Día 12. Cambio de familia de acogida, fiesta de bienvenida y karaoke

De vuelta con nuestras historias sobre Japón. Afortunadamente hay muchas y los recuerdos y la emoción aún no me han abandonado. Tendré que empezar "in media res" ya que he publicado algunas cosas de los primeros 11 días en otro blog. Luego haré un resumen de todo lo que pasó.

Desde luego, pasaron muchas cosas, trabajé en el restaurante de mi familia de acogida, visité la costa del Pacífico (suena mejor que decir simplemente playas), mi primera experiencia en templos budistas (visité 2) y aprendí mucho sobre la filosofía japonesa, la mentalidad, la cultura, comí en restaurantes en la ciudad, visité la ciudad de Wakayama, mi primer partido de baseball donde animé al equipo de la escuela local, fui voluntario en una escuela primaria, visité la escuela y el instituto, me prepararon una fiesta de bienvenida, conocí al alcalde de la ciudad de Gobo, participé en una ceremonia del té y me prepararon una pequeña fiesta en casa durante la cena, el día antes de marcharme a conocer a mi nueva familia de acogida.

Estuve en total unos 28 días y ahora mismo nos acercamos a la mitad de mi estancia allí. Es hora de refrescar la memoria.

Día 12. Conociendo a la tercera familia, fiesta de bienvenida por la tarde y mi segunda experiencia en el karaoke

Estaba muy cansado hacia el final del último día. El día antes de que tuviera que levantarme a las 7 o incluso antes, después de haber llegado a casa esa misma noche sobre la 1 a. m. después de pasar dos horas en un karaoke de Gobo. Fuimos en coche a la ciudad de Wakayama con el señor Yamashita (que se lo pasó bastante bien en el karaoke después de unos cuantos vasos de un agua sospechosa) y estuvimos allí varias horas, en las que vimos un partido de baseball entre el instituto Hidaka (nuestro equipo) y el instituto Wakayama. El equipo de Hidaka fue el ganador. A mí me resultó mucho más interesante observar la atmósfera y escuchar la orquesta de la escuela. Por desgracia, aunque estaba un poco nublado, subestimé el poder del sol y me quemé la nariz y las rodillas, que al final del día estaban completamente rojas. Después fuimos a comer a un restaurante en el centro y volvimos a casa. Me fui a dormir un rato porque estaba realmente cansado. Por la tarde mi familia de acogida organizó una fiesta durante la cena, a la que asistieron algunos amigos de mi hermana de acogida y algunos de mi madre de acogida. Pasamos el rato comiendo cosas deliciosas y hablando de aventuras y, por supuesto, de las diferencias entre "Kuroachia" y Japón. Además, para ellos era un auténtico shock verme echar azúcar al té. Después de 2 o 3 horas llegó la hora de que nuestros amigos volvieran a casa, y la hora de que yo me fuera a dormir.

Por la mañana, después de desayunar hice mi maleta y me preparé para cambiar de familia por segunda vez. Disfruté mucho de mi estancia allí y aprendí cada día más de los japoneses, hábitos, estudios, tradiciones (la ceremonia del té) y lo pasé genial. Mi madre de acogida me acompañó al coche y nos pusimos en marcha hacia mi nuevo hogar para los próximos 3 días y 2 noches.

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Llegamos a una gran casa cerca de un mercado junto a la carretera y relativamente cerca del río y del puente en el centro de Gobo. En cuanto salí del coche conocí a mi nueva familia de acogida, que nos esperaban junto a la puerta. Esta familia era un poco más anciana que la anterior así que, en realidad, los llamaba mis abuelos de acogida. Viven en una gran casa familiar con espacio más que suficiente para unas cuantas personas. Esta familia eran los Yanse. El señor Yanse, a pesar de ser un anciano algo bajo de estatura, se ofreció a ayudar con las maletas. Yo sabía lo pesadas que eran así que no podía pedirles que lo hicieran, mucho menos a los más mayores, pero él insistió y felizmente me ayudó a llevar mis cosas a dentro; y no pareció resultarle complicado. Al subir las escaleras hacia la segunda planta me encontré con mi abuela de acogida y otros miembros de la familia que estaban allí. Había dos estudiantes, los nietos de mis abuelos japoneses. Lo que recuerdo de la breve conversación entre mi nueva familia de acogida y mi anterior madre de acogida es que iban a preparar otra fiesta de bienvenida por la tarde en la terraza. Esa vez no fue nada oficial con Lions, sino más bien algo informal, con unas 15-20 personas que iban a llegar por la tarde.

