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Erasmus atípico

Publicado por flag-es lidia martin — hace 5 años

3 Etiquetas: flag-it Experiencias Erasmus Milán, Milán, Italia


La ciudad elegida

Volando entre campos de espejos, arrozales que atraviesa el tren regional Torino-Milán, busco la inspiración necesaria para crear una poesía en italiano.

Sé que la encontraré, igual dentro de unos años, pero al final algo tendrá que surgir. Mientras espero esta poesía puedo, sin embargo, escribir sobre la experiencia que empezó en septiembre y que acabará en junio o julio o cuando sea que apruebe los exámenes. Cuanto antes mejor, para llevar todos los documentos a la Universidad y que me den el resto dela Beca.

No creía posible que la única plaza de mi Facultad para Milán me la pudieran otorgar así, tan fácilmente. Pensaba que habría al menos veinte personas detrás de ella. Pensaba que, como mucho, me tocaría Pisa o Florencia, incluso Roma.

Había hecho con mis padres a los quince años, un viaje turístico por las principales ciudades de Italia. Fue una experiencia única e increíble, que pasamos durmiendo en carreteras y parkings. Comiendo de bocadillo y en Autogrills, gracias al monovolumen que nos servía como una caravana.

Todas las ciudades me habían gustado muchísimo, puede que de las más fascinantes que recordaba eran Venecia y las ruinas de Pompeya. Por ser únicas, originales.

Milán era bonito, tenía una catedral preciosa, pero nada más lejos de impresionarme de manera tal para que desease ir allí y solo allí para estudiar un curso de Medicina.

La razón principal era mi novio. Que vivía cerca de allí, en Torino (Turín). Y Torino desafortunadamente no tenía el convenio con Valencia necesario para poder estudiar allí con la beca Erasmus. Milán era la ciudad más cercana del listado que podías elegir.

Y esta ciudad era una de las que menos me habían llamado la atención en el viaje con mis padres. Como mucho me acordaba de haber comido en una calle en la que pasaba un tranvía que hacía mucho ruido y era muy molesto.

De todas formas, en el momento en el que iba a pedir la beca ya conocía bien estas ciudades, debido a la relación a distancia que llevaba por casi dos años con mi novio, que me obligaba a viajar como una vez al mes allí. Llegaba a Milán y luego cogía el tren para llegar a Torino. Por desgracia tampoco Ryanair tiene aún una línea que comunique Valencia con Torino, espero que no tarden en ponerla...

Este hecho suponía una ventaja para mí a la hora de hacer el examen de idioma previo a la selección de los becarios; pues gracias a estas continuas visitas al país alpino, una cuantas veces que había ido al cine, algunos libros que me había leído en italiano, pude aprobar sin problemas. Saqué incluso un generoso ocho.

El principito, un libro sobre masonería, el manifiesto comunista. Y más adelante Robinson Crusoe, el Mundo Nuevo de Huxley... Fueron los primeros que me atreví a descifrar, entendiendo al principio bien poco, pero sin prisas de hacerlo. Sin pararme a buscar en el diccionario cada vez que encontraba una palabreja extraña. Leyéndolos con toda naturalidad, como si se tratara de un idioma que ya conociera, que solo tenía que recordar.

A esto le debía mucho saber un poco de valenciano, que tiene un vocabulario y muchos verbos parecidos al italiano.

La carrera me estaba resultando un hueso duro de roer, pues estando ya seis años estudiando Medicina me encontraba aún cursando asignaturas de tercero y la mitad de asignaturas de cuarto.

Y, ahora, aún quería estudiar en italiano... Me pregunto a menudo si es que me gusta hacerme sufrir. ¿Por qué tengo que ponerme las cosas tan difíciles siempre?

Y aunque podría parecer que una persona así de masoquista es necesariamente negativa, yo creo que el problema era justo el contrario. Demasiado positiva, demasiado inocente, en las nubes. Es por eso que me embarqué en todas esas locuras sin pensar en los posibles inconvenientes. Con la ciega confianza en que todo es para bien.

Mis padres no me pararon los pies cuando decidí estudiar medicina, cuando les dije que quería tener una relación a distancia con un chico italiano, ni tampoco cuando pedí la Beca Erasmus.

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Mio amore

A mí novio le conocí también gracias a la Universidad, cuando el viaje del paso del ecuador, en la isla griega de Mikonos. Estábamos en una discoteca que era medio chiringuito de playa. Y la fiesta fue larga larga, allí habían turistas de todo el mundo. Australianos, norteamericanos, uruguayos, españoles, tantísimos italianos... Todos bailando al son del dj Shasha.

"What’s your name? ", "Where are you from? ", "I´m from Valencia". Pocas palabras y tanto baile, todo fue precipitado. De corre prisas me pidió el móvil y de puro milagro se lo dí bien y no le dí uno falso, porque me había caído muy simpático.

Sorprendentemente siguió mandándome mensajes cuando ya cada uno estaba en su país y así luego pasamos a los mails. Mantuvimos el contacto por Hotmail hasta el verano siguiente, cuando él decidió ir a Valencia para conocernos mejor.

Y así comenzó nuestra historia, que requería tantas idas y venidas en avión. Hasta el punto de llegar a conocer a todos los azafatos y azafatas de Ryanair.

Si bien yo al principio cogía Vueling, que era más agradable por la música relajante que ponían durante todo el vuelo. También porque es una compañía española y por la cuestión de barrer para casa y esas cosas. Al final por los precios aparentemente más asequibles, me pasé a la competencia, a pesar de esa música estresante que ponen en Ryanair al principio cuando todos los pasajeros buscan sitio desesperadamente, que seguro lo hacen para que se sienten en cualquier sitio y puedan seguir siendo la compañía aérea low cost más “on time”.

En uno de esos vuelos tuve la desgracia de llevar en mi maleta un libro de farmacología que pesaba como un muerto, sobrepasando así los 10 kilos máximos que puedes llevar. ¡Oh! Tuve que desembolsar 35 euros, fue un duro golpe para mi economía erasmúsica. Casi lloro, casi dejo de confiar en la compañía, ¡qué injusticia! Pero la necesidad me hizo olvidar y seguir viajando con ellos.

A pesar de que ahora han subido la sanción a 43 euros si te pasas de medidas o kilos, pero asumo el riesgo. No tengo miedo, ya soy una profesional. He aprendido que el día del vuelo tengo que llevar muchos bolsillos. He llegado a esconderme un gran paquete de Lacasitos en la espalda, apretado contra el cuerpo con la goma de las medias. He llevado encima tres bufandas y dos gorros simulando que no tenía calor. En pleno invierno fui vestida directamente con un mono de nieve...amarillo. Porque dentro de la maletita no me cabía. Tenía vergüenza de quitarme el abrigo de pelos negro, pero al final me lancé y la gente me miraba preocupada porque tenía toda la pinta de una fontanera que iba a reparar algo en el avión.

En invierno el camuflaje de objetos pesados era más sencillo, ahora que llega el verano la cosa se complica. Pero, “ormai” la experiencia se deja notar.

