Cinque Terre: cinco pueblitos de Italia que tienes que visitar

Publicado por flag-es Claudia Costas — hace 4 años

Blog: Decubriendo Italia
Etiquetas: flag-it Blog Erasmus Italia, Italia, Italia

¡Hola, hola! La entrada de hoy es muy especial porque voy a hablaros de Italia. Solamente he visitado este país dos veces: la primera vez estuve en Venecia y en Pisa y esta vez, verano de 2018, en Cinque Terre. Para los que no lo sepáis, Cinque Terre son cinco pequeños pueblitos que están en la costa de La Spezia, en el mar de Liguria. Así de entrada, quizás no conozcáis esta zona, pero seguro que habéis visto muchísimas veces esas fotos increíbles con pequeñas casitas de colores amontonadas unas encima de otras, al lado del mar. Así, Cinque Terre es Patrimonio Mundial de la UNESCO y un parque nacional. Pero bueno, dejando ya a un lado la teoría y comenzando con la práctica, en este post os contaré la experiencia de este viaje, que si tuviese que adjetivar, sería inspiradora por encima de todo.

Para empezar, os hablaré de los cinco pueblos que forman Cinque Terre (“Las cinco tierras”) y de los aspectos a tener en cuenta de cada uno de ellos. También hablaré de mis impresiones, os diré sitios para comer, de las expectativas que teníamos y de la realidad una vez allí.

Comienzo por orden de aparición en el mapa, desde La Spezia hasta Levanto. El primer pueblito en aparecer es:

Riomaggiore

Fue el único pueblo que visitamos el primer día. Llegamos desde el aeropuerto de Pisa después de coger un par de trenes. Eran las cuatro de la tarde y quisimos aprovechar el día entero así que estuvimos viendo las callecitas, los restaurantes, las tiendas de souvenirs y fijándonos en todas las curiosidades del lugar donde nos quedaríamos a dormir. Dejamos nuestras cosas en la habitación, bastante amplia y cómoda, estaba justo en el centro del pueblo. Si por algo se caracteriza Riomaggiore es por su terreno empinado ya que todas estas casas están construidas sobre una zona muy inclinada. Para llegar a nuestra habitación, teníamos que subir y bajar todos los días una colina. Trayecto breve pero intenso. Esto, sumado al calor abrasante de esos días hacía que llegásemos muertos de sed. Es por eso que sentíamos necesidad de bañarnos en el mar casi todo el rato y eso fue exactamente lo que hicimos el primer día. Después de visitar un poquillo el pueblo, nos fuimos a la zona de baño. No había mucha gente, lo que nos sorprendió, pues Italia es súper popular, sobre todo en verano. La sensación era muy agradable. Estuvimos en la zona de las rocas, los acantilados. Colocamos nuestras toallas, dejamos nuestras cosas y nos fuimos al agua. La temperatura del mar era ideal, sobre todo si la comparamos con la de Galicia. No cuesta nada meterse, incluso me atrevería a decir que no me importaría que estuviese un poco más fresquita, para que veáis el panorama. Además, estaba muy limpia, a pesar de que nos bañamos en una zona donde iban y venían algunas pequeñas lanchas y barcos zodiac. Allí pasamos un buen rato, nadamos mar adentro para ver las casitas de colores desde otra perspectiva y ¡qué bonito! Después nos tiramos de los acantilados (yo de los más pequeños) y tomamos el sol. Este es un lugar tranquilo donde puedes relajarte, pues aquí apenas hay turistas y solo se escucha el ruido del mar. No es el mejor lugar para bañarse de las Cinque Terre, lo que hace que esté más vacío que otros, cosa que al final para mí es positiva. Después, recogimos nuestras cosas y fuimos hasta el otro lado, donde hay una zona de piedras enorme construida para parar las olas y proteger a los barcos. Nos sentamos allí, desde donde ves la mejor vista del pueblo. La luz era perfecta para sacar fotos así que aquí os las dejo, espero que os gusten.