Una vez más la gran la barrera del idioma...

Sin embargo, fuimos capaces de superarlo.

En cuanto a la barrera del idioma, en este caso era prácticamente igual que con mi primera familia de acogida. Puede que hasta un poco más complicado porque solo estábamos nosotros 3 viviendo en casa en ese momento y no había conexión a Internet que me permitiera usar el diccionario. Me habría dado un infarto si los abuelos hablaran algo de inglés (no debemos olvidar que no en todas partes se habla inglés y no es algo que todo el mundo aprenda puesto que no es algo necesario en algunos sitios). Por ello tuve que hacer un repaso exhaustivo de mi japonés. Solíamos usar los diccionarios ilustrados. Tenían un par de ellos y combinándolos con la app de mi móvil conseguimos más o menos sobrevivir. A veces tardábamos 15 minutos en aclarar una o dos preguntas pero para mis abuelos japoneses resultaba muy entretenido. Disfrutaban especialmente cuando yo intentaba hablar en japonés con mis modestos conocimientos primarios que estaba adquiriendo lentamente.

Algo en lo que me fijé un par de veces al entrar en la enorme casa era el cajón en la entrada lleno de zapatillas. Por si no lo sabíais, allí es costumbre quitarse los zapatos antes de entrar a casa y dejarlos en esa zona. Para caminar por la casa se suelen usar un par de esas zapatillas, ¡y no es raro usar unas distintas para ir al baño!

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Entré en mi habitación y, al igual que en el resto de casas y apartamentos que había visitado antes, había un aparato de aire acondicionado en cada habitación. Hacía mucho calor, recuerdo que a veces no podía dormir o que me despertaba muy temprano, al amanecer. También había una mesa pero, como ya he dicho antes, me mataba no tener conexión a Internet en casa. Sé que los abuelos no lo necesitaban, tenían en la oficina y en el restaurante justo al otro lado de la calle. Es solo que no podía utilizar los diccionarios ni escribir nada en el blog (y aún no he terminado la historia, sigue aquí). Había un forro de Yu-Gi-Oh! en el escritorio ya que, si no me equivoco, antes era la habitación de uno de sus nietos. También encontré una muñeca de un perro que era igual que una que le regalaron a mi hermana por su cumpleaños hará unos 10 años. Mi ventana daba al este (otro motivo por el que era imposible dormir en esa habitación sin aire acondicionado), y lo primero que pude ver por la ventana fue, al otro lado de la estrecha calle, un vertedero de coches antiguos y una casita que podría haber sido también un taller de coches. Se parecía un poco a un cementerio robot (si nos imaginamos a los coches como Transformers). Vi a un señor japonés mayor paseando por allí. Más tarde cuando intenté acercarme para hacer unas fotos no pareció muy ilusionado. Como podréis imaginar, no sabía muy bien cómo explicarle lo que quería hacer y a él le pareció algo raro. El otro día habló con mi familia de acogida, ellos le explicaron de qué planeta y país venía y entonces se mostró muy curioso y me permitió dar una vuelta por aquella zona.

Tour de la zona y planes para esa noche

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Después de dejar mis cosas me enseñaron la casa y la tienda que regentaban. Tenían una gran cocina con un frigorífico enorme. Por como soy yo, aquello me pareció demasiado y tenía miedo de romper algo, la eterna preocupación. Mi abuela japonesa me enseñó la comida que podía coger y dijo que podía coger algún Pocari o cualquier otra bebida siempre que quisiera. En su tienda había montones de bebidas así que, para mí, resultaba todo un lujo. Al final solo cogí un par de Pocari para cuando iba a hacer mis tours en bicicleta (os contaré más sobre esto en otro post) y así tener algo con lo que refrescarme a lo largo de los calurosos días. El baño era prácticamente igual a los que había visto en las casas anteriores.

  • Podéis leer más de las descripciones de algunas cosas de la vida en Japón aquí mismo. Hay 5 partes.

