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7 días de viaje escolar parte 1: Viena


Es algo típico en los institutos de Grecia organizar un gran viaje escolar para celebrar el último año de estudios. Antes se organizaban estos viajes por el interior de Grecia, pero desde hace unos años es más común visitar otros países. Mi generación tuvo suerte, pudimos elegir entre Roma, Praga-Viena y Barcelona. Como podréis imaginar, elegimos ir a Praga-Viena. En el siguiente texto, os contaré mi experiencia del 2010.

Era marzo de 2010, tres meses antes de finalizar el curso académico. El último año de instituto en Grecia es muy exigente, porque desde finales de mayo hasta mitad de junio, los alumnos realizan sus exámenes finales para poder entrar a la universidad. En ese período tan duro, los 7 días de viaje al extranjero fueron la mejor oportunidad para despejar nuestras mentes y tomarnos un descanso de los libros y la tensión. Nuestra clase tenía unos 100 alumnos divididos en 5 grupos diferentes, por orden alfabético. Aunque éramos muchos estudiantes, todos éramos amigos y estábamos desando que llegase el día del viaje. Empezamos a hacer la maleta al menos una semana antes, durante los descansos hablábamos de lo que nos íbamos a llevar y de cosas importantes del viaje (por supuesto una de las más importantes era la cámara; ¡el que tuviese una cámara, estaba «obligado» a llevársela! ).

¡Llegó el gran día! Se suponía que el vuelo salía el lunes a las 5 de la mañana. Algunos alumnos estaban tan emocionados que se despertaron a las 2 a. m., mientras que otros no durmieron nada. Yo llamaba a mis amigos todo el tiempo por teléfono para comprobar que habíamos echado en la maleta las cosas importantes. A las 4 a. m. , nos encontramos en patio del instituto, donde nos esperaban 2 autobuses enormes para llevarnos al aeropuerto. Muchos de los padres vinieron para despedirse de sus hijos y les dijeron 100 veces la típica advertencia de padres: «tened cuidado», «no vayáis solos», «llamad dos veces al día», etc. Incluso hablaron con los profesores que venían con nosotros para asegurarse de que todo estaba listo.

Estábamos preparados para subir a los autobuses y me senté con una amiga en la parte delantera del autobús. Detrás nuestra estaban otras dos de nuestras mejores amigas, Fani y Eleftheria. Cuando el autobús empezó a ir hacia el aeropuerto, ya habíamos sacado las primeras fotos de recuerdo. Al llegar al aeropuerto, nos dimos prisa en facturar las maletas, porque éramos muchos. Tras terminar eso, teníamos mucho tiempo libre para andar por las tiendas, comprar algo o bebernos un café.

Llegó el momento del despegue. Nos empujábamos unos a otros para entrar al avión los primeros. Por suerte, nuestros asientos estaban cerca, por lo que pudimos estar todos juntos durante el vuelo. Algunos de los alumnos no habían volado antes y estaban muy asustados, pero los profesores y las azafatas los tranquilizaron.

Nos abrochamos los cinturones y el avión despegó. Después de una hora, cuando nos encontrábamos a la altura adecuada, nos pudimos desabrochar los cinturones y caminar por el avión para hablar entre nosotros y reírnos de los que tenían miedo. No sé cuándo, mi amiga Eleftheria tuvo que ir al baño, pero cuando entró y vio lo pequeño que era, empezó a asustarse y tuve que convencerla de que no le pasaría nada dentro. Las azafatas se acercaron y nos preguntaron si queríamos beber algún zumo o café. He olvidado mencionar que durante el vuelo también hicimos muchas fotos. Pensadlo, tenía más de 50 fotos en mi cámara y aún no era ni el primer día de viaje.

El vuelo duró dos horas. Se me hicieron muy cortas y, más o menos, a las 6 de la mañana (teniendo en cuenta la diferencia horaria con Alemania) aterrizamos en Múnich. Justo cuando el avión aterrizó, todo el avión se puso a aplaudir por el buen vuelo sin turbulencias que habíamos tenido. En el tiempo que estuvimos esperando nuestras maletas, intentamos contactar con nuestros padres y decirles que el vuelo había ido bien y que estábamos en Múnich.

Salzburgo.

