05/01/2013: Vuelta a Francia: De Londres a París, de París a Lyon: (2)

De vuelta a Francia: De Londres a París, de París a Lyon: (2)

Sábado, 5 de enero

Según lo que marcaba mi móvil haría buen día, pero estaba claro que no sería el caso. Al contrario, había niebla y el cielo estaba completamente gris. Esperaba que las condiciones mejoraran más tarde pero parecía poco probable. Cogí mi maleta y me percaté de que pesaba mucho, me costaría bastante llevar la maleta por todo París, pero me gustaría ver un poco la ciudad e ir a visitar la Torre Eiffel para conseguir una foto para este artículo. Pero sabía que la cosa estaría difícil. Pese a eso decidí que sería mejor ver la ciudad porque tenía mucho tiempo libre y no me gustaba la idea de pasarme horas esperando en la estación de autobuses.

No estaba segura de cual era el camino desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad ni tampoco de dónde podría coger un bus o un tren. Por casualidad, encontré una parada para los autobuses de Air France y otra para los autobuses normales. Un bus de Air France y otro normal que se dirigían al distrito de Ópera, pero costaban unos 14 euros. Me parecía un poco caro pero tenían pinta de ser más lujosos. Me decidí por la segunda opción, un bus que llegaba en unos minutos. Por desgracia no tenía mucho dinero suelto, tan solo unos billetes de libras esterlinas y por alguna razón, la máquina no aceptaba el pago con tarjeta de crédito. No disponía de mucho tiempo como para ponerme a buscar un cajero automático. Tenía prisa pero por culpa de la maleta no podía ir más rápido. Tuve suerte y encontré un puesto de cambio de divisas donde pude cambiar billetes ingleses por euros. Volví a la parada pero llegué demasiado tarde y perdí el bus. Para coger el siguiente autobús tuve que esperar más de treinta minutos.

Mi mochila pesaba mucho, así que decidí meter algunas revistas y algunos libros en la maleta mientras esperaba el bus para no sufrir tanto durante el viaje. Usé los quince minutos de WiFi gratuitos del aeropuerto y me puse a jugar al Sudoku. De pronto llegó el bus y continué mi viaje al centro de París. Vi el estadio de Francia y me acordé de mi novio, a él le encanta el fútbol. Al igual que el cielo, las calles de París eran grises y me di cuenta de que habían muchas chabolas y montañas de desechos. Era como un país en vías de desarrollo, esos tugurios eran como los de los barrios pobres de la India. Más tarde, me di cuenta de que esos barrios de chabolas eran barrios gitanos. Esa zona de París era muy diferente del París que se ve en la película "Midnight in Paris", donde se muestra una imagen romántica y lujosa de la capital de Francia. Me puse a pensar en los Juegos Olímpicos y en que París tuvo la oportunidad de ser la elegida en lugar de Londres. ¿Es posible que la ciudad de París sea distinta ahora?

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Como el bus me dejaba más cerca del centro y al fin podría ver la ciudad que visité en su día, me sentí un poco más cómoda en París. Los edificios eran antiguos y las calles estaban adoquinadas. Habían muchas tiendas y restaurantes lujosos. Me enamoré totalmente de esas vistas y por un momento pensé que París sería la ciudad perfecta para mí. Unos minutos más tarde, el bus llegó a Ópera y me bajé con mi maleta. Estaba impaciente por ver la ciudad pero justo cuando bajé del bus, dos chicas gitanas se acercaron a mi para que firmara una solicitud. En Lyon ya me habían prevenido sobre este tipo de gente que utiliza las solicitudes como distracción para aprovechar y robarte las cosas que tengas en la mochila o en los bolsillos, o que te piden dinero para asociaciones falsas de caridad. Fui prudente pero también es verdad que estaba un poco perdida, así que sabía que sería fácil que me robaran. Sería una catástrofe perder algo aquí, después de todo eso me fui de París con una mala impresión.

No estaba seguro de a dónde ir, así que decidí coger la calle que había a mi derecha con la esperanza de encontrar el metro. Habían pasado tan solo quince minutos desde que había llegado y ya estaba harta, así que decidí ir a la estación de autobuses a esperar allí el bus para ir a Lyon. Sin embargo, no encontraba la entrada para la gente sin billete, así que me tocó andar unos minutos más hasta que encontré una entrada en la que podía comprar el billete. El sistema se parecía al de Lyon, por lo que no era tampoco difícil pero sin embargo, era más caro. Los metros no tenían mucha accesibilidad como por ejemplo ascensores, así que tuve que bajar las escaleras con la pesada maleta. Tuve que llevar cuidado y fue realmente difícil, a veces intentaba cargar con la maleta y otras veces, tan solo la arrastraba.

