El bosque Leechwald que purifica el alma
¡Hola a todos!
Ahora que se acaba el tiempo y tengo que empezar a recoger mis cosas e irme de Graz, pienso en todas las cosas que voy a echar mucho de menos. Obviamente la ciudad de la que he escrito un blog (If the mountain doesn't go to Mohamed) ha tenido un gran impacto en mí en los últimos 2 meses. Pero mi Erasmus se acaba pronto. En mi opinión esta experiencia en Graz ha marcado mi personalidad, mi carrera y mis metas en la vida. Me ha enseñado y me ha cambiado. Siempre voy a llevar un trocito de Graz en mi corazón. El sitio del que os voy a hablar hoy también me ha llegado al alma y pasé por ahí casi todos los días. En mis últimos días he intentado memorizar la imagen y grabarla en mi cabeza, para que cuando tenga un mal día en Budapest, o en cualquier parte del mundo, pueda recordar los momentos que pasé allí y que me dé fuerzas. Voy a hablar sobre el bosque de Leechwald.
Me encanta salir a correr y, si puedo, salgo hasta 5 veces por semana. He salido a correr por la naturaleza en cada parte del mundo a la que he viajado. Cuando paseo o corro por el bosque, la naturaleza me da mucha energía, y es una buena oportunidad para hablarme a mí misma y purificar mi alma. A pesar de que salir a correr es un ejercicio de resistencia y para los músculos, también lo es para la personalidad y para refrescar la mente. En Budapest solía salir a correr en la isla Margarita y en EE. UU. en el centro deportivo de Nazareth College. En Helsinki salimos a correr por el puerto y la playa del mar Báltico, y de vuelta en Cluj, Rumanía, corrí por la orilla del río Someş y el Central Park. SI tengo que recordar un país o ciudad puedo hacerlo pensando en su aspecto, arquitectura, comida tradicional y lugares, pero también lo relaciono con los sitios por donde salía a correr.
En el caso de Graz, el sitio es Leechwald. Tuve la suerte de que mi alojamiento, la residencia VAÖ, estaba justo bajo la colina donde se encuentra el bosque de Leechwald. Recuerdo el primer día que salí a correr, no tenía ni idea de por dónde ir. Am Rehgrund, la calle donde está la residencia, es parte de la vía para bicicletas y peatones del centro de la ciudad Mariatrost, así que decidí correr por este camino y ver a dónde me llevaba. Sabía que no quería correr por calles abarrotadas ni ver el tráfico, y además correr por el asfalto no es bueno para las articulaciones, así que tenía que buscar un buen terreno y un ambiente tranquilo. Sabía que estaba Stadtpark, el parque central de la ciudad, que es genial y precioso, pero me pillaba demasiado lejos de la residencia. Necesitaba encontrar un pequeño Stadtpark, y por suerte lo encontré en Leechwald.
Solo tuve que correr por la vía peatonal de Stenggstrasse hasta Schönbrunngasse, aunque se puede llegar a Leechwald desde los jardínes botánicos de Hilmteich y Mariatrost. Entré al parque junto al lado Hilmteich por Schönbrungasse. El parque es muy agradable y tiene un parque infantil y hamacas en las que me relajaba y descansaba cuando terminaba de correr. Subí por la primera cuesta y me encontré a mi misma en medio del bosque. La primera vez que corrí por ahí me daba un poco de miedo, pues no estoy acostumbrada a correr por el bosque. ¿Y si me atacaba un jabalí o abejas silvestres? ¿Y si me secuestraban? ¿Y si me encuentro mal y necesito que alguien me ayude? Así que en mi primer intento de correr por Leechwald no duré más de 10 minutos en el bosque, preferí salir de las sombras y correr por el lago Himteich. El lago es impresionante. Hay un pequeño restaurante cerca, patos y peces grandes en el agua y la gente pasea por ahí dándoles de comer. Sin embargo, no es lo que buscaba.
Cuando volví a la residencia después de correr estaba decepcionada conmigo misma, no estaba satisfecha con correr en círculos por el lago o por las calles. Decidí que solo se vive una vez y que iría a Leechwald pasara lo que pasara. Correr se convirtió en algo que estaba deseando durante todo el día. No me daba pereza salir, sino que me emocionaba, correr no era una tarea que tenía que hacer. La verdad es que no podía esperar para salir a correr.
Ya no me asustaba la naturaleza, me di cuenta de que había mucha gente saliendo a andar, correr o simplemente paseando al perro o montando en bici. Leechwald es una fuente de energía para cada generación. Vi a gente muy mayor andando con muletas, simplemente disfrutando del cantar de los pájaros, la luz del sol o el susurro de las hojas.
Leechwald tiene un camino de 18 km para ciclistas de montaña, senderistas, corredores o para pasear. La ruta empieza en HIlmteich y termina pasado Mariatrost, pero yo no solía llegar más lejos de Mariatrost. A partir de ahí quedan 13 km de camino que sube por la colina. Al salir de Hilmteich y empezar a subir la colina hasta el bosque pasas por una casa llamada wild-house, que es una casita en el bosque donde se puede comprar mantequilla de cacahuete y crema de chocolate con frutos secos. Wild house es un pequeño parque con animales: conejos, ardillas, mapaches, turones y hámsters. Una familia que vive en una casa en el bosque los cuida a todos. Al correr por el bosque te encontrarás también Hilmteich Adventure and Adrenaline Park. Nunca he entrado, pero parece emocionante.
Si sigues corriendo por el camino, de pronto te encontrarás con que has salido del bosque. Hay algunas zonas en las que la ruta pasa por regiones habitadas de la colina: pequeñas calles con casitas y jardines con manzanos. También hay un hostal llamado Hauserl im Wald (casas en el bosque), donde muchos senderistas y viajeros descansan o al menos se comen una copiosa comida tradicional austríaca. Al pasar las casas vuelves a estar corriendo por en medio del bosque. Me parece misterioso e interesante que al correr por Leechwald te encuentres un montón de motivos religiosos y monumentos en la ruta como cruces, esculturas de Jesús y placas conmemorativas. Todo esto forma un ambiente más misterioso y trascendental.
2 km más adelante la ruta vuelve a salir del bosque y te encuentras corriendo entre campos de trigo y casas familiares.
La última parte del viaje es el emocionante Leechwald mientras ves la Basílica de Mariatrost a tu izquierda, para entonces has hecho 5 km de la ruta desde Hilmteich hasta la basílica. El camino de vuelta son también 5 km, así que en total son 10. Puedes elegir entre volver por la misma ruta en el bosque por la que has venido o simplemente bajar a admirar la basílica y correr de vuelta a la residencia por la vía peatonal y de bicicletas entre Mariatrost y la plaza principal.
Tuve la suerte y el privilegio de ver cómo cambia la naturaleza cada día con la llegada del otoño. Un día las ramas son verdes, las flores han florecido y la luz del sol se filtra entre las ramas, y otro día ya se sentía el olor a otoño y las hojas se volvían marrones y rojas y empezaban a caer. La transición era preciosa. Ahora la llegada del otoño simboliza el final de algo impresionante, el adiós. También para mí. En unos días estaré de vuelta a Budapest y dejaré atrás Graz, y Dios sabe cuándo volveré. Estoy segura de que, si vuelvo, sin duda iré a Leechwald haga el tiempo el haga.
Gracias por leer, Dora.
Posdata: Perdonad la calidad calidad de las fotos, no soy una fotógrafa profesional.
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Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: Soul-purifier Leechwald forest
- Italiano: La foresta Leechwald che purifica l’anima
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