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Cogimos las maletas y fuimos a los autobuses que iban a Salzburgo, que está de camino a Viena. Estuvo nublado y a punto de llover todo el tiempo en Múnich. Empezó nuestro recorrido a Salzburgo y después de dos horas, llegamos. Salzburgo es un pueblo precioso con calles peatonales y pequeñas casitas. Estaba soleado, así que pudimos andar por las calles. En cada esquina vendían los típicos pretzels, compramos para probarlos y seguimos andando por el pueblo. Hay un río que atraviesa el pueblo y se puede caminar por su lado o encontrar un banco y relajarse ahí. Decidimos sentarnos en los bancos y hacer algunas fotos.

A mediodía, teníamos hambre así que empezamos a buscar un sitio para comer. Encontramos un restaurante pequeño y acogedor y entramos a comer. El menú principal consistía en varios tipos de sopa, como sopa de cebolla (que no es nuestra favorita). No queríamos tomar sopa, así que pedimos el típico schrnitzel alemán (una especie de san jacobo). Era delicioso y todos coincidimos en que fue mejor elección que la sopa. Después de comer volvimos a los autobuses y seguimos nuestro viaje para llegar a nuestro destino: Viena.

Nos quedaban 3 horas para llegar a Viena, así que el resto del viaje descansamos. Llegamos al hotel de Viena por la noche y tuvimos que esperar un rato en recepción, hasta que todos tenían sus habitaciones y sus llaves. Mis amigas Fani, Eleftheria y Lina compartían habitación y yo compartía habitación con otras dos amigas.

Después de descansar un poco y ducharnos, bajamos al restaurante del hotel para cenar. En la cena, decidimos qué hacer después. Todos estábamos cansados y era tarde, así que no merecía la pena salir a andar por la ciudad porque todo estaría cerrado. Nos quedamos en el hotel, jugamos a las cartas, hicimos más fotos y fuimos de habitación en habitación hablando con los demás y jugando a juegos.

Palacio de Schönbrunn.

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A la mañana siguiente, después de dormir mucho, nos despertamos temprano para empezar a explorar la bonita ciudad de Viena. Nos subimos a los autobuses y nuestro guía empezó a contarnos la historia de la ciudad. Nos contó que nos dirigíamos al monumento más famoso de Viena, el Palacio de Schönbrunn, que es conocido como el palacio de la emperatriz Sissi. Hacía sol y la temperatura era perfecta para andar sin pasar nada de frío. Cuando llegamos al palacio, ¡las vistas nos dejaron sin habla! Delante de nosotros había un enorme edificio con muchas ventanas y detalles dorados. En la parte delantera del palacio, había preciosos jardines y fuentes, con bancos para descansar y hacer fotos, y también muchísimas hierbas y flores, pequeñas y grandes estatuas, otros edificios, etc. Nos fascinó el sitio y no podíamos parar de hacer fotos. Y solo habíamos visto el exterior.

El interior del palacio era aún más impresionante. Muchas habitaciones y baños, todo con pinceladas doradas, solía ser la casa de la princesa de la ciudad y hoy en día es un museo para los turistas. En el interior del dormitorio de la emperatriz Sissi, vimos su retrato e intentamos hacer tantas fotografías como nos fuese posible. Andamos durante horas por el interior y el exterior del palacio, para ver todo lo que pudiéramos. También andamos por los parques y los preciosos jardines. Además de nosotros, había muchos turistas de todas partes del mundo, que venían a visitar el palacio y podías darte cuenta por su mirada que estaban fascinados.

Tras nuestras vueltas por el palacio, era el momento de ir a comer algo. Era mediodía y teníamos hambre, así que buscamos por la ciudad un restaurante para comer. Después seguimos con nuestra visita a la ciudad. Fuimos a la casa de Mozart para hacer unas fotos desde fuera. Cerca de la casa, encontramos una tienda que vendía recuerdos con la cara de Mozart. En la tienda había diferentes tipos de dulces y chocolates, y los más vendidos eran los bombones rellenos de licor. Compramos muchas cajas como regalo para nuestras familias. ¡También compré algunos licores con sabor a chocolate que estaban increíbles!

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La casa de Mozart.