05/01/2013: De vuelta a Francia: De Londres a París, de París a Lyon: (2)

En ese momento, por alguna razón, decidí no dirigirme a la estación de autobuses, sino que fui en dirección contraria, hacia la Torre Eiffel. Creo que hice transbordo una vez y cambié de línea, y siguiendo el mapa me di cuenta de que no era difícil llegar y la Torre Eiffel no quedaba muy lejos del metro. Pensé que tenía tiempo de sobra así que no tenía mucha prisa y me puse a pasear por París con mi maleta.

Aquí los metros estaban algo viejos y estaba claro que a les hacía falta una renovación. Los tornos de acceso eran más grandes que los de Londres pero también eran más duros, así que hace falta hacer mucha fuerza para poder pasar al otro lado. Al principio me resultó fácil. La tranquilidad de la cola se rompió en cuanto pasé la maleta y atraje toda la atención. Era obvio que tenía problemas con la maleta, pero aun así nadie me ayudó. El metro llegó y estaba muy viejo, como si se tratase del primer metro fabricado del mundo. Algunas puertas no se abrían automáticamente. Le iba teniendo cada vez más cariño a Lyon.

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Me bajé en un sitio que pensaba que estaría cerca de la Torre Eiffel. Sin embargo, en cuanto me bajé del metro, solo vi el final del trayecto. Decidí que la torre no estaría tan lejos así que empecé a andar comenzando mi trayecto callejeando entre edificios. Esperaba encontrarme alguna señal que me indicara el camino, pero pasaron unos minutos y no vi nada. En lugar de continuar, me acerqué al río y volví al metro después de haber hecho unas cuantas fotos del final del camino con la niebla. No sabía dónde estaba, pero frente al río había un edificio muy grande y un edificio de Aire France.

Pese a estar un poco perdida, tenía mucho tiempo. Así que decidí seguir buscando la Torre Eiffel para que así pudiera hacer una foto de la torre de metal. Cuando bajé por las escaleras del metro, tuve problemas. Un hombre alemán me ayudó y me mostré muy agradecida porque sentí un dolor en la espalda, y lesionarme la espalda era lo último que quería en ese momento.

Llegué a la parada de la Torre Eiffel y de nuevo tuve problemas con la maleta. También me perdí un poco otra vez y callejeé por las calles de París, y eso que me sabía el camino en general por el cual debería llegar a la Torre Eiffel. Sin embargo, de pronto, me topé con una cafetería que me resultaba familiar. Estaba segura de que había comido ahí la última vez que vine a París hace 9 años. Aunque disfruté el viaje como una niña pequeña, al final perdí mis dos osos de peluche favoritos. Era demasiado pequeña como para acordarme de nada de París que no fuera Disneyland, era demasiado inmadura como para apreciar la cultura de la ciudad, por eso, quería volver a ver la ciudad conocida por su romanticismo.

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Logré avanzar difícilmente con mi maleta hasta el sitio perfecto desde el cual podría sacar una foto de la Torre Eiffel. La punta seguía tapada porque aun había bastante niebla, pero estaba contenta de haber podido ver la única cosa que quería ver desde que llegué a París por la mañana. Opté por hacer la foto en blanco y negro porque la foto original no tenía mucho color ya que la ciudad entera era muy gris, al igual que el cielo. Ya había llegado la hora de ir a la estación de autobuses y estaba muy lejos de donde yo estaba. Estaba tan harta de estar perdida y de la grisácea ciudad de París que me gustaba la idea estar ya en Lyon, un lugar con el que estaba más familiarizada.

Cuando me tocó bajar las escaleras del metro me ayudaron otros turistas con la maleta. Me sentí muy agradecida porque pude ahorrar tiempo y era muy difícil ir yo sola con la maleta. Cambié la línea de metro a Ópera en lugar de República. La estación de metro era muy grande y parecía un laberinto. Después de probar a ir en todas las direcciones, encontré yo sola el andén, no había mucha luz y estaba realmente sucio. Había gente sin casa durmiendo en los bancos y olía muy fuerte a orina. Era realmente desagradable. En ese momento me moría por irme de allí, no era como la ciudad que me había imaginado. Pero aun quedaba un poco antes de que terminara mi sufrimiento parisino.

Cuanto más me alejaba del centro de la ciudad, más rara era la gente. Estaba un poco inquieta y me sentí algo vulnerable al estar sola con la maleta. Al final llegué a la estación de autobuses. Me había imaginado que habrían muchas tiendas y lugares donde ir a asearme para hacer tiempo antes de que saliera el autobús porque había llegado una hora antes de lo que ponía en el billete. Por eso no fui antes a la estación de autobuses.

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Me dirigí a la zona de autobuses de aerolíneas y de inmediato, me paralicé por lo que veían mis ojos. La sala estaba llena de gente, unos esperando a sus autobuses y otros esperando en las colas para comprar el billete. Ni había sitio para mi maleta y para mi ni veía por ninguna parte ningún cartel con información sobre Lyon ni a qué línea de autobuses le correspondía ese trayecto.

