La universidad en Portugal
Me daba curiosidad saber cómo sería mi día a día en la universidad. Siempre hay que tener en cuenta que es un país diferente, con una cultura diferente y un sistema educativo diferente. Por todo ello, las clases y la vida universitaria también son muy distintas. Tras mi experiencia en París, estaba preparada para casi todo, pero, siendo sincera, he de admitir que en Portugal me sorprendí para bien.
Cuando aún no me había ido, recibí mucha ayuda. Me enviaron los horarios, las asignaturas que podía cursar y me dieron consejos para encontrar alojamiento. Siempre me respondían rápido y me daban información útil. Me hacía muy feliz sentir que me ayudaban y que solucionaban mis problemas.
La Universidade Católica tiene diferentes sedes en todo el país: en Lisboa, Viseu, Braga y Oporto. El edificio de Lisboa es pequeño y no tiene muchos estudiantes. Quizá es porque es una universidad privada (y cara) y no oferta estudios de todas las ramas. Es famosa por las carreras de Derecho y Economía, pero también ofrece Comunicación e Idiomas. El mobiliario es escaso, hay mesas y sillas de madera, los aparatos tecnológicos son bastante antiguos y no muy fiables. Hasta ahora no he visto que haya calefacción ni he sentido que la enciendan.
Los profesores parece que son muy competentes, al menos la mayoría de ellos. Como en todo, siempre hay excepciones. Les gusta su trabajo y saben mucho de lo suyo. Prestan mucha atención a los estudiantes Erasmus y siempre se ofrecen a ayudarnos y a facilitar que nos integremos.
Sin embargo, tienen concepciones diferentes a las de los alemanes. Yo siempre soy (al igual que hacía en París) la primera en entrar en clase. Los profesores y algunos estudiantes llegan siempre tarde. He de decir que los profesores solo se retrasan unos 10 minutos, pero los estudiantes hasta media hora. Pero eso no es lo peor. Hay algunos que no entran directamente, sino que llaman y esperan hasta que el profesor les da permiso para pasar. Después de 10 estudiantes, la situación cansa. Después de esto, empiezan a disculparse y a pedir perdón por haber llegado tarde. Es muy molesto porque interrumpen la clase cada poco tiempo.
Las clases duran una hora y media, pero los últimos 15 minutos son para hacer un descanso o para que podamos cambiar de aula. No hay descansos como tal, solo para comer. Algunos profesores no dan clase durante tanto tiempo y terminan en una hora (o antes). Hay otros que se pasan de la hora y los estudiantes optan por irse. Estos últimos son los que normalmente llegan muy tarde. Tenemos una hora de descanso para comer, entre la una y las dos del mediodía.
Normalmente vamos al comedor de la universidad. Es muy pequeño, pero en la Facultad de Derecho hay otro que es más grande. La comida no es muy barata. Cuesta unos 3, 50 €, sirven poca cantidad y es mucho más de lo que solía pagar en Alemania. Los platos están ricos, pero no se come bien todos los días. Siempre hay que elegir entre las mismas cinco o seis opciones. A veces, en invierno, la comida está fría. Imagínate: llevas todo el día muriéndote de frío en la universidad, necesitas comer algo y te ponen pasta fría. Al menos hay microondas, lo que se traduce en largas colas para calentar la comida, pero algo es algo. Yo normalmente opto por cocinar en casa, me llevo la comida y simplemente la caliento. Es, sin duda, mucho más barato y está más rico.
Hablemos sobre las diferentes asignaturas. Tenemos una plataforma online donde podemos ver todos los archivos disponibles y acceder a los materiales que necesitamos. Si necesitamos algo extra, nos lo dan en clase. Normalmente nos evalúan por medio de exámenes parciales, finales, presentaciones y ensayos. La media de todo ello es nuestra nota final. Yo tengo tres asignaturas: "Lengua portuguesa", "Cultura portuguesa" y "Escritura en portugués", todas ellas en portugués. También hay asignaturas que se pueden cursar en inglés para aquellos Erasmus que no sepan el idioma. Sin embargo, yo vine para mejorar mi portugués, así que para mí esta opción no tenía sentido. Además, yo no necesitaba convalidar nada en mi universidad de origen porque ya había cursado todo lo necesario antes de venir, así que podía elegir lo que quisiera. Nos hicieron un examen de nivel inicial para ver cómo era nuestro portugués, ya que solo nos dejaban asistir a las clases en este idioma si teníamos un nivel aceptable. Yo llegué al nivel exigido, así que pude asistir a ellas sin problema.