Después de comprar, fuimos al hotel para descansar un poco. De camino, paramos en un supermercado local para comprar agua, patatas y cerveza. Al pagar, el cajero nos pidió nuestros documentos de identidad para ver que éramos mayores de 18 años, así que pudimos comprar las cervezas. La mayoría teníamos aún 17, pero, por suerte, nuestra amiga Fani había cumplido los 18 hacía unos días, así que pudo comprar todo por nosotras.

Volvimos al hotel, descansamos unas horas y empezamos a decidir lo que haríamos por la noche. Encontramos una discoteca que ponía buena música y decidimos quedarnos. La entrada parecía un túnel de metro con muchos grafitis en las paredes. Los empleados iban vestidos con ropa de colores y llevaban patines. Bailábamos o hablábamos entre nosotros. Y, por supuesto, no nos olvidamos de echar fotos para recordar aquella noche. Nos quedamos en la discoteca hasta tarde y, en un momento, nuestros profesores nos dijeron que teníamos que irnos porque nos levantábamos temprano y teníamos pocas horas para dormir.

A la mañana siguiente fuimos al Museo de Historia Natural de Viena. El exterior era muy bonito y tenía un jardín enorme lleno de estatuas de animales. Recuerdo que lo pasamos muy bien con la estatua de un elefante y nos hicimos muchas fotos.

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Una de las fotos que nos hicimos con el elefante.

En el interior del museo había diferentes habitaciones con toda clase de animales. Cada habitación tenía animales de distintas especies. Algunos de los animales no están en peligro de extinción, están vivos pero en sitios seguros, para que no fuesen peligrosos, porque la mayoría son serpientes venenosas y lagartos. El resto de los animales estaban disecados.

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Los pasillos y las escaleras del museo estaban decoradas con fotografías de animales de todo el mundo. En la entrada del museo había una estatua enorme de una foca.

Tras andar por todo el museo, pedimos un sándwich en la cafetería. Después, teníamos algo de tiempo libre, así que fuimos a pasear por las calles de Viena. Dimos un largo paseo por una de las calles principales de la ciudad, que está llena de tiendas, restaurantes y pequeños supermercados. Compramos algunos recuerdos para nuestras familias y para nosotros. Hubo un momento en el que nos perdimos. Teníamos que vernos con el resto del grupo en la puerta de la catedral de San Esteban, por lo que pusimos en práctica nuestro nivel básico de alemán para preguntar por dónde ir a la catedral. No fue muy difícil, encontramos el sitio y al resto del grupo muy pronto.

La zona que rodeaba la catedral era muy bonita. Lo que más recuerdo eran las calles peatonales estrechas, con cafeterías tradicionales y restaurantes de comida típica. Nos sentamos en una de las cafeterías y nos tomamos un café mientras veíamos la plaza de la catedral de San Esteban.

Al atardecer, volvimos al hotel para descansar un poco y preparar los planes de nuestro último día en Viena y los siguientes en Praga. También jugamos a juegos de mesa, así que no fuimos a dormir pronto.

A la mañana siguiente (nuestro último día en Viena), fuimos a la Donauturm (Torre del Danubio), una torre de observación a la orilla del río Danubio. La gente nos dijo que es el edificio más alto de Austria y uno de los más altos del mundo. Subimos en grupos por los ascensores hasta la cima de la torre y pudimos ver las fantásticas vistas de la ciudad de Viena. En lo alto del Donauturm había un restaurante y una cafetería, nos sentamos para disfrutar las vistas mientras nos tomábamos una taza de café caliente. Cerca de las ventanas, había prismáticos que se podían utilizar para ver mejor la ciudad entera. La vista más impresionante era la del río Danubio y la noria más famosa del mundo. Echamos fotos desde cada perspectiva de la torre y tuvimos mucha suerte, porque pudimos ver la fantástica puesta de sol desde ahí.

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La vista desde lo alto del Donauturm.

También había una máquina que convertía las monedas de 5 céntimos en un recuerdo. Pusimos la moneda en el hueco y tiramos de la palanca, después la moneda salía con la imagen del Donauturm y la noria.

Tras este día tan largo y cansado, volvimos al hotel, hicimos la maleta y nos fuimos al autobús en dirección a nuestro próximo destino: la ciudad de Praga.


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