Día 1: Zelanda

¡Por fin ha llegado el gran momento! Desde que empecé mis prácticas en Ghent el 25 de febrero 2019 estaba esperando mis siete días de vacaciones de Semana Santa para poder hacer el viaje de mis sueños: ¡un gran tour por Holanda!

Me vine a Bélgica desde Italia con mi pequeño Fiat Panda, por lo que tenía máxima libertad de movimiento. Mientras esperaba a que las vacaciones llegasen, me informé también sobre los lugares menos turísticos de visitar de forma que pudiese conocer las zonas más auténticas de Holanda. Además tuve la suerte de alojarme en casa de mi amigo que estaba estudiando en Delft y me iba a dejar su habitación para las vacaciones, por lo que tenía una base estratégica desde la cual salir desde una visita a otra.

El primer día, el martes 16 de abril de 2019, salí desde Ghent y conduje hacia el norte hasta la cercana frontera holandesa, atravesé el túnel que pasa bajo el canal y llegué a Middelburg, la ciudad principal de la región de Zelanda, una tierra de agua compuesta por una serie de penínsulas conectadas unas a otras por puentes y diques.

El paso en Países Bajos fue muy sencillo, especialmente en lo que respecta a la conducción: carreteras perfectas, rotondas con carriles ingeniosos, carriles bici rojos, casas y jardines cuidadísimos incluso en la periferia... ¡y caros parkins de pago por todas partes!

Llegué a Middelburg por la mañana asi que pagué el estacionamiento por una hora y visité rápidamente el pequeño centro circular rodeado de canales. Los lugares que me han gustado más fueron el molino, la plaza principal (Markt) con el ayuntamiento, las casas de ladrillos de Kuiperspoort y la vivaz Lange Delft llena de tiendas.

Volviendo rápidamente al coche seguí hacia el extremo occidental de la península hasta Westkapelle. Este pueblecito presenta una iglesia con un particular campanario-faro y está protegido del bravo Mar del Norte por una barrera de altas dunas. Después de haber comido, caminé un poco a lo largo del paseo sobre la cresta de las dunas; el tiempo era soleado pero el viento venía frío y había un poco de bruma, por lo que volví pronto al coche.

Esa tarde fue principalmente itinerante y atravesé toda una serie de diques más externos de Zelanda, protegiéndola de inundaciones de agua. Hice una sola parada en una playa enorme (Strand am Brouwersdam) donde estaban volando cometas y había extraños go-kart de viento. Me gustó mucho relajarme en este lugar aislado en medio de la costa.

Finalmente por la noche llegué a Delft y me acomodé en mi habitación temporal. En el apartamento había otros cuatro chicos que he conocido poco a poco dado que no se hacían ver mucho. Me dí cuenta también de lo complicada que es la convivencia en un piso de estudiantes, especialmente para tener todo limpio y en orden.

En cualquier caso, me adapté a la situación y después de la cena dí una vuelta por el pintoresco centro de Delft lleno de luces que se reflejaban en los numerosos canales. Me había ya enamorado de esa ciudad hacía tres años cuando fuí allí por un workshop, por lo que estaba muy feliz de haber vuelto.

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