El italiano

Mi novio y yo nos hablábamos al principio en inglés. Ni él sabía español ni yo italiano. Y el esperanto aún no está muy difundido. Fue una cosa progresiva la sustitución del inglés por nuestros idiomas originales. Pasado medio año juntos aproximadamente de repente ya cada uno hablaba en su idioma y el otro le entendía. Fue muy bonito aprender de esa forma tan natural, sin tener que ir a una academia o a clases de repaso. Sin prisas, nada forzado, nada de cursos intensivos.

Y, sin embargo, muy eficaz y motivante. Él aprendió muy rápido el nivel básico, porque, caprichoso como es, impulsivo, al principio estaba muy comprometido con la causa, se empeñaba mucho. Me pedía que lo corrigiera a cada palabra que decía en español. Quería aprender rápido.

Sin embrago, una vez que vine yo aquí en septiembre, sus ansias de aprender español se desvanecieron poco a poco y se quedó estancado, incluso ha empeorado. Porque ahora va muy poco a Valencia.

Mi ritmo ha sido muy diferente. Me llegó bastante alcanzar el nivel básico. Pues al principio confieso que no tenía ningún interés. Yo quería comunicarme con él, ese era el objetivo. Y qué más daba las formas correctas del pretérito pluscuamperfecto o hacia dónde se escribía el acento. De hecho ni ellos lo saben.

Pero desde que vine en septiembre, por fuerza de estudiar slides en italiano y hablándolo con la gente por necesidad, he acabado hablándolo con más fluidez que él español. Hasta he adquirido vocabulario médico italiano.

No obstante, aún creo tener un nivel medio regular, aunque todo depende de con quien hable. Es curioso como la mente te hace bloquearte de esa manera tan tonta. Pasa cuando estás delante de una persona que te infunde respeto o miedo más bien. Porque piensas que a ti no te respeta y te puede ofender a la primera de cambio, que te considera inferior, vaya. Empiezas a balbucear, te das pena a ti mismo y no entiendes dónde se metió tu vocabulario médico.

Y ocurre al revés con gente tolerante, humilde, que sabe escuchar con paciencia y comprensión. Lástima que por estas tierras ese tipo de gente es un caso.

No quiero generalizar, por supuesto que hay bellísimas excepciones de gente amabilísima pero, no es la norma.

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El carácter

Por norma son impulsivos, impacientes, intolerantes, egoístas e hipócritas. Esperaba no ser tan dura, pero quiero aclarar que son meras generalizaciones.

Igual simplemente estas características están presentes en el mismo porcentaje en España pero es posible que aquí se den con un nivel de intensidad más elevado. Bueno España, Valencia, para concretar más. Creo que estoy mareando la perdiz, pero es que hablar generalizando es tan difícil, tan ambiguo...

Voy a poner un ejemplo singular, comprobado científicamente: en la cola que se hace antes de entrar al avión, ¿vale? Allí estaba yo tantísimas veces y puedo asegurar que no ha habido una sola ocasión en la cual un ciudadano de la bota no se me haya colado. De normal, son dos o tres los que se cuelan, extrañamente uno. Y si no se me ha colado ninguno sería porque hasta ocho o nueve puestos más atrás no había un italiano. Qué cara tú... Mamma mia!

En realidad yo odio las generalizaciones. Y espero que ninguna persona me haya considerado representante de mi país, mi ciudad o mi pueblo. Porque no creo ser para nada una persona representativa de la mayoría de la gente de allí. Pero claro, cuando vas al extranjero, te expones obligatoriamente a estos juicios porque la gente quiere conocerte y quiere conocer tus costumbres, el porqué de tu comportamiento, tener una referencia, vamos. Saber por qué hablas así, te vistes asá, comes a tal hora y no a otra, por qué duermes tanto... Y cada vez que explicas tu vida tienes que matizar que en tu país generalmente es así, que tú te ajustas más o menos a esa norma.

Es cuando estás fuera cuando te das cuenta de lo que significa estar dentro. Solamente desde fuera te haces una idea de tu identidad patriótica. Y es curioso que ciertos detalles que pensabas que no tenían ninguna importancia, que dabas por hecho, son más importantes que los típicos comportamientos que todo el mundo conoce de tu país. Incluso yo, que me creía tan rara, me sorprendo de lo ligada que estoy a este curioso país y comunidad y pueblo o ciudad.

Es entonces cuando te preguntas qué significa ser española, qué es lo que te une y qué es lo que te separa de la gente de esa tierra extranjera.

Menos mal que siempre me sentí un poco extranjera en cualquier lugar, menos mal que tengo la mente abierta y soy tolerante con otras culturas. Claro que tener esta actitud se la debo a la educación que he recibido en mi país y mucho más a la que he recibido en casa.

La cultura italiana

De todas formas, no es que uno hace un esfuerzo enorme para adaptarse a la cultura italiana, puesto que no es contraria a la nuestra, no existe una distancia entre ellas grande, la nuestra en muchos aspectos deriva de aquella. Entonces hay muchas coincidencias.

Aquí a la gente también le gusta comer bien, hablar mucho, salir de fiesta, e fútbol, casarsey... tener hijos que se casen...

En muchos aspectos la diferencia se encuentra en que aquí todos parecen más conservadores, más puros, genuinos, sin influencias extrañas que corrompan la tradición de siempre.

Es un poco como que el tiempo se hubiera parado o que en mi país, por alguna razón (quizá más influencia americana) el tiempo se hubiera acelerado.

En general los noto a todos más anticuados, sobre todo los adultos y ancianos. Aún existe el racismo, clasismo, machismo en todo su esplendor, mucho más evidente que allí.

La moda milanesa

Uno de los signos más evidentes de esta mentalidad anticuada es su forma de vestirse. Por mucho calor que haga, no verás a las mujeres o chicas jóvenes ir por la calle sin medias hasta bien entrado agosto. Llevarán un pañuelo en el cuello, no mostrarán demasiado escote. Nunca irán a clase con camiseta ajustada de tirantes sin llevar una rebeca insulsa que les cubra las osadas intenciones. Si llevan falda será lo más normal posible, negra y raramente corta por encima de las rodillas.

Yo sufrí las miradas culpabilizadoras nada más llegar los primeros días que fui a clase. Ahora ya voy aprendiendo a camuflarme. En realidad la primera impresión que tuve era que me encontraba en una fiesta de lujo. Vi chicas que llevaban vestidos sedosos azul marino, todas conjuntadas, zapatitos aterciopelados, todo así tan mono y tan pijo.

De hecho entendí enseguida la moda, la tendencia era de no tener miedo a aparentar más de lo que uno es o más de lo que se tiene. Al contrario, cuanto más rico parezcas mejor, los demás no se sentirán ofendidos, igual sienten envidia pero será una envidia “sana”. Solo tuve que traerme de Valencia aquella ropa olvidada en mi armario, ropa que me deja mi prima que es muy elegante ella por así decirlo. Tipo chaquetas con hombreras, grises o beige, pañuelos grises o negros, con el menor estampado posible. Todo lo más aburrido y apagado que encontrara, resumiendo. Y muchas más chaquetas pesadas porque aquí hace rasca...

