Un fin de semana en París
El año pasado decidí ir un fin de semana a París para ver a mis amigos. Vivo en la frontera entre Bélgica y Francia, en mi ciudad no son ni tres horas las que me separan de la capital francesa.
Sin embargo en Lieja, la ciudad donde estudio, son cuatro horas. Así que tuve diversas posibilidades para ir allá.
El trayecto
Antes de todo, había visto las ofertas de trenes y sobre todo de Thalys (es un tren más rápido que los convencionales; pero menos que el TGV, tren de alta velocidad). Frecuentemente, hay que comprarlo con antelación para que el precio sea más barato, en los últimos minutos suelen ser caros en general. Con lo cual, mientras lo estaba mirando, el precio de este era veinticuatro euros ida y vuelta y hacía falta hacer una parada en Bruselas... Al final, no ganábamos mucho tiempo, la única ventaja era el confort. En el tren podíamos ver una película, etc.
También había considerado la posibilidad de ir en autobús. La compañía que me vino directamente a la cabeza fue Eurolines, hacen un cruce entre diferentes ciudades europeas. El precio era atractivo: alrededor de veinte euros la ida y cuarenta la vuelta. En contraste, la desventaja que tenían eran los horarios y la duración del viaje: al menos cinco horas para llegar a la destinación final. No escogí esta opción porque no hubiera podido dar una opinión, pero algunas amigas que lo escogieron, no me lo recomendaron porque salía con retraso con respecto al horario; al final fueron seis horas de trayecto y nada cómodo. Seis horas es mucho...
Luego, miré las ofertas en coche compartido. No miré el precio del avión porque entre el tiempo para ir al aeropuerto dos horas antes etc, perdíamos un tiempo preciado y no tenía sentido utilizarlo para ir solamente un fin de semana. Con lo cual miré todas las opciones en coche compartido desde Bruselas, Lieja, Namur...
Finalmente, encontré una opción que me hacía feliz. El único problema era que para ir, el conductor salía desde Bruselas. Con lo cual, teníamos cuatro horas de trayecto para llegar a París. Si en algún momento me veo en la misma situación, no iría con alguien que haga un desvío (salvo si no tuviera otra opción) porque el trayecto ya es largo de por sí y no había nada cerca, pasar por Bruselas en coche nos hizo perder fácilmente una hora.
Para la vuelta, escogí otro coche compartido. Estuvo genial, este viaje quedará gravado en mi memoria; pasó muy rápido. De hecho, habíamos cantado canciones en el coche y hablamos arduamente con otros pasajeros que eran todos de mi edad. Fue una experiencia muy buena. Busqué un coche compartido en este sitio Bla Bla Car. Vi todos los comentarios de los conductores y su perfil, antes de escoger uno. Después contacté con el conductor en cuestión por correo electrónico y también por teléfono al menos una o dos veces antes del trayecto.
Partimos muy pronto el viernes por la mañana para llegar a primera hora de la tarde al centro de París (contad también con que os deja en la periferia y luego habría que coger el metro. Y el domingo salimos alrededor de las 16 horas para llegar por la tarde a Lieja, alrededor de las 22-23 horas (el conductor hizo una pausa y habíamos quedado en un punto de encuentro en el metro).
El descubrimiento de París: nuevos barrios
No fue la primera vez que había estado en París y asombrosamente, tampoco la primera vez que estuve en invierno. Pero, había olvidado bastantes cosas. En todos los casos, el objetivo era más caminar que volver a visitar los lugares que habíamos visitado diversas veces y que finalmente se olvidaron rápidamente (no para todos, pero sobre todo el caso de ciertos museos).
Hay que saber que el primer domingo de cada mes los museos son gratuitos. Si dudáis entre dos fechas, este detalle puede inclinar la balanza para escoger un fin de semana o otro.
