Viaje a Praga, República Checa

Por fin ha llegado el momento: voy a hacer mi primer viaje internacional del año. Parece que la mitad de la población de Europa se ha puesto de acuerdo en ir a Praga este invierno, así que la semana pasada me tocó a mí y me moría de ganas de verla con mis propios ojos. Solo estuve un día porque fui a visitar a una amiga a otra ciudad de la República Checa, pero me fascinó. Dejad que os cuente más cosas sobre esta ciudad, os aseguro que si tenéis la oportunidad de ir, os enamorará.

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Cogí un vuelo desde Milán hasta el aeropuerto de Ostrava, ya que salía más barato que ir hasta el aeropuerto de Praga (el viaje de ida y vuelta me costó 25 € que para ser un vuelo internacional no está nada mal, ¿a qué no? ). La ciudad de Ostrava no tenía pinta de ser una ciudad ni muy grande ni movida, más bien parecía una zona industrial para que aterricen los aviones. Supongo que al ser una aeropuerto de bajo coste, tendrá mucha influencia de gente y a lo mejor le han hecho algunos arreglos a la ciudad para que se pueda recibir bien a los turistas. Cuando aterricéis en el aeropuerto de Ostrava, lo siguiente que tenéis que hacer es coger el autobús lanzadera (puede ser un bus o un tren, ya que hay una estación de tren en el aeropuerto) que os lleve a la estación de tren de Ostrava y, de ahí, coger un tren hacia Praga y ya estaría. Sin embargo, yo no lo hice así porque había quedado con mi amiga en Brno, la segunda ciudad más grande de la República Checa. Pero, el proceso es el mismo: Vi que había muchos trenes que iban de Ostrava a Praga, así que me metí en uno sin saber siquiera lo que costaba el billete. Tanto en el aeropuerto como en la estación, hay personas que os ayudarán si lo necesitáis y casi siempre suele haber al menos una de ellas que habla inglés, así que no os preocupéis.

Este viaje fue mi primera vez en República Checa. Había visto fotos preciosas de Praga en las redes sociales, ya que algunas personas que sigo habían estado ese mismo invierno, así que tenía las expectativas muy altas. Y os diré una cosa: no me decepcionó en absoluto. En cuanto a la ciudad de Brno, no tenía ni idea de cómo sería. Mis amigos me dijeron que les gustó mucho, así que me moría de ganas por conocerla. Y sí, al final me gustó. Me pareció una ciudad muy bonita y tranquila. Pero en este post me voy a centrar más en la visita a Praga porque creo que todo el mundo que va a República Checa visita esta ciudad.

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Praga también recibe el nombre de Praha en checo. Llegamos a la estación de autobuses Florenc, que estaba muy cerca del casco antiguo de la ciudad, así que solo tuvimos que andar 15 minutos hasta allí. Cuando llegamos, vimos la plaza principal y enseguida me enamoré de aquellas vistas: las altas torres (como la Torre del Reloj que la estaban reformando y no pudimos ver el reloj astronómico) con esos tejados negros y todos los preciosos edificios de alrededor. Cada una de las fachadas de los edificios estaba pintada de un color diferente y eso me encantó. En la plaza también había un mercado de pascua (Easter Market) donde ponían música, había puestos para comprar recuerdos y otros de comida que le daban al lugar un olor especial, un olor con el que entraban ganas de probar la comida. Por la tarde volvimos al mercado y había un concierto.

No me esperaba para nada un mercado de pascua, pero mi amiga me dijo que los checos siempre están celebrando algo y no somos quién para juzgarlos. Además, estos mercados se diferencian un poco de los típicos mercados navideños (solo un poco porque el ambiente es el mismo, la única diferencia es que en los de pascua hace mejor tiempo) y le dan a la ciudad un ambiente más acogedor. En mi opinión, siempre viene bien que haya ambiente cuando se viaja a una ciudad nueva. También tengo que decir que me hubiera gustado ver la plaza principal sin nada en ella para poder tener visión global de ella y de los edificios de alrededor. Pero bueno, así ya tengo excusa para volver.

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Después de estar un rato andando por el mercado, fuimos directamente a ver alguna catedral. Justo al lado de la plaza había una que se llamaba Catedral de San Nicolás. Era impresionante ver lo grande que era y las pinturas y adornos dorados que tenía en la fachada. La entrada era gratis, pero no se podía visitar entera, así que nos quedamos en la entrada para verla desde fuera. Además, de un momento a otro se llenaría de gente.

Luego, continuamos viendo la ciudad. Me encantaba andar por esas bonitas calles llenas de coloridos edificios. Hacía fotos cada 5 segundos porque todo me parecía precioso. En algunas de esas calles vimos otros mercados de pascua más pequeños.

Al final, terminamos en la Casa Danzante (Dancing House). No sé si sabréis algo de este edificio o habréis visto fotos de él, pero la Casa Danzante es el edificio más famoso de Praga. Actualmente es un hotel, así que podéis verlo por fuera y si os quedáis en él, también por dentro, aunque con la fama que tiene los precios deben ser bastante elevados. Después de ver tantas fotos de él en las redes sociales, me hacía mucha ilusión verlo con mis propios ojos.

