París agridulce, la mejor ciudad del mundo

Hay tanto que decir sobre París que cualquier estudiante al que preguntes no sabrá por dónde empezar. De todos modos, creo que es importante que otros estudiantes saboreen un poco de mi experiencia en París... que fue algo como un cuento de hadas y una lección muy grande al mismo tiempo. He decidido escribir sobre esta ciudad hoy, día de San Valentín (no porque crea en estas cosas, pero es una maldita coincidencia), ¡porque estoy enamorada de la ciudad!

Lo más importante de París es que es una ciudad que vive de manera muy intensa cada momento del día, cada día del año. Cada fin de semana se organizan eventos por parte del ayuntamiento que son gratis, pero también por parte de locales y dueños de bares, ¡para todos los gustos y colores! Puedes asistir a un show de jazz en un bar escondido al norte o escuchar a los mejores DJ de música electro al Rex Club o The Machine. Hasta se organizó una noche electro en el Grand Palais (imaginaos un hall de un museo con un techo de cristal decorado con luces y acompañado de música electro... ). Pero si prefieres experimentar noches llenas de salsa, música latina o R&B, ¡París es tu ciudad! Gracias a la influencia africana, te dan ganas de moverte. Te metes en el ritmo sin ni siquiera saberte los pasos, solo sintiéndolo. Y ese es un buen método para conocer otras culturas; simplemente por su música.

Fuente

En lo que se refiere a la gastronomía... bueno, los franceses son muy exigentes y quieren calidad en todo. Es por eso por lo que seguramente vayas a comer bien, con o sin mucho dinero, desde las crepes en la calle, pasando por los falafel de Le Marais, hasta los sabores más exquisitos en un bistró de Montparnasse (aunque los hay en cualquier lado).

Sonará raro, pero incluso en los mercadillos puedes encontrar calidad. Puedes encontrarlos en Bastille, Porte de Clignancourt (donde las frutas y verduras son sabrosísimas y las ofertas, increíbles; así que puedes organizar una comida especial con tus amigos), etc. Lo único que tienes que hacer es ir al mercadillo más cercano (incluso un domingo), comprar un par de botellas de vino y, por supuesto, una baguette crujiente y queso.

Levantarse a las 6 para empezar las clases a las 8 es duro, sobre todo con el frío del invierno, pero desde el momento en el que te montas en el metro, aunque sea un poco viejo, ves a tanta gente tan diferente, corriendo para llegar al trabajo o al trabajo, blancos, negros, japoneses, punk... que te sientes parte de esta comunidad. Nada de lo que sentirse avergonzado, todo lo contrario: te sientes una pieza más en el mosaico.

Fuente

También en el metro puedes ver muchísimos anuncios de teatros, óperas, conciertos o ferias que están en París en ese momento. Así que si te aburres, ¡vete a la estación de metro más cercana y ya sabrás dónde pasar la noche!

Las universidades también son exigentes (como todo lo francés), pero nada es muy difícil. Si lo intentas, seguro que lo logras. El francés es una lengua extraña, sobre todo el de los jóvenes, pero siempre te van a intentar ayudar, así que no tengas miedo de cometer ningún fallo; ¡hasta les gustará!

Cada uno se llevará algo distinto de esta ciudad. Cada uno es diferente y la ciudad le dice a cada uno cosas diferentes. Sé que suena muy empalagoso, pero es la verdad. Me pasó a mí y a mucha gente: solo tienes que abrir bien los ojos y los oídos y tener el alma preparda para "aimer les différences" (amar las diferencias).

Para mí, lo mejor fue caminar por esta ciudad, da igual si lloviera o nevara, contemplando su belleza. Arquitectura, arte, lo antiguo y lo moderno... todo unido de una manera única para encantar. .

Fuente

Me he encontrado a mí misma andando por sus calles, aprendiendo a vivir sola, queriendo a todo el mundo. Así que si eres uno de nosotros, que nos gusta vivir la vida sin miedo y con una imparable necesidad de explorar y soñar, París es el lugar ideal!

¡Divertíos y aprovechadlo al máximo, que la perfección es algo raro estos días!

Athina