Navidad y Nochevieja en Lisboa

Este año, decidí quedarme en Lisboa por Navidad, ya que quería disfrutar de las celebraciones típicas de los portugueses. Lo que sí estaba claro es que me iba a quedar en Nochevieja. Mi hermana y mi mejor amiga planearon venir a celebrarlo conmigo tal y como hicimos el año pasado en París.

Unas semanas antes de Navidad todo estaba decorado, las calles tenían muchas luces y podías encontrar pequeños mercados de Navidad por toda la ciudad. Durante mi viaje, estuve en el famoso mercado de Óbidos, donde había que pagar para entrar. Había otro parecido en Campo Pequeno en el Torero Arena, pero, solo estuvo una semana y no me dio tiempo a ir. Sin embargo, fui a otros: en Alameda, Marquês de Pombal y en la Praca do Rossio. Todos eran bastante pequeños y muy diferentes de los de Alemania. Algunos de ellos ponían villancicos y la mayoría estaban destinados a niños: con pequeñas pistas de hielo (no era hielo real, pero lo parecía), tiovivos, ruedas gigantes y otras atracciones. Aún así, también se podían encontrar joyas, ropa, objetos de decoración y juegos, pero, todo era bastante caro. Incluso la comida y la bebida era mucho más cara de lo normal y mucho más que en Alemania.

De hecho, Portugal es un país barato, pero en los mercados esta regla no se cumple del todo. En cuanto a comida y bebida, encontrarás todo lo que necesitas: chocolate caliente, sangría, vino caliente, licor Ginjinha, churros, gofres, bifanas, etc. Pero, no vayáis solo por el ambiente y para picar algo como yo hacía en Alemania, ya que eso sale bastante caro y aunque sea caro, te sirven muy poco vino y en un vaso de plástico.

A finales de diciembre, se hace todas las noches un espectáculo de luces en Praca do Comercio. Se proyecta sobre los edificios y sobre el arco, lo malo para los turistas es que el espectáculo es en portugués, sin embargo, yo tengo la suerte de hablarlo y pude entenderlo todo. Incluso fui capaz de encontrar un error gramatical muy común. La historia trata sobre un chico que tiene que salvar el mundo. Se refería claramente al cambio climático y a los problemas del medioambiente. Fue un espectáculo precioso con muchos efectos, colores y música. Quitando estos pequeños momentos, no fui capaz de impregnarme del espíritu navideño, ya que estábamos a 15 grados o más y hacía siempre mucho sol.

Un fin de semana, estuve haciendo dulces de Navidad todo el día mientras escuchaba los típicos villancicos, pero tampoco me sirvió de mucho. Lo de hacer dulces fue un poco improvisado, ya que no tenía la mayoría de utensilios ni tampoco los ingredientes. Por ejemplo, no pude hacer pasta de almendras pero nadie pareció darse cuenta (este es un motivo para volver a Alemania, yo no puedo vivir en un país donde no hay pasta de almendras). Intenté hacer mi propia pasta, pero fue un absoluto fracaso. Aún así, a mis compañeros de piso y amigos les encantó, incluso querían contratarme como repostera. Por lo visto, las galletas no estaban del todo malas.

En Nochevieja, mi casera me invitó a cenar con su familia. Estaba súper feliz de poder pasar esa noche con una familia portuguesa. Pasó a recogerme y nos fuimos a la casa de sus padres. Allí estaban sus padres, su hermana con sus dos hijas (una de ellas un poco menor que yo y la otra de 15 años), su marido y su otra hermana. Cuando llegué, todo el mundo fue muy amable y me fui presentando a todos. Enseguida me acogieron como a una más. Estábamos en un pequeño salón con una mesa llena de dulces y una Pirámide de Navidad de Alemania. Me hizo mucha ilusión porque ellos no tienen eso en Portugal y lo compraron en una de sus visitas a Alemania.

Nos sentamos en el salón y estuvimos hablando y escuchando música. Había muy buen ambiente y pude conocerlos bastante bien en ese rato. Me contaron muchas historias del pasado y también me preguntaron a mí. Después, fuimos a cenar a la enorme mesa. Me sentí muy pequeña allí, pero no era la única con ese problema. Me contaron que los padres de mi casera tenían esa mesa desde hacía 44 años y siempre habían querido hacerla más pequeña, pero aún no lo habían hecho.

