Una desgracia graciosa
¡Hola!
Si has seguido mis andanzas, ya sabes lo que me pasó en Palermo.
Hoy quiero contarte otra cosa, que no me ha pasado a mí directamente (a gente que conozco).
Para que no te pase algo así, y quien avisa no es traidor, te cuento la historia de tres francesas a las que les pasó algo desagradable una noche.
Como el año escolar en la academia empezaba a finales de octubre, llegué a mitad de mes. Otras tres francesas que conocía de antes llegaron un poquito antes para aprovechar el tiempo libre visitando la ciudad y disfrutar así de las vacaciones.
En octubre, enseguida notarás que hace buen tiempo en Palermo. ¡Muy bueno! Una noche, decidieron ir con unos italianos que empezaban a ser sus amigos a bañarse en plena noche en la playa de Mondello. Los italianos cogieron un coche y se fueron todos con las cosas de playa y los bañadores. ¡Se divirtieron un montón!
Lo malo es que después del baño, al volver, habían robado la mayoría de las cosas que habían dejado en la arena (en mitad de la playa). Unos graciosillos quisieron divertise con lo que encontraron. Quitaron un pantalón de cada dos, un calcetín de cada par, una camiseta de cada dos, gafas de ver y el coche había desaparecido con las llaves. Lo peor fue ver el coche irse y que un autobús nocturno que pasaba por ahí no se había parado al ver a los ladrones medio desnudos.
Menos mal que más tarde, al pasear por las calles, el italiano encontró su coche pero la francesa que perdió las gafas de ver tuvo que comprarse otras. Desde entonces, nunca volvieron a bañarse de noche.
Esta historieta puede tener algo de gracia, pero te aseguro que estando de Erasmus, te relajas tanto que se olvida estar atento. Me contaron esto cuando llegué, la pobre chica miope seguía sin sus gafas (y tardaron en mandarle unas nuevas por culpa del correo, que reenvió el paquete en el que se encontraban a otra ciudad). Y encima retuvieron el paquete por motivos desconocidos.
Si tienes problemas de vista, lo mejor es que te lleves al Erasmus el par de gafas que te pones todos los días y el par antiguo. Sin haberlas perdido, las mías se rompieron de golpe, mientras estaba hablando tranquilamente. Cuando volví a Francia me las arreglaron y todo salió bien. ¡Espero que este consejito les sea útil a todos los miopes, los que tienen astigmatismo e hipermetropía que me leen!
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