Mira que me esmeré en no llamar la atención. Pero un día se te olvidan las medias por la falta de costumbre y...Nooo. No hay mujer que te cruces que no se dé cuenta.

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Un día te da la gana de ponerte un pañuelo rosa en la cabeza, estilo hippie... Vale, pero te arriesgas a que te miren muy mal, puede que nadie te hable, ni siquiera cuando le preguntes por una calle porque te has perdido. Ellos hacen rápido la asociación: si lleva un pañuelo rosa en la cabeza será vagabunda, entonces me pedirá dinero o pretenderá robarme.

He visto mujeres en el centro de Milán, tantísimas, que no es que vayan a un funeral, pero el negro les vuelve locas, así que por no desentonar podían llevar hasta el esmalte negro.

Pero no vayamos a exagerar. Alguna vez han llevado a clase algo amarillo... La ropa interior! Pero bueno, alguna vez reconozco que han ido con un vestido no muy largo, que se veían incluso las rodillas, y con algo de escote, igual con un estampado de flores. Flores grises, esos sí, pero al menos por algo se empieza, ¿no?

Si exageramos mucho caemos en la misma trampa en la que caen ellos. Que creen muy erróneamente que allí nos vestimos todos con ropa de marca Desigual.

Los que no han viajado a España ( que son pocos) piensan que nos vestimos con la ropa de estampados con rosas enormes, de todos los colores que existen en este mundo.

Luego está la moda masculina. Así como en mi clase llevan camisa los cuatro sabelotodo que tienen sitio reservado en primera fila, aquí lleva camisa hasta el más rebelde. Hasta el último de la fila que se va siempre a mitad de clase ha llevado, por lo menos un cuarto del curso, camisa. Y bien abrochada, eh?

Entonces los sabelotodo de la primera fila se ven obligados a llevar de vez en cuando corbata, o chaqueta, o maletín de ejecutivo, para poder superarse en formalidad. Pantalones de profesor...Increíble pero cierto.

Los profesores, por supuesto, obligatoriamente y sin falta, llevan camisa, corbata y traje. Si alguno se ha olvidado de estos elementos era muy poco masculino. Y no llevaría corbata pero sí camisa. No verás a uno con vaqueros, nooo. Es casi una falta de respeto hacia los alumnos. Como si fuera en calzoncillos a dar la clase.

De todas formas, yo no tengo nada en contra de estas costumbres, no creo que haya que darles demasiada importancia. Pero sirven como reflejo de su carácter y cultura más conservadora.

En Milán he visto mucha gente glamurosa, con mucho estilo. Las abuelitas del autobús son todo un espectáculo de buen gusto y amor por el detalle.

Vestidos preciosos, combinaciones perfectas de colores, que parece que la mujer se haya pasado todo el día anterior calculando todos los complementos justos para no equivocarse ni en un tono de maquillaje que desentonase.

Soy mujer, pero siendo realista puedo reconocer que he visto mujeres guapísimas, que además tenían este estilo exquisito y, seguramente, eran además inteligentes.

Un día me propuse contar todos los bolsos Louis Vuitton que veía por la calle y llegué a perder la cuenta (pasarían de 10). Y mira que a mí esta marca no me llama nada la atención. Es así marrón, con un estampado feísimo y tristísimo. Me llama mucho más la marca de Alviero Martini, con su estampado anaranjado de mapas antiguos...Ese sí que es original, de primera clase.

Las generalizaciones

Pero en fin, que las generalizaciones son odiosas. No estaría de acuerdo mi (posible futuro) suegro que no habla más que de ellas y no deja de verme como una extranjera que está en su patria haciendo turismo.

Basta un pequeño silencio entre los dos para que salga con su famosa frase que detesto: “Y allí en España, ¿cómo es que hacen cuando...? ”.

Cada vez que empieza tengo que coger aire, contar hasta diez, rezar porque se despiste y deje la pregunta a medias y se vaya a hablar de otra cosa a otra parte (habla por los codos), que llamen al teléfono o a la puerta... Que me deje en paz básicamente. Porque estoy harta. ¿Acaso tengo yo el cargo de embajadora española? ¿Tengo escrito en la frente “ sabelotodo de cultura española"?

No tengo ni idea, me gustaba la historia cuando estaba en el Bachillerato, pero solo dí un año, y ni llegué a la dictadura de Franco... A menudo me dan ganas de decirle: "Déjame en paz, ¡Soy ciudadana del mundo y basta! ".

Otras veces la conversación es incluso interesante. De todas maneras, a mí siempre me han parecido interesantes las conversaciones sobre las diferencias culturales, cuando estas se dan entre personas maduras, abiertas de mente y conscientes de lo que son las generalizaciones. El problema es que, en este caso, el interlocutor que me interroga es mayor pero no tanto sabio y tiene la cabeza llena de prejuicios.

Pero bueno, es su problema, y un poco el mío.

Anatomía humana

Creo que debo dejar ya un poco de lado las diferencias de vestimenta, para no aburrir al lector. Ahora me gustaría comentar las diferencias anatómicas. Porque las he encontrado, ya lo creo.

No es fácil, de hecho, a mí me han confundido muchas veces con una ciudadana milanesa de toda la vida. Miles de veces me han preguntado dónde se encontraba una calle, una catedral, un museo...Como si yo fuera de allí de toda la vida. Y muchas veces he hecho de guía turística, siguiendo el juego.

Pero existen pequeños detalles de la fisionomía que te permiten identificar a un/a italiano/a, estando totalmente callado o quieto, claro. Porque sus expresiones los delatan fácilmente, es todo un arte aparte.

La diferencia anatómica que más me ha llamado la atención tiene que ver con esta expresividad tan rica que tienen. No sé si será causa o consecuencia pero una relación con ella obligatoriamente existe.

Bueno, pues lo que he notado es que tienen las manos diferentes. Sí, las manos, exactamente la primera falange proximal del pulgar.

Es más evidente en chicas, puesto que uno está acostumbrado a ver manos pequeñas en chicas delgadas. Sin embargo, aquí tienen extraordinariamente desarrollada esta falange, que provoca una abducción mayor del pulgar del resto de dedos de la mano. Condición que podría deberse al movimiento que hacen cuando hablan de algo que les parece increíble. Esta expresión que también tiene su versión argentina. Juntan todos los dedos de la mano y mueven los dos brazos de arriba hacia abajo mientras dicen algo así como: "Ma scusa, ma come é possibile? Ma che cazzo dici? ".

Esta actitud es frecuentísima y si están enfadados o tienen un humor de perros no pararán de hacerlo en todo el día, por cualquier motivo.

Expresiones

Pero esta es solo una de las expresiones que hacen con las manos. Tienen casi un lenguaje propio, como el de sordomudos.

Cuando se tocan la oreja con un dedo significa "maricón". Si giran el dedo índice en la mejilla es que lo que están comiendo está riquísimo. La palabra espectacular se acompaña siempre de un círculo con el índice y el pulgar y un movimiento horizontal perfecto de la mano hacia la derecha (o izquierda en caso de que sean zurdos).

