Finde de chicas en Singapur

Las de Singapur fueron unas vacaciones de chicas necesarias para despedir enero. Sin embargo, pensándolo bien, solo puedes disfrutar de verdad en Singapur si tienes dinero que gastar; no como nosotras. Ir a Singapur desde Reino Unido habría sido genial, pero si vas desde Vietnam más bien parece que todo cuesta un ojo de la cara. Así que te aconsejo que vayas con dinero de sobra.

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A pesar de lo que me dolía gastar dolar tras dolar, Singapur es una ciudad fantástica. Es un verdadero microcosmos de culturas, tradiciones y gastronomías. Lo primero que me sorprendió fue lo limpio que estaba todo, no parecía que estuviera aún en Asia. Masticar chicle es ilegal en Singapur, y no verás ni un grafiti ni basura por la calle. Hacía calor, como en HCMC, pero era mucho más húmedo.

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Acostumbrada a ir a cualquier sitio en bici en Saigón, costaba un poco andar todo el día con tanto calor. Para el sábado por la noche ya estábamos todas reventadas y con los pies y las piernas doloridos. Aun así me encanta andar, pues es la mejor forma de descubrir una nueva ciudad.

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Partimos el viernes por la noche después de trabajar. Nuestro vuelo salía a las nueve, llegamos a Singapur a medianoche y al alojamiento a la una de la madrugada. El sitio era cutre, por no decir algo peor. Es lo que hay cuando vas a Singapur con lo justo. Nos quedamos en un albergue llamado Dawan hostel en Little India. Nuestro taxista nos dijo que la zona era sucia y algo desagradable, eso era evidente, pero era nuestra opción más barata y práctica. Yo no diría que valió la pena el mal olor y los dormitorios infestados de insectos, pero no pasamos mucho tiempo en el albergue; salíamos temprano cada día y solo íbamos allí a dormir.

El sábado todas nos despertamos temprano para desayunar y escapar del albergue. Decidimos ir desde Little India a China Town. Según el mapa estaba a media hora andando, pero tardamos mucho más ya que íbamos disfrutando del calor; cuando pasamos por el Fort Canning Park nos paramos un rato al sol. Luego fuimos a Clarke Quay, paseando río arriba y abajo, pasando por bares y restaurantes coloridos.

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Al final llegamos a China Town, decorado con varias linternas y adornos de perro para celebrar el Año del Perro. Es el barrio chino más limpio y colorido en el que he estado. Nos habían hablado de un vendedor ambulante como los de Hong Kong que había ganado una estrella Michelín, la comida más barata en un puesto de comida con estrella Michelín. Así que decidimos echarle un vistazo. Encontramos uno de los cuatro restaurantes ampliados de la ciudad llamado Hawker Chan - Liao Fan. Creíamos que tendríamos que esperar toda la tarde para que nos atendieran, pero en 15 minutos ya estábamos sentados. El puesto de la calle convertido en restaurante era como una cadena de comida rápida, era estresante pedir con tantas prisas. Todas pedimos el famoso pollo con salsa de soja con arroz o fideos. Cuando recogimos la comida, no era en absoluto lo que esperábamos que fuera; quizá teníamos las expectativas demasiado altas. La carne no estaba caliente y el resto del plato era bastante normal, he comido pollo mejor en Vietnam. Sin embargo, fue una buena experiencia probarlo.

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Salimos de China Town y paramos en un café con wifi en un centro comercial; como nuestros números vietnamitas no funcionaban en el extranjero, ninguna de nosotras podía conectarse a la red wifi gratuita de la calle. Decidimos ir al Jardín Botánico para pasar el rato antes de ir a la bahía Marina Bay por la tarde.

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Cogimos el metro en China Town hasta el Jardín Botánico. Cuando llegamos allí era evidente que había estado lloviendo y que aún no había parado del todo. El agradable paseo por el parque acabó siendo una caminata rápida bajo la lluvia, escondiéndonos bajo los grandes árboles tropicales. Por fin paró de llover cuando encontramos el Jardín de Orquídeas. La entrada nos costó 5 $, un poco caro, pero valió la pena. Pensamos que podríamos tomar un autobús o metro desde ese lado de los jardines, pero resulta que tuvimos que hacer todo el camino de vuelta para llegar a la misma estación en la que nos habíamos bajado.

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Después nos dimos prisa para ir a los Jardines de la Bahía, llegamos cuando el sol aún estaba fuera. Sacamos las entradas: 31 $ para los Jardines y el Bosque de las Nubes, los dos grandes invernaderos en Marina. Era increíble estar dentro y caminar por grandes estructuras con tantas plantas tropicales y flores creciendo sobre ellas. Pasamos unas horas dando vueltas mientras el sol se ponía.

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Llegamos justo a tiempo para ver el espectáculo de luces de los súper árboles en Marina, fue precioso.

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Luego salimos por la estación de metro al centro comercial Marina, donde cenamos en la zona de restauración y tomamos un poco de tarta en una cafetería. Después de descansar y recargar las pilas, fuimos al puerto y empezamos a andar en busca de un bar. Acabamos andando durante siglos, todas reventadas por todo lo que habíamos andado ese día. Al final conseguimos volver a Clarke Quay a tomarnos una copa de vino en uno de los bares que tenían música en directo.

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Decidimos coger un taxi de vuelta al albergue, lo que nos salió por cinco dólares cada una.

La mañana del domingo fue un caos. A pesar de la falta de limpieza, ninguna de nosotras podía levantarse de la cama, estábamos agotadas. Después de forzarnos a levantarnos y prepararnos, cogimos el metro a Harbour Front, donde pillamos billetes para los teleféricos que nos subían a Monte Faber y cruzaban el agua hasta la isla de Sentosa. Aquí es donde la gente con dinero se divierte. En la isla hay complejos turísticos de lujo, Universal Studios, un parque acuático, tanques de tiburones y playas de arena blanca.

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Obviamente nosotras mirábamos desde lejos y pasamos una hora en la playa. También conseguimos tomarnos un Singapur Sling en un bar en el Monte Faber con las vistas de Sentosa detrás. A las 13:30 tuvimos que comer y empezar nuestra larga caminata de vuelta al aeropuerto.

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Fue un viaje relámpago, pero una escapada necesaria.

Es verdad que gastaba dinero a regañadientes, pero me alegro de haber podido conocer Singapur. Me recordó a Dubai pero a escala pequeña, sin desierto. Se parecen en un sinfín de cosas, las dos son ciudades geniales que vale la pena visitar pero que son muy caras, sobre todo en comparación con mi estilo de vida tan barato en Vietnam.

Aun así, fue un gran fin de semana con buenas amigas, y ahora Singapur es otra fantástica ciudad que puedo tachar de mi lista.


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