El baño era también automático y con un montón de botones que me provocaron un buen dolor de cabeza al principio. Por suerte, aprendí alguno trucos y, como había fotos, aprendí rápidamente lo que significaba cada uno (y sí, alguna vez toqué el botón que no era y tuve que dar un salto para no lavarme la cara).

También tenían una habitación en la que habré estado en total un par de veces. En una esquina tienen una especie de altar "religioso" de madera (a primera vista se podría pensar que es algo como lo que hay en las iglesias). En el centro había una fotografía de una persona fallecida, probablemente un familiar. Creo que a esta habitación se le llama la "sala de oración".

En el salón habían puertas que daban a un balcón así que tuve la oportunidad disfrutar de mis comidas fuera alguna vez. El otro día, cuando no había nadie en casa y antes de mis aventuras en bicicleta, me senté durante varias horas a observar todo lo que se podía ver desde allí. Estábamos a mitad del verano y me dedicaba a perseguir las nubes con la mirada, de izquierda a derecha rápidamente, los coches y los ciclistas por la carretera, algunas personas caminando por las calles y los trabajadores de la tienda (a los que conocería pronto) haciendo tareas fuera. En esos momentos pensaba en lo lejos que estaba de Zagreb y del día a día, pero al mismo tiempo no me arrepentía de no estar en Croacia, y no quería volver porque nunca se sabe si volveré a tener la oportunidad de estar aquí.

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Antes de pasar por la tienda, fui con el abuelo Yanse a la terraza para enseñarme el lugar en el que celebraríamos la segunda fiesta de bienvenida esa tarde. Llegamos a una terraza relativamente grande (y plana), allí las mesas ya estaban preparadas. El señor Yanse me mostró el interior de una especie de almacén (también en la azotea) donde tenían en un frigorífico las bebidas con hielo y otras cosas para la barbacoa. Sentí un inmenso respeto hacia esa familia (y no menos hacia las anteriores) puesto que estaban haciendo todo eso solo porque yo era su invitado. Todo eso era mucho de lo que estoy acostumbrado.

Lo último de la lista, la tienda y los empleados

Conocí a varios empleados delante de la tienda y fuera de ella. No sabía qué esperar dentro ya que no entendía muy bien al abuelo (y tenía que buscar rápido las palabras que decía o lo que creía escuchar en mi diccionario offline). Me guió por toda la tienda y me enseñó dónde estaban sus mejores bebidas entre otras cosas. Estaba muy contento de tenerme allí y me presentó a todos los de la tienda, así como al resto de su familia. También me dijo que podía coger cualquier botella que quisiera (si "libre - tú - cualquier - botella - deseo - coger" se puede traducir así), algo que me costó comprender. Al final no cogí ninguna, claro. Después de intentar presentarme a los demás en japonés y verlo todo en la primera planta, el señor Yanse me llevó a la oficina en la planta de arriba. Subimos las escaleras y me enseñó el sitio en el que se pasa la mitad del día dirigiendo la compañía.

Segunda fiesta de bienvenida en la azotea de la casa

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Pasé el resto del día en mi habitación descansando e intentando leer y escribir en japonés. También comprobé las fotografías que luego subiría a Facebook o Tumblr. Antes de la cena (fiesta) me afeité, seguía pareciendo un tomate por el error del día anterior; el día después estaba incluso más rojo que antes, lo que detestaba porque me hizo parecer un payaso por la tarde.

Cuando llegó la hora de la cena me llamaron para subir y sentarme en la mesa. Subí emocionado por ver lo que me iba a encontrar y descubrí que ya había unas 10 personas allí. A algunos ya los conocía del Club Lions o simplemente los recordaba, algunos se acercaron a mí felices de volver a verme pero yo no tenía ni idea de quiénes eran, a algunos los vi por primera vez. Alguien estaba cocinando en la barbacoa y olía muy bien, también sabía muy bien (pude comprobarlo después). Allí vi a un miembro del Club Lion Gobo de los que vinieron a recogerme al aeropuerto, ella hablaba inglés así que me ayudó a conocer a todos. También había otro estudiante que parecía mucho más joven que yo pero que resultó que era mayor (ya sabéis como es eso, ¡parece que allí no envejecen! ), que también hablaba un poco de inglés así que me resultó más sencillo charlar con ellos. Los empleados de la tienda también estaban invitados y recuerdo un chico con el pelo rizado y una gorra roja que me recordaba a un entrenador Pokemon o a un personaje de DragonBall Z. Ah sí, DragonBall Z y Son-Goku forman parte del lenguaje universal y todo el mundo me entendía y yo a ellos cuando hablábamos de ello. ¡Solo hay que soltar un "kamehameha" y todos nos volvemos locos de felicidad! Algunos no hablaban casi inglés así que ellos me ayudaron a traducir cosas cuando no intentaba estrujarme el cerebro para recordar todo el vocabulario que había escuchado para hacer una pregunta. Cosa que conseguí.

