeña parada no fue en vano, ya que ahora estoy tumbada en una bonita playa de arena.

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Mi hermano y yo nos hemos dado un chapuzón rápido en el agua, que estaba bastante tranquila y era poco profunda y ahora mismo estamos tomando el sol en la orilla. Nos vamos a quemar si nos quedamos aquí un poco más, así que me imagino que volveremos a ponernos en marcha relativamente pronto. Volveré a escribir cuando estemos de vuelta en nuestro apartamento vacacional en Lund.

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22:30

Como siempre, me dirijo a ti desde el sofá extremadamente cómodo, que también ha sido mi cama durante los últimos días, para escribir los últimos párrafos de mi artículo diario. Como te contaba antes, al final nos fuimos de la playa mucho antes de lo que esperaba, porque un hedor peculiar a sulfuro nos invadía. En nuestra vuelta a casa, nos desviamos para visitar Vikentomater, una tienda de frutas y verduras justo al lado de un huerto de tomates. Aquí compramos algunos productos frescos y cuando llegamos a casa nos hicimos una ensalada.

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Si has leído los artículos anteriores de mi diario "Crónicas de Escandinavia", sabrás qué planes tengo para lo que queda de noche. Para mañana, estamos pensando en tomarnos un día de descanso, pero no me cabe duda de que saldremos a hacer alguna expedición. Tenemos que devolver el coche de alquiler por la tarde, así que sería una pena no aprovecharlo mientras que podamos. Sígueme la pista para saber qué hacemos mañana, por ahora te digo: godnatt (¡buenas noches!).


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