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Paralia Katerinis


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Sentimientos encontrados sobre Grecia

Traducido por flag-es Marta Sanz — hace 5 años

Texto original de flag-hu Dóra Csatári

¡Hola a todos!

En este post haré un breve resumen sobre Grecia y su increíble resort de verano Paralia Katerini. Yo ya he estado en Paralia dos veces en mi vida cuando iba al instituto. Una de las veces organizamos una excursión con la clase a este resort y, después de su gran acogida, el año siguiente mi colegio decidió organizar un viaje a Paralia. La primera razón (y la más importante) por la que escogieron Paralia como destino de vacaciones fue el hecho de que Paralia Katerini es un destino bastante barato. Personas de la clase media de ciudades del este de Europa se lo pueden permitir fácilmente. La segunda razón por la que fue escogida fue que queríamos nadar en el mar Egeo. Y la tercera idea que nos influyó a la hora de tomar la decisión fueron las ganas de viajar al extranjero, a un país de fuera en donde nunca hayamos estado. Toda la clase, yo incluida, había ya estado en el mar de Rumanía, en la costa del Mar Negro, y simplemente soñamos a lo grande y a todos nos encantó la idea de ir a un país extranjero.

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El viaje entre Cluj y Paralia Katerinis duró doce horas, y fue un viaje largo. Fuimos en autobús, pero también existen las opciones de ir en coche o en avión (mucho más cómodas) para llegar a Grecia. Sin embargo, el viaje nos pareció infinitamente largo, aunque también nos divertimos y disfrutamos de las vistas. Desde Cluj a Giurgiu (el punto más al sur de Rumanía, justo en la frontera con Bulgaria) nuestro autobús fue pasando algunas regiones increíbles. Pasamos por los Cárpatos Meridionales y las montañas que se encuentran por debajo de los mismos. Más tarde atravesamos la gran llanura rumana, llena de agricultura y, después de todo esto, empezamos a aproximarnos un poco a la capital del país, Bucarest. No llegamos a entrar porque el autobús iba por la autopista, pero de todas maneras pudimos ver desde lejos cómo eran las luces de los edificios más altos de la capital.

Llegamos a la frontera con Bulgaria y desde ahí perdimos completamente el contacto con la realidad. Por lo menos, en lo que a la realidad en la que nosotros estábamos respecta. Déjame que me explique. En Bulgaria se usa el alfabeto cirílico y, obviamente, en Grecia se usa el alfabeto griego. Ambos son muy raros y parecen más símbolos y rayas extrañas que otra cosa. No tienen nada que ver con las letras latinas. Por este motivo, nos sentimos todos un poco incómodos y "vulnerables" porque no teníamos la capacidad de entender las inscripciones de nuestro entorno. Tuvo, por otro lado, su parte divertida. Algunas de las letras griegas nos eran familiares gracias a las clases de Física y a las fórmulas que aprendimos en el colegio, pero ese básico conocimiento no era suficiente para entenderlo todo. Lo más triste de todo es que, a pesar del hecho de que las costas de Paralia y de Bulgaria son destinos populares y frecuentados por turistas internacionales, los carteles o leyendas no están traducidas al inglés. Sin embargo, este obstáculo lingüístico que se nos puso por el camino no fue más que otro reclamo para lanzarnos a la aventura, pero no por ello aterrador.

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El viaje de ida de Cluj a Paralia cuesta aproximadamente 50 euros en autobús. El precio del alojamiento puede variar entre los 20 y los 60 euros la noche, dependiendo de lo que elijas. Nosotros nos fuimos a un simple complejo de apartamentos en el que cada habitación tenía tres camas, una cocina pequeña y un baño propios. Nos costó 25 euros la noche por persona. Yo siempre recomiendo uno de esos apartamentos con 3 o 4 camas hechos para estudiantes, parejas y gente joven porque los precios siempre son razonables y las condiciones en la que se encuentran son siempre iguales a lo que te esperabas. Lo mejor de Paralia es que todo el complejo turístico se encuentra en paralelo con la costa. Esto significa que la playa de arena se encuentra a un máximo de diez minutos andando desde cada apartamento. Nada más llegar a los apartamentos, salimos directamente con el claro objetivo de ir a la playa.

