De viaje por Turquía (4º parte): Segundo día en Estambul

¡Saludos desde el aeropuerto Internacional Sabiha Gökçen, donde estoy sentada esperando para coger un avión a Capadocia! Si vais al día con mi serie «de viaje por Turquía», sabréis que estos últimos días he estado en Estambul, y he estado haciendo turismo, comiendo y acariciando gatos. Ayer os hable sobre mi primer día en Estambul (si no habéis leído el artículo, podéis hacerlo aquí), así que hoy voy a empezar justo donde lo deje y os voy a hablar sobre mi segundo día allí. Como es normal, tengo mucho que contaros, así que, coged algo de comer y poneros cómodos, ¡vamos a empezar!

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Día 8 (4 de septiembre)

Si habéis leído mi artículo más reciente, sabréis que el primer día que pasé en Estambul lo hice explorando los barrios de Karaköy y Nişantaşı. A la mañana siguiente, decidí dedicar algunas hotas a ver el distrito de Sultanahmet, que es donde se encontraba mi albergue. Después de otro desayuno turco completo, visite el famoso Palacio de Topkapi. Este magnífico edificio, que una vez había sido lugar de trabajo o de residencia de alrededor de diez mil personas, es del siglo quince, pero ahora es mucho más grande que al principio. Es tan grande que tendrás que dedicar al menos un par de horas para verlo por completo.

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El Palacio de Topkapi

Después de comprar una entrada (¡para lo que tardé media hora!), me dirigí a la entrada principal y giré a la derecha hacia las cocinas del Palacio. Allí, aprendí todo sobre la comida de palacio a lo largo de los años: desde las dietas diarias de los sultanes otomanos, pasando por los platos que se solían hacer en ocasiones especiales, hasta los ingredientes que se utilizaban para hacerlos (con una variedad que aumento, como es de esperar, con el descubrimiento de América). Vi muchos componentes de vajilla como platos y cafeteras, y también utensilios como tenedores y cucharas.

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No os voy a aburrir describiendo cada una de las habitaciones que visité, pero conforme iba pasando de una a otra, no paraba de pensar que ojalá me casara con alguien rico (¡o yo ganara una fortuna!) para poder decorar mi casa de esta forma. De hecho, todas las habitaciones, bibliotecas y oratorios estaban llenos de azulejos, coloridas ventanas con vidrieras y complejos murales. Seguramente me paré mas de cien veces para echar fotos, pero no creo que ninguna le haga justicia al palacio.

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Después de dar una vuelta rápida por el pabellón de la Sábana Santa y las Reliquias Sagradas (la cola era larga, pero avanzaba rápido), y por una exhibición de armas(no me interesan mucho ni las espadas ni los escudos, pero debo de decir que los que había allí eran espectaculares), pase a la siguiente parte del palacio: el harén.

Tienes que pagar un cargo extra para ver las viviendas privadas de los sultanes, pero os prometo que cada euro merece la pena (¿o tal vez debería decir kuruş?). Estarás rodeado de extraordinarias decoraciones en las paredes y los techos, y, además, podrás hacerte una idea sobre los lujosos estilos de vida de los antiguos jefes. Junto con las casas de la gente poderosa de Éfeso, ¡este es uno de los sitios a los que tienes que ir si quieres saber como vivía la gente rica!

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La mezquita Azul

Después de comprar unas postales, salí del palacio y puse rumbo a otra de las atracciones más visitadas de Estambul: la mezquita Azul. Pensé en pasarme por Santa Sofía, pero la entrada es más bien cara y comprarla hubiera hecho que sobrepasara mi presupuesto diario, así que, decidí dejarla para otro día.

Afortunadamente, la entrada a la mezquita es totalmente gratis. No hay colas para entrar, lo único que tuve que hacer fue ponerme una sudadera, un pañuelo en la cabeza y quitarme los zapatos. Desafortunadamente, estaban haciendo trabajos de restauración dentro del lugar de culto, así que, muchos de los techos no eran visibles. Pero, ¡habían puesto fotos en los andamios para que nos hiciéramos una idea de lo que nos estábamos perdiendo! Aunque, aquellos que sí se podían ver superaron mis expectativas, y estuve más de veinte minutos admirandolas.