Juntar los dedos y despegarlos alternativamente con las dos manos hacia arriba significa "miedo"...

Vamos, que si a un italiano le atas las manos mientras habla se siente realmente en dificultad para expresarse. Necesita moverse, mover las manos, piernas, brazos, cadera, cabeza, pies...Necesitan al menos dos metros cuadrados alrededor para poderte contar una película que han visto, una anécdota graciosa.

Y ya si tenemos en cuenta las expresiones faciales ni os cuento, son magos en este tema. Son actores geniales. Imagino que es por esto que tienen marcadas las arrugas de la cara de una forma característica.

Sobre todo a los hombres se les suelen notar las arrugas que van de la boca a la nariz. A mi parecer es algo bastante atractivo. Por eso les queda bien un bigote y una pequeña perilla que les marque este gesto.

Hablando de atractivo, reconozco que al principio tenía la impresión de que, por norma general, las chicas eran bastante feas, por el hecho de tener la nariz grande, o aguileña, de labios finos y ojos saltones. Pues vi muchas de este estilo.

Pero luego fui viendo bellísimos ejemplares femeninos, que parecían sacados de una revista de modelos. Al principio pensé que se trataba de típicas chicas que no parecían de su país, pero luego me dí cuenta de que existe un fenotipo de chica guapa made in Italy. Me llamaron la atención más que nada algunos ojos verdes desafiantes, de largas melenas morenas rizadas, todo ello acompañado de ese amor por el detalle y el cuidado del aspecto exterior.

Y luego está la cuestión masculina. Ellos me parecían solamente atractivos, pero lejos de poder decir que eran, en general, guapos o fuertes. Y me lo sigue pareciendo.

He visto, claro está, ejemplares muy interesantes. Pero eran solo excepciones. Se puede concluir que de normal tienen constitución delgada, huesuda, incluso raquítica en muchos casos. Muy pocos tienen sobrepeso, o son obesos. Aunque sean mayores, estudiantes sedentarios... da igual. Será por lo que comen...

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La comida

La comida, la comida italiana es muy rica y variada. Parece lo típico que se dice en la guía turística de cualquier lugar del mundo, pero aquí es muy cierto. Los del norte dicen que en el sur se come peor porque abusan del aceite, de las grasas, de dulces y de carne roja.

Yo diría que ya le gustaría a un americano obeso que se alimenta asiduamente en el Macdonalds abusar de aceite de oliva y tomar un helado artesano de estos sanísimos al día.

Se come genial en toda Italia, se come y se bebe “da Dio”.

Creo que la comida es el principal placer para ellos. Más que el sexo. Porque el placer de comer se practica y vive intensamente desde que se nace hasta que se muere. Así como el sexo es solo para adolescentes, jóvenes y adultos.

Además no es un tabú, es un placer del que pueden hablar horas y horas. Yo entendí la importancia que le otorgan cuando conocí a los padres de mi novio.

Estábamos en un hotel durante una semana y nos veían como dos o tres veces al día. Tengo que aclarar que él es hijo único, así que el papa o la mama pueden aparecer en cualquier momento, pues están pendientes de que todo sea perfecto y esas cosas típicas de los padressuperprotectores. Sobre todo el padre, podía estar en el sitio más insospechado. Me acuerdo que la mujer de la limpieza nos abría la puerta todas las mañanas, se supone que por equivocación, porque no nos acordábamos de poner el cartelito de “no entrar a limpiar” pero ahora podría creerme que estaba compinchada con el papa.

El caso es que, quizá porque no nos conocíamos bien, no podíamos hablar de muchas cosas, cada vez que nos veíamos ocurría lo siguiente: inmediatamente después del saludo inicial éramos víctimas de un interrogatorio sobre lo que habíamos comido. Para desayunar, para almorzar, comer, cenar... daba igual. Y no era solo tipo: "Hola, ¿qué tal habéis comido? "; "¿Habéis cenado bien? ". Preguntas que se pueden responder con un simple “bien” o “ayer mejor pero no ha estado mal... ".

No no, eran preguntas abiertas, había que hacer una composición formal de los hechos, explicando cada plato (primero, segundo), si habían puesto pan, qué forma tenía este. De qué marca era el vino, si la pasta era rizada, en lacitos o normal, cada ingrediente, la historia del ingrediente.

Sin olvidarse del postre, si el helado era natural o artesanal... Menos mal que por entonces yo sabía poco italiano y la redacción la hacía él, yo solo acompañaba con repetidos movimientos afirmativos de cabeza y sonrisas. Estoy segura de que la madre del cocinero no lo habría explicado mejor. Vamos, una cosa increíble.

Experiencia Erasmus

Ahora intentaré recordar un poco cómo empezó mi experiencia Erasmus. Esa experiencia en la que yo creía que iba a vivir genial cobrando por estar en una excursión continua de un curso entero, solo a cambio de estudiar y aprobar. Que se suponía que empezaba en septiembre y así fue, solo que el dinero no llegó hasta después de navidad y él pánico se apoderó de mí. Ya me veía pidiendo dinero en la calle, no me creía capaz de sobrevivir. Estoy orgullosa de haber soportado la situación y seguir soportándola.

En mi casa estábamos haciendo equilibrios desde que empezó la crisis, así que confiábamos ciegamente en que pagaría el alquiler con el dinero que me dieran al mes con la Beca. Incluso que tendría de sobra y con ese dinero de sobra me pagaría los viajes en avión... pero qué feliz era, por favor. Nadie me explicó que llegaría tarde, como todas las becas del mundo. Perdón, pero nunca antes había sido becaria, era mi primera vez.

Me había creído que nada más llegar a la ciudad de destino y certificar que estabas allí te llegaría el 70 por ciento de toda la ayuda. Menuda gracia me hizo...casi llegué a arrepentirme de haberme ido por este motivo, pero luego en repetidas ocasiones me daría cuenta de que era el momento adecuado para hacerlo, pues puede ser que las cosas vayan cada vez peor. Y en otro momento igual no me había atrevido. Si hubiera sido correctamente informada reconozco que no habría ido. Así que estoy muy contenta de que nadie me avisara de los riesgos.

El "posto letto"

Antes de llegar ya tenía claro que buscaría un piso, pues en la residencia por 300 euros al mes tenías que compartir tu habitación y no podría llevar a mi novio, estaría controlada... si bien acabé en las mismas condiciones sin estar en una de ellas.

Pensé en la posibilidad de alquilar un monolocal o un bilocal. También porque así no habrían problemas cuando fuera los fines de semana mi novio, además estuve un tiempo en contacto con una chica de Barcelona que también quería alquilar algo allí. Pero eran carísimos, no podía permitírmelo. O igual el más barato era una habitación, una caja de zapatos y era demasiado claustrofóbico.

¿Cómo encontré el pisito en Milán? Pues resulta que viajando tan frecuentemente a Torino, ya me busqué un piso compartido con ayuda de mi novio antes de septiembre.

