Un Turín de película
Ciao! Me gustaría compartir con vosotros una experiencia molto bella nella incredibile città di Torino. Se nota que aprendí mucho italiano durante mi viaje, ¿verdad?
¿Por qué Turín?
La culpa la tuvo un gran amigo que se encontraba en Turín como estudiante Erasmus, así que decidí dejar a un lado los apuntes y los trabajos de la uni durante unos días para visitarle; busqué, junto con otro amigo, un vuelo muy conveniente de esos que, por el precio, uno no sabe si tendrá que batir los brazos para propulsar el aparato y, en pleno frío invernal, nos plantamos allí con nuestra mochila. El objetivo era conocer una parte del norte de Italia y, ya de paso, comprobar qué tal le iba al nostro amico (quien, por cierto, tenía desde hacía tiempo sueños con bocatas de jamón serrano).
Después del gran recibimiento en el aeropuerto, el trayecto en tren a su casa, un interminable intercambio de puestas al día aderezadas con historias y una más que contundente comida italiana, tuvimos tiempo para disfrutar del mejor guía español que todo el mundo querría llevar a su lado para explorar las calles de Turín. Es importante hacer un inciso para comentar que, aunque la ciudad cuenta con un buen sistema de transporte público mediante autobuses, trenes y tranvías, las calles son bastante llanas y las distancias son cortas, por lo que se puede ir a pie prácticamente a todos lados.
No pudimos elegir un mejor momento para ir porque, debido a la cercanía de las fiestas navideñas, todos los espacios se mostraban más vistosos y atractivos, si cabe, por los adornos y luces de colores que hacían de un paseo por el centro histórico una experiencia singular e inolvidable.
Recorrido por los lugares que no puedes perderte en Turín
Resulta una ciudad fascinante ya en sí por la propia arquitectura de los edificios y las plazas, acerca de las cuales hablaré a continuación.
Visitamos la célebre Piazza San Carlo y la Piazza Castello, esta última engalanada en esas fechas con un espléndido árbol de Navidad, y también uno de los lugares más frecuentados por los estudiantes: la Piazza Statuto, donde hay una enigmática fuente (Fuente de Frejus) en la que aparece representado el ángel caído Lucifer. En cualquier caso, si existe un elemento arquitectónico que se identifique con Turín, ese es la Mole Antonelliana, una construcción colosal a la que volveremos más adelante.
Piazza Castello
En cuanto a la arquitectura religiosa, en primer lugar haré referencia a la Catedral de Turín, la cual se encuentra cerca de unas ruinas romanas.
En la capilla, como no podría ser de otra manera, contemplamos la controvertida Sábana Santa, cuya historia repasamos después en el Museo de la Síndone. También visitamos la Iglesia de San Lorenzo y la grandiosa Iglesia de la Gran Madre de Dio, que evoca el Panteón de Agripa en Roma. Un poco más allá y tras subir una cuesta tan espectacular como el lugar al que nos dirigíamos, llegamos a un mirador desde donde las vistas de la ciudad son increíbles; nadie puede perderse semejante paisaje.
Mirador
I Musei
En cuanto a los museos, los cuales no son gratuitos pero cuentan con descuentos y bonos para estudiantes, solo visitamos dos, pero les dedicamos varias horas porque nos parecieron soberbios.
El Museo Egipcio de Turín fue todo un descubrimiento, pues está conformado por una colección inmensa, rica en piezas, pergaminos, maquetas, esculturas, sarcófagos, momias, etc. Sí, habéis leído bien: momias de verdad. De hecho, cada vitrina cuenta con una advertencia en la que se señala la autenticidad de la momificación, a fin de evitar herir sensibilidades y que cada cual decida si está dispuesto a verla o no.
Enterramiento con momia real
Esfinge
El otro museo que nos maravilló fue el Museo Nacional del Cine. La verdad es que, en un primer momento, a mí este museo no me llamaba nada la atención, pero debo decir que me sorprendió gratamente y me habría arrepentido si no hubiera llegado a ir. Ya el comienzo de la visita era prometedor: se introducía a los asistentes en la Historia del Cine mediante un sinfín de juegos de ilusiones ópticas, vídeos, aparatos y cachivaches que iban avanzando en el tiempo y la historia y en los que el visitante puede participar, tocando los distintos instrumentos y formando parte de la propia visita.
La culminación llegó con el cine en la actualidad, ahí fue donde nos quedamos verdaderamente ojipláticos: nos vimos ante los distintos géneros (cine clásico, cine del terror, erótico, neorrealismo, etc.), los cuales, en total diez, se distribuyen a lo largo de una sala gigantesca que, de nuevo, te invita a formar parte de las distintas películas. De repente encuentras un café, una casa terrorífica, un frigorífico gigante repleto de alimentos, una sala de laboratorio, otra con retretes en lugar de asientos, etc. Allí se pueden encontrar desde carteles de películas como Grease, Drácula o Franquenstein hasta máscaras de Star Wars o películas de dibujos animados. Hay incluso bocetos de W. Disney. En definitiva, se trata de una enorme sala dedicada al culto al cine.
Caffé Torino
Mural con pósters de todos los clásicos del cine
Sala de cine con asientos-wc
Al finalizar el recorrido por esa planta es cuando realmente uno se da cuenta del lugar en el que está y de la altura a la que se encuentra la visita; y nunca mejor dicho, puesto que a continuación aparecen una serie de galerías ascendentes que recorren distintas películas y corrientes, así como sus actores y protagonistas. Estos corredores finalizan con un catálogo de carteles de lo más variopinto y portadas de las películas más famosas de todos los géneros y de todas las épocas: desde "Tiempos Modernos" (1936) hasta "Los Otros" (2001).
Por último, llevando la visita hasta las nubes, se puede coger un ascensor de cristal, que sube por el interior del museo; y llegar a la Mole Antonelliana (167 m de altura), desde la cual las vistas de la ciudad son espléndidas e inigualables, con los Alpes al fondo.
Vista desde la Mole Antonelliana
De compras
Algo que me encantó fueron los mercadillos y tenderetes que se extendían a lo largo de las representativas calles porticadas, donde se venden, entre otras cosas, películas, discos y libros, a los cuales no me pude resistir.
Mangiare
En cuanto a la comida, existen numerosas bocaterías y diversos establecimientos en los que se encuentran ofertas y bufetts a precio más que razonable. Nosotros, por ejemplo, optamos una noche por una terraza que se encontraba en plena Piazza San Carlo donde, al tiempo que nos deleitábamos con la panorámica… ¡nos castañeaban los dientes por el frío! Pero cenamos estupendamente, eso es cierto.
Algunos de vosotros os preguntaréis qué tal es la pizza de Turín y si merece la pena probarla. Debo decir que tendréis que comprobarlo por vosotros mismos y contármelo después porque, por increíble que parezca, no la probamos. Nosotros decidimos hacer nuestra propia pizza y… ¿qué puedo decir de nuestras dotes gastronómicas? ¡Estaba impresionante!
Fueron tan solo tres o cuatro días y seguro que quedaron infinidad de interesantes rincones de la capital de la Región de Piamonte por descubrir, pero fue tiempo suficiente para quedar impresionada por esta ciudad, que destila magia y encanto, y querer volver (aunque mejor hacerlo en época primaveral).
Espero que mis comentarios os animen a conocer esta fascinante ciudad italiana, que siempre está en movimiento.
Por cierto, ¿sabíais que el chocolate sólido, ya en tableta o en forma de bombones, tiene sus orígenes en Turín? Pues sí, ni en Bélgica ni en Suiza.
“Torino non sta mai ferma”
("Turín nunca se detiene")
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