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Arasta Bazaar

Estaba empezando a tener hambre, así que, después de un viaje rápido al hotel para cargar el móvil, me fui en busca de algún sitio para comer. Por el camino me crucé con Arasta Bazaar, una encantadora calle peatonal llena de puestos de todo tipo. Todos los países tienen un recuerdo típico que verás una y otra vez, de todas las formas y tamaños: en Turquía son unas coloridas lámparas de cristal (también alfombras y delicias turcas). Me quedé con las ganas de comprar una para colgarla en mi habitación, así que, puede ser que vuelva en algún momento (¡teniendo fe en que no se rompa en el avión de vuelta a casa!).

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Pero bueno, en esta ocasión, no compré nada, y después de rechazar la oferta número cincuenta de una sesión de fotos (hay puestos por toda la ciudad donde puedes posar en trajes tradicionales por 50 TL), ande un poco más hasta llegar a un restaurante llamado Doy Doy.

Doy Doy

La comida en esta maravillosa joya oculta fue sublime: en la azotea, comí todo tipo de deliciosos manjares, mientras miraba el reluciente mar azul. Eso es todo lo que voy a decir en este lugar por ahora: como con los restaurantes que mencioné ayer, ¡tendréis que esperar para saber mi opinión!

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El Hipódromo

Desde allí, ande dos minutos hasta llegar al Hipódromo. Este sitio, donde se celebraban carreras de caballos en la Antigua Roma, hoy en día no sería nada especial si no fuera por los varios monumentos y columnas esparcidos por el lugar. Quizás la más famosa de ellas es la Columna de las Serpientes, un pilar retorcido formado por tres serpientes entrelazadas (ahora sin cabeza). Transportada a Constantinopla desde el Templo de Apolo en Delfos, es una de las posesiones más preciadas de la ciudad.

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Otros lugares de interés incluyen: la Fuente Alemana (o Fuente del Káiser Gullermo II), el obelisco egipcio y la Columna de Constantino. ¡Asegúrate de visitarlos todos si vas a Estambul!

Cisterna de Basílica

Después de pasar unas cuantas horas bajo el sol abrasador, necesitaba un poco de sombra, así que, la siguiente parada de mi visita a Sultanahmet fue la Cisterna de Basílica. Este depósito, que una vez abasteció el Palacio Topkapi, y que cayó en desuso a finales del siglo XV, es uno de los muchos que se pueden encontrar por la ciudad, pero es de lejos el más conocido, y, en mi opinión, mejor excavado. La entrada solo cuesta 20 TL (3,05 €), y te permite explorar una serie de cámaras misteriosamente iluminadas, cada una de ellas llena de columnas de estilo Jónico y/o Corintio.

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Según mi guía, se tardan alrededor de una dos horas para ver el lugar entero. Aun así, yo vi todo lo que había que ver en treinta minutos. Pasea por la cisterna tomándote el tiempo que quieras, y asegurate de ver la «columna de las lágrimas», un pilar que, a diferencia de los demás, está húmedo, y se dice que se construyo para conmemorar a los esclavos que perdieron la vida durante la construcción de este lugar. Tampoco te puedes perder dos sorprendentes columnas construidas sobre dos cabezas de Medusa, una boca arriba y otra boca abajo. Necesitarás una linterna para poder verlas bien, así que, ¡asegúrate de tener una a mano!

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Yerebatan Caddesi

Cuando volví a la calle, di un pequeño rodeo para ver las maravillosas casas de Yerebatan Caddesi (foto a continuación), antes de ir a visitar más edificios coloridos a otra parte de la ciudad. Mi destino era el barrio de Balat, así que me dirigí, a través del sereno y frondoso parque Gülhane, hacia el puente de Galata. Cuando llegué al final del parque, me di cuenta de que aún me quedaban otros 45 minutos de caminata, así que decidí dejar mis planes para otro día.

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Bazar de las Especias

Como no quería que el paseo fuera en vano, gire a la izquierda y me adentre en el bullicioso Bazar de las Especias del siglo XVII. En este lugar, las coloridas hierbas y sustancias aromáticas estaban colocadas en ordenadas filas, atrayendo a todo el mundo, incluso a mí, una cocinera muy poco aventurera. Pensaba que cada vendedor que me cruzara me iba a insistir para que le comprara, pero, por suerte, la mayoría me dejó paseas tranquila. Sin embargo, un hombre intentó cobrarme por echarle una foto a su puesto, pero hice de «turista despistada», y al poco aceptó la derrota.