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Además de estos dos rincones para bañarse, podéis iros a una playa de piedras, simplemente siguiendo el camino hacia el mar que bordea toda la costa. Allí podréis estar más cómodos ya que hay más espacio con vistas directamente al mar. También hay pequeñas zonas de cemento para dejar tu toalla y pegarte un chapuzón. Eso sí, a primera hora de la mañana están ocupadas por los pescadores.

Para comer, nosotros fuimos muy poco originales y comimos en el mismo sitio las dos veces que estuvimos allí. Debéis saber que los restaurantes en primera línea de costa son excesivamente más caros. Tenéis que ir hacia las profundidades del pueblo para tener más oferta y ahorrar algo de dinerillo. Y antes de nada, deciros que en la mayoría de restaurantes cobran por servicio, así que sumadle un euro o dos más a vuestra suma total.

¡Hora de comer! ¡Ir de restaurantes es mi hobby favorito! Y más todavía si eso implica comida italiana. Nosotros comimos y cenamos en una pizzería llamada Veciu Muin. El servicio era muy bueno y amable, practicamos un poco nuestro itañol (mix de italiano y español) con la camarera que nos atendió. Pedimos pizza Vernazza y pizza con mozzarella y jamón serrano, ¡buenísimo! De postre, tiramisú. Está bien de precio en relación calidad y ubicación. El segundo día pedimos la pizza con mozzarella y pesto y una ensalada. Repetimos con el tiramisú y para acabar, un espresso. Tienen terraza, que eso siempre da puntos. Recomendación total, pero hay muchos más restaurantes por la zona, es cuestión de ir viendo los menús y adaptarlos a vuestros gustos y presupuestos.

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En definitiva, Riomaggiore fue el pueblo que más me gustó. Es mucho más familiar y tranquilo que otros como Manarola o Monterosso, de los que hablaré a continuación. Para mí Riomaggiore reúne las mejores características de los cinco pueblos: lugares para bañarse, tranquilidad, buenos restaurantes relación calidad-precio, la esencia del pueblo con sus casitas y en general, un ambiente agradable que invita a relajarse y a disfrutar.

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Manarola

Así de primeras, decir que me encanta el nombre. Viniendo de La Spezia, es el segundo pueblo. Para ir de la estación de tren al pueblo, hay que cruzar una especie de túnel que conecta ambos lugares. Ya en el pueblo, se puede sentir la esencia de Cinque Terre. Pequeñas casitas de colores con las contraventanas verdes, minúsculas tiendas de suvenires, también restaurantes que te atraen con el olor de la comida italiana y también tiendas de ultramarinos. Tras recorrerte la calle principal, llegas al mar y por lo tanto, la zona para bañarse, que es bastante amplia. Como en Riomaggiore, hay toda una hilera de rocas donde puedes plantar tu toalla y relajarte (normalmente aquí es donde menos turistas hay). Si no, también es posible acostarte en borde de la orilla donde hay un camino de cemento, al lado de pequeñas embarcaciones. Puedes nadar libremente o si eres un poco más atrevido, ir a las grandes rocas para tirarte de los acantilados. Cuando nosotros fuimos, estaban llenos de gente, mayores y adolescentes que hacían saltos mortales, se tiraban de cabeza o hacia atrás y todo el mundo aplaudía. Estos acantilados eran más altos que los de Riomaggiore así que era bastante impresionante. Enfrente del acantilado, se encontraba una fila de turistas que observaba el ambiente y sacaba fotos al mar y a todas aquellas personas que se tiraban desde las rocas más altas. El agua estaba muy limpia y era increíble abrir los ojos mientras buceaba porque se veía todo con mucha claridad.