Père Lachaise:
En cualquier caso, he descubierto nuevos lugares y barrios desconocidos hasta ahora. Nos hospedamos en el barrio Père Lachaise, un barrio conocido por... su cementerio. De hecho, en este cementerio están enterrados Jim Morison, el dramaturgo Molière, el pintor Delacroix, el cantante Henri Salvador, el escritor Oscar Wilde y muchos otros. No he tenido la ocasión de visitarlo porque hace falta hacer una reserva antes para poder entrar en el cementerio, sin que esté lleno y pierda toda su espiritualidad y su función. Hay un cine cerca de la parada de metro, tiendas y mercados. Es un barrio bastante animado y multicultural (como un poco en todas las grandes metrópolis al mismo tiempo).
París de noche
En la primera tarde, aprovechamos durante la noche para pasear a lo largo del Sena. Cerca del Louvre y el museo d'Orsay, en las orillas. Está muy bien iluminado y si queréis podéis hacer fotos de París por la noche, es allí donde hay que ir porque no hay muchos transeúntes y normalmente hay espacio en las aceras para colocar un equipo fotográfico, como por ejemplo un trípode.
A lo lejos podéis ver los Campos Elíseos y en invierno la famosa noria iluminada. Detrás, se encuentra el mercado de Navidad con pequeñas casetas donde se vende comida (sándwich de cerdo a la plancha, salchichas del campo,... ), bebidas de invierno (vino caliente con canela, chocolate caliente, zumo de manzana caliente con canela), todo tipo de joyas y objetos de decoración navideñas fantásticas. Si continuáis por la otra parte, dando la espalda al museo del Louvre, podéis contemplar la isla donde se localiza Notre Dame de París. De noche también es un espectáculo bonito.
La torre Eiffel
El segundo día, fuimos a la torre Eiffel. Hací muy bueno con lo cual era agradable verla con el sol. Además, no llegamos por la plaza de Trocadéro (enfrente de la torre Eiffel, antes del puente), sino por detrás, por l'école militaire. Por ello, aunque la visita fuera menos impresionante, había menos gente y con lo cual es la ocasión para hacer buenas fotos. En esta parte hay un muro de cristal con palabras de amor y paz escritos por detrás en una variedad de idiomas (español, francés, polaco, árabe (egipcio), inglés, alemán, etc).
Luego, podéis pasar por debajo e ir en dirección a la plaza de Trocadéro. Hay mucha gente debajo de la torre Eiffel porque van en esa dirección para subir. Hay cuatro entradas diferentes. Las visitas tienen lugar hasta las once de la noche, que permite tener una vista nocturna o diurna de París. El precio varía según la planta a la que subáis. Y los precios aumentan también... Bastante altos porque una entrada para adultos puede alcanzar los catorce euros si queréis ir hasta la cima. Si no, son ocho euros para la segunda planta, o eso creo. Tened cuidado con los carteristas cuando estéis entre la muchedumbre.
Si continuáis podéis llegar al río y al puente. Allá numerosas personas hacen trucos de magia, trucos para llamar la atención y puestas de escena... para robaros. Echad un ojo si queréis y sobre todo divertiros, pero sobre todo estaros atentos. Podéis enseguida subir a la plaza de Trocadéro donde hay mucha más gente, pero donde la vista también es bella porque el Sena pasa justo por delante. Allá también hay muchas puestas en escena, de danza y de teatro, es un lugar agradable. A veces es una pena que haya tanta gente, pero es comprensible.
Un poco más tarde, nos dirigimos poco a poco hacia la isla donde se encuentra Notre Dame, en la isla Saint Louis. ¡Sí, sí, la misma que en el dibujo animado!
La isla Saint Louis, la isla de la ciudad y Notre Dame
La isla de Saint Louis se encuentra en el centro del Sena. Ella es la vecina de la isla de la Cité con la cual no se comunican. Mirad bien sobre cual partís entrando por la catedral en la mayor parte (de la isla de la Cité) y no sobre la pequeña (la isla Saint Louis). Sobre la isla de la Cité hay muchos restaurantes y cafeterías, algunas tiendas, pero todo es bastante caro debido a su posición geográfica. Sin embargo, estuve en una crepería un poco detrás de la catedral y estaba muy bueno y no era muy caro para ser París (cuatro o cinco euros). A veces, quien busca encuentra...