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Kubbe Istanbul

Si habéis leído alguno de mis otros artículos, sabréis que me encanta ver las ciudades desde arriba, así que no os sorprenderá que visitar Kubbe Istambul, un mirador en una azotea, fuera uno de los mejores momentos de mi día. Escondido en una calle lateral poco llamativa, sigue siendo un pequeño secreto, pero uno que vale la pena descubrir (para ver mejores direcciones, échale un vistazo a este artículo). En esta terraza infestada de gaviotas, ahora se sirve comida y hay cojines y alfombras tradicionales para todos aquellos que quieran echarse pintorescas fotos en el lugar.

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Había leído que la entrada a este lugar era gratis, pero cuando llegué vi que unos residentes del lugar lo habían adquirido y ahora cobraban 100 TL a cada visitante. Pude echar algunas fotos a escondidas antes de que me informaran sobre esto, pero les prometí que volvería, y por una vez, ¡no solo estaba diciendo esto para evitar una situación incómoda!

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Gran Bazar de Estambul

Después de parar en una cafetería para cargar mi móvil (solo para descubrir, bebida en mano, que me había dejado el cargador en el albergue), seguí andando un poco más hasta llegar al Gran Bazar. Este famoso complejo comercial es uno de esos puntos de referencia que están sí o sí en los planes de todos turistas, porque, después de todo, ¡no hay nada como una buena ganga! Esa vez solo miré y rechacé un par de ofertas de citas de vendedores, pero nada nuevo, vamos; aunque no creo que mi lado de adicta a las compras sea capaz de resistirse a volver para comprar algo...

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Yeniçeriler Caddesi

A estas alturas, me dolían las piernas y mi móvil se estaba quedando sin batería, así que, y por miedo a perderme sin la aplicación de Google Maps, decidí volver tranquilamente al albergue por Yeniçeriler Caddesi. Por el camino me crucé con un par de mezquitas de estilo otomano clásico, la de Koch Sinan Pasha Kulliyesi y la de Gazi Atik Ali Pasha , y también con la tumba y el cementerio del sultán Mahmut II.

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El mausoleo del sultán Ahmed I

En el parque Sultanahmet, descubrí el magnífico mausoleo del sultán Ahmed I, donde este soberano, junto con otros más, está enterrado. La lujosa decoración del interior de esta tumba, con su cúpula y sus brillantes candelabros, resalta la gran importancia de estas figuras en la historia turca.

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Pudding Shop

Después de pasar por el albergue, y cargar rápidamente mi móvil (había comprado un cargador portátil para el viaje, pero la noche antes de irme me di cuenta de que no se podía usar con mi móvil), hice una última escapada para comer algo. El lugar que elegí para cenar fue el restaurante hippie Pudding Shop, pero como ya he dicho antes, tendréis que esperar para saber mi opinión sobre él. Después de terminarme el plato principal, pedí un pudin de chocolate para llevar, y lo disfruté en la terraza de mi albergue mientras escribía la última entrada.

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Conclusión

Me está gustando mucho Estambul, y estoy deseando seguir explorando el lugar cuando vuelva de Capadocia dentro de unos días. ¿Qué perlas de sabiduría aprendí ese día? Sigue leyendo para descubrirlas:

  1. Lleva siempre un cargador portátil contigo, ¡lo único que provoca un móvil sin batería es estrés!

  2. Si el dueño de un puesto dice que tiene «solo una cosa que preguntarte», sigue andando, si no quieres, claro, que alguien finja interés en tu vida y luego te insista para que le compres algo.

  3. Hacer de «turista despistada» suele funcionar.

  4. Piensa en un tiempo estimado para visitar cada lugar, pero no te estreses, cada uno ve las cosas a su ritmo.

  5. Si quieres encontrar motivación para trabajar duro, visita palacios, verás rápidamente todo lo que te estás perdiendo.

  6. Cuando visites una nueva ciudad, busca lugares secretos para explorar. Kubbe Istambul fue una de las cosas más extraordinarias que vi este día, y como es relativamente desconocida, tuve casi todo el lugar para mi sola.

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Fin de la cuarta parte

Así que aquí está: ¡la cuarta parte de mi serie «de viaje por Turquía»! Espero que hayáis disfrutado del artículo de hoy, y que tengáis ganas de leer lo que voy a escribir pronto sobre mi viaje a Capadocia. No he pensado mucho en lo que voy a hacer cuando esté allí, pero hay una cosa segura: ¡vais a ver un montón de fotos de globos aerostáticos!


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