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Siguiendo el camino principal del pueblo, que es muy intuitivo, puedes tener las mejores vistas a todo el pueblo de Manarola, como en esta foto que os enseño. Es cierto que Manarola no conserva tan bien los colores tan vivos de las casas como Riomaggiore (las fotos que podáis ver en Internet están muy retocadas y saturan mucho los colores), pero es cierto que sigue teniendo su encanto. Siguiendo el sendero, os encontraréis un restaurante con unas vistas de infarto. No tuvimos el placer de probarlo porque no teníamos hambre y además, había una cola inmensa para conseguir una mesa libre. También desde aquí, se puede ver el otro lado del pueblo, lo que hay más allá y justo aquí una vista panorámica que, aunque muy diferente, también es digna de ver: el mar fusionándose con los campos verdes de Cinque Terre. Si sigues caminando y dejando atrás la vista a las casitas de Manarola, os encontraréis con más lugares para bañaros y seguramente, estaréis más tranquilos ya que el bullicio de los turistas no llega tan lejos. Consejito que os doy.

En conclusión, Manarola hay que visitarlo sí o sí. Si vais justo de tiempo, no suprimáis este pueblo en vuestro viaje.

Corniglia

Creo que todos estaremos de acuerdo en que Corniglia es el pueblo con menos encanto de los cinco. Algunos amigos italianos nos dijeron que no perdiésemos nuestro tiempo allí, que ni siquiera ellos habían ido porque es totalmente diferente a los demás y no vale tanto la pena. Aun así, nosotros fuimos a primera hora de la mañana, sin nadie, y hay que decir que nos gustó. Está lejos, en la cima de la montaña, así que justo al salir de la estación, hay un bus allí esperando que con el billete diario de 16€ que compramos el día anterior, el trayecto nos salió gratis. Hay gente que sube andando, pero con el calor que hacía era impensable. Cuando llegamos, ya habíamos desayunado y estábamos con la barriga llena, pero había algunos restaurantes que servían boles enormes con yogur, fruta y cereales que tenían muy buena pinta. Si no sabéis donde desayunar, creo que este es un buen sitio. En cuanto al resto, es un poco como todos los demás, aunque más pequeño. Tienditas con suvenires graciosos, comida italiana, casitas pequeñas llenas de detalles y vistas al mar, muy buenas vistas al mar. Para volver, cogimos otra vez el autobús y estuvimos una hora esperando en la estación por el siguiente tren. Esperamos tanto tiempo porque ese día había habido tormenta y algo se había dañado y ese tiempo fue lo que tardaron en arreglarlo. Finalmente, cogimos el tren que nos llevaría a nuestro siguiente destino: Vernazza.

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Vernazza

Vernazza es el pueblo número cuatro y para mí, indispensable. Cuando fuimos no hacía sol, pero eso no hizo que no nos bañásemos. De hecho, al final fue algo a nuestro favor porque no había demasiada gente en el agua y la pudimos disfrutar para nosotros solos. Tiene una pequeña playa de arena donde había una portería y niños tirando algunos penaltis. También hay restaurantes, heladerías, tienditas y muchos callejones decorados con macetones y plantas de colores muy diferentes, como las casas. Entre la vegetación y ese calor bochornoso, que opositaba a convertirse en tormenta, parecía que estábamos en el Amazonas. Después de bañarnos y sacar algunas fotos bajo el agua, recogimos y decidimos recorrer parte del sendero que va hasta el siguiente pueblo. Para llegar, tuvimos que ir por los callejones claustrofóbicos, lo que fue guay porque pudimos ver cómo vivían los locales y el recorrido que tienen que hacer todos los días para llegar a sus casas, todo cuesta arriba. Justo antes de empezar el sendero, al principio se encontraba un trabajador del Parque Nacional que nos advirtió que fuésemos con cuidado pues esa zona es propensa a los desprendimientos. No fuimos muy lejos, llegamos hasta este sitio que, para mí, es desde donde tienes la mejor vista de Vernazza. Se pueden ver todas las casitas ocupando toda la colina, el puerto, el mar, la playa, la iglesia, etc. Aquí os dejo algunas fotos que sacamos. Nos llovió un poquito, como podéis ver, el cielo no estaba todo lo azul que nos hubiese gustado, pero tuvimos suerte porque al final abrió e hizo un día estupendo que invitaba a bañarse.