De tal forma, que decidí que sería buena idea unirme a la cola del servicio al cliente. Sería mejor no esperar en una cola porque las demás personas de ahí ignoraban sin problemas a los demás y se colaban en las ventanillas sin pensar en los demás que esperaban pacientemente una ventanilla libre (yo). No estaba para nada contenta. Era como si los otros viajeros no tuvieran ningún respeto por los demás y menospreciasen sin problemas las convenciones sociales normales. Le pregunté a una mujer a qué fila tenía que ir para lo que yo necesitaba saber. Era fila N, la cola más larga de la sala de espera.

Quedaba más de una hora para que saliera el autobús. La mayoría de personas que habían eran inmigrantes de todo el mundo. Pese a que estaba claro que la mayoría de la gente que había en la estación de autobuses eran bastante pobres, ¡vi a varios hombres africanos con mochilas enormes de tiendas de marca como Louis Vuitton y Gucci! Hubo gente que intentó meterse por el medio de la cola en lugar de ponerse al final. En la cola, la gente estaba con sus móviles y hablaban muy alto, algunos eran hasta maleducados. Había mucho caos, era terrible.

Esperé con paciencia en la sala mientras observaba el panorama. ¡Estaba muy sucia! Las paredes eran de baldosas, estaba claro que tenían que restaurar el edificio. Estaba tan deteriorado que ni si quiera quise saber las condiciones en las que estaban los aseos. Lo suyo sería ir al aseo antes de un viaje de seis horas de París a Lyon, ¡pero no sabía qué hacer con mi maleta en una estación de autobuses como aquella! Al hombre que estaba detrás de mi no le gustaba mucho el sistema y estaba cada vez más cabreado. La cola no se movía, y conforme iba creciendo, el ambiente cada vez se hacía más frustrante y estresante. Estaba claro que había mucha gente, pero tan solo había una persona atendiendo la larga fila de personas. Tendrían que haber abierto otra ventanilla para ahorrar tiempo. Cuando yo ya había llegado al principio de la fila una hora después, ¡abrieron otra ventana!

Tan solo quedaban diez minutos para la hora de salida. No tenía ni idea de los problemas que tendrían que estar teniendo para que hubiera tenido que esperar tanto tiempo, ¡yo solo tardé unos segundos en la ventanilla! Le di a la mujer mi billete, ¡asintió con la cabeza y ya está! Al final, ¡me alegro de haber llegado a la estación de autobuses con tiempo de sobra para poder esperar en la cola!

No me dio tiempo ni a descansar un poco. Tuve que ir al bus a darle mi maleta al hombre y encontrar un sitio donde sentarme en el autobús. Una vez sentada, me di cuenta de que el autobús no iba solo a Lyon, sino que también pasaba por España, Barcelona y más lejos. Así que me pude imaginar que por eso habían tantos problemas con los documentos y similares en la ventanilla. En el autobús había mucho alboroto porque un grupo de hombres africanos había sobrepasado el límite de equipaje, que era de dos maletas como máximo por persona. Como Lyon era la primera parada, me permitieron dejar mi maleta con el conductor del autobús y subirme.

05/01/2013: De vuelta a Francia: De Londres a París, de París a Lyon: (2)

Mientras esperaba para darle mi maleta al conductor, noté que un hombre me miraba fijamente como si buscara con desesperación mi atención. No pensaba prestarle ninguna atención ni aunque fuéramos las dos únicas personas en el planeta. Me subí al autobús y encontré dos sitios libres, así que me senté en la ventana. Sin embargo, acto seguido llegó el grupo de hombres y el que no paraba de mirarme estaba muy cerca de mi. Sabía que no estaría cómoda durante las seis horas que duraba el viaje si estaba cerca, así que me fui más lejos, al lado de una mujer musulmana (pensé que sería mejor sentarme al lado de una mujer). Segundos más tarde, me percaté de que hablaba en voz alta con el hombre que teníamos detrás todo el rato. Estaba muy cansada así que pensé que viajaría mejor si no me encontrase en medio de una conversación, así que me cambié de sitio de nuevo.

Vi a un joven francés leyendo un libro. Llevaba un maletín para el portátil y parecía estar demasiado ocupado como para molestarme. Decidí quedarme ahí tras haberle preguntado que si esperaba a alguien. El hombre continuó leyendo y pensé que sería buena idea leer yo también, así que saqué un libro de mi mochila y empecé un nuevo capítulo del "Hobbit". Estaba ya casi por el momento en el que se queda la película y tenía curiosidad por saber lo que pasaba después. Comenzó el viaje y cuando ya habíamos pasado los barrios grises y deteriorados de París me di cuenta de que el hombre estaba leyéndose el mismo libro que yo, aunque mi libro estaba en inglés y el suyo en francés con el título "Bilbo L'Hobbit". Además, ¡íbamos casi por la misma parte del libro! ¡Fue muy raro!