Fue una tarea más fácil de lo que en principio me había imaginado. Demasiado fácil, de hecho. Más tarde me arrepentiría de mi elección... Aunque más bien no me arrepiento de nada, porque nada era previsible y fue una serie de sorpresas que me hicieron aprender tanto...

Miramos un poco los pisos en Internet, quedamos con cuatro personas y allí que fuimos un día a Milán para decidir con cuál me quedaba. No necesitamos más días.

Tampoco era difícil elegir. Uno de ellos se encontraba cercano al Naviglio, estaba en una zona un poco escondida, poco transitada y muy lejos y mal comunicada con la Universidad.

Y para colmo en el piso habían chicos (mi novio es un poco celoso así que ni de coña me dejaría estar allí). Pero la razón de peso que nos convenció inmediatamente a los dos era la siguiente: los quinientos euros limpios que había que desembolsar al mes más los gastos por una simple habitación con cama propia.

La habitación, todo hay que decirlo, era bonita, pero salías de ella y parecía que había pasado un vendaval por allí: desorden total, todo sucio, la mesa del comedor estaba en el recibidor (digamos que después de comer podías literalmente salir corriendo por la puerta porque comías al lado del telefonillo), ( no podías poner a la gente como escusa que no habías oído llamar a la puerta porque estabas en la cocina comiendo, imposible). Luego el armario de mi habitación estaba en el pasillo, el baño era solo para flacos, estrechísimo... Nada, salimos pitando de esta pocilga de lujo.

Fuimos a otro piso donde se me daba la opción de dormir con dos chicas en la misma habitación. Por el modesto precio de 275 euros al mes más gastos podía dormir en esa jaula de ratones. Por un lado bien porque no habían chicos, pero esa habitación era inhumana. Entre las camas casi no había espacio. Casi tenías que quitarte los zapatos para entrar en la habitación y caminar por ese tricolchón común.

Así que dijimos adiós muy buenas a Roby, la chica tan amable que se osó a intentar convencernos (que por cierto ya sufría los efectos de dormir en la jaula, pues tenía una cara de rata alarmante) y al fin llegamos a la que sería la definitiva.

En una gran avenida cercana al Politécnico, zona transitada y bien comunicada con el metro y muchos autobuses y tranvías. La zona era genial, si bien estaba muy contaminada, porque el tráfico era continuo. La chica encargada de hacer de agente inmobiliario era una portorriqueña muy educada que no quería permanecer más en ese piso porque se iba a Alemania a estudiar. Así que buscaba una chica que la sustituyese en su “posto-letto”.

Se me ofrecía en cuestión por trescientos euros al mes más los gastos una habitación compartida con otra chica, un piso habitado por otras tres chicas, con un recibidor amplio, un baño, una cocina, un trastero y un balconcito. En un segundo piso.

Cuando abrimos la puerta del patio se nos echó encima un enorme perro negro, precioso, que estaba contentísimo. Se nos abalanzó a los dos y era tan alto como yo cuando estaba de pie. Qué susto me llevé. Así que mi novio casi abre la puerta de nuevo para que se fuera a la calle. Pero menos mal que no lo hizo porque era uno de los habitantes del piso, Smart.

Tratando los saludos abro un paréntesis para explicar que esta es otra de las diferencias importantes. Cuando no te conocen, seas chico o chica, te dan la mano. Y cuando ya te conocen a las chicas se les da dos besos y los chicos siguen dándose la mano, como aquí al principio. Aunque cuando los chicos son muy amigos se dan dos besos, más fácilmente que allí. Los dos besos, además, empiezan siempre por la mejilla izquierda, así como allí empezamos dando la derecha. Yo ya me hago un lío impresionante y suelo hacerlo al contrario. En España doy la mejilla izquierda y aquí doy la derecha y me quedo siempre con cara de tonta...

Esto indica cierta frialdad porque se diferencia entre saludos a quien no conoces de quien ya conoces.

Pero, al mismo tiempo, entre chicos hay una cercanía mayor que allí, puesto que para que dos chicos se den dos besos no es suficiente que sean muuuy amigos. Si eso entre padre e hijo o entre hermanos lo he podido ver, pero entre amigos... Pueden surgir los rumores de que son maricones muy fácilmente.

Bueno, pues siguiendo con el relato del piso elegido, allí me quedé. Me gustó la habitación porque, aunque compartida, era muy luminosa, enorme, y daba a un balcón. Esto se debía a que en el pasado esa habitación era el salón, que habían aprovechado de esta manera.

Además tenía una gran mesa, con silla para estudiar y un gran armario solo para mí. El suelo tenía parqué en pésimas condiciones. Me acordaré siempre de ese crujido fastidioso que me despertaban a las siete de la mañana, que eran los pasos de mi compañera que se levantaba así de pronto para ir a trabajar.

Me da un poco de melancolía pensar en ese sitio en el que pasé tantos ratos buenos, malos y normales. Sobre todo me da pena pensar que no podré volver allí. Y no tengo ni una foto.

La chica me parecía honesta y humilde, me cayó bien. Lástima que se marcharía antes de que yo llegase al piso.

En realidad, todo aquel que alquilaba una habitación allí tenía que firmar un contrato legal bien largo y sustancioso. Menos mal que yo no tuve que firmarlo en ningún momento, porque en realidad yo estaba sustituyendo a la otra. Yo iba a completar el contrato de la anterior, quedándome hasta mayo.

Así que solo le di un pago por adelantado a la señora propietaria (Señora P. ).

Tuve que pagar la mitad de agosto sin estar allí, porque en esa fecha la portorriqueña se iba, dejándome las llaves en la mesa.

En la cuestión de la fianza también tuve mucha suerte. Pues me habían avisado que la propietaria me iba pedir seiscientos o novecientos euros de fianza cuando llegase. Pero no fue así. Puede ser que la señora P. era muy mayor y ya le fallaba la memoria, puede ser que le cayera bien, que me vio cara de angelito o tenía un buen día. El caso es que no me pidió esa famosa cantidad de dinero, en ninguno de los momentos en que la vi.

La señora P. era una mujer riquísima. Vivía en el séptimo piso del mismo edificio. Cada mes yo subía a pagarle en mano los 300 euros y luego ella me daba un recibo como certificado de que le había pagado. Su casa era preciosa. Sólo vi la entrada y el salón pero se notaba que pertenecía a una raza superior... muebles antiguos barrocos, las paredes llenas de cuadros enormes, jarrones de cerámica fina, vasijas plateadas, relojes dorados... todo un espectáculo.

Me enteré de que alquilaba también el restaurante que había en el bajo del edificio. Del segundo piso donde yo estaba, cuando era completo, sacaba de él unos mil ochocientos euros. Puesto que mi compañera y yo pagábamos 600 euros por ese salón transformado y luego habían otras tres habitaciones con cama grande cada una individuales. Y cada una de ellas costaba cuatrocientos euracos.

Lo peor es que tenías que pagar igualmente aunque no estuvieras presente. Yo por ejemplo, que pasaba muchos fines de semana en Torino y una semana al mes me iba a Valencia acababa pasando allí solo medio mes efectivo y tenía que pagar igualmente. Me daba una rabia...