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Hubo dos cosas que me molestaron cuando estaba en la playa. A pesar de estas dos cosas, la playa era perfecta, el tiempo y la brisa marina eran muy agradables. Lo primero de todo fue que el mar no estaba tan limpio como me había imaginado antes. Estaba lleno de papeles y trozos de plástico que se podían ver entre las olas. Todos eran deshechos producidos por la falta de atención y la despreocupación de los humanos. El segundo punto negativo de Paralia fue la gran cantidad de turistas rumanos, húngaros y procedentes de los Balcanes (Montenegro, Bosnia, Serbia y Albania). Yo no tengo ningún problema con estas personas, y sé que nos encontrábamos en un restort de verano internacional en el que todas las nacionalidades tienen el derecho de estar. Sin embargo, eché un poco de menos escuchar algún alemán o inglés o, por lo menos, un poco más de griego. Paralia Kateniris parecía un pueblo neutral de los Balcanes, con solo la costa como "superpotencia". Pero por la cantidad de dinero que pagamos y que nos gastamos en este viaje, podría haberme ido a un resort diez veces más civilizado, limpio o incluso especial. No me decepciona Grecia, sino Paralia. Quizás sea yo el origen del problema, pero este sitio no me impresionó. Eché mucho de menos la autenticidad griega. Era todo una mezcla de miles de ciudadanos de la Europa del Este. Supongo que todos los resorts de verano son así, llenos de miles de turistas. Pero aun así habría preferido estar acompañada por personas de todo Europa o de otros continentes a estar con habitantes de la Península Balcánica.

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Creo que había unas personas que se dedicaban a limpiar el mar. Eso, o que las olas simplemente hacían desaparecer los residuos, porque los días siguientes la calidad del agua era perfecta. En la playa congeniaban húngaros que vendían donuts, vendedores africanos, turcos que preparaban kebabs y tiendas coloridas. Era normal que en tan solo una hora, el mismo vendedor pasase por delante de nosotros entre 5 y 6 veces por lo menos, esperando vendernos un reloj, un dibujo, cualquier tipo de accesorio de baño o joyas. En conclusión, la playa era como un bazar gigante, exótico y lleno de vida.

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Algunas de las actividades que purificaban nuestras almas y mentes eran nadar en el mar, construir castillos de arena o coleccionar conchas. Por las tardes solíamos salir a cenar a tomarnos un "gyros" con salsa "tzatziki". Nunca he probado una salsa tzatziki igual, la mejor de todas en Paralia. Probamos también algunos de los platos tradicionales griegos, como la ensalada griega y el souvlaki. El souvlaki son como dados de carne fritos pinchados en un palo con pan de pita y salsa tzatziki. El postre por excelencia que nos solíamos tomar después de la comida caliente era la baklava. Un día incluso probamos la moussaka, que es un plato a base de patata o berenjena caliente con mucha carne picada, verduras y queso encima. Se parece un poco a la lasaña, pero sin la pasta de lasaña o la salsa boloñesa. Todas las comidas que he mencionado aquí provienen del Oriente Próximo, países árabes, Turquía y Grecia.

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Lo que solíamos hacer por la noche era salir de fiesta principalmente. Había varias discotecas en la playa todas con el mismo estilo de música (básicamente música de los Balcanes). Las discotecas no nos sorprendieron, pero lo que fue una experiencia memorable fue bañarnos en el mar Egeo completamente vestidos. Tampoco podemos olvidarnos el uozo, una bebida tradicional griega hecha a base de anís perfecta para chupitos.

Estando en Grecia, los Monasterios de Meteora y el puerto de Salónica eran una visita obligatoria. Los Monasterios de Meteora eran unos monasterios ortodoxos que se construyeron en lo alto de acantilados y rocas. Estos templos se encuentran en unas colinas de gran altitud. Hay unas carreteras serpenteantes que te llevan hasta este tesoro del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Las vistas eran increíbles. Lo más interesante es que algunos de estos acantilados aparecían casi de la nada, dando en su conjunto una imagen aterradora pero impresionante. Los Monasterios de Meteora son el hogar de monjes y turistas, además de peregrinos y gente que va de allí para allá. Nuestra próxima parada fue el puerto de Salónica con la Torre Blanca. Este puerto es el más concurrido de Grecia. La ciudad cuenta con muchas ruinas, edificios arcaicos y monumentos que merece la pena visitar.

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Para concluir, quiero decir que el viaje a Paralia Katerinis, los Monasterios de Meteoras y al puerto de Salónica por un precio bastante razonable mereció totalmente la pena. La próxima vez quiero ir a Atenas o a la isla de Creta.

Gracias por leerme,

Dora.

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