Cómo me fui de Erasmus por segunda vez
Esta iba a ser la segunda vez que me iba de Erasmus. En realidad, no estaba planeado, justo acababa de volver de París, así que, ¿cómo ocurrió todo? Os explicaré esta decisión tan espontánea.
Volví de mi semestre en París el 31 de enero del año pasado. Estaba muy contenta de poder ver por fin a todos mis amigos, a mi familia y a mis mascotas, así como de recuperar mi vida allí y mi antigua rutina, mis aficiones y tradiciones. Pero, como ya sabréis si habéis leído mi blog, lo pasé muy mal por la conocida "depresión poserasmus". La primera vez que oí hablar de ella creí que era un mito, una broma que se hacía entre los estudiantes Erasmus, pero no, era verdad. Está incluso científicamente demostrado y escribiré sobre ello en un post dedicado exclusivamente a esto.
La realidad es que yo no estaba tan, tan mal, pero cuando llegué a Alemania, tenía tres meses de vacaciones por delante porque aquí el semestre de verano no empieza hasta finales de abril. Todos mis amigos aún tenían clase, estaban estudiando para los exámenes o redactando trabajos y, los demás, estaban trabajando. En comparación con mi vida en París, tan animada y ocupada (especialmente los días antes de irme), me aburría. Echaba de menos el tiempo que había pasado en París. A finales de marzo, fui hasta allí para visitar a un amigo que hice durante el Erasmus. Él todavía estaba en París porque se quedaba más de un semestre. Ahí fue cuando me entró la nostalgia. Quería volver. En el camino de vuelta a Alemania, en el tren, recibí un correo electrónico de la Oficina de Relaciones Internacionales de mi universidad. Decía que quedaban algunas plazas libres en otros centros extranjeros para el siguiente semestre de invierno. El periodo normal para aplicar había sido en noviembre, pero aún quedaban plazas. Miré los destinos por simple curiosidad. No me había planteado irme de nuevo, acababa de volver de pasar un tiempo fuera de casa. Me resultó interesante ver que había becas disponibles para París y para muchos otros sitios más. ¿Por qué la gente no aprovecha esta maravillosa oportunidad de vivir en el extranjero, incluso cuando recibe ayuda económica para ello? No me entraba en la cabeza. Las plazas que yo podría aprovechar eran las de Portugal, ya que el portugués era mi tercera lengua en la universidad y me podría servir para mejorar. Vi que había plazas en la Universidade Católica, en Lisboa. Cuando llegué a casa, se lo conté a mis padres y me dijeron: "acabas de volver, ¿de verdad estás pensando en irte de nuevo? ". Yo también pensaba lo mismo.
Pocos días después, viví algunas experiencias personales que me hicieron volver a pensar en aquel correo electrónico y en las plazas disponibles. Pensé: "¿por qué no? ". Nunca había estado en Portugal aunque estudiara su lengua y su cultura, así que era totalmente legítimo irme, vivir en este país y mejorar mi nivel de un idioma con el que tendría que trabajar en el futuro. Con él no me sentía igual de segura que en inglés o en francés, ya que ya había estado en países donde se hablaban. En mi universidad tampoco tenía presión por acabar pronto. Así que, ¿por qué no?
Con este pensamiento rondándome por la cabeza y sin decirle nada a nadie, mandé mi candidatura a Relaciones Internacionales un viernes, casi sin esperar que me contestaran. Quizá ya era demasiado tarde o preferían seleccionar a otros estudiantes. El lunes siguiente me mandaron la confirmación. Me sorprendió bastante que me aceptaran y que lo hicieran tan rápido, ya que para las solicitudes normales tardan meses en contestar. Sin embargo, parecía que las plazas sobrantes se asignaban muchísimo más rápido. No esperaba que me aceptaran ni tampoco había reflexionado demasiado sobre mi decisión, había sido un acto impulsivo. En dos días tuve que mandar muchas cartas y documentos para que me los firmaran y me aceptaran definitivamente en la universidad portuguesa. En menos de una semana estaba todo listo: me iría de intercambio a la Universidade Católica de Lisboa.
Mi coordinador Erasmus me dijo: "no necesitas que te explique nada más, ya lo sabes todo. ¡Disfruta! " y mis padres me aseguraron que debía hacer todo aquello que sintiera la necesidad de hacer. Unos días después, añadieron: "bueno, al menos ya tenemos una buena razón para irnos de vacaciones a Lisboa".
No podía creérmelo. Estaba muy feliz y me alegraba mucho poder hacer aquel viaje, aunque aún quedaran cinco meses para irme. Durante el siguiente semestre no podía dejar de desear que se acabara y empecé a planear todo para irme a Lisboa. Compré los vuelos, organicé los horarios de la universidad y encontré un apartamento.
Vivo mi vida siguiendo una cita de Paulo Coelho: "O mondo é um livro e quem não viaja lê apenas uma página", que significa "la vida es un libro y, quien no viaja, solo lee una página". Vale, es cierto que él no es portugués, sino brasileño, pero es la cita correcta en la lengua correcta.
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