En "Lengua portuguesa" dábamos gramática, lingüística, escritura de todos los tipos de texto y hablábamos sobre literatura. Mi profesora era muy amable, siempre se aseguraba de que los Erasmus lo entendíamos todo y sus clases eran muy interesantes. Me encantaba. Sin embargo, después de unas semanas tuve que cambiarme de clase porque éramos muchos alumnos, nos dividieron y vino otro profesor. Para ser sinceros: sus clases eran horribles. Solo hablaba de literatura. ¡Como si fuera lo único importante en un idioma! Además, no paraba de decir que era el mejor. Hablaba portugués, español, inglés, italiano, alemán y francés fluidos y había traducido algunos libros importantes. No paraba de presumir. A pesar de ello, nunca le oí decir más de un par de palabras seguidas en todas estas lenguas. Siempre decía que los Erasmus somos muy malos en portugués, aunque en el examen de nivel el resto de profesores quedaron impresionados con nuestros conocimientos. Añadía que no hablábamos portugués, que simplemente creíamos que lo hacíamos y que los nativos nos entendían de milagro. Además, nos decía que teníamos que tener el mismo nivel que los nativos. En mi primer examen tuve buena nota (13 puntos). Algunos de los portugueses suspendieron, así que no se me daba tan mal. Él nos dijo que, a partir de ese momento, traduciríamos poemas todos los días para mejorar nuestro idioma. "Ah, ¿los poemas reflejan el lenguaje cotidiano? ", le pregunté. "¿No te gustan los poemas? ", me respondió. Le dije: "Sí, pero no me gustaría hablar en verso".
Creo que apartir de ese momento empezó a tenerme manía. Incluso le dije que prefería traducir relatos cortos. Un día, algunos estudiantes Erasmus le preguntaron que por qué en la otra clase la gente tenía mejores notas y les dejaban usar diccionarios y a nosotros no. Su respuesta fue que él no podía hacer nada para solucionarlo y que éramos estúpidos. Teníamos que hablar igual de bien que los portugueses. Le pregunté cómo se suponía que debíamos tener ese nivel si solo llevábamos estudiándolo dos años. Se sorprendió. "¿Solo dos años? Seguro que lo habéis aprendido o hablado antes". Por supuesto que no. ¿Dónde se suponía que había practicado yo? No conozco ningún colegio en Alemania que oferte portugués, no tengo familia portuguesa ni conozco a nadie que sea de aquí. Seguro que él pensaba que lo aprendíamos en el colegio como pasa con el francés. Este idioma por ejemplo, sí que lo he estudiado durante once años. Sí, si llevara estudiando portugués once años admitiría que es malo, pero solo llevaba dos y creo que era bastante bueno. Fue entonces cuando reconoció que él no había sido capaz de aprender ninguna lengua en solo dos años y pareció que se tranquilizaba un poco (al menos para lo que quedaba de día), aunque después volvió a desentenderse de la situación. Nos mandó escribir un ensayo en casa. Tenía que ocupar dos páginas y nos dio dos semanas para hacerlo. En Alemania solo nos hubieran dado un día para esa tarea. Para mí era la tarea perfecta. Soy muy buena en gramática y con tanto tiempo podía releerlo varias veces. También podía consultar diferentes fuentes y buscar el vocabulario necesario. A pesar de todo, solo tardé una semana en escribirlo. No quise utilizar más tiempo porque tenía algunos viajes planeados y otras tareas pendientes.