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El barrio que hay al lado de este edificio también es muy bonito. En él hay un río que se llama Moldava (Vltava en checo, intentad pronunciarlo sin ahogaros). Caminamos por la orilla del río en dirección al caso antiguo hasta que llegamos a un puente, el cual cruzamos para llegar al castillo que está en alto.

De camino, vimos atractivos muy turísticos: el primero fue el Muro de John Lennon. En la década de los 80, este muro era una pared blanca normal, pero en un momento dado, varios artistas comenzaron a hacer grafitis en ella inspirados en John Lennon y en canciones de los Beatles. Desde entonces, todos los grafiteros que van ponen su firma encima de las antiguas. El concepto me gusta, pero no me termina de convencer que pongan las nuevas firmas encima, ya que así no podemos ver las antiguas. Pero bueno, esta es una de las paradas obligatorias si vais a Praga, aunque al ser un punto tan turístico, siempre hay gente en frente de él haciéndole fotos, pero no estoy segura de que todos conozcan la historia del muro.

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De camino al castillo, también llegamos al Puente Carlos. Seguramente este sea el lugar más famoso de Praga porque estaba lleno de gente. El puente se reconoce fácilmente por las estatuas que tiene al lado. Se dice que si cruzáis el puente y tocáis la parte dorada de las estatuas, tendréis buena suerte, salud, dinero, etc.

Nosotras no lo cruzamos porque estábamos en el lado derecho para ir al castillo, en su lugar, subimos una de las torres para tener una vista panorámica de la ciudad desde allí. La torre a la que subimos se llama Mala Strana Bridge Tower y la entrada cuesta 100 coronas checas (4 €), pero si enseñáis vuestro carné de estudiante internacional, os harán un descuento y solo tendréis que pagar 75 coronas (3 €). A pesar de que las escaleras para subir son antiguas y muy estrechas, merece totalmente la pena porque las vistas desde allí son espectaculares. Nosotras pudimos ver toda la ciudad desde arriba, todos los tejados anaranjados/rojizos, así como muchos edificios y torres. Creo que esa fue mi parte favorita del día, me encanta disfrutar de las vistas panorámicas de las ciudades.

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Después, nos dirigimos a un barrio que se llama Mala Strana. Es una zona muy conocida por sus bonitas callejuelas. Allí, también podréis ver muchas casas pequeñas y llenas de color y las aceras son muy características: todas son grises. Además, es un barrio muy tranquilo, ya que casi no pasan coches.

Mientras continuábamos con nuestro camino hacia el castillo, compramos un trdelnik, que es un pastel típico de la República Checa que os aconsejo que probéis si vais alguna vez. Lo podréis encontrar en casi todos los sitios de Praga y del resto de ciudades checas y solo cuesta 50-60 coronas (alrededor de 2 €). Está muy dulce y tiene mucho azúcar por todas partes. En algunos sitios, podéis elegir que le echen Nutella o helado por encima, pero ya tenéis que tener hambre para eso, porque hincha mucho. Tengo entendido que trdelnik es originario de Hungría, pero la gente de la República Checa se lo apropió y ahora es conocido como algo típico de allí y no de Hungría.

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Después de eso, empezamos a subir hacia el castillo y cuando llegamos allí nos comimos nuestro trdelnik (que habíamos guardado a propósito para comérnoslo allí), mientras disfrutábamos de las vistas de la ciudad. Pero no llegamos a entrar al castillo porque solo íbamos a estar un día en Praga y había una cola interminable para entrar. Disfrutamos de aquellas vistas durante un rato antes de volver a bajar la montaña y seguir con nuestra visita.

Nuestra siguiente (y última) parada fue el barrio judío (Josefov). Una vez más, pudimos admirar esos increíbles edificios, todos los que hay en la ciudad son preciosos, así que si os gusta la arquitectura o si simplemente sabéis apreciar la belleza, Praga es vuestra ciudad. En ese barrio había una pequeña plaza donde se solían grabar las películas y, además, era una reproducción de París. No sé si siempre sería así o estaba así por la película, pero había muchos detalles que eran idénticos a los de una plaza parisina. Nos dimos una vuelta por esa zona antes de volver a la plaza principal por última vez antes de irnos.

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Aunque el día se pasó muy rápido, me gustó muchísimo. Creo que se necesitan al menos dos días para visitar Praga de verdad, pero yo vi casi todas las cosas que quería, así que no me puedo quejar. Es posible que vuelva de nuevo, pero, por ahora, después de haber estado solo una vez, puedo decir que Praga es una de mis ciudades favoritas de Europa. Ahora entiendo por qué es una ciudad tan famosa y por qué todo el mundo quiere visitarla. Mi consejo es que vayáis. Al estar en el centro de Europa, es una ciudad muy accesible, así que, ¡a por ello!


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