Ocupamos varias mesas y diría que unos 10 metros de superficie. Entonces empezamos a servir bebidas frías de las que había en el frigorífico. Prepararon un delicioso okonomiyaki (barbacoa), un montón de carne y verduras. Respecto a las bebidas, teníamos Pocari (que bebía continuamente), té verde (del que huía continuamente) y cerveza sin alcohol, con la que aproveché para contarles un chiste sobre las diferencias entre Croacia y Japón. Cosa que conseguí.

Poco después llegaron el resto de invitados. El señor Ishikura del restaurante Anchin (mi primera familia de acogida) llegó y se sentó al otro lado de la mesa, rodeado de otras personas. Escuché mi nombre un par de veces y a la gente reír. Ishikura-san es un bromista pero es buena persona. Después de caer en que estaba haciendo bromas sobre mí me acerqué a bromear con él y los demás. Fue muy divertido.

La fiesta duró unas 2 horas, no recuerdo mucho más, y los invitados comenzaron a marcharse. Estuve hablando con muchos de ellos porque sentían curiosidad por mí y casi siempre me hacían las mismas preguntas, pero yo no me aburrí porque quería hablar con tantas personas como pudiera. También estaba el nieto más joven del señor Yanse, con el que antes había jugado a la GameBoy durante la comida. El señor Yanse tenía una cámara con la que iba de un lado para otro, riendo y documentándolo todo. Hizo muchas fotos y luego las imprimió en su propio estudio fotográfico. Durante mis últimos días en Japón recibí sus fotografías y las de la familia Ishikura, cuando volví a Gobo después de dos semanas de diversión con el campamento juvenil.

Después de unas cuantas horas ya no quedaba nada de beber pero aún había algo de comida así que intenté ayudar a los demás a acabar con ella. ¡Que no hubiera que tirar nada! Aún así, no todos se marcharon. Aún habían 6 o 7 invitados del Club Lions que habían planeado que fuéramos todos al karaoke. Ayudé a limpiar las mesas pero me dijeron que bajara por si necesitaba prepararme antes de salir hacia el karaoke.

Karaoke para finalizar el día

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Yo ya tenía algo de experiencia con el karaoke de las 2 noches anteriores, cuando había ido con mi anterior familia de acogida. Al principio me sentí algo incómodo a la hora de romper el hielo y no me entusiasmaba la idea de avergonzarme delante de los demás. Sin embargo, resultó ser algo realmente divertido, a excepción de las partes en las que solo escuchaba mi voz, que me hacían desear clavarme los palillos en la cabeza.

Me comentaron que el karaoke estaba muy cerca así que para cuando llegamos eran las 9-10 p. m. Tardamos menos de 5 minutos en llegar porque estaba en la misma calle. Tenía un aspecto similar al de aquel en el que había estado antes. Relativamente pequeño para el vecindario. No debemos olvidar que Gobo, la ciudad en la que estaba, tiene una población de alrededor de 25 000 habitantes. Además, hay muchos karaokes así que la capacidad tampoco es tan importante.

Entramos al bar, en el que no había nadie excepto nosotros. El interior estaba pintado en tonos rojos con unos cuantos sofás y unas sillas. Me senté en el bar con una amiga (que hablaba algo de inglés) y los demás (el señor Yanse y sus amigos) en los sofás cerca de nosotros. La camarera vino a tomar nota de las bebidas y pidieron té verde y unos pasteles. Nos dio un par de controles para elegir las canciones y ponerlas en la lista. Mi amiga no conocía muchas canciones en inglés y, obviamente, yo no sabía cantar canciones en japonés. Porque no las conocía o porque no era capaz de leer la letra de las canciones en japonés.