El autobús entró en la autovía y nosotros seguíamos leyendo. Ya era de noche y pronto empecé a notar lo cansada que estaba como para seguir con el libro, así que me dormí unos 45 minutos. Me desperté, y al cabo de veinte minutos, me dormí otros 45 minutos más. Así fue el viaje durante unas cuantas horas, era muy largo y el tiempo pasaba muy lento, ya me estaba empezando a aburrir de verdad. Algunas personas habían empezado a usar el aseo que había a mi derecha. Pero cuando ya habían pasado una decena de personas, ¡cada vez que se abría la puerta me llegaba el olor a orina! Además me entraron ganas de ir al baño, ¡pero prefería mearme en las bragas antes que usar el baño del autobús!

Cinco horas más tarde llegó mi salvación, el bus hizo una parada de cuarenta minutos en una estación de servicio. Fui corriendo al aseo. Por suerte, ¡estaban bastante limpios y no tuve que pagar nada ni mearme en las bragas! Después tenía tiempo para ir a ver lo que había en las tiendas y pude comprarme algo de comer. No recordaba ya cuándo fue la última vez que había comido algo, pero no tenía hambre, así que me compré una sopa de champiñones. No estaba del todo mala y con eso me bastaba para mi.

No había nada en la tienda que me gustara así que empecé a mirar libros. Uno de ellos iba sobre las calorías en la alimentación. No estaba segura de que fuera una buena idea comprar un libro así porque algunos pueden pensar que tenga problemas con el peso. Tan solo costaba cinco euros y pensaba que me podría venir bien. Estaba a punto de comprarme el libro cuando de pronto, el hombre que estaba a mi lado leyendo "el Hobbit" se acercó a mi y me preguntó si había comido algo. Como un padre. Le respondí que sí, pero la sopa no había sido mucho. Empezamos a hablar de otras cosas. Me enteré de que iba a Barcelona para ver a su novia, de que él era de París, pero vivía en China y su hermano en Japón. Era un hombre realmente interesante. En el avión leí un artículo sobre exploradores y estoy casi segura, ¡él y su familia tenían genes de explorador!

También nos pusimos a hablar de nuestros libros. Siempre había tenido curiosidad sobre cómo se habían traducido algunas partes de los libros de Tolkien, porque el vocabulario era difícil y más en algunos aspectos del mundo imaginario de Tolkien. Respondió a todas mis preguntas y me contó que a veces no hay traducción y y otras veces tienes traducciones muchas traducciones donde elegir. Dijo que prefería leer el libro en inglés, supongo que eso tiene sus ventajas, leer un libro en su lengua original te permite entender mejor el estilo de escritura del autor, y que al traducirlo a veces se pierden algunas cosas. El caso es que al final no me dio tiempo a comprar el libro que había visto en la tienda.

Volvimos a subir al autobús, y tan solo quedaba una hora para que llegáramos a Lyon. Pasamos bajo la colina de la Fourvière en dirección Perrache. Me alegré de ver un lugar que me fuera familiar. Cuando el autobús se paró, cogí mi maleta y me bajé en busca de otro autobús.

Como ya era tarde sería difícil encontrar un autobús de Perrache. Faltaba una hora para que pasara el bus 49, y como no quería andar más, en vez de cogerme el C21, cogí el metro para ir a Bellecour y coger el C20. Allí fue donde me encontré con mis amigas chinas y charlé con ellas. Me estuvieron contando lo que habían hecho en las vacaciones de navidad y que también venían de París, ¡pero habían venido en tren como la gente normal!

Por fin llegué a la residencia, pero me costaba mucho subir las escaleras con la maleta. Quince minutos después llegué a mi habitación, estaba cansadísima. El viaje había durado diecisiete horas. Lo que necesitaba ahora era dormir una eternidad.

No me gustó París porque la ciudad no era como me la imaginaba. Las chicas chinas pensaban lo mismo que yo, pero no sabría decir qué es lo que me ha hecho pensar así exactamente. Me acordé de un artículo, Syndrome de Paris, que decía que al parecer era un síndrome característico de la población japonesa y... ¡no estaban contentos con lo que se encuentran en la ciudad del amor!

Sin embargo, me cuesta sacar conclusiones de esto porque tan solo pasé en París unas horas y puede que el hecho de tener que cargar con una maleta de veinte kilos también haya influido en mi percepción de París. Me gustaría volver. Finalmente, una semana después reservé unos billetes de para volver a Londres en las vacaciones de invierno, unos días después de mi cumpleaños. Para ahorrar haré transbordo de tren en París, ¡aunque tenga que pasar tres horas esperando!


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