Cuando nos dijo qué notas habíamos sacado, nos devolvió los ensayos y me preguntó delante de toda la clase: "Nadine, ¿quién ha escrito tu ensayo? . Le dije que yo y se sorprendió aún más. Miré mi nota: tenía un 16, ¡nada mal! No me creyó y creo que aún sigue sin hacerlo. Sabía que no era tan mala. Había sacado un 13 en un examen, bajo presión, sin diccionario y sin conocer muchas de las palabras más importantes. Los ensayos se me daban bien, nos dio dos semanas, pude usar diccionarios y consultar fuentes especializadas. Yo tampoco podía entenderlo, ¡qué misterio! . A día de hoy sigue pensando que algún nativo escribió mi trabajo. Su opinión me daba igual. Mi nota estaba ahí y, aunque hubiera sido más baja, no la necesitaba. En ese momento empezó a decir en alto los errores que había cometido en las traducciones y se rió de mi delante de todo el mundo. ¡Madre mía, qué profesor tan competente! Alguien así hubiera tenido muchos problemas en Alemania. No me afectaba. Otros profesores habían sido muy buenos conmigo y hacían más que buenos comentarios sobre mí. En el examen final tuve 10 puntos. Admito que fue mi culpa porque no estudié. Durante tres semanas tuve muchas visitas y había salido bastante (que lo prefería), pero solo había hablado francés. En ese momento, mi portugués se resintió un poco. Además, en el ensayo defendí una opinión con la que estoy casi segura que el profesor no coincidía, pero eran mis ideas.
En "Cultura portuguesa" hablábamos (nada predecible) sobre cultura portuguesa. Como los portugueses son conocidos por ser marineros y descubridores, hablamos mucho sobre viajes e identidad cultural. Me encantaba la profesora, era (en mi opinión) la típica portuguesa: bajita, amable y entusiasta. Hacía que las clases fueran interactivas y quería que lo entendiéramos todo. Todos teníamos que hacer una presentación de 15 minutos sobre un tema. Yo lo hice con una Erasmus sobre el último libro de Yann Martel, que habla de Portugal. Además, teníamos que escribir un ensayo de cinco páginas sobre el tema y hacer un examen parcial que consistía en responder preguntas sobre las presentaciones expuestas en clase.
En la asignatura "Escritura en portugués" aprendíamos cómo redactar los diferentes tipos de textos. Al principio pensamos que era solo para estudiantes internacionales porque dio la casualidad que allí todos lo éramos, pero no. Fue muy interesante, pero al final ya se me hizo un poco pesada. Nuestra profesora empezó a darle vueltas a los mismos temas y llegó un punto en el que podía acabar sus frases porque ya las había oído demasiadas veces. Aprendí muchas leyendas e historias sobre Portugal de las que he hablado ocasionalmente en mi blog. La profesora siempre llegaba tarde y se molestaba si le pedíamos que nos hablara de otros temas. Además, creía que hablaba bien muchos idiomas. A veces me hablaba en alemán y yo tardaba muchísimo en entender qué quería decirme en realidad. A pesar de todo, los alumnos nos llevábamos muy bien. Nuestras notas fueron el resultado de la evaluación continua de todo el semestre y fueron bastante buenas.
La biblioteca es minúscula y los recursos son muy limitados. Los edificios son muy antiguos y se nota. Sin embargo, es muy luminosa, tiene grandes ventanas y es un lugar tranquilo para estudiar (si traes tus propios materiales). En las bibliotecas públicas encontrarás los libros importantes y otros recursos. En las facultades más modernas, como la de Economía, hay salas de estudio agradables. Suelen usarse para estudiar en grupo o preparar presentaciones.
En general, me llevo una muy buena impresión sobre la universidad y sobre la calidad de la educación (excepto por algunos profesores). Me sentí muy bien recibida allí. Hay muchas diferencias con París y también con mi universidad de Alemania. Muchos de mis profesores me ofrecieron ayuda incluso cuando el semestre ya había acabado. Conocí a gente increíble en clase, la mayoría de ellos Erasmus. Todos estábamos más o menos en la misma situación y coincidíamos en otros eventos. Los estudiantes portugueses eran muy abiertos y estaban dispuestos a ayudarnos siempre. ¡Ni punto de comparación con lo que había vivido en Francia!
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