Mis padres en Valencia también alquilan habitaciones a estudiantes por eso que estoy bien informada de lo que cuesta allí. Por ciento cincuenta euros puedes alquilar una habitación individual, con balcón y cerquita del mar. En vez de los cuatrocientos que te cuesta en Milán y no hay mar ni río cercano.

En Valencia con esa cantidad de dinero alquilas el piso entero... me parecía un robo pero no vi nada más bajo en los anuncios, era todo por ese estilo en la ciudad.

Las compañeras

Me sabía mal por la chica que apareció solo tres tardes en todo el tiempo que estuve allí. Una tal Vanessa. Siempre decía que vendría pronto a quedarse pero nada, pasaban los meses y no llegaba. Pero ahí tenía su preciosa habitación cogiendo polvo, con su cama grande y su balcón. Un poco cara, pero en fin...

Vanessa no estaba allí y pagaba, pero existían otras formas de estupidez. Otra de mis compañeras, Silvia, estuvo dos meses estudiando fuera, en Moldavia o por ahí. Por supuesto pagando los cuatrocientos mensuales. Pero cuando volvió aún se quedó unos seis meses para no hacer nada en todo el día. Bueno, nada no. La pobre tenía la dura tarea de sacar a pasear a Smart, fumar todo el día como un carretero y buscar a otra chica para que alquilara su habitación cuando ella se fuera.

Se dedicaba también a ser el soporte moral de las demás, que cada vez que llegaban a casa se la encontraban fumando en la cocina y así podían hablar con ella y llorarle sus penas.

Medio polaca medio italiana, era muy delicada ella, y no encontraba el trabajo adecuado. Y como su mamá era médico de familia y endocrinóloga no creo que tuviera problemas para pagarle el pisito. Vamos, que no tenía prisa. Menudo personaje. Siempre vestida de negro, igual para parecerse a su perro, que era mucho más simpático conmigo que ella, por cierto. Y yo que creía que me iba a caer bien, dado que me suelo llevar a las mil maravillas con la gente rara. Igual solo parecía rara pero era una rara falsa.

Pero cuando yo llegué en septiembre Silvia y Smart todavía no estaban. La tarde que entré allí para quedarme encontré a Marica (no era un chico homosexual, era una chica que se llamaría María). Me contó un poco las reglas de la casa, parecía simpática. Me recibió de una forma muy natural, como si estuviera acostumbrada a tratar con gente nueva. Ya lo creo que estaría acostumbrada, pues llevaba en ese piso tres años y los que le quedarían.

Ella también pagaba una habitación con cama grande, individual. Pero al menos la amortizaba más, porque no se ausentaba más que alguna semana para ir a su ciudad (Palermo) pero muy raramente, pues le costaba el doble que a mí ir a Valencia, porque no había línea directa de Ryanair. Además llevaba a menudo a su novio a dormir en el piso, por lo que me parecía una chica más inteligente.

Marica tenía mucha fuerza, se notaba que era del sur. Hablaba alto y segura. Sin pelos en la lengua, capaz de decir cosas que pueden ofender. Creo que era la más valiente y sincera.

Le comenté que tenía novio y vendría de vez en cuando al piso y me dijo que no habría problema, solo tendría que ponerme de acuerdo con mi compañera de habitación. Qué buen ambiente parecía haber entre las dos al principio, sin embargo desde que le cogí un transformador eléctrico se pensaba que era una ladrona y que le cogía todo para quedármelo.

Y aún siendo la única comprometida, creyendo que era la que más me iba a comprender, hubo un antes y un después desde que traje a mi novio la primera vez.

Me dí cuenta al ver su cara, entró toda seria en la cocina, yo creía que le pasaba algo muy grave.

Me acuerdo que la primera semana ella y su novio me invitaron a cenar un filete de carne con setas y zanahoria, buenísimo. Parecían tan amables, me hablaron de sus planes de futuro, querían irse a vivir a Londres y tal y cual. Reconozco que nunca me atrevía invitarles a ellos. Pero es que los primeros meses yo tenía verdaderos problemas de supervivencia. Tenía el dinero contado para la comida y empecé a comer alimentos básicos y deshacerme de los caprichos importantes. No me compré ni azúcar. Por aquel entonces aún compraba leche. Si no tenía casi para mí cómo iba a invitarles a ellos...

El problema es que yo soy muy cotilla, entonces no quedó un cajón o un armario sin inspeccionar. Miré toda la comida que guardaban las otras y me parecían tan ricas respecto a mí. A menudo les cogía alguna cosilla como nocilla, que veía que no le hacía ni caso. O salsas, como el pesto, verde y rojo... Qué bueno estaba. O un poco de leche cuando se me había acabado...aceite de oliva... mermelada, esas cosas.

Así que me habría sentido ridícula haciéndoles un plato cocinado con sus propios ingredientes... Me habría sentido como regalando un terrón de azúcar a Fidel Castro. Les podía invitar a un vaso de agua del grifo, nada más.

El caso es que se quedaron esperando algo que nunca llegó. Aunque sabían que mi economía estaba en crisis. De hecho, en la misma cena les comenté que estaba buscando trabajo y si me podían decir de algún bar donde buscaran personal. Me recomendaron uno donde Marica estuvo trabajando unos meses. El Chius. Seguramente la cuestión de hablar poco italiano no sería un problema porque allí cogían continuamente a gente extranjera, sobre todo brasileños. Así que llevé el curriculum pero me preguntaron por la experiencia y ahí la fastidié porque fue sincera y les dije que no tenía... cuánto aprendí de estas cosas.

Hasta que no pasé la primera semana en el piso no tuve la ocasión de conocer a la chica del “posto letto” de al lado, Cristina. Parece ser que se había ido de vacaciones a las Islas Canarias.

Cuando vino me dijo que había aprendido la palabra "doscientos cuarenta y tres", que era el número de su habitación. Era una chica muy dulce, ordenada a su manera, peluquera, la peluquera más seria que he conocido. Le faltaba el valor de Marica pero al menos era sensible. No tenía muchas ganas de abrir su mente, una pena porque parecía inteligente.

Pero se la cultura que le interesaba era solo series de televisión tontas, desfiles de moda, complementos, maquillaje, peinados y poco más. No quería complicarse mucho la vida. Tenía seguramente complejo de sobrepeso, aunque solo estaba un poco rellenita. Pero se notaba porque comía fatal y poco. A menudo se cenaba un paquete de galletas de chocolate y punto. No creo que su dieta fuera muy eficaz.

Derrochaba, madre mía si derrochaba. Cuando pasaba por Corso Buenos Aires arrasaba. Yo veía zapatillas nuevas, camisetas, un montón de cremas y productos de todo tipo carísimos que se compraba cada fin de semana, en cuanto tenía un poco de tiempo libre, de forma compulsiva.