Los mayores empezaron a cantar y cada uno de ellos cantó unas 2 o 3 canciones. Creo que el señor Yanse fue el primero. Cantaban canciones de amor japonesas antiguas o algunas famosas de música folclórica. No había escuchado ninguna de esas canciones antes, pero me resultó interesante, y algunos de ellos, incluido mi abuelo de acogida, tenían una gran voz. Más tarde llegó nuestro turno. Mientras los demás cantaban nosotros encontramos algunas dificultades para encontrar una canción apropiada. El karaoke fue inventado en Japón (ka-ra-o-ke yo diría que suena bastante japonés) y les encanta pasar el rato allí, cantando. ¿Cuál sería mi primera canción? ¡Si me conocéis un poco es más que obvio!

Sí, ¡DragonBall! Puedo cantar canciones occidentales en casa pero como solo se vive una vez y probablemente esta sería mi única visita a Japón (aunque espero volver), no podía dejar pasar la oportunidad de zambullirme en DragonBall porque, bueno, no hay palabras para explicar algo así. Mi colega y yo cogimos los micrófonos y nos preparamos. A pesar de todo, yo era plenamente consciente de un problema, la letra de la pantalla estaba en japonés y yo no podía seguirlo. Rápidamente cogimos su teléfono para buscar en Internet la letra de "Doragoboru" con letras romanas. Acabamos con ella mirando la pantalla y cantando mientras yo hacía lo mismo pero con su teléfono móvil y avanzando la letra con un solo dedo. Cantar "Doragonboru" en japonés en Japón fue una experiencia bastante especial. Los mayores también se emocionaron mucho y nos acompañaban de vez en cuando en el estribillo. Al terminar aplaudieron y escuché varias veces "Sugoi ne! Subarashii", cosa que decidí tomarme como algo bueno.

Nuestro ancianos amigos empezaron a intercambiarse canciones mientras mi colega y yo buscábamos otras 2 canciones más para cantar esa noche. Una de las canciones fue occidental, esta vez conocía la canción pero solo recordaba la letra de la parte principal, el resto estaba algo borroso en mi cabeza. Hicimos un intento y no nos fue nada mal. Es mucho más fácil cantar en dueto que solo, porque así no tenía que escuchar tanto mi propia voz. Puede ser algo difícil si la otra parte también lo hace mal. Mientras tanto, la abuela Yanse vino a unirse y cantó también un par de canciones. Al igual que el personal de Lions que hablaba en inglés, ella tenía una voz muy bonita y probablemente nos ganaría a todos en el karaoke.

La última canción que escogí (no pude encontrar nada mejor) fue algo de Depeche Mode, pero no recuerdo exactamente qué. Conocía la letra y en mi cabeza estaba todo perfectamente preparado pero en cuanto abrí la boca y escuché mi voz me provoqué una diarrea instantánea.

De vuelta a casa con mi "feliz" abuelo y los planes para el día siguiente

En cuanto a la bebida, los mayores no querían que tomáramos nada alcohólico porque era "peligroso para nosotros". Vale. A pesar de ello, fueron ellos los que acabaron algo borrachos, pero todo fue bien. Estábamos de celebración, ¿no? Alrededor de medianoche decidimos volver a casa. Le dimos las gracias a la camarera y nos marchamos. Fuera estaba todo muy silencioso, se podían oír los coches de las carreteras principales que cruzan el puente de Gobo.

Mi abuelo japonés había bebido un poco más de lo normal y estaba muy "contento". Como era bastante mayor nos preocupaba que tuviera problemas para llegar a casa así que mi colega y yo le cogimos de los brazos y le ayudamos a llegar. En ese momento no podía evitar pensar "vaya, es 12 de julio de 2016, acabo de salir de un karaoke y estoy ayudando a mi (un poquito) borracho abuelo japonés a llegar a casa después de una noche increíble. ¡Esto no pasa cada día! ". Al llegar a las puertas de casa, la abuela Yanse ya estaba allí, había llegado un poco antes para preparar las camas y nos dio las gracias por la ayuda. Cogí algo para comer, fui al baño y luego fui a comprobar que el señor Yanse estuviese bien. Se durmió muy rápido, y al día siguiente no tenía ningún problema, todo estaba bien.

Me fui a dormir pensando en lo que haría al día siguiente. Tenía un plan. Era el momento de buscar una bicicleta y hacer un tour, y puede que sorprender a alguien.

¡Gracias por leer!


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