Notre Dame es el elemento más importante de la isla. Es muy bonita pero eguro que es una pena que haya tanta gente delante. Podéis ver el famoso rosetón, sus dos torres cuadradas y el pórtico con todas sus estatuas y la representación del juicio final. La plaza en la que se encuentra se llama la plaza Juan Pablo II. Sobre los otros lados también hay rosetones de diferentes formatos y de diferentes tallas. Creo que la entrada es gratuita, pero no para subir a las torres. Para ello hay que pagar. Os aconsejo de mirar la catedral desde el punte para verla de perspectiva y hacer fotos bonitas.
También habíamos previsto ver las catacumbas. Es el tipo de visita que no había hecho porque lo había previsto para otra visita. Pero los horarios de apertura son bastante restringidos y finalmente no pude ir. También estas se encuentran algo lejos del centro.
Restaurantes y salidas:
Cerca de la isla de la Cité (ciudad), cuando atraveséis el puente que se encuentra detrás del atrio de Notre Dame, llegáis al bulevar Saint Michel. Allá está el metro, podéis ver una fuente. Un poco más a la izquierda, hay una serie de callejuelas en las cuales se encuentran una multitud de restaurantes. Es la ocasión para comer barato. Aunque no sean todos de calidad, en general por un menú pagaréis doce euros. Hay para todos los gustos: cocina francesa, española, griega, italiana,... En mi caso, comí por nueve euros en un italiano por un menú con un entrante y un plato principal además de un vaso de vino. Un buen recuerdo, no necesariamente la comida, que era normal, pero por el ambiente de las callejuelas y por la decoración de los lugares... ¡muy hortera! Es un barrio animado si tenéis ganas de cantar karaoke, de tomar algo, después de la cena, podéis quedaros por los alrededores.
Lo que es seguro es que París es una ciudad cara. Para salir, tienes que contar con unos 23 euros. Metro/ bus/ taxi y luego las bebidas. ¡Contad con la happy hour! A veces encontraréis por cuatro o cinco euros una jarra de medio litro de cerveza, que es bastante razonable. Por el contrario, los cocktails y otro tipo de alcohol son muy caros. ¡Puede aumentar hasta los diez euros! En mi caso, fui a un pub irlandés. Me hicieron una oferta, cinco euros una pinta.
Las exposiciones:
Cuando volvimos a París, también fue el momento de aprovechar para visitar los museos menos importantes de diferentes barrios (muchos escritores célebres vivieron allá por ejemplo y supongo que se puede visitar su casa) o las exposiciones permanentes. ¡Hay algunas muy bonitas! Por ejemplo, pude visitar hace algunos años una exposición sobre un tesoro egipcio. Fue un tesoro engullido por el mar que encontraron, renovaron y lo expusieron.
Era una exposición genial, sin embargo era muy cara para mi gusto (diez euros). Casi siempre es la misma cosa con las exposiciones permanentes... Este fin de semana en cuestión, pagué nueve euros por la entrada para ver una exposición sobre los videojuegos. Nueve euros de entrada, dolía un poco pero eran dos horas de cola. Hace falta saber que en París es posible reservar la entrada de antemano por internet e imprimirla para no hacer la cola. Os aconsejo hacerlo, si no, tendréis que hacer una cola de mínimo una hora y medio o dos horas y no es agradable. Afortunadamente éramos dos personas y pude hacer un pequeño tour al mercado de Navidad que estaba al lado porque la sala de exposición, llamada el pequeño palacio (le Petit Palais) se encontraba al lado de los Campos Elíseos donde se encontraba el mercado de Navidad.
La exposición, aunque corta, era interesante y fue una buena experiencia. Pero al mismo tiempo un poco cara para mi gusto como lo había dicho. La próxima vez buscaré ropa de ocasión porque en París ¡también tienes ocasión de comprar en tiendas vintage o en tiendas de segunda mano!
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- Français: Un week-end à Paris
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