Y por fin, empezamos a cenar. Me dijeron muchas veces que si algo no me gustaba que no me lo comiera y aunque dijera que sí, me lo volvían a repetir. De entrante tuvimos sopa de pescado con el típico fish bacalhau. El primer plato fue el plato tradicional de Navidad: bacalhau cozido, que es bacalao cocido con garbanzos, patatas, zanahorias y col. Habían metido los demás ingredientes en la col simulando pequeños regalos y estaba súper mono. Además, todo estaba delicioso. De postre, tuvimos muchísimos dulces y las galletas que había hecho yo. Todo el mundo bebió café y fui la única que bebí té.

Estaba super llena, pensé que me iba a quedar durmiendo allí mismo. Volvimos al salón y nos sentamos juntos a ver la tele. Abrieron los regalos casi a medianoche. Fue un poco largo, porque uno de ellos da el regalo a otro y todos ven cómo lo abre. Había bolsas llenas de regalos para los vecinos, amigos, familia y demás gente. Fue súper bonito ver lo emocionados que estaban con los regalos. Incluso me regalaron a mí una cosa que no me esperaba, ya que con la invitación era más que suficiente. Pero, acertaron de lleno regalándome unas zapatillas de pelo para estar por casa y una bufanda calentita. Estuve usando ambas cosas durante todo el invierno. Los demás recibieron pequeños regalos pero estaban encantados igualmente. La abuela estaba emocionadísima de ver cómo abrían los regalos. Sus regalos fueron los mejores de la noche. Eran regalos para sus hijas y nietas hechos por ella misma: un montón de joyas, fotos preciosas, puzzles con fotos de sus nietas y escribió un libro sobre ella y sobre la historia de su familia. Estaba muy orgullosa y a todo el mundo le encantaron esos regalos.

Fue una noche increíble. Cuando me despedí de todo el mundo, me invitaron a comer al día siguiente y todos insistieron en que fuera.

Navidad y Nochevieja en Lisboa

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Así que, al día siguiente volvió a recogerme y fuimos a casa de mi casera. Allí también se estaba muy caliente y todos lo comentaban felices. Tampoco querían pasar frío y tenían envidia del calor de las casas alemanas. Cuando los demás llegaron, empezaron a quitarse los abrigos porque se estaba demasiado caliente para su gusto. Por desgracia, no pude quedarme mucho tiempo, ya que tenía que recoger a mi amiga del aeropuerto, pero, el tiempo que estuve me lo pasé genial.

Me dieron muchos consejos sobre dónde ir y dónde no mientras disfrutábamos de la deliciosa comida. En los entrantes pusieron diferentes quesos con pan, el primer plato fue pavo y cerdo, según lo que cada uno quisiera, con cuscús y algo más de guarnición.

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El día de Nochevieja fue agotador, ya que me fui de viaje con mi hermana y mi mejor amiga y no volvimos hasta las siete. Cuando llegamos a casa, unas nos duchamos mientras otras cocinaban, nos arreglamos y nos volvimos a ir para quedar con nuestros amigos. Quedamos para cenar con mis amigos de Ucrania y Alemania que también estaban de visita. Todos habíamos preparado algo y los chicos habían hecho un vino caliente que estaba buenísimo. Escuchamos música, hablamos y nos lo pasamos genial. Por supuesto, siguiendo la tradición alemana, vimos el programa "Dinner for One" y se lo enseñamos a los demás. A las once y media, fuimos a la Praca do Comercio. Aunque íbamos tarde, llegamos a tiempo, ya que mi amigo no vive muy lejos de allí. La plaza estaba llena de gente, pero mi hermana se las arregó para que pudiéramos pasar por en medio de la multitud y llegar hasta el río.

A medianoche, todos hicimos la cuenta atrás, aunque cada uno en su idioma, ya que la mayoría de nosotros no hablaba portugués. Brindamos con champán, le deseamos a todo el mundo feliz año nuevo y vimos los fuegos artificiales. Después del año anterior en París, sin fuegos artificiales, disfrutamos aún más de ellos. Verlos sobre el río fue mágico. Unas horas antes, había llamado a varios amigos deseándoles feliz año nuevo, ya que viven en zonas horarias distintas. Hacía buen tiempo para ser diciembre, así que estuvimos bastante tiempo sentados en el río, bebiendo y cantando al compás de la banda que estaba tocando.

Después, fuimos a un bar de Bairro Alto para continuar la fiesta y tras estar bailando un rato, nos quedamos sin energía y volvimos a casa a dormir. Después de haber estado cinco días madrugando, habernos acostado tarde, no haber dormido por el frío, haber estado andando, haber estado haciendo turismo y conduciendo por Portugal, necesitábamos descansar. Pero, fue una noche increíble.

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