Siempre me acordaré de la mesa que tenía en su parte de habitación. Así como la mía estaba llena de libros y bolis, la suya era un salón de belleza. Se dejaba todas las sombras abiertas, estuches llenos de gloss, rimmel, esmalte de uñas, cremas hidratantes... Incluso espejitos de todos los tamaños. En fin, que la tentación pudo conmigo y creo que no me quedó nada por probar. Qué felicidad tener maquillaje Kiko Milano gratuito, eso sí, siempre se lo dejaba todo exactamente como lo había encontrado para que no hubieran sospechas.

Fuente

Los padres de esta chica parece que no se preocuparon mucho en transmitirle valores como la cultura general, la alimentación, el ahorro... Pero, eso sí, fueron muy estrictos en decirle cómo debía comportarse para ser una chica normal. Le debieron decir que lo más importante es no levantar mucho la voz, vestirse a la moda, como el resto de mortales se visten, decir lo que la gente dice, pensar poco para no volverse loca y llevar una vida simple. Qué curioso que una chica tan simple viniera de la ciudad más original que conocía, Venecia. A ella no le gustaba, pues decía que olía mal.

Con ella no vi una conexión posible en esta vida... Quizá hace unos años, cuando aún era consumista (aunque nunca lo fui de forma empedernida). Cuando me gustaba ir a las tiendas de la calle Colón a comprarme alguna camiseta o unas sandalias o una pulsera... Pero aquellos fabulosos años habían quedado atrás, sobre todo porque no tenía dinero para hacerlo.

Al principio parecía que no iba a ir tan mal con ella, incluso llegó a ofrecerme vino, unos dulces hechos por ella, me preguntó que música me gustaba. Me explicó la diferencia entre "tempesta" y "temporale", me preguntó dónde vivía y vimos fotos de Valencia en el ordenador. Un día me deseó buen viaje cuando iba a coger el avión... Pero es que yo no entiendo a las mujeres, unas veces están muy simpáticas y en el mismo día dejan de saludarte. Te miran mal y no entiendes qué has hecho mal.

El primer mes aún pensaba que podría congeniar con ellas cuando hubiera más confianza. Así que intentaba cuando las veía hablar con ellas, interesarme un poco, no sé si igual fui muy fría y no les pregunté por los sentimientos, que es lo que se debe hacer para ganarse a las mujeres.

Pero no fue todo mi culpa. Ellas se cerraron y estaban compinchadas antes de que yo llegase. Se conocían de más tiempo y parecía que no tenían ganas de conocer a nadie más. Parecía que no tenían ganas de hacer el esfuerzo de hablar con una chica extranjera. Así que poco a poco se fue enfriando nuestra relación.

Trabajitos

También influyó que yo estaba estresada por encontrar trabajo. No me sentía comprendida ni aceptada. No estábamos en el mismo nivel, en el mismo mundo.

Había llevado el curriculum a muchísimos bares, poniendo anuncios de “lavapiatti” en Internet... Pero nada, nada de nada. Hasta que perdí la esperanza.

Me hice un plan, de algo tenía que sacar dinero. Me pregunté: "¿para qué puedo servir yo a la gente? ". Era una chica española en una ciudad italiana, entonces, podía dar clases de español. Y me anuncié, ya lo creo que lo hice. Peor nada, no recibí respuestas.

Solo me llamaron locos pervertidos que buscaban prostitutas o líos raros. Uno llegó a acosarme telefónicamente. Me acuerdo de lo mal que lo pasé. Porque se empeñó en llamarme una tarde noche en la cual yo estaba sola en el piso y hacía mucho viento. Viento que movía las puertas y ventanas provocando sonidos muy inquietantes.

Tenía miedo porque no sabía si podría localizarme con el número de móvil, creo que solo se puede hacer con un número fijo pero no estaba segura en ese momento. Incluso me encerré con pestillo en el baño. Qué pesadilla...

Así que se me quitaron las ganas de poner anuncios y perdí la esperanza en ese aspecto.

También me propuse cuidar a niños o ancianos y discapacitados. Incluso puse anuncios para cuidar a perros y gatos o cualquier mascota necesitada.

Aquí tuve un poco más de éxito pero nada cuajó. Recuerdo que me propusieron cuidar a una anciana los fines de semana quedándome a dormir en su casa, por seiscientos euros al mes. Pero rechacé la oferta porque los fines de semana quería estar con mi novio. Habría sido deprimente, si había elegido estudiar un año allí con el objetivo de estar cerca de mi novio y al llegar le dejaba por una ancianita no iba bien.

Para cuidar a niños me llamaron bastante, pero los fracasos se sucedieron. A veces porque ya habían encontrado a otra persona, otras porque eran mayores y necesitaban también a alguien que les ayudase a hacer los deberes, por lo tanto una persona que supiera italiano mejor que ellos...

Pero estuve a punto de rozar el éxito. Llegué a quedar con dos mujeres. Me hicieron la entrevista en su casa. Conocía a los niños que iba a cuidar en cuestión… pero la promesa se quedó solo en eso y no volvieron a llamarme para confirmarme que me elegían a mí frente a todas las demás.

Otra promesa de trabajo importante la encontré por la calle. Un hombre que iba en moto se paró para preguntarme dónde había un veterinario porque su perro se había puesto malo. Luego me dijo que si estaba interesada en trabajar en una agencia de publicidad de la cual él era miembro.

Yo había trabajado alguna vez en Valencia repartiendo publicidad por la calle y creí que se trataría de algo de eso. Así que quedamos en una plaza grande con mucha gente y allí me explicó de qué iba el tema. En esta ocasión el problema volvía a ser mi novio, pues estaba absolutamente prohibido.

No podía mentir a su jefe, que ya estaba escarmentado. Alguna vez se había encontrado en un problema serio. Como un novio celoso que le había disparado en un pie. Pobre jefe. Así que nada, me dijo “adiós o hasta que dejes a tu novio” y ya no le vi más.

Menudo personaje extraño también este, un poco en riesgo me puse aquella vez. De todas formas tampoco me interesaba lo que me ofrecía porque había que viajar continuamente, cosas que no tenían cabida si quería estudiar tranquila... y estos fueron mis intentos frustrados por encontrar trabajo en Milán.

Motivaciones

Y el lector se preguntará, vale, fue allí para estar más cerca de su novio, pero luego parece que lo que le importaba era buscar trabajo y encima empezó a llevarse mal con las compañeras... ¿Dónde están los objetivos normales de un Erasmus? Que son aprender el idioma, salir de fiesta, conocer a gente, y de vez en cuando, estudiar...

Por eso que en ningún momento de mi estancia me he sentido como una Erasmus normal. Nunca fue mi objetivo principal aprender italiano, o mejorarlo. Si quisiera mejorar o aprender un idioma habría elegido el inglés o el chino.

Es verdad que en Valencia hay muchos turistas italianos y cada vez más. Entonces puede ayudarme este idioma en caso de querer hacer trabajitos cara al público. Pero este idioma no se habla más que en este país, no es muy importante. Y encima lo maltratan y lo mezclan continuamente con el americano... Creo que tiene poco futuro, creo que en pocas décadas será una lengua muerta como el latín. Porque son muy tontos y no respetan su idioma, están totalmente convencidos de que para no ser ignorantes lo que tienen que aprender es el inglés y cuantos más anglicismos meten en su lenguaje más tranquilos se sienten. Da mucha gracia cuando te pronuncian en inglés nombres de películas, de libros, de lugares...

Me parece muy bien que la gente sepa varios idiomas y pronuncie bien y tal. Pero siento pena por los que piensan que el inglés es superior o es el lenguaje de la gente culta o la gente de mundo. Hay que reconocer que es el idioma más hablado por ahora, bien. Pero no me gustan los anglicismos, o las mezclas extrañas que se empeñan en hacer del italiano con el inglés. Cuando hablas italiano hablas italiano y punto. No se dan cuenta que están despreciando su idioma y al mismo tiempo desprecian al resto de idiomas latinos y del mundo. Tienen muy poco orgullo por su idioma. A pesar de estar orgullosos de su país.

Pues eso, saber italiano es una curiosidad pero no mi objetivo principal.

Tampoco vine aquí con ánimos de pasármelo bien, en el sentido de salir a discotecas hasta las tantas, emborracharme, liarme con todo individuo que se prestara a ello. Ni siquiera para hacer amigos y amigas. No tengo muchas amigas pero estoy contenta y satisfecha con ellas y no me importaría seguir teniendo a las mismas para el resto de mi vida. Ni más ni menos. No me inquietaba empezar relaciones de amistad con personas que en mayo iba a perder de vista para siempre.

Porque igual hoy en día gracias a Facebook estas amistades no las pierdes totalmente, pero básicamente nuestra relación a partir de septiembre sería ver las fotos que sube en Facebook y cuando me olvidara de ella ni eso. En fin, por supuesto no es que me negara en rotundo a conocer gente, si surgía pues bien, siempre es interesante, útil y agradable.

Doy gracias de que tengo novio porque me imagino la pesadilla que habría sido venir aquí soltera a morrearme y romperme el corazón y zarandear mi orgullo y pisarlo hasta que muriese, con niñatos frustrados que te consideran un trozo de carne, de esos que abundan tanto últimamente... Bueno, pero también los hay que buscan algo serio, claro, claro, no lo niego. Todo es posible en este mundo. Igual habría encontrado el amor... Pero mi corazón ya estaba ocupado y tranquilo, mejor así. Si no habría estudiado poquísimo.

No me interesaba tampoco emborracharme, ya que me gusta cuidarme, ya tengo bastante con la insuficiencia renal que me diagnosticaron un poco tarde debida a una estenosis pieloureteral congénita. Por no hablar del prolapso de la válvula mitral que me diagnosticaron precisamente aquí en Milán. Mira que me han auscultado veces en mi vida, pero solo un médico de urgencias de aquí me escuchó un soplo cuando yo había ido solo para que me mirara la garganta porque me dolía mucho y tenía tos.

Además cuando bebo me entra sueño... Eso sí, no estaría mal bailar un poco. Me habría servido bailar para desestresarme. Me siento un poco vieja al pensar que no he sido capaz de salir ni una sola vez de fiesta, no he conocido Milano night. Y eso que las oportunidades no han sido pocas, pues basta que te apuntes en la oficina de Erasmus para que te lleguen todas las semanas invitaciones para aperitivos y salidas a todas partes... eso sí, pagando, pero a algún sitio podría haber ido, pero nada. También fue porque me apunté tarde, solo en el segundo semestre fui allí como si acabara de llegar a la ciudad.

No solo te invitaban a salir por ahí, también hacían excursiones a otras ciudades, podías entrar gratis a museos y muestras de todo tipo, teatros... Seguramente ha sido un bastante tonto por mi parte no aprovechar esta gran oportunidad de conocer a fondo la ciudad. Si me hubiera apuntado al principio algo me habría servido esa tarjeta Erasmus, pero me apunté cuando ya no vivía en Milán...

Entonces, si no he venido aquí por las motivaciones que mueven al resto de Erasmus normales, creo que podría empezar a preocuparme. Porque, si una cosa está clara es que no soy una Erasmus normal. No soy la "típica". Pero no me preocupo ahora mismo, lo voy superando.

Fuente

La Universidad

Pero algo que tengo que hacer obligatoriamente como todos los demás es estudiar, es aprobar asignaturas, ir a la universidad.

Sí, eso sí lo hice y fue muy curioso. El coordinador de aquí me dejó un plano del Policlínico, que era el lugar donde iba a estudiar y me dejó flipando porque yo me esperaba que las clases estuvieran en una Universidad, un edificio especial para estudiantes, digamos. Pero no, no existía tal edificio para los estudiantes de medicina de la Universidad pública. Quizá con el objetivo de ir metiéndolos ya en el ambiente hospitalario o quizá por falta de fondos y organización, los estudiantes iban a estudiar directamente al hospital. Era literalmente un hospital universitario. Buscando las clases podías acabar en la sala de los cadáveres, la sala de partos o igual te hacían una radiografía sin querer.

El edificio de secretaria daba pena, era antiguo, en pésimo estado. Parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento. Igual por eso las secretarias que trabajaban dentro estaban de tal mal humor y no parecían muy contentas de recibir a gente extranjera. El encargado de explicar un poco el curso a los estudiantes extranjeros era bastante más simpático, menos mal.

El día que yo fui estuve sola y eso ya me hizo sospechar. Digamos que Milán no es la ciudad preferida por los estudiantes Erasmus, por esto de que hace frió, hay mucha niebla, no tiene playa ni río, es carísima, está llena de contaminación... Unas cuantas razones.

Pero habían otros Erasmus en Medicina, sí. Se trataba de un grupo de cuatro o cinco chicas de Madrid, que se habían despistado al elegir el destino, o seguramente era la segunda o tercera opción que habían elegido. Sí, es posible que en el primer trimestre había también un chico polaco o alemán, y otra chica extranjera, pero ya está, para de contar. Con las madrileñas tuve poca relación, por un lado ellas vivían en residencias y salían (eran las típicas Erasmus) y por otro lado no tenían las mismas asignaturas que yo. No las veía siempre en clase.


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Comentarios (3 comentarios)

  • flag-es Javier López hace 11 años

    Lidia, ¡impresionante experiencia! ¡Cuántos detalles! He visto que se te ha cortado algo al final, ¿no? Quizás has llegado al máximo que permite Erasmusu, pero puedes crear otra experiencia o blog y continuar ahí el texto que haya cabido en esta. ¡Sigue así y muchos ánimos para el concurso!

  • flag-es lidia martin hace 11 años

    vale, crearé otra experiencia porque se me ha cortado por la mitad Gracias

  • flag- Diana Moreno hace 11 años

    Hola Lidia, No soy española ni ire por Erasmus pero estoy planeando ir a Italia por unos 4 meses a estudiar Italiano y me gustaria saber si no tienes el contacto de el piso en el que vivias? Muy buen post!! Estoy en una situacion similar con mi novio y demas y tomare varios de tus comentarios. Gracias


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