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Monterosso al Mare

Es el pueblo más lejano saliendo de La Spezia. Probablemente también sea el más visitado porque tiene la zona de playas más grande y extensa. Había leído cientos de comentarios positivos sobre este pueblo, y tengo que decir que cuando fui, me decepcionó. Estaba lleno de turistas, por todas partes, fue agobiante en ciertos momentos y además, las playas eran privadas. En el próximo post hablaré más a fondo sobre este tema, dando algunos consejos para evitar esta situación de tener que pagar por algo que para mí, no vale la pena. Si queréis disfrutar de Monterosso, id a primera hora de la mañana, pero tendréis que pagar igualmente si queréis estar en la arena. A mí simplemente por eso ya me echa para atrás pasar unas horas aquí, prefiero estar tumbada en las rocas sin tanta gente a mi alrededor y disfrutando probablemente más del paisaje y el ambiente.

Lo más divertido que nos pasó en Monterosso fue que empezó a llover y estalló la tormenta así que tuvimos que correr a refugiarnos y el mejor sitio para hacerlo que se nos ocurrió fue en un restaurante. Mientras caía la tromba de agua, nosotros éramos felices con un risotto de marisco y también unas verduras a la parrilla. Un poco caro en comparación con el resto de restaurantes de Cinque Terre, pero alguna vez se hace el primo. De todas formas, la comida estaba muy buena así que bien, aprobado. El restaurante se llamaba La Barcacciay está en una calle que es un “afluente” de la avenida principal de Monterosso. Tenían terraza pero nosotros comimos dentro, pues apenas quedaban mesas libres (se ve que muchos turistas tuvieron la misma idea que nosotros). También había mucha gente y las pizzas tenían muy buena pinta. Bueno, es difícil que en Italia exista una pizza que no parezca apetecible. Aquí os dejo las fotos del menú, para que se os haga la boca agua.

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A modo de conclusión de Monterosso al Mare, para mí es el que menos personalidad tiene de las Cinque Terre. Las casas no están tan apiñadas unas encima de otras, me recuerda más a una típica ciudad con apartamentos en primera línea de playa, con la diferencia de que estos son más antiguos y no tan modernos. Puede sonar exagerado, pero fue la sensación que me llevé, sobre todo por las sombrillas y tumbonas monocromáticas colocadas en fila india. En fin. Lo positivo de esto es que ahora valoro mucho más las playas de Galicia, donde no hay que pagar y no están tan masificadas como estas. Aunque el agua esté mil veces más fría en Galicia, el balance sigue siendo a favor del Atlántico. Aun así, creo que en temporada baja y a primera hora del día, Monterosso tiene que ser un sitio completamente diferente al que yo vi, con mucho más encanto, paz y tranquilidad. Habrá que darle otra oportunidad.

¡Y hasta aquí el post de hoy! Ha sido una entrada llena de información y la siguiente también lo será. Cinque Terre da para mucho así que espero que estéis interesados en el próximo, sobre todo si vais a viajar allí. En conclusión, este lugar bañado por el mar de Liguria me parece ideal, sobre todo si sabes montártelo bien, organizándolo poco a poco y sabiendo las ventajas y desventajas de cada pueblo. Mi consejo es que veáis lo que más os interesa y lo que mejor se adapte a vosotros, es así cómo más disfrutaréis de vuestra ruta por estos cinco pueblos italianos.

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Espero que os haya gustado y nos vemos muy pronto con mucho más contenido. Concretamente, mañana subiré otra entrada con consejos más generales que creo que hay que tener en cuenta si viajáis a Cinque Terre. Nos